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CULTURA FINANCIERA

CULTURA FINANCIERADesgraciadamente la mayoría de las personas no llegan a tomar un curso formal de cultura financiera. No adquieren tales conocimientos ni de adultos y mucho menos de jóvenesEs un tremendo defecto de los sistemas educativos en general que la gente no reciba enseñanzas básicas de finanzas. No importa la actividad que algún día se desempeñe, todo mundo tiene necesidad, tarde o temprano, de manejar sus finanzas personales. Sin considerar el monto o la cantidad que sea, son sus finanzas. Estamos hablando de su patrimonio. Igual necesita saber del manejo de dinero un médico, un ingeniero o un taxista. Todos, algún día, tendrán que decidir cómo invertir sus ahorros, cómo manejar una tarjeta de crédito o tal vez la mejor forma de comprar un coche.En la escuela nos enseñan muchas cosas que posteriormente no usamos en la vida, pero algo que realmente todos necesitamos, las finanzas, tristemente no lo dan como una materia. La mayoría aprende el manejo de las finanzas personales en sus hogares y, siendo honestos, casi ningún padre o madre tiene ni las enseñanzas ni la experiencia suficiente para instruir finanzas personales. Tampoco la conducta financiera de la gente es, por lo general, un ejemplo a seguir. Si los individuos de veras tuvieran preparación para transmitir conocimientos de finanzas no veríamos tantos casos de seres que luchan por reducir el saldo de sus tarjetas de crédito; no habría tantas situaciones penosas de gente de la tercera edad que no pueden solventar sus gastos por falta de previsión; no nos enteraríamos de tragedias donde alguien recibió una cuantiosa herencia y al cabo de algunos años termina en la miseria.El buen entendimiento y conocimiento de las finanzas personales nos lleva a no trabajar por el dinero sino lograr que el dinero trabaje por uno. Nos puede conducir a la libertad de hacer lo que más nos agrada sin importar si es remunerativo o no pero lo que se va a buscar es que sea satisfactorio. En otras palabras, las quincenas son totalmente irrelevantes cuando llegamos a lograr que el dinero trabaje por nosotros.Otro de los problemas de la falta de cultura financiera es que normalmente no se soluciona fácilmente con contratar a un “experto”. Me ha tocado vivir de cerca en muchos casos tristes situaciones cuando el supuesto “experto” recomendó inversiones totalmente inadecuadas para el perfil del cliente y después de un tiempo se llegó a vivir una tragedia. Por un lado, si el “experto” es muy joven lo más seguro es que no ha vivido a través de alguna crisis bursátil, una devaluación, una época de elevada inflación o una profunda recesión. Siempre es en los momentos más difíciles cuando más se aprende. Por lo tanto, alguien muy joven no ha tenido tal fogueo. En cambio, si es mayor y ya pasó por tales etapas de crisis, la pregunta que surge es, ¿si de veras es un buen experto financiero por qué a su edad no se dedica de tiempo completo a jugar golf? Pero si logra conseguir un asesor financiero de calidad y aparte experimentado, cuídelo mucho. Siempre es conveniente tener algo de cultura financiera para juzgar si el supuesto “experto” habla algo con sentido. Igual que tener conocimientos de anatomía son adecuados cuando el médico nos anuncia que necesitamos una operación. Una de las cosas más básicas es inducir a los pequeños al ahorro. Para ello, diversas instituciones bancarias tienen programas para abrir cuentas infantiles con montos mínimos en promedio de 500 pesos. Los niños se acostumbran a tratar con un banco y a depositar en forma regular alguna cantidad. Adquieren el hábito de reservar algo para lograr un fin específico. Una idea indispensable para hacerles ver a los niños es la regla de gastar menos de lo que ganan o reciben. Se deben acostumbrar a vivir con un monto inferior al disponible. La gente desgraciadamente pone como pretexto para su falta de ahorro el tener pocos ingresos. ¡Pero para poder ahorrar lo importante no es lo que se gane sino lo que se gasta! Una cosa que cada quien tiene que lograr establecer muy claramente en su mente es poder distinguir entre necesidades y deseos o antojos. Los gustos hay que aprender a controlarlos y solamente se pueden satisfacer ocasionalmente y sólo cuando hay recursos excedentes.Hay que acostumbrarse a que la suma que se destine al ahorro debe ser algo tan constante como el pago de la luz o el teléfono. El ahorro debe ser una regla cotidiana. No debemos esperar a ver si sobra algo al final del mes para ahorrar. El ahorro debe ir por delante. Debe ser algo que apartemos en seguida, como si fuera el dinero de la renta o la colegiatura.Todos necesitan adquirir conocimientos financieros básicos, como distinguir entre un activo y un pasivo.El activo son los bienes que poseemos. Puede ser el dinero en efectivo, cuentas bancarias, casas o coches. Sin embargo, hay que saber distinguir entre activos “buenos” y activos “malos”. Un activo “malo” es aquel que no nos ayuda a lograr que el dinero trabaje por nosotros sino que nosotros seguimos trabajando por el dinero. Por ejemplo, cuando se compra una casa para vacacionar. Es un activo “malo”. Se tiene invertido mucho dinero en un activo que no está generando rendimiento. Es decir, el dinero que se invirtió en tal propiedad no está trabajando para nosotros. Al contrario, nos cuesta por el mantenimiento y el impuesto predial que causa. Nos quita dinero. Podemos calcular la ganancia que hubiéramos tenido en el banco con el dinero invertido. Esa cantidad es el costo implícito que se paga por tener la casa de campo aparte de los desembolsos cotidianos por mantenimiento.Otro activo “malo” podría ser, por ejemplo, un reloj lujoso. Nos costó mucho. Un reloj Patek Philippe, ¿hace que el tiempo nos rinda más? ¿Logra que lleguemos a tiempo a todas nuestras citas? Definitivamente no. Pero sí provocó que distrajéramos dinero en un activo que nos aleja de la meta de lograr que el dinero trabaje por nosotros.En cambio, activos “buenos” son aquellos que generan más dinero. Podríamos mencionar los certificados bancarios, las acciones, los bonos, los inmuebles por los que se cobra renta, los fondos o sociedades de inversión, etcétera. Podemos discutir sobre la conveniencia de invertir en uno u en otro, si los rendimientos en tal o cual instrumento son superiores. Pero al menos son activos que generan dinero. El dinero trabaja por nosotros. Si uno es mejor a otro ya es refinar la plática. Pero el concepto básico es lograr acumular activos “buenos” y eliminar los “malos”.Igual podemos decir de los pasivos. Los pasivos son aquello que debemos. Son los préstamos que recibimos. También acá podemos hablar de pasivos “buenos” y “pasivos” malos. Nuevamente a lo que tenemos que llegar es que el dinero trabaje por nosotros.Supongamos que se desea comprar una corbata nueva. Sin embargo, no se tiene dinero pero se puede ir al banco a pedir un préstamo. Se llenan unos formularios, se entregan comprobantes, se hace el estudio y finalmente se recibe el préstamo para comprar la corbata. Si se tuviera que pasar por tal proceso lo más probable es que no se compraría la corbata. Lo cual es bueno, porque si hay que contraer deudas para comprar la corbata entonces significa que no hay suficientes ingresos para adquirirla. Pero se facilita la vida y el proceso del trámite de crédito se resuelve usando una tarjeta de crédito. Por lo tanto, es mucho más fácil caer en tentaciones y compras impulsivas. Lo que sucede es que se acumulan pasivos “malos”. Lo más seguro es que las tentaciones vencen con frecuencia y el saldo en la tarjeta es tan elevado que siempre se paga menos del total y por lo tanto se incurre en el pago de los intereses.Tenemos que entender que una tarjeta de crédito hay que manejarla con el mismo extremo cuidado de una pistola cargada. La pistola y la tarjeta de crédito sólo se usa en contadas ocasiones, en emergencias, de preferencia se tienen guardadas bajo llave y no se sacan a la calle. En ambos casos, un descuido nos puede meter en un lío espantoso. Por lo tanto, sólo son aptas para que las tengan personas muy maduras, serenas y frías. Sin embargo, si usamos la tarjeta no como un instrumento de crédito sino de pago podemos llegar a convertir un pasivo “malo” en uno “bueno”. Si sólo usamos la tarjeta para adquirir aquello que tenemos la absoluta certeza que podemos liquidar cuando llegue el estado de cuenta entonces podemos generar un pasivo “bueno”. Las tarjetas de crédito nos ofrecen puntos, millas y premios por usarlas. ¡Pues aprovechemos! Usemos el dinero del banco, que otorgó la tarjeta, para la compra y mientras dejamos nuestro dinero en el banco ganando intereses, es decir nuestro dinero trabaja por nosotros. Pero aparte, los puntos o millas que ganamos con la tarjeta podemos utilizarlos para irnos de vacaciones o darnos algún gusto. Por lo tanto, así la tarjeta es un pasivo “bueno”, nos ayuda a que nuestro dinero trabaje por nosotros. Lo importante es no llegar a pagar intereses.Otro concepto vital es el del interés compuesto. Lo anterior significa que ganamos intereses sobre intereses. Si metimos 100 al banco y al cabo de un año nos dan 105 los 5 extra son los intereses. Pero si reinvertimos íntegro los 105 al cabo de otro año habremos ganado dinero no sólo por los 100 originales sino por los 5 que obtuvimos de interés. Ahora los intereses ganaron intereses, lo cual se conoce como interés compuesto. Es decir, el dinero trabajó por nosotros. Es gracias a la maravilla del interés compuesto que se forman las fortunas. Hablar de mejores alternativas de inversión nos permite acelerar el proceso del interés compuesto. Cuando desperdiciamos el dinero en activos “malos” como el reloj, no sólo nos costó el monto invertido sino todo el interés compuesto que dejó de ganar tal cantidad. A la postre, lo que se dejó de percibir es aún más de lo que se gastó originalmente.Es indispensable entender la idea de la tasa real y nominal. La tasa real es aquella que ya descontó la inflación, es el remanente una vez quitada la inflación. En cambio la tasa nominal tiene escondida aún la inflación. Por eso, cuando vemos que el banco nos da 7 por ciento por nuestros ahorros y la inflación fue de 4 por ciento en términos reales sólo ganamos 3 por ciento. Pero en cambio, si nos detenemos a pensar que por usar la tarjeta de crédito nos cobran 35 por ciento nominal y con una inflación de 4 por ciento en términos reales nos cobran 31 por ciento. ¡Le estamos regalando al banco una barbaridad!Otro concepto básico e importante es el de rendimiento sobre inversión. En otras palabras, cuánto ganamos con lo que invertimos. Si queremos invertir en un coche para ponerlo a circular como taxi podemos comprar un Rolls Royce o un Chevy. Si se opta por el Rolls Royce nunca vamos a recuperar lo que invertimos. Por increíble que sea, en muchas inversiones no se tiene claro un concepto tan básico y al paso del tiempo se percata la gente que el rendimiento sobre la inversión es ínfimo o negativo. De la misma manera, si vemos un libro o curso sobre finanzas personales es altamente aconsejable invertir en ellos. El rendimiento sobre dicha inversión será muy alto. Al tener una más amplia cultura financiera vamos a poder hacer un mejor manejo de nuestro dinero.William Anglas Cerna Email: williamanglas@yahoo.it





Socialismo y Cristianismo

¿Será el socialismo, tal como fue propuesto en el siglo XIX, incompatible con el cristianismo, como tantas veces se ha afirmado? O, ¿será el socialismo, equivalente al cristianismo, aggiornado al racionalismo ilustrado que imperaba en ese siglo? Para responder estas preguntas debemos, ante todo, tener en cuenta el contexto histórico en que se desarrollan estas doctrinas, tratando de interpretar acertadamente los signos de los tiempos. En esta vena, los “pobres” de los que nos habla el Evangelio, serían equivalentes a los “proletarios” del s. XIX, y a los marginales o excluidos del Tercer Mundo en la actualidad. Los infructuosos intentos de implementar sistemas socialistas en el s. XX, se corresponden con los también desafortunados intentos de implementar un cristianismo digno de tal nombre a partir del s. IV. La sospecha de que ambas ideologías proponen sistemas imposibles de llevar a la práctica, utópicos, más bien reforzaría la hipótesis de su similitud. Pero no todo está perdido, pues la experiencia que dejan los repetidos intentos, llámense cristianos o socialistas, se traduce en una pedagogía histórica, o divina, si se quiere, que resulta de vital importancia para abordar los serios conflictos con los que ha comenzado el s. XXI.


Pasemos ahora a analizar los argumentos que se han esgrimido para sostener la incompatibilidad entre ambas propuestas. El más conocido es el de que el reino de Dios proclamado en el cristianismo “no es de este mundo”. La dificultad con ese argumento es su incapacidad de encontrar una explicación razonable a la crucifixión de Jesús. La explicación tradicional, conocida como la de la Teología de la Cruz, necesita suponer un Dios que exige como rescate por los pecados de la humanidad el sacrificio de su hijo, es decir un Dios sanguinario y hasta filicida. Esa explicación ha perdido verosimilitud a esta altura de los tiempos, frente a la suposición, mucho más razonable, de que las clases dominantes en la Palestina de hace 20 siglos, confabuladas con la autoridad imperial, veían en la predicación de Jesús una amenaza a sus intereses. El introducir un mundo celestial, o ideal del cristianismo, frente al terrenal, o material del socialismo, subestima categorías muy importantes que se encuentran en el Evangelio, como las de pobres y ricos, y las de la sed, el hambre y las necesidades, muy materiales por cierto, de buena parte de la humanidad. También subestima categorías importantes del socialismo como son las de una conciencia de clase que acabaría convirtiéndose en una solidaridad humana universal al lograr la eliminación de las clases sociales.

Otro argumento que se ha esgrimido, para enfatizar las supuestas diferencias, es el del talante pacífico del cristianismo, en contraposición al violento del socialismo, por aquello de que “la violencia es la partera de la historia”. Pues bien, ni el cristianismo ha sido tan pacífico ni el socialismo tan violento. En el mismo Evangelio encontramos en Mt. 10,34 “No he venido a traer paz, sino espada”, aunque la tentación de utilizar la violencia fue superada por Jesús, en el momento decisivo, con el “a mí me buscáis, dejad marchar a éstos” (Jn. 18,8). Naturalmente que Jesús estaba consciente del conflicto social implícito en su discurso, pero optó por una estrategia que era no violenta, aunque tampoco pasiva, porque bien que denunció las injusticias de su tiempo. Por otra parte en el discurso de un Marx, ya maduro, en el Congreso de la Haya de 1872, acertadamente pronóstico: “... hay que tener en cuenta las instituciones, las costumbres y las tradiciones de los diferentes países, y nosotros no negamos que existan países como América, (se refería a los EEUU) Inglaterra y ... (quizás) ... Holanda en los que los trabajadores pueden llegar a su objetivo por medios pacíficos”. También ha habido mucha insinceridad dentro del cristianismo, viendo con frecuencia “brizna en ojo ajeno teniendo viga en el propio”. La reciente, y desafortunada, declaración del Papa en Ratisbona, haciendo mención a la violencia en el Islam, olvida la multitud de veces que los cristianos han apelado a la violencia, justificándola con burdas manipulaciones del Evangelio. En ese sentido el Islam sería más coherente y sincero. En todo caso, y vista la inminente proliferación de armas nucleares, así como lo contraproducente que están resultado las intervenciones militares, parece que el recurrir a la violencia es un recurso que no nos podemos dar el lujo de permitir. Los éxitos obtenidos por Martín Luther King en los EEUU y de Gandhi en la India, por métodos pacíficos, pero en ningún caso pusilánimes, parecen indicar el camino a seguir, lo que supondría tomarse el cristianismo en serio.

Quisiera comentar ahora algunas afirmaciones del rector Ugalde, en su artículo, ¿Paraíso comunista? (El Nacional 14-9-06). Por una parte dice que no cree “en una etapa histórica en que los hombres nacerán sin egoísmo”. Como consecuencia de lo anterior, y en el mismo artículo, nos dice “que el cristianismo ... no propone ningún paraíso en la tierra”. Si por “egoísmo” entendemos instinto de conservación, desde luego que tiene razón, pues los instintos, como el inconsciente, son parte constituyente de la psiquis, software, ser humano. Pero, esa misma psiquis, tiene otro campo, que en el lenguaje bíblico sería la “conciencia del bien y del mal”, y que para los psicólogos modernos vendría a ser el “alterego”. Como resultado de lo anterior, el ser humano se enfrenta con frecuencia a dilemas entre lo que le gustaría, y lo que debería, hacer; dilemas que están magistralmente tratados por Pablo en Romanos 8. Ya en el Antiguo Testamento, cuando leemos que un profeta nos dice que Dios le ha hablado, podemos interpretarlo como que ha sido la voz de su propia conciencia. Las conciencias individuales, en determinadas situaciones históricas, entran en sintonía, para dar origen a lo que podríamos llamar una conciencia colectiva. Es esa conciencia colectiva la que nos puede ir aproximando, quizás en forma asintótica, y superando, que no eliminando, egoísmos individuales, a lo que Jesús entendía como “reino de Dios”, Marx como “sociedad sin explotación del hombre por el hombre”, y Ugalde un supuesto, y negado, “paraíso en la tierra”.

Hay que reconocer que cuando se habla del socialismo, ¿ o será cristianismo?, del siglo XXI, se está admitiendo en forma implícita que no es el mismo que el del XIX. En la misma vena, diferente también a lo que se podría aspirar en el primer siglo, o en el IV. Y es que el análisis económico que pudo ser apropiado, hace años o siglos, ha perdido vigencia en la actualidad. Curiosamente, los sistemas económicos, y en consecuencia políticos, que compitieron por la hegemonía en el siglo XX, capitalismo y socialismo, se sustentaban en lo que en economía se conoce como teoría del “valor trabajo”, es decir, que el valor de los productos y servicios viene determinado por la cantidad de trabajo incorporado en los mismos. Así mismo el capital viene siendo, trabajo efectuado anteriormente, esto es, pretérito, incorporado en los medios de producción. Lo anterior no nos debe sorprender, dado que Marx aceptaba las conclusiones de los filósofos y economistas ingleses, como Hobbes, Hume, Adam Smith y David Ricardo. La única diferencia es que Marx, como buen representante de su pueblo, convierte en teología lo que los griegos, anglosajones, y otros pueblos consideran filosofía, o economía política.


La consecuencia inmediata de la aceptación de la teoría del valor-trabajo es que subestima la contribución del recurso natural, que en el s. XIX se consideraba prácticamente inagotable, por la existencia de las que se denominaban “tierras vírgenes”. Es a mediados del siglo XX que se hizo evidente que los recursos naturales tienen un límite, como había sostenido Malthus en su oportunidad. Entonces todos los pronósticos de Marx acerca de que en un futuro la organización “racional y científica” de la producción, permitiría una abundancia de bienes tal, que todas las necesidades humanas podrían ser satisfechas, se vienen abajo. Esto justificaría el escepticismo de Ugalde sobre el “paraíso comunista” en el artículo antes citado. Es esa limitación la que nos obliga a actualizar, tanto el proyecto socialista como el cristiano. En el caso del socialismo del s. XIX, la supuesta explotación del trabajador por la apropiación de una supuesta plusvalía por parte del capitalista es insostenible, pues mal se podría hablar de explotación del trabajador con los porcentajes tan altos de desempleados y excluidos del mercado de trabajo que no reciben salario. Pero otra forma de inequidad se origina al no reconocer a la población marginal la parte alícuota del recurso natural que le corresponde, ya que ese recurso natural se incorpora en el producto nacional. Lo anterior es evidente en el caso de Venezuela, en donde gran parte del ingreso nacional se debe al proveniente de las exportaciones de un recurso natural no renovable como es el petróleo. En consecuencia, el criterio de reparto implícito en las teorías sustentadas por el valor-trabajo, esto es, repartir en proporción al trabajo aportado, presente o pretérito, que es aceptado tanto por el liberalismo, como por el socialismo, de los siglos XIX y XX, se vuelve insostenible. Esa es pues la tarea que tienen por delante en este siglo XXI los hombres y mujeres de buena voluntad, a saber, la de desarrollar un criterio de reparto equitativo tanto del producto social, como de la actividad humana necesaria para obtenerlo. Lo anterior está de acuerdo, tanto con el desideratum socialista de “aportar de acuerdo a las aptitudes, recibir de acuerdo con las necesidades”, como el cristiano de considerar al prójimo, y al lejano, como a uno mismo, convirtiendo el instintivo egoísmo individual en instinto de conservación colectivo.

Jaime Barcón

Caracas, enero del 2007.

La importancia del desarrollo local en el mundo globalizado

Uno de los grandes retos para la sociedad y la economía de este nuevo siglo va a ser, sin duda, el impulsar el crecimiento y desarrollo de las estructuras sociales y económicas de ámbito local, frente al cada vez más caótico sistema globalizado que pugna por consolidarse.


La globalización es un proceso fundamentalmente económico que consiste en la creciente integración de las distintas economías nacionales en un único mercado capitalista mundial. Los modos de producción y de movimientos de capitales se configuran a escala global, mientras los gobiernos y movimientos sociales van perdiendo atribuciones y capacidades.

Este proceso, como se puede apreciar en la actualidad, genera perjuicios y desigualdades a la sociedad en su conjunto porque este nuevo modelo, que podríamos llamar “capitalismo real globalizado”, se opone a la abstracción clásica del modelo capitalista en el que reinaría el mercado libre, y la competencia perfecta impondría orden, evitaría abusos y aseguraría la eficiencia en la asignación de recursos.

Los mercados están secuestrados por los monopolios, por lo que las pequeñas y medianas empresas, generadoras tradicionalmente de empleos de calidad al utilizar mayor inversión en mano de obra que en capital como las multinacionales, se ven obligadas a abandonar este mercado desvirtuado. Por ende, las institucionales políticas, sociales o económicas locales tienen menos peso real en las decisiones de sus integrantes, motivo por el cual por no pueden articular mecanismos de defensa que les protejan.


Otros de los efectos que ya empezamos a notar de estos mercados capitalitas globales son los movimientos migratorios a los que la pobreza y las guerras impulsan a abandonar sus zonas de origen para sobrevivir, con el reclamo constante del consumismo feroz anunciado por los medios globales a cada momento. Los niveles de vida en muchos países del mundo son demasiado bajos para satisfacer las necesidades básicas de una vida digna, a la que todos los seres humanos (se nos dice constantemente) tenemos derecho.

Es indudable que la construcción de mercados globales corresponde a los intereses de las empresas globales que están minando la soberanía de los países en cuanto a decisiones económicas, políticas y sociales, ¿pero qué se puede hacer?



En primer lugar, la sociedad en su conjunto debe articular mecanismos de control que no permitan la destrucción masiva de capital de trabajo, de las materias primas planetarias, ni la influencia de multinacionales dentro del orden social y político mundial o la primacía de la propiedad privada sobre los derechos y libertades de la población mundial.

Pero aún más importante es saber adaptar las instituciones y las empresas a esta nueva realidad del mundo globalizado aparecido gracias al desarrollo de la sociedad de la información y el conocimiento. Es necesario que los entes políticos presten ayuda a todos los agentes sociales y económicos locales con el fin de procurarles las mínimas condiciones necesarias que aseguren su funcionamiento y estabilidad, pero este punto, a todas luces, es muy difícil ya que los órganos de decisión políticos van a estar supeditados al poder de las multinacionales.

Si este desarrollo local a todos los niveles no es promovido por las instituciones públicas y políticas, tendrá que serlo por la iniciativa privada. Son cada vez más las entidades u organizaciones que lanzan iniciativas en este sentido, promoviendo, apoyando, financiando o tutelando proyectos en lo social y económico.

Este es un punto esperanzador, ya que si todo sistema tiende a solucionar sus conflictos para alcanzar el equilibrio necesario para funcionar con eficacia, este “capitalismo real globalizado” puede corregirse o adaptarse gracias a sus integrantes que al fin y al cabo somos nosotros.

Es necesaria, por lo tanto, la aparición de promotores capaces de prestar ayuda real a la sociedad a la hora de crear iniciativas empresariales, proyectos sociales, movimientos políticos, etc.

Igual que son legión las organizaciones que apoyan a las multinacionales en cuanto al logro de sus objetivos económicos apoyándoles en sus campañas publicitarias, en sus aspectos legales y mercantiles o en la gestión de sus negocios, igual debería existir apoyo para todos aquellos proyectos locales que aseguran un desarrollo sostenible y exitoso mediante la aparición de empresas o iniciativas que logren dar apoyo y herramientas para competir y consolidarse en los nuevos mercados.

Pedro González Chapinal

sf@segundaformacion.com

www.segundaformacion.com

Crecimiento de China

El crecimiento de China: ¿Lo lograron ellos mismos o le ayudaron las trasnacionales?



Desde que China decidió reformar su economía, su PBI se expandió a un ritmo de 9.5% anual; es cierto que los países suelen crecer rápido en las primeras etapas de una reforma, pero sostener un ritmo infernal como el del gigante asiático, merece alguna otra explicación, ya que hablamos de una economía que en las tres ultimas décadas, se ha duplicado cada 10 años.

En primer lugar, el crecimiento chino esta sustentado en parte porque el mundo le sigue inyectando capital; así pues, según el Instituto de investigaciones de Economía, Comercio e Industria del Japón, un tercio de la producción industrial de China se ha llevado a cabo con el medio billón de dólares en moneda extranjera que ingresaron al país desde 1978.

Es usual pensar que lo más intimidante de China es su capacidad de fabricar bienes baratos; sin embargo, lo más intimidante, según la revista InterManagers, es su capacidad de fabricar una gama muy grande de diversos tipos de bienes incluyendo los de alta tecnología. ¿Habrán tecnologías que estén a salvo de un desafió inminente por parte de ese país? "Pocas", sostiene Gal Daymant, un capitalista de riesgo que reside en Beijing.

Y no es para menos, diversas empresas multinacionales instaladas en el país asiático, buscan aprovechar los bajos costos de producción; pero no contaron con que diversas empresas locales "asimilarían" de manera bastante rápida su tecnología, y esto esta muy relacionado al hecho de que las compañías extranjeras tienen poca defensa contra el robo de tecnología, aunque sea evidente. Es así, que el fracaso de la propiedad intelectual otorga un subsidio masivo a favor de las empresas locales chinas.



Si bien las empresas multinacionales cuentan con ventajas importantes como por ejemplo: mayor capacidad para la innovación, know-how superior, son más hábiles en el marketing y desarrollo de marca además de una mejor gestión financiera y de tecnología de información; hay algunos puntos débiles en relación con las empresas locales chinas y esto es que no conocen al 100% la idiosincrasia china, existe una deficiente infraestructura de soporte de servicios, falta de flexibilidad y costos más altos generados por la necesidad de integrar las operaciones chinas en sus organizaciones mundiales.

Ahora bien, tal vez el lector se pregunte ¿porque es importante conocer la idiosincrasia china? Un ejemplo que podría ayudarnos a entender de cómo aprovechan las empresas locales chinas su mayor conocimiento en este ámbito es cuando Whirlpool (reconocida marca norteamericana de electrodomésticos) lanzó grandes y atrayentes maquinas para lavar la ropa, pero no obtuvieron el éxito esperado, mientras que el líder chino Haier Group creó una maquina de menor tecnología además de bajo consumo de electricidad y la llamo "pequeño príncipe".

Los comerciales de esta maquina de lavado aludían este nombre a los hijos de los padres chinos, y esto iba claramente en alusión al concepto que explota las emociones vinculadas con la política china de un solo hijo. Así pues, la empresa local china tuvo muchísima llegada y logró posicionar su producto de la manera que ellos esperaban.



Dejando de lado las perspectivas microeconomicas para dar paso a las macroeconómicas, se sabe que China posee reservas en moneda extranjera que bordean los US$ 460,000 millones que equivale mas o menos a un tercio de su PBI. Si este dinero fuese gastado, inundaría el mercado internacional y debilitaría al ya débil billete verde. En vez de eso, prefiere prestárselo a EE.UU. y así poder satisfacer la enorme sed de consumo estadounidense que se refleja en su déficit comercial y fiscal.

Si bien no se sabe a ciencia cierta como es que esta compuesto el portafolio de inversiones del gobierno chino, si se puede prever que hay una composición importante de bonos corporativos y acciones estadounidenses en especial de aquellas empresas norteamericanas que ganan millones en el gigante asiático. Es así que lo que tenemos es que China se convierte en un proveedor de créditos a bajas tasas de interés para los EE.UU. y este último los aprovecha para satisfacer su enorme demanda por consumo.

Es poco lo que se pueda decir sobre lo que pasará con China, ya que no existe un caso similar en la historia, hay algunos especialistas que sostienen que desde el lado macroeconómico, no es sostenible el que China sea un prestatario y EE.UU. un prestamista, hay otros que dicen que es una relación muy peculiar y muy satisfactoria para EE.UU. ya que le permite fondearse a bajas tasas de interés su enorme demanda a la vez que esto beneficia enormemente a las exportaciones chinas.

¿Es importante conocer todo esto sobre China? Por supuesto, toda aquella información relacionada al país asiático es de vital importancia, mas aun, cuando la información sobre este país no es precisamente abundante. En este sentido, conocer más sobre China es pensar con una visión de mediano y largo plazo, ya que este país es el segundo destino de nuestras exportaciones además de jugar un rol cada vez más importante en el mundo.

Privatización de los Recursos Naturales

Al buscar información, datos y en fin, todo que pueda ayudarme para sustentar este trabajo me tope con un articulo muy interesante en Internet escrito por el propio ex-presidente del Perú, Alberto Fujimori Fujimori. En este articulo se habla un poco sobre las empresas que fueron privatizadas en su gobierno, las cuales fueron muchas y que quizás en el momento, porque salíamos de una decadencia, dieron resultados inmediatos muy placenteros, con ventas millonarias como la de Hierro Perú en 120 millones de dólares y el 35% de las acciones del Estado en ENTEL Perú y la Compañía Peruana de Teléfonos en 2002 millones de dólares, vemos como muchas empresas sobretodo las que administran recursos naturales pasan de manos del estado a manos privadas. Con el paso del tiempo notamos las consecuencias, en su mayoría penosas, de esta época de privatización. Pero no solo en ese caso, el cual es una migaja mas en el caso de privatización, en el mundo un paradigma muy difícil que afecta a todos. Y vemos como los recursos naturales, que son el petróleo, gas natural, hierro, etc. Son privatizados y como del dinero de nuestro suelo, llega a nosotros prácticamente nada.



La privatización es la acción por la que una empresa estatal o alguna actividad publica pasa al sector privado. En el ámbito empresarial, se produce cuando el estado vende una empresa publica, es desde ese momento cuando el estado deja de tener control sobre esa empresa vendida, de forma que no tiene gastos ni beneficios, pues este deber lo suplen los accionistas o los dueños de la empresa. El estado solo controla la actividad y recibe beneficios según lo estipulado en los contratos y/o a través de impuestos. La pregunta sobre quienes compran las empresas públicas, ha sido un tema de debate en América Latina y en general, en todos los países con programas importantes de privatización. Existen 3 preocupaciones la primera la extrangerizacion, la segunda la monopolización y la ultima la calidad del sector probado comprador.

Movámonos paso a paso en el primer caso se nos es evidente que la privatización ha servido para captar y atraer a la región importantes volúmenes de inversión extranjera; sin embargo, vale aclarar que la presencia de mayores montos de capital extranjero no puede confundirse con la extrangerizacion de la economia en el sentido de que el estado o los nacionales pierden el control sobre su economía. La monopolización, es el temor de que el comprador pueda o quiera monopolizar un servicio y eso, es en la mayoría de casos algo molo debido a que si competencia uno se vuelve ineficiente, y en estos casos puede hacer lo que desee, si no hay un estado fuerte (como es nuestro caso), y esto se traduce en un pésimo servicio. Lo tercero es quizás lo mas importante ya que la calidad del sector que se iba ha hacer cargo de algo que antes manejaba el estado tiene que ser mucho mejor, ya que brinda un servicio, o toma productos de todo un país. Mundialmente, la fiebre de la privatización comenzó hacia finales de los sesenta, y continúa fortaleciéndose hoy en día. En el alo 1994 las ventas de activos públicos en el mundo entero alcanzaron una cifra record cercana a los 60 mil millones de dólares. Actualmente, en Europa, la política privatizadora ha tomado un nuevo auge con la decisión del gobierno francés de privatizar, total o parcialmente unas 21 empresas, incluyendo Elf Aquitaine, la empresa petrolera de dicho país. En Inglaterra, la empresa y la industria del carbón, han sido transferidas al sector privado exitosamente. En Europa occidental, la llamada privatización masiva” sigue su curso, siempre sujeta a las turbulencias políticas propias de esa region. Polonia, Rumania, Hungría, los paises bálticos, comienzan a desplayarse de manera mas significativa hacia las áreas de infraestructura incluyendo el agua. En África, paises como Marruecos, Camerún, Egipto, Tunes y Ghana se encuentran realizando ambiciosos programas de privatización que incluyen, entre otros la minería. Los recursos naturales como el petróleo, el gas natural, los productos agrícolas y mineros vienen siendo entregadas a manos privadas, o mejor dicho privatizados, esto se debe a la poca eficiencia que tiene el gobierno en la administración de dicha empresa que solo hace que anualmente el estado pierda mas dinero, es en casos como esos que normalmente se privatiza una empresa.

Podemos afirmar que los recursos naturales mas importantes son los energéticos como el petróleo y el gas natural, Adam Smith, el padre de la política económica, una vez dijo que para generar riqueza se requieren 3 elementos fundamentales, tierra, por los recursos naturales agrarios, y también por tu espacio para desarrollarte; luego, el capital, el monto o el dinero inicial con el cual comenzar, y por ultimo el trabajo, que es igual al el esfuerzo, empeño e inteligencia. Los analistas actuales han llegado, o mejor dicho han agregado un cuarto y ultimo elemento el cual se le denomina energía, porque hoy, el mundo moderno, la energía es parte de los insumos fundamentales que requieres para producir cualquier bien o servicio. Existe gran controversia si es bueno privatizar en general no solo recursos naturales, sino servicios, y otras empresas, debido a que al una empresa pasar del sector publico al privado, por ejemplo, los trabajadores que estuvieron en el periodo anterior son, en la mayoría de casos, despedidos. Es sabido, como ya se menciono antes, que el estado solo recibirá pagos por impuestos y/o dinero extra por un marco jurídico establecido previamente en el contrato, lo que sucede actualmente en paises como el Perú y Bolivia es que los gobiernos no ponen las reglas calara al privatizar y creo que ese es uno de los mayores problemas, la falta de “rudeza” o mano dura de los gobiernos, al ellos plantear las normas hacia las compañotas de manera muy suave e irresponsable. Ya es sabido que la gran mayoría de empresas estatales son ineficientes, salve algunos casos muy especiales como la gigante brasileña Petrobras y la Empresa Estatal de Medellín. La primera es muy conocida a nivel mundial y se destaca por ser una de las pocas empresas estatales que es muy eficiente, y que ha pasado las fronteras de su país debido a esa mencionada eficiencia. Vemos la otra cara de la moneda, como el gigante petrolero venezolano PDVSA, empresa que maneja miles de millones de dólares anualmente, la cual es tildada por muchos analistas internacionales como símbolo de ineficiencia mundial. Sin embargo, descubrimos en casos especiales, como las empresas estatales, la gigante de cobre de Chile CODELCO y la venezolana PDVSA, mediante un razonamiento lógico, que las empresas estatales sobretodo en los casos anteriormente mencionados, dejan mas siendo estatales que privadas, debido a que una empresas privada siempre busca dejar menos al estado y quedarse ellas con mas. Retomando el tema de la falta de rudeza de los gobiernos, vemos como en las minas más importantes de Perú y Bolivia, como la mina Yanacocha, pasan una serie de barbaridades y no solo en las minas ahora último en Iquitos debido a la internacional Argentina, Pluspetrol, se ha contaminada un río de gran importancia para los nativos de la zona. Vemos, también, como estas empresas grandes, mineras, petroleras, hacen un sin fin de barbaridades sin que nadie les diga nada o el gobierno haga poco o nada para remediar el caso; eso quizás se deba al alto nivel de corrupción que hay un en el país, o la falta de personalidad del gobierno de turno para defender lo suyo. Pero tenemos que reconocer que la privatización es necesaria en casos muy comunes, por ejemplo, por falta de recursos del estado, para efectuar un proyecto como el de exploración de un pozo petrolero o un depósito de gas, donde hay muchas posibilidades que todo el dinero invertido en la exploración de dicho pozo, sea en vano y al final no se encuentre nada o solo un pequeño pozo incapaz de cubrir con su volumen todo el costo de exploración.Hubo un caso de privatización en Bolivia realmente degradante, el suministro de agua de la ciudad boliviana de Cochabamba, que por decisión del Banco Mundial, fue vendido a una empresa de agua norteamericana, muestra lo que aun nos espera. En unas pocas semanas, los precios subieron a tal punto que muchas familias tuvieron que pagar hasta un tercio de sus ingresos por el agua diaria. Juntar agua de lluvia para beber fue declarado ilegal y a alas protestas se respondió con el envío de tropas.



Con este texto se pretende demostrar que los sectores privados y públicos, tienen que cooperar mutuamente para un fin común, teniendo como artífice del manejo de la empresa al sector privado. Es decir, que el estado venda la mayoría de acciones digamos como mínimo un 51% para que el que gestione la empresa sea el privado, de modo que ambos, sector privado y estado, participen de las utilidades, al margen de los ingresos que recibe el estado por impuestos.Primero, el estado como empresario es generalmente ineficiente, porque primero, la experiencia nacional e internacional lo señala, y este hecho se aprecia en diferentes paises. Como, por ejemplo en México la empresa Nacional de Petróleos Mexicanos PEMEX ha dado señales de ineficiencia y el estado mexicano la utiliza para cubrir sus requerimientos económicos; también tenemos el caso Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima, PDVSA cuya gestión es manejada políticamente y no con carácter técnico y empresarial. Sin Embargo, esto no es una regla existen algunos casos de excepción de empresas publicas con una gestión eficiente “Empresas Publicas de Medellín”, los cuales dan servicio de distribución de gas natural y energía eléctrica, y es reconocida internacionalmente por su elevada eficiencia. Como se menciono anteriormente, el propio estado utiliza los recursos producidos con fines ajenos a la actividad de la empresa. Es decir, existe el riesgo de que es estado utilice el dinero de esta empresa para cubrir sus requerimientos de caja. Otra razón por la cual las empresas estatales son ineficientes, es porque la responsabilidad de la economia de la empresa no tiene la seriedad que tiene, la empresa privada, en la que, la renta del dinero es su razón de ser; sen embargo, en una empresa estatal intervienen otros elementos, como ayudas sociales, o apoyos a otros sectores económicos del país a otros sectores económicos del país. Otra razón es que para la explotación de los recursos, se requiere en algunos casos, altas inversiones de capital, denominado capital de riesgo, que las empresas del estado, o el estado no puede correr el riesgo de perder, o simplemente no cuenta con dicha capital.

De la experiencia mundial se aprecia, que de los paises del primer mundo, los industrializados, el dinamizador de su economia ha sido sin duda el capital privado. Los casos de paises que han logrado un crecimiento económico importante bajo este esquema en el que el sector privado es el responsable del manejo y la explotación de los recursos, son los paises del continente asiático en los que este esquema es mas evidente, el caso mas relevante s el de Japón en el que las empresas probadas manejan y operan las industrias energéticas, del agua y en general de todos los sectores económicos.

La participación de empresas privadas genera competencia, la competencia permite una elevada eficiencia y por consiguiente progreso económico.La mencionada competencia y como resultado la elevada eficiencia no se aprecian empresas del estado las que generalmente son monopolios, sin competencia, y con un bajo nivel de eficiencia, como las empresas mencionadas anteriormente. Vemos casos como el de la refinería de Talara en manos de la empresas estatal peruana Petroperu que requiere de inversiones importantes para ser modernizada y alcanzar mayor nivel de competencia pero que; sin embargo, tales inversiones no se llevan a cabo por razones de control burocrático en los organismos de control del estado peruano. Un caso conocido localmente en el que el estado participa directamente en el sector productivo es el caso de la privatización de la refinería “La Pampilla”, actualmente en mano de la empresa española Repsol. En este casi se privatizaron el 51% de las acciones de dicha refinería y el estado mantuvo originalmente el 49% de las acciones, este echo permitió que dicha Empresa sea manejada con una gestión privada de mayor eficiencia y por lo tanto obteniendo mayores utilidades y por ende, el estado participaba de dichas utilidades en el porcentaje anteriormente mencionado. La privatización del 51% de las acciones de la refinería “La Pampilla” permitió con un manejo de empresa privada llevar a cabo las inversiones necesarias requeridas en dicha industria para hacerla mas competitiva. Aparte de las ganancias por las utilidades recibidas correspondiendo a las acciones del estado, el estado recibía aun más por los impuestos trazados al formar el contrato. Se aprecia por otro lado que en caso de algunos recursos estratégicos para la economia y seguridad nacional, como el petróleo, es conveniente que el estado tenga alguna participación, o que tenga un convenio que permita cierto control de los precios internos de estos productos. Y que el estado pueda intervenir y controlar el uso de tales recursos en situaciones de amenaza a la seguridad nacional. La explotación de los recursos naturales y en general de cualquier actividad económica deben estar en mano del sector privado, para fines de alcanzar un mayor nivel de competencia, eficiencia y desarrollo económico; por su lado el estado puede participar económicamente con la posesión de acciones de algunos sectores estratégicos y por otro lado cumplir con su rol de establecer normas, normas claras y transparentes que permitan tener reglas de juego claras, Regular la actividad económica a través de organismos técnicos, autónomos y sin interferencia política.





por Edgar Ramirez Vilchez

Revolución Keynesiana

Por Christian Stange Marcus


Los economistas clásicos anteriores a los años treinta; nunca tuvieron en mente que el desempleo llegara a ser tan persistente, no podían imaginarse una gran cantidad de gente desempleada inundando las calles con la venta de lápices en forma tan abundante.

En respuesta a esto es que John Maynard Keynes propuso “LA TEORIA GENERAL DE KEYNES”, a través del cual se difundía una forma alternativa del estudio macroeconómico. En el cual se analizaban las malas políticas económicas y las perturbaciones externas. Esta revolución propuesta por Keynes se basa principalmente en dos aspectos que son; el concepto de demanda agregada(1) y la teoría Keynesiana de la oferta agregada(2).

Esto fue producido por que el clásico enfoque económico, que suponía precios y salarios flexibles; mientras que Keynes proponía que estos eran rígidos e inflexibles. Ya que según Keynes la oferta no dependía simple y directamente de la demanda, por lo que la producción podía alejarse de su nivel potencial (y mas eficiente) por largos periodos.


Con esto Keynes revoluciono la macroeconomía, al demostrar que la curva de oferta agregada tenia pendiente positiva a corto plazo, mientras que la de demanda agregada tenía pendiente negativa. Entonces mientras mayor la demanda agregada, la producción aumenta en conjunto con los precios y el empleo.

Retomando la idea anterior, según Keynes los precios y los salarios son inflexibles. Por ende si la demanda agregada es muy baja; esto nos llevara a un alto nivel de desempleo y a una baja producción. Lo que implicaría una gran miseria, y en el caso de no existir un mecanismo de regulación macroeconómico; esta miseria podría prolongarse por largos periodos.


Es aquí donde yo destaco el rol del estado el cual debiera estimular la economía ayudando a mantener una alta producción y por ende un bajo desempleo.

Es entonces con la gran depresión económica de los treinta en donde se demostraba que el modelo clásico macroeconómico era insostenible, y con la revolución Keynesiana, se demuestra otra manera de análisis macroeconómico distinto al enfoque macroeconómico clásico. De esta manera el modelo Keynesiano fue cada vez más aceptado por los economistas produciendo un cambio fundamental en el manejo económico por parte del estado.

Por Christian Stange Marcus

1) Demanda agregada: gasto total planeado o deseado de la economía el cual se determina por factores como el nivel agregado de precios, la inversión, el gasto publico, la función de consumo y la oferta monetaria.

2) Oferta agregada: valor total de los servicios y bienes producidos por una empresa. La cual esta en función de la tecnología y el valor de los precios existentes en ese momento.

Escuela de Chicago

Durante años la Escuela de Chicago era muy conocida por ganar Premios Nobel, es por eso que investigue los economistas que pasaron por esta escuela. Este trabajo también lo publique en una enciclopedia gratuita en internet, ahora quiero que la comunidad de Zona Económica también lo tenga.



 

 

La Escuela de Chicago, es tal vez la Escuela de Economía más conocida en Estados Unidos. La escuela se refiere más al Departamento de Economía de la Universidad de Chicago. 



La Escuela de Economía de Chicago empezó a funcionar en 1920, bajo la dirección de Frank H. Knigth y Jacob Viner. Al comienzo la Escuela de Chicago fue llamado el “Trío Matemático”, porque estaban los profesores Oscar Lange, Henry Schultz y Paul Douglas.

En 1960, la escuela fue conducida por los economistas George Stigler y Milton Friedman. 

Es así que en 1976 Milton Friedman gana el Premio Nobel de Economía por su aporte a Teoría Monetaria y a partir de ese entonces la Escuela de Chicago comienza a tener renombre por los aportes de sus economistas.



La escuela promueve fuertes lazos entre los economistas del Departamento de Economía, de la Escuela de Negocios (Graduate School of Business), y de la Escuela de Leyes (The Law School), esto le posibilita probar constantemente la teoría con la practica.

 

Los premios nobel de la Escuela de Chicago son :

1976 Milton Friedman

1979 Theodore Schultz

1982 George Stigler

1990 Merton Miller

1991 Ronald Coase

1992 Gary Becker

1993 Robert Fogel1995 Robert Lucas

2000 James Heckman

 

Adicionalmente muchos Premios Nobel de Economía, han pasado por la Universidad de Chicago y en su Departamento de Economía como estudiantes, profesores, o investigadores, siendo los siguientes nobeles :

 1970 Paul Samuelson.- Bachiller (1935).

1972 Kenneth Arrow.- Investigador Asociado (1947-1948).

1974 Friedrich Hayek.- Profesor (1950-1964).

1975 Tjalling Koopmans.- Investigador Asociado (1944-1946),

          Profesor Asociado (1946-1948), Profesor (1948-1955).

 1978 Herbert Simon.- Bachiller (1936), Ph.D. (1943),

          Investigador Asistente(1936-1938).

1980 Lawrence Klein.- Investigador (1942-1943).

1983 Gerard Debreu.- Investigador Asociado (1950-1955).

1986 James M. Buchanan.- Ph.D. (1948).

1989 Trygve Haavelmo.-Investigador Asociado (1946-1947),

         Profesor Visitante (1957-1958).

1990 Harry Markowitz.- Bachiller (1947), Maestría(1950), Ph.D. (1955).

1997 Myron Scholes.- Maestría (1964), Ph.D. (1970).

1999 Robert Mundell.- Profesor (1966-1971).

2000 Daniel McFadden.- Profesor Visitante (1966-1967).

2004 Edward C. Prescott.- Profesor Visitante (1978-1979), Profesor (1998-1999).

 

Espero que sea de ayuda, para profesores y estudiantes de Economía.

 

Manuel T.C.

¿Economía o Administración?

En internet encontré un artículo muy interesante acerca si estudiar economía o administración, ya que esto fue escrito por uno de los mejores economistas peruanos llamado Richard Webb (economista por la Universidad de Andrews-Escocia y Ph.D. en Economía por la Universidad de Harvard-EE.UU.).



 

Articulo.-Una causa de acercamiento ha sido el descubrimiento de que la calidad de gestión de un gobierno es uno de los determinantes centrales del desarrollo económico.

¿Cuál estudiar? Es una de las preguntas más frecuentes que recibo de los jóvenes. Mi respuesta de cajón es que depende de la vocación: el arte y las herramientas de la administración son para el que se inclina a la vida práctica de gestión de una empresa o entidad; la economía es más bien una ciencia --ciencia social-- fascinante para el que nace con vocación de estudioso o educador, pero poco útil en la práctica, salvo para un limitado número de cargos públicos o en muy pocas empresas grandes. Cuando me embarqué en el estudio de la economía, me advirtieron que esa carrera no existía en el Perú y, efectivamente, cuando entré a trabajar en el Banco Central de Reserva fui el primer economista con estudios de posgrado que contrataba esa institución. Cuarenta años más adelante, sigue siendo limitado el mercado de trabajo para el economista, y si muchos consiguen empleo es porque su disciplina favorece el pensamiento lógico y empírico, aunque también porque los empleadores creen erróneamente que están contratando a un trabajador que sabe de gestión. El venerable Bank of England --BCR británico-- solía reclutar entre los estudiantes de latín y griego clásico porque se consideraba que solo los alumnos más brillantes estudiaban esas lenguas muertas.



El mundo del gerente se circunscribe a una entidad, el del economista a la colectividad. Nada tipifica mejor la materia de la ciencia económica que las llamadas externalidades, que son los efectos favorables o desfavorables de las acciones sobre terceros. El gerente toma decisiones para beneficio de su entidad, pero en la vida colectiva, cada acción genera olas expansivas, y la ocupación del economista consiste justamente en el seguimiento de esas olas. Donde termina la preocupación del gerente empieza la del economista. Pero a pesar de esa diferencia, decir que la economía y la administración son dos mundos separados --mi respuesta tradicional-- es cada día un concepto menos exacto. En las últimas dos décadas se ha producido un acercamiento entre esos dos mundos.

Una causa de acercamiento ha sido el descubrimiento de que la calidad de gestión de un gobierno es uno de los determinantes centrales del desarrollo económico. Hasta fines de los años ochenta, la colección más leída por los estudiosos del desarrollo económico, compilada por Gerald Meier, no incluía una sola referencia a la calidad administrativa; sin embargo, justamente en los años ochenta se inicia una revolución intelectual que prioriza la importancia de la gestión y empieza entonces una ola de reformas del Estado que se extiende tanto a países ricos como pobres. Desde esos años, mejorar la gestión estatal ha sido uno de los principales objetivos del Banco Mundial y de otras agencias de desarrollo, creándose una batería de proyectos y programas para la transformación de los procesos gubernamentales. Hoy la ciencia de las instituciones y de la gestión estatal es parte del temario del economista.

Paralelamente, la ciencia de la gestión empresarial pone más y más atención a las interconexiones y externalidades, liderada por las ideas de Michael Porter, Paul Krugman, Robert Barro y Joseph Stiglitz. Los empresarios ahora conversan de cadenas productivas, concertación, planificación estratégica, además de la responsabilidad social, temas antes exclusivos del economista. Se reduce así la distancia entre las disciplinas de la administración y de la economía.



Manuel T.C.

Modelos en Europa

En el Boletín Económico de Información Comercial Española, el excelente semanario del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Secretaria de Estado de Comercio), en el número 2891 del 16 de octubre, hay un interesante artículo del profesor de Economía Aplicada en la UCM, Rafael Fernández Sánchez, sobre “Irlanda y Finlandia. Dos modelos de especialización en tecnologías avanzadas”. Un escrito en el que se comparan las experiencias de esos dos países, que durante el lapso 1994/2004 alcanzaron las tasas de crecimiento más elevadas de la UE. A base de reorientar sus economías hacia nuevos patrones de especialización, en sectores de tecnología avanzada que se han comportado de manera muy competitiva a escala internacional.


Claro es que, en ambos casos, ha habido, como trasfondo, una política industrial de largo plazo, con todo un marco de referencias —fiscalidad, I+D, trato preferente a las multinacionales, sistemas educativos avanzados, etc— que han favorecido el éxito de ambos modelos, con sus diferencias entre sí, de modo que el Doctor Rafael Fernández Sánchez llega a la conclusión de que “la estrategia irlandesa parece más brillante, pero la experiencia escandinava resulta más consistente”.

Ya sabíamos que dentro de la UE, Irlanda y Finlandia son países económicamente admirables, entre otras cosas porque dejan que la libre empresa se manifieste con toda libertad en sus capacidades creativas, buscando siempre lo último de lo último. Y no hay más que visitar las ciudades de Dublín y Helsinki —cosa que personalmente he hecho en los últimos tres años—, para percatarse de que la gente tiene ganas de vivir, disfruta, como se dice coloquialmente, a tope; y en general está muy en la línea de dedicación a su propio trabajo.

El antimodelo europeo actualmente hay que situarlo en Italia, con bajo crecimiento, inflación considerable, y una deuda pública que no logra rebajarse del 100 por 100 del PIB. Además, en el marco de una pesada burocracia intervencionista, que es el origen mismo de la huida de los italianos hacia una economía informal tan abundante como diversificada, e incumplidora de las obligaciones fiscales.


Muchos pensaban que esa situación, mezclada con la persistencia de factores típicos de “Estados dentro del Estado”, como la Mafia y la Camorra, eran el resultado de una larga tradición de miserias y corruptelas, en una Italia que no encontraba el camino de modernizarse, y mucho menos teniendo a la cabeza a un personaje como Silvio Berlusconi; que en cuatro años de gobierno, aparte de proteger sus propios intereses mediáticos y en otras ramas de negocios, se reía de sus conciudadanos. Pero hete aquí que con una persona tan sesuda como Romano Prodi —il Profesore— al frente del nuevo ejecutivo, las cosas, lejos de mejorar, incluso están empeorando. Lean Vds. la entrevista que en el Financial Times de hoy le hacen al citado Primer Ministro, y anterior Presidente de la Comisión Europea, para percatarse de los profundos males que hoy se abaten sobre Italia. Dos modelos y un antimodelo, that is the question.

Licencia de este artículo: http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/

(algunos derechos reservados)

Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/

NEUROECONOMÍA: HACIA UNA RELATIVIZACIÓN DEL CONCEPTO DE MAXI/MINIMIZACIÓN DENTRO DE LA CIENCIA ECONÓMICA

Modernos hallazgos que vienen de las neurociencias describen una racionalidad humana mucho más compleja y lejana de la que hoy tomamos como base para modelizar la toma de decisiones en economía. ¿Cambio de paradigma en nuestra ciencia?


1. Introducción

Fueron los neoclásicos los que formalizaron, matemática mediante, los modelos económicos (de equilibrio parcial y de equilibrio general) que han perdurado hasta la actualidad. Aportes desde Jevons, Marshall, Pareto y Walras, entre otros, consolidaron durante el siglo XIX la base de la ciencia económica que hoy se estudia en las universidades, que supone en los seres humanos una racionalidad maximizadora de beneficios / minimizadora de costos bastante extrema, siempre en lo que respecta a nuestra tarea de tomar decisiones económicas en función del dilema recursos escasos versus necesidades infinitas. Los neoclásicos propusieron esta racionalidad humana por una razón que nadie generalmente refuta: los hombres, animales pensantes por excelencia en este mundo, al enfrentarnos al mencionado dilema (necesidades infinitas / recursos escasos) no nos queda otra que tratar de maximizar siempre la utilidad / beneficio que podemos sacar de nuestros escasos recursos (nuestros salarios especialmente), buscando de esta forma obtener en toda situación -de índole económica- el máximo beneficio con el mínimo costo. Este es, palabras más, palabras menos, el fundamento que los neoclásicos tuvieron en cuenta para edificar “científicamente” a la economía, es decir para darle formato científico / matemático a ideas ya existentes, que venían postulando por ejemplo Adam Smith y David Ricardo -entre los principales de la llamada Escuela Clásica en economía-, ideas que tomaron auge principalmente con la 1ra Revolución Industrial (siglo XVIII), cuando se empezaron a formar los estados naciones y las economías de mercado que aún hoy perduran.

Contextualizando entonces el aporte de los neoclásicos, fácilmente advertimos lo enorme y valioso de su labor: formalizaron matemáticamente todo el pensamiento económico de mercado que había hasta esa época, formalización que permitió que la economía fuera vista como ciencia (y gozara de respeto académico) a la luz del riguroso paradigma positivista que reinaba en todo el mundo científico. Corría entonces el siglo XIX y los Marshall, Jevons, Pareto y compañía, con la primera y segunda revolución industrial delante de sus ojos y un paradigma científico racionalista-positivista que atravesaba todas las ciencias, hicieron que la economía creciera como ciencia en una época donde todo lo que no era matematizable no tenía mucho rigor científico. En aquella época, el positivismo exigía a las ciencias que fueran capaces de fundamentar la mayor cantidad de hechos posibles bajo cadenas lógicas de causa / efecto, y con postulados susceptibles de ser testeados –en lo posible vía métodos cuantitativos-, de lo contrario no se consideraba a una ciencia del todo seria. Por lo tanto, las herramientas matemáticas (derivadas, integrales, ecuaciones diferenciales y en diferencia, etc.) fueron sumamente útiles para basamentar una ciencia social como la economía, ya que si bien forzó “un poco” la racionalidad humana –no existían los desarrollos en neurociencias que hay ahora, hay que reconocerlo-, le dio rigurosidad científica y poder predictivo a nuestra naciente ciencia. En resumen, estos primeros científicos de la economía (los clásicos y especialmente los neoclásicos) hicieron un aporte espléndido para su época, construyeron con rigor científico una de las ciencias más influyentes de los tiempos modernos: la economía, la ciencia de nosotros los economistas, clase poderosa si las hay -intelectualmente hablando- en nuestros días.


Y el éxito de esta creación científica fue notable, hasta tal punto que al día de hoy las bases del pensamiento neoclásico no han sufrido grandes embates, por ejemplo en microeconomía, Chamberlin y Nash con sus aportes en competencia imperfecta, si bien muy importantes por sus hallazgos, partieron de los supuestos maxi/minimizadores neoclásicos. Ni hablar en macroeconomía, donde por ejemplo la Escuela de los Nuevos Clásicos, también con aportes teóricos interesantes, parte íntegramente de los supuestos neoclásicos. Es más, todo el auge de la teoría de las Fallas de Mercado, que ha revolucionado el campo de la política económica por ejemplo, está íntegramente basada en la racionalidad neoclásica. Quizás tan sólo Keynes y sus seguidores sean una de las pocas escuelas que empezaron a cuestionar la racionalidad neoclásica, en especial con sus aportes sobre el comportamiento de la función de inversión en épocas de crisis, la trampa de la liquidez, y otros tópicos relacionados. Recordemos que Keynes escribió en la época de la Gran Depresión de la década de 1930, donde casi se derrumba el capitalismo, dando muestras que algo fallaba en el sistema, y obviamente también en la teoría.

Keynes y sus seguidores pusieron énfasis en que la economía no siempre camina por senderos de alta racionalidad y que por ejemplo muchas veces se dan situaciones de pánico colectivo que implican parálisis de inversión y consumo, aún ante condiciones que deberían permitir a “hombres racionales” volver a una situación de equilibrio, o sea a salir de la crisis. Sus postulados entonces se hicieron famosos durante la crisis mundial del ’30, como ya dijimos, cuando el Estado tuvo que salir a suplir la falta de iniciativa privada (consumo e inversión privada) con iniciativa pública (gasto público) para que el mundo volviera al crecimiento, postulados que también se ha corroborado como bastante acertados en innumerables situaciones en décadas posteriores, donde ciertas economías nacionales cayeron en situaciones de desequilibrio prolongado (recesión, depresión, estanflación, etc.) y no se recuperaron fácil (caso Japón en los ‘90, etc.).

En una palabra, detrás del pensamiento keynesiano y sus ramificaciones subyace la idea de que los individuos y las empresas no son 100% maximizadores en cuanto a sus decisiones de índole económica, por distintas y discutibles razones, pero no siempre maximizadores. Lamentablemente, Keynes escribió en una época donde las neurociencias no mostraban los avances que hoy muestran, que incluso ya han permitido el surgimiento de lo que algunos teóricos llaman neuroeconomía, rama de la ciencia económica que trata de buscar explicaciones a la toma de decisiones en función del estudio del funcionamiento del cerebro humano, que tiene un alto componente emocional además de su conocido componente racional.


Y si bien es irrefutable que la escasez de recursos obliga a los seres humanos a tender hacia la maximización de beneficios y/o minimización de costos, y siempre va a ser así -salvo que el hombre cambiara y se volviera una persona que se conformara con poco, o que estuviera dispuesto a compartir todo con su prójimo, lo que nos acercaría al hombre pronosticado por Marx (y por los socialistas utópicos) en su mentado “fin de la historia”-, la neuroeconomía de a poco está mostrando que el ser humano es maximizador sólo “a grandes rasgos”, es decir los es sólo en términos relativos, no absolutos. Es decir hoy está cada vez más claro, a partir de la ayuda de las neurociencias, que el ser humano no siempre maximiza beneficios y / o minimiza costos en sus decisiones económicas, y por lo tanto el basamento fundamental con el que se construyen todos los modelos económicos estaría empezando a relativizarse, irónicamente conectando a la economía con la llamada posmodernidad, paradigma del comportamiento humano que ha atravesado ciencias sociales como la sociología, la educación y la psicología, pero hasta ahora nunca la economía. Es más, modernas investigaciones en neuromarketing por ejemplo, ilustran casos donde las personas se comportan en forma contraria a lo que pronosticaría una función de consumo de la teoría económica tradicional.

Y si bien la aplicación de la neurociencias a la economía pareciera que aún está en pañales, en el marketing ha avanzado un poco más, de hecho estos avances en neuromarketing son un buen indicio de lo que puede llegar a venirse en neuroeconomía. Un buen ejemplo lo da un pensador influyente en el tema neuromarketing, el argentino Nestor Braidot, cuyas recomendaciones para empresarios, basadas en los modernos estudios científicos que vienen de las neurociencias, son útiles para mostrar el posible cambio de paradigma que se viene dentro del pensamiento económico dominante. Dice Braidot: “las neurociencias han demostrado que la decisión que impulsa una compra no es un proceso racional, sino que en la mayoría de los casos es relativamente automática y deriva de fuerzas metaconscientes”, o sea nos está diciendo que la gente incorpora muchas más cosas a la decisión de compra que el simple análisis costo-beneficio que usamos en micro y ahora también en macroeconomía (por eso de los fundamentos micro), cuestiones irracionales que obviamente el hombre no calcula y, más que obviamente, no se pueden matematizar. Es decir, a la vista de los postulados de Braidot para el marketing, se puede deducir que, en economía, por lo menos la función de consumo de los modelos macro, derivada con los supuestos micro de la maximización, estarían fuertemente sesgadas, invalidando probablemente todo el modelo macroeconómico. Casi nada!!

2. Sobre cómo piensa el ser humano real, no el de la teoría económica

La noción actual sobre los fundamentos de la conducta humana es mucho más apasionante y compleja que la que se tenía hasta antes de los recientes avances en neurociencias, y ni que hablar de la excesivamente racional que sirve de base para modelizar en economía. Al contrario de lo habitualmente sostenido, recientes hallazgos ilustran que los seres humanos tienen tres muy importantes centros neuronales (tres cerebros) que participan en la toma de decisiones, dos de ellos eminentemente emocionales –en los intestinos y en el corazón- y el otro -el de la cabeza- sólo parcialmente racional, ya que también tiene una porción altamente emocional.

La noción tradicional sobre la influencia del cerebro de la cabeza en el comportamiento humano puede resumirse así: todas las experiencias que se viven directamente, como interactuar con alguien, enfrentar una dificultad, un problema o una oportunidad, o más concretamente en economía, observar un producto con intención de compra, son percibidas mediante los 5 sentidos primarios y entran en el sistema nervioso. De acuerdo con este viejo modelo, que los hallazgos en neurociencias ya han derrumbado, todas las experiencias van directamente al cerebro, el individuo piensa en ellas y responde con alguna conducta. Todo sucede en la cabeza. Hasta acá la versión tradicional, la que indirectamente siempre ha usado de base la teoría económica para modelizar.

Pero como enseñan los modernos avances en neurociencias, la realidad es otra. De hecho, cuando dedicamos demasiada actividad cerebral a pensar y recordar, no queda suficiente energía en el cerebro para sentir y experimentar en toda su magnitud lo que es novedoso en ese momento. Como resultado, el desempeño que podría ser ingenioso y práctico se vuelve desatinado e ineficaz.

El campo de las neurociencias es hoy en día muy dinámico, de hecho “todos los días” pareciera que se está aprendiendo algo más sobre los misterios de la inteligencia humana; según estudios recientes, la inteligencia y por lo tanto el sustento de todas nuestras decisiones y elecciones se distribuye en todo el organismo. Desde hace poco se sabe que cada experiencia que tenemos no va directamente al cerebro para que pensemos en ella (antigua creencia), sino que se dirige primero a las redes neurológicas del tracto intestinal (entrañas) y del corazón. Es decir, pareciera que lo último que hacemos es pensar con el cerebro “maximizador”, el único que utilizamos los economistas para armar nuestros modelos micro y macro.

? El cerebro de los intestinos

Cada punto de contacto con la vida produce una sensación que se puede experimentar como mariposas en el estómago, un nudo de tensión en los intestinos o una emoción. La sensación está ahí, haciendo muchas preguntas, no importa que uno las advierta o no. Y nuestros intestinos (o entrañas) no sólo hacen preguntas, también las responden y sus respuestas afectan nuestras acciones. Conocido como sistema nervioso entérico, este cerebro nº 2 –que se encuentra dentro de nuestros intestinos- es independiente del que se aloja en el cráneo –cerebro nº 1-, pero se conecta con él. Los científicos que estudian los neuroquímicos y los complejos sistemas de las células nerviosas del tracto intestinal afirman que hay más neuronas en este tracto que en toda la espina dorsal, es decir alrededor de 100 millones. Ese intrincado circuito le permite actuar con autonomía, aprender, recordar e influir en nuestras percepciones y comportamientos.

Independientemente de que los seres humanos reconozcamos o no las reacciones provenientes de nuestros intestinos, ellos moldean todo lo que nosotros hacemos, todo el tiempo. Y ahora me surge a mí una pregunta como economista, ¿será frío y maximizador este cerebro, como el de la cabeza, o será más emocional? Parece que más emocional. Entonces me surge otra pregunta: ¿en qué porcentaje influye el cerebro intestinal en la decisión final que uno toma, por ejemplo sobre consumir dicho producto o su sucedáneo más caro, ampliar mi empresa o no, trabajar aquí o allá, etc.? Es decir ¿qué pesará más, lo emocional o lo racional? No sabemos bien la respuesta, pero lo que sí es seguro es que el problema decisional se pone bastante más complejo de modelizar.

? El cerebro del corazón

Después que el sistema nervioso entérico digiere cada experiencia, el corazón la examina. En la década de los ’90, los científicos del nuevo campo de la neurocardiología descubrieron que el verdadero cerebro –cerebro nº 3 para este texto- está en el corazón y que actúa independientemente del de la cabeza. Constituido por más de 40.000 células nerviosas llamadas barorreceptores, junto con una compleja red de neurotransmisores, proteínas y células de soporte, este cerebro es del tamaño de varias áreas clave del cerebro de la cabeza. Cuenta con habilidades computacionales poderosas y altamente sofisticadas. Al igual que el cerebro de los intestinos, éste utiliza su circuito neural para actuar con independencia, aprender, recordar y responder ante la vida.

En el feto, el corazón se desarrolla antes que el sistema nervioso y el cerebro pensante. La energía eléctrica de cada latido del corazón, junto con la información que contiene, es transmitida a cada célula del organismo. El corazón es un músculo cargado de energía, y cada latido desencadena la actividad de miles de millones de células con un ritmo perfectamente sincronizado. Estudios recientes sobre la generación de las emociones y los mecanismos que intervienen en el aprendizaje han revelado que la coherencia rítmica del cerebro del corazón puede modificar dramáticamente la eficacia del cerebro pensante.

Cada latido del corazón hace que el organismo se comunique instantáneamente como un todo, pues se trata de una onda que viaja por las arterias muchísimo más rápido que la sangre por el torrente sanguíneo. Esto crea otro tipo de comunicación interior, ya que estos patrones de onda varían con cada patrón intrincado y rítmico del corazón. Cada una de las millones de células de nuestro organismo siente esta onda de presión y se ve afectada por ella de varias maneras.

Si no sentimos nuestros valores y nuestras metas, no podemos vivirlos. El papel decisivo para impulsarnos a sobresalir no lo desempeña la cabeza, sino el corazón.

Desde el punto de vista de la creatividad y la iniciativa (muy relacionadas con la función de inversión en la economía), el corazón no sólo está abierto a nuevas posibilidades, sino que las explora y se esfuerza sin cesar por comprender intuitivamente qué es lo más importante para la vida y el trabajo del individuo. El cerebro del corazón busca instantáneamente nuevas oportunidades para crecer o aprender, establece una lectura de lo que los demás sienten, evalúa la congruencia de esos sentimientos y revisa la coherencia interna de sus valores y pasiones. Así el corazón parece funcionar como un sistema sensorial trascendental, o como un radar que revela oportunidades importantes o novedosas. A esta altura, como economista, me surge otra nueva pregunta: si la neurocardiología está demostrando que esta “comprensión intuitiva” que hace el cerebro del corazón es una de las fases más determinantes para la toma de decisiones humanas ¿cómo hacemos para incluirla en los modelos económicos, si es algo que parece tener bastantes componentes irracionales, al igual que el cerebro de los intestinos?

Además de lo ya mencionado, podemos agregar que el campo electromagnético del corazón es el más poderoso del organismo. De hecho, es aproximadamente 5.000 veces más poderoso que el del cerebro de la cabeza. Los cambios eléctricos en los sentimientos transmitidos por el corazón humano se pueden percibir y medir a más de medio metro de distancia.

Así como nuestros intestinos (cerebro 2) procesan mucho más que alimentos, el corazón (cerebro 3) hace que circule mucho más que sangre. Cada latido se comunica con todo el organismo mediante un lenguaje inteligente que afecta profundamente nuestra percepción del mundo y nuestras reacciones.

? El cerebro de la cabeza

La próxima estación de los impulsos nerviosos (recordemos que primero pasan por los intestinos y el corazón) es un área ubicada en la base del cerebro llamada médula. Allí se desarrollan varios procesos fundamentales. Dentro de la médula existe un vínculo vital con el sistema activador reticular (SAR). Este sistema se conecta con nervios importantes de la columna vertebral y el cerebro. Clasifica los 100 millones de impulsos que le llegan al cerebro cada segundo, y desvía los impulsos triviales para que únicamente los que son vitales alerten a la mente. Tras dejar el SAR, en fracciones de segundo la comunicación neural viaja al sistema límbico, donde percibimos el mundo y moldeamos nuestras respuestas. El sistema límbico es el centro de las emociones del cerebro. Existe evidencia de que este sistema funciona 80 mil veces más rápido que la corteza cerebral del cerebro pensante. Es decir, las neurociencias hoy nos están diciendo que en la zona del cerebro nº 1 -de la cabeza- también tenemos un centro donde pesa más lo emocional que lo racional, es decir el sistema límbico.

Finalmente, y en lo que es la última parada de su viaje, la cascada neural de impresiones originadas en nuestras experiencias llega al área pensante del cerebro, conocida como corteza cerebral. Decimos “finalmente” porque ya vimos que, antes de llegar a esta área, las entrañas o intestinos, el corazón y la región emocional del cerebro experimentan e interpretan todas nuestras vivencias. En otras palabras, y contrario a lo que se suele creer, parece que lo último que hacemos es pensar, es decir, lo último que aplicamos es el frío cálculo costo / beneficio para tomar nuestras decisiones. Para el homos economicus, esto es, nosotros los seres humanos tratando de satisfacer nuestras necesidades económicas, esto implicaría que antes de aplicar nuestros agudos análisis maxi/minimizadores para darle el toque final a una decisión (la compra del producto X), ya hemos venido formando nuestra respuesta desde los intestinos, el corazón y el sistema límbico -todas zonas eminentemente emocionales-. Es decir, gran parte de dicho proceso decisorio, el eminentemente emocional, no es tenido en cuenta por la teoría económica neoclásica.

Es más, siguiendo con el análisis del cerebro de la cabeza, cada uno de nosotros sabe que cuando dependemos demasiado del cerebro de la cabeza se nos empiezan a presentar problemas innecesarios. Una de las razones es que cuando la mente funciona sin estar equilibrada con las entrañas y el corazón, el intelecto actúa fundamentalmente por conveniencia. El intelecto tiene la capacidad de conjurar todo tipo de ideologías, filosofías, teorías, principios y creencias, pero aunque éstos sean elocuentes y bien intencionados, no significan mucho por sí solos. Debemos sentir (parte emocional) lo que es importante para nosotros a fin de vivir y de tomar cada una de nuestras decisiones, de las cuales más del 90% son decisiones económicas.

Es por eso que la frecuente exhortación a mantener a raya nuestras emociones termina generalmente haciéndonos tomar decisiones inadecuadas. Desde luego que debemos pensar con la mayor claridad posible, pero tomar decisiones o resolver problemas basándonos únicamente en el pensamiento, es decir, sin la participación activa de los cerebros de las entrañas y el corazón, no es suficiente. El tema es que la teoría económica supone por conveniencia metodológica –el uso de las matemáticas- un ser humano íntegramente sostenido por la parte pensante del cerebro de la cabeza, olvidándose de toda la carga emocional en que se fundan nuestras decisiones. Y lo que es más, cambiar esta forma de modelizar la economía sería un verdadero cambio de paradigma, sería superar el paradigma neoclásico por otro quizás llamado neuroeconómico, o conductual. Ahora bien, la tarea no va a ser fácil, ya que modelizar quizás se complejice mucho más.

3. Pero cómo hacemos para modelizar en economía el alto componente emocional de la conducta humana

Tamaño problema para nosotros los economistas estoy planteando. Al cerebro maximizador, el de la cabeza, y más precisamente el de la corteza cerebral –ya vimos que el sistema límbico es esencialmente emocional-, es fácil modelizarlo. A partir del análisis matemático, utilizamos por ejemplo los procesos de cálculo de derivadas para maximizar funciones (consumo, inversión, etc.) sujetas a restricciones, generalmente marcadas por los recursos escasos con los que indudablemente contamos para satisfacer nuestras necesidades económicas (los limitados ingresos salariales, las rígidas dotaciones de bienes de capital disponibles en el corto plazo por las empresas, etc.). Pero si ahora las neurociencias nos dicen -en forma elocuente y experimentalmente demostradas- que las decisiones de inversión, consumo, ahorro, etc. no sólo se toman a partir de lo que dice la corteza cerebral (el intelecto, lo racional), sino que se vienen masticando dichas decisiones desde otras estaciones cerebrales no racionales, o sea eminentemente emocionales -y para nada maxi/minimizadoras-, cómo hacemos los economistas para modelizarlas. Y lo que es más, si por ejemplo la respuesta fuera que metodológicamente los hallazgos de las neurociencias no se pueden modelizar con cierto rigor científico en economía, no sería quizás más prudente empezar por relativizar las predicciones de los modelos que sustentan nuestra actual ciencia económica, basamento de la política económica gubernamental en todos sus niveles. Que quede claro que no estoy proponiendo dejar de lado los postulados neoclásicos de la economía -el paradigma vigente-, pero al menos sí convencernos de forma muy nítida que las inferencias y pronósticos que se pueden hacer a partir de ellos son muy relativos, tan sólo orientadores a grandes rasgos de la evolución económica futura.

Afortunadamente, y si bien no es la finalidad de este trabajo ilustrarlos, los economistas que se están dedicando a la neuroeconomía efectivamente están logrando hacer desarrollos para mejorar la teoría neoclásica. Pero en consonancia con el párrafo anterior, y al menos hasta que la obra de los neuroeconomistas esté concluida, podríamos empezar los docentes / académicos que enseñamos los modelos neoclásicos por “dejar de mirar para otro lado” y -al menos verbalmente- relativizar ante nuestros alumnos las conclusiones de dichos modelos, y lo que es más importante aún, las conclusiones que de ellos emanan.

A continuación ilustramos algunos postulados del neuromarketing, para darnos cuenta de cuán sesgadas están las funciones de consumo de los modelos macro hoy vigentes, modelos que se utilizan para predecir la evolución de las economías nacionales y planificar políticas económicas, o sea casi nada. Siguiendo escritos del mencionado especialista Nestor Braidot, tenemos que:

? “Los últimos avances en neurociencias han demostrado que la toma de decisiones de consumo no es un proceso racional. Es decir, los clientes no examinan conscientemente los atributos de un producto o servicio para adquirirlo”.

? “En la mayoría de los casos, el proceso de selección es relativamente automático y deriva de hábitos y otras fuerzas metaconcientes, entre los cuales gravitan la propia historia, la personalidad, las características neurofisiológicas y el contexto físico y social que nos rodea”.

? “Según los científicos, las zonas del cerebro de la racionalidad no pueden funcionar aisladas de las zonas de regulación biológica-emocional. Los dos sistemas se comunican y afectan la conducta en forma conjunta, y consecuentemente, el comportamiento de las personas”.

? “La fragancia de un perfume, por ejemplo, puede evocar distintas sensaciones. Si el cliente asocia dicha fragancia con experiencias dolorosas o con una persona con la que no simpatiza, es muy probable que no lo compre, aún cuando la relación precio-calidad-marca sea razonable”.

? “Estas y otras asociaciones, al igual que la mayor parte de los procesos mentales, se verifican en el plano metaconsciente y nos obligan a encontrar nuevas herramientas que nos permitan acceder a ese conjunto desordenado de emociones, recuerdos, pensamientos y percepciones que determinan las decisiones de compra y consumo, y que la mayoría de las veces el cliente desconoce”.

4. Una posible cambio de paradigma si los hallazgos de las neurociencias se aplicaran a la teoría económica

Como dijimos al principio de este trabajo, las enseñanzas que las neurociencias están dando al marketing (neuromarketing) podrían ser aprovechadas por los economistas teóricos para fundamentar mejor las funciones de los modelos macro, en especial la de consumo, y no poner tanto en un primer plano al análisis matemático, potenciando la incorporación de variables que permitan modelizar hombres más humanos que los ultra-maximizadores usualmente supuestos por la teoría, que ha llevado a una ciencia social como la economía a adentrarse profundamente en el frío mundo de las matemáticas y a la pretensión de algunos colegas de “hacer hablar a las matemáticas”.

Y así como en la época del racionalismo / positivismo la Escuela Neoclásica entendió que había que parar con la mera especulación sin fundamentos científicos, posibilitando el auge de la economía como ciencia, ahora quizás sea hora que la Escuela de la Neuroeconomía, si así se la puede llamar, diga: “paremos un poco con tanta maximización y ultra-racionalidad y pongámonos a modelizar también la irracionalidad / emocionalidad del ser humano, que las neurociencias están mostrando que es muy importante para explicar la conducta humana”. Probablemente, la ya complicada tarea de científico de la economía (por la matemática compleja que hoy se usa) se va a complicar aún más, pero en otro sentido y con un debate que se va a enriquecer y lo que es mejor, las políticas económicas, basadas en dichos modelos, quizás sean más acertadas. E indudablemente habría en la ciencia económica un cambio de paradigma, pasando del hoy vigente neoclásico a uno quizás llamado neuroeconómico.

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