En internet encontré un artículo muy interesante acerca si estudiar economía o administración, ya que esto fue escrito por uno de los mejores economistas peruanos llamado Richard Webb (economista por la Universidad de Andrews-Escocia y Ph.D. en Economía por la Universidad de Harvard-EE.UU.).
Articulo.-Una causa de acercamiento ha sido el descubrimiento de que la calidad de gestión de un gobierno es uno de los determinantes centrales del desarrollo económico.
¿Cuál estudiar? Es una de las preguntas más frecuentes que recibo de los jóvenes. Mi respuesta de cajón es que depende de la vocación: el arte y las herramientas de la administración son para el que se inclina a la vida práctica de gestión de una empresa o entidad; la economía es más bien una ciencia --ciencia social-- fascinante para el que nace con vocación de estudioso o educador, pero poco útil en la práctica, salvo para un limitado número de cargos públicos o en muy pocas empresas grandes. Cuando me embarqué en el estudio de la economía, me advirtieron que esa carrera no existía en el Perú y, efectivamente, cuando entré a trabajar en el Banco Central de Reserva fui el primer economista con estudios de posgrado que contrataba esa institución. Cuarenta años más adelante, sigue siendo limitado el mercado de trabajo para el economista, y si muchos consiguen empleo es porque su disciplina favorece el pensamiento lógico y empírico, aunque también porque los empleadores creen erróneamente que están contratando a un trabajador que sabe de gestión. El venerable Bank of England --BCR británico-- solía reclutar entre los estudiantes de latín y griego clásico porque se consideraba que solo los alumnos más brillantes estudiaban esas lenguas muertas.
El mundo del gerente se circunscribe a una entidad, el del economista a la colectividad. Nada tipifica mejor la materia de la ciencia económica que las llamadas externalidades, que son los efectos favorables o desfavorables de las acciones sobre terceros. El gerente toma decisiones para beneficio de su entidad, pero en la vida colectiva, cada acción genera olas expansivas, y la ocupación del economista consiste justamente en el seguimiento de esas olas. Donde termina la preocupación del gerente empieza la del economista. Pero a pesar de esa diferencia, decir que la economía y la administración son dos mundos separados --mi respuesta tradicional-- es cada día un concepto menos exacto. En las últimas dos décadas se ha producido un acercamiento entre esos dos mundos.
Una causa de acercamiento ha sido el descubrimiento de que la calidad de gestión de un gobierno es uno de los determinantes centrales del desarrollo económico. Hasta fines de los años ochenta, la colección más leída por los estudiosos del desarrollo económico, compilada por Gerald Meier, no incluía una sola referencia a la calidad administrativa; sin embargo, justamente en los años ochenta se inicia una revolución intelectual que prioriza la importancia de la gestión y empieza entonces una ola de reformas del Estado que se extiende tanto a países ricos como pobres. Desde esos años, mejorar la gestión estatal ha sido uno de los principales objetivos del Banco Mundial y de otras agencias de desarrollo, creándose una batería de proyectos y programas para la transformación de los procesos gubernamentales. Hoy la ciencia de las instituciones y de la gestión estatal es parte del temario del economista.
Paralelamente, la ciencia de la gestión empresarial pone más y más atención a las interconexiones y externalidades, liderada por las ideas de Michael Porter, Paul Krugman, Robert Barro y Joseph Stiglitz. Los empresarios ahora conversan de cadenas productivas, concertación, planificación estratégica, además de la responsabilidad social, temas antes exclusivos del economista. Se reduce así la distancia entre las disciplinas de la administración y de la economía.
Manuel T.C.