Las Categorías

Tomaré dos concepciones sobre las mismas: la de Kant y la de los marxistas



Enmanuel Kant Crítica de la Razón Pura (20)

De acuerdo con lo que dice Kant, el entendimiento no es una facultad pasiva, que se limita a recoger los datos que vienen de los objetos reales; al contrario, sería una configuradora de la realidad. A diferencia de los racionalistas y los empiristas “puros” quienes asumían una como fuente de conocimiento la razón y la experiencia, Kant afirma que el conocimiento es el resultado de la interacción de ambos, pues, por la sensibilidad recibiríamos los objetos reales y por el entendimiento, los pensaríamos.

La sensibilidad es para Kant la capacidad de recibir representaciones del mundo real, por lo que, la sensibilidad es meramente receptiva. Pero, la manera cómo algo es conocido directamente es, dice Kant, la Intuición y el efecto que produce lo real sobre nuestra representación es la sensación. Las sensaciones no podrían ser ordenadas por la sensación misma. Lo que ordena las sensaciones será a priori y no puede proceder de la experiencia. La forma pura de la sensibilidad se da en el caso de que despojemos al proceso de conocimiento de todo elemento procedente del entendimiento. El entendimiento sería la facultad de pensar, de formar conceptos, es decir, de crear formas bajo las cuales se pueden ordenar las representaciones. Cuando decimos, por ejemplo, “árbol”, el entendimiento ha unificado todas las características principales que une a todos los árboles y esa unificación de los elementos sensibles y conceptuales los que producen el conocimiento de árbol.

Los conceptos empíricos son resultados de la generalización tomados de la experiencia, mientras que los conceptos puros son las categorías a las que nos referimos en el acápite respectivo del presente capítulo. No habrá posibilidad de conocer objeto alguno si no es sometido a la acción de las categorías, por lo que no será posible conocer la “cosa en sí”, sino solamente tal como se presentan al hombre a través de la sensibilidad y del entendimiento; es decir, como fenómenos. Así, se entenderá como fenómeno el objeto tal como es percibido por el hombre, una vez que los contenidos de la sensación han sido sometidos a las formas trascendentales del espacio y del tiempo, en lo que respecta a la sensibilidad. En lo que se refiere al entendimiento, ese conocimiento sensible es sometido a las categorías. Estas categorías del entendimiento únicamente pueden ser aplicadas a contenidos procedentes de la intuición sensible, pues no hay posibilidad de una intuición intelectual. Los conceptos de la razón pura son vacíos; contienen solamente la función unificadora pero están privados de ofrecer algún conocimiento. Les sucede a estos conceptos puros lo mismo que a las categorías: prescinden de toda experiencia y no tienen valor cognoscitivo sino unificador.



Las categorías marxistas

Las categorías marxistas son formas de concientización en los conceptos de los modos universales de la relación del hombre con el mundo, que reflejan las propiedades y leyes más generales y esenciales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Desde la percepción marxista, las categorías se forman en el proceso de desarrollo histórico del conocimiento y de la práctica social. Su base no es la actividad del espíritu, sino el desarrollo de los métodos de actividad material del hombre y de los modos de Producción.

Las principales categorías del materialismo dialéctico son: materia y movimiento; tiempo y espacio; calidad y cantidad; medida; singular, particular, y universal; contradicción, esencia y fenómeno; contenido y forma; necesidad y casualidad, posibilidad y realidad; lógico e histórico; concreto y abstracto; idea y materia y muchas otras, que sobrepasan las diez categorías kantianas y aristotélicas.

Una interpretación de la percepción marxista del proceso de conocimiento

Sobre la base de lo dicho, voy a mostrar mi interpretación personal de la percepción marxista del proceso de conocimiento, para luego compararlo con Kant y lasa percepciones citadas en los capítulos respectivos. Para hacerlo, voy a transcribir parte de un ensayo literario de mi libro “Relatos, Filosofía y Borges” publicado en 1989. (Recordemos que yo le asigno al arte en general, a la literatura y al poema en particular, una capacidad cognoscitiva basada en la Intuición como conocimiento directo de la realidad, a través de encuentros del poeta con los Estados Puros del Ser) El relato se llama “Las Categorías Filosóficas de lo Concreto y lo Abstracto y un cuento de Mario Benedetti” del cual transcribo la primera parte.

En el prólogo a la primera edición del primer volumen de “El Capital”, Marx dice: “en el análisis de las formas económicas de nada sirve el microscopio ni los reactivos químicos: el único medio de que disponemos es la capacidad de abstracción



La autoridad filosófica marxista define la Abstracción como uno de los aspectos o formas del conocimiento que consiste en prescindir de una serie de propiedades de los objetos. El conocimiento está necesariamente ligado a los procesos de abstracción, sin los cuales no se podría conocer la esencia del objeto. Debe advertirse que sólo la práctica es el criterio de la cientificidad de cada abstracción. Este ensayo es un intento de interpretar lo que significan los anteriores párrafos, aún corriendo el riesgo de que algunos dialécticos diplomados en la gran escuela del dogmatismo encuentren herejías metodológicas en la gran osadía

Empezaré con la pregunta fundamental: ¿cómo se prescinde mentalmente de una o de varias propiedades de los objetos reales? Tal como se dijo en el acápite relativo al conocimiento teórico, el modo de reproducción teórica de un objeto como un todo en la conciencia está constituido por el movimiento concreto-abstracto-concreto. En otras palabras, hay el concreto objetivo, que es el punto de partida de la investigación y el concreto mental, que es el resultado de la misma y que incluye el conocimiento de las partes fundamentales del objeto, su interacción mutua y la ley que rige esa conexión interna en el concreto objetivo. El proceso mental que lleva de un concreto a otro es la Abstracción. Este proceso es común al conocimiento de la realidad objetiva, la historia y el pensamiento

Con estos instrumentos conceptuales nos es posible hacer preguntas e intentar respuestas de compleja contextura esencial

En primer término, imaginemos un concreto inicial, supongamos una piedra. Las partes constitutivas de la piedra so muchas: peso, tamaño, forma, color….. Estas propiedades no existen independientemente de un concreto objetivo, real, en este caso, no existen independientemente de la piedra. Al mismo tiempo, sabemos que otros conceptos objetivos también tienen peso, tamaño, color…, digamos un mono. Ahora bien, si deseamos saber en qué se diferencian ambos será muy fácil decir, v.g, que el mono come bananas y la piedra no. Lo mismo nos sucederá si deseamos saber en qué se parecen; entonces, haciendo un esfuerzo mental de gran envergadura diremos que se parecen en que ambos tienen peso, color… auque estas características no son iguales en ambos. Eso formaría parte de un intento infantil de analizar, pero es un comienzo, pues el objetivo fundamental que buscamos en comparar las diferencias y semejanzas es lograr la diferencia y la semejanza específicas que deseamos conocer, de acuerdo con lo que pretendemos analizar, estudiar.

Por ejemplo, si se trata de adiestrar a uno de ellos para hacer pruebas circenses, notaremos que el mono se diferenciará de la piedra porque el primero puede ser gracioso y la segunda no se da por aludida. Si se trata de usar a cualquiera de ellos como contrapeso de un tercer objeto, descubriremos que ambos pueden servir al efecto y entonces diremos que los dos se parecen entre sí por su capacidad de tener peso. Como éstos, podemos encontrar muchos ejemplos de semejanzas y diferencias en la vida cotidiana. Pero, si deseamos tener un conocimiento científico de cada uno de ellos nos veremos obligados a ser más precisos; para ello recurriremos a la abstracción de las propiedades de muchos monos y de muchas piedras hasta llegar a la diferencia específica, esto es a la conclusión de que la piedra tiene tres clases de movimiento: químico, físico y mecánico, en tanto que el mono tiene cuatro: las tres anteriores y el movimiento biológico; es decir, el mono tiene vida y la piedra no. Ésa sería la diferencia específica

Luego de un ejercicio tan fructífero, debemos averiguar cuáles son las relaciones de constancia que los unen, esto es, en que se parecen específicamente

Usaremos el mismo proceso de abstracción para concluir afirmando que ambos existen independientemente de nuestra conciencia; que sus respectivas masas pueden ser transformadas en energía; que ambos tienen movimiento; en otras palabras, se parecen en que ambos son materia; expresiones diferentes de materia, de acuerdo con una definición previa que se tendrá de lo que es materia. Este proceso de llegar a la esencia se realiza a través del análisis y de la síntesis que incluyen, a su vez, la existencia de un concreto inicial, un proceso de abstracción y un resultado: un concreto mental

Una vez identificados el proceso y la razón de ser de la abstracción, bien podemos hacernos varias preguntas; por ejemplo: ¿es posible hacer una abstracción de otra abstracción? ¿Es posible separar algunas propiedades del color azul? Claro que sí. Aunque sabemos que el color azul no existe independientemente de una sustancia (definiendo sustancia como principio activo que se genera a sí mismo) podemos acudir a la ciencia y saber que el color es la sensación producida por los rayos luminosos al impresionar los órganos visuales en función de la longitud de onda. Luego nos enteraremos que el color azul, específicamente, responde a una frecuencia de onda que lo singulariza de los demás colores. Una vez conocido el concepto, lo separamos mentalmente y analizamos sus propiedades: intensidad, luminosidad… lo mismo podemos hacer con abstracciones tales como la categoría “valor”. Para ello acudimos a nuestra propia definición: el Valor es la capacidad que tiene un bien de ser intercambiado en el mercado, porque siendo útil y escaso, contiene trabajo objetivado, presente y pasado. Pero el valor no es un concreto, es un abstracto que no existe independientemente de la mercancía y sin embargo, puede ser definido al igual que un concreto. De este modo, usando la Dialéctica de Complementos que propongo, es posible definir tanto lo concreto como lo abstracto en sus partes constitutivas a través de los procesos mentales; el requisito indispensable para que sea una abstracción científica es que se muestre la conexión interna de los elementos que componen la cosa que se ha logrado conocer. Si es que no hay esa conexión interna, la abstracción de abstracciones se convierte en especulación metafísica o, en el mejor de los casos, en imaginación artística.

Supongamos que del concreto sensible A abstraemos mentalmente las propiedades principales que lo singularizan, tales como a1, a2, a3….an. Hagamos lo mismo con las propiedades esenciales del concreto B, esto es, con las que lo singularizan como concreto B; al hacerlo, obtendremos b1, b2, b3,… bn. Sigamos el mismo procedimiento hasta el concreto Z para obtener z1, z2, z3,…zn. Ahora bien, una vez que dichas propiedades están reflejadas en nuestra mente, tratemos de mezclarlas en diferentes combinaciones: por ejemplo: a1, b3, x8, m6 …..

Hecho estos, nos preguntamos: ¿podrían estas combinaciones de propiedades abstractas conformar un concreto real? sobre todo, si recordamos que para ser real, un concreto no sólo debe contenerlas, sino que debe existir la ley que expresa la interacción interna entre ellas. Si acudimos al mundo de las probabilidades, podríamos decir que no podemos afirmar que exista, pero tampoco podríamos afirmar que no exista. En este caso, estaremos en la dimensión de las célebres antinomias kantianas: como no es posible afirmar ni negar esa existencia, entonces podemos afirmar y negarla al mismo tiempo. Pero, para las cuestiones del conocimiento, debo postular que ningún cerebro tiene la capacidad de dar movimiento a esta clase de mezcla de propiedades que no estén interconectadas y no interactúen entre sí por la vigencia de la ley respectiva. No podemos inventar esa ley. En otras palabras, la mente no puede crear concretos sensibles; sólo puede reflejarlos o, en el mejor de los casos, modificarlos a través de la acción concretada o imaginarlos simplemente

La imaginación es la combinación aleatoria de las propiedades de diferentes concretos para obtener una nueva creación, aunque sin llegar a crear la ley que rige la interacción interna entre ella. De esa acumulación de propiedades que conforman entes abstractos es que derivo mi definición de Arte como la creación de entes abstractos sobre la base de una diversidad sistemática de propiedades pertenecientes a diferentes cosas, entes que carecen de leyes que rigen la interacción interna de esas propiedades, pero que, cuando son creaciones de artistas con talento, permiten lograr y expresar un conocimiento más profundo y verdadero de los Estados Puros del Ser (que los filósofos llaman Esencia)

El Poema y sus diferentes figuras, el arte plástico y la creación de formas nuevas, la música, con la tonalidad, la estructura y el ritmo, el teatro, con la reproducción de metáforas… en fin, todas las artes son producto de la combinación de propiedades hecha con talento, aunque carezcan de la ley que rige la interacción interna entre esas propiedades, pero que expresa y revela, con gran capacidad cognoscitiva, los Estados Puros del Ser a través, preferentemente, de la Intuición

Aunque el conocimiento es producto de la unidad Razón-Intuición, en la ciencia actual, la primera tiene supremacía sobre la segunda; en la filosofía hay una especie de equilibrio entre ambas; en el arte, la Intuición tiene supremacía sobre la Razón.

De lo expuesto podemos decir que, si ninguna mente puede crear un concreto sensible por sí sola, también es necesario afirmar que ninguna mente puede “recomponer” un concreto real, aún teniendo en la mente el reflejo del fenómeno; veamos por qué. Supongamos que nuestros sentidos perciben un concreto real, un árbol; luego percibimos muchos árboles para establecer la diferencia y la semejanza específica que los vincula con otros concretos. De acuerdo con lo que dice el marxismo, del concreto inicial, en bruto, que nuestros sentidos han percibido, hemos llegado a modelar el concreto ideal refinado y lo hemos hecho por la abstracción. Ahora actuaremos sobre este concreto ideal, del cual conocemos sus propiedades, sus conexiones internas y la ley que las rige. Sin embargo, en este punto debo acudir otra vez a Kant y reafirmar que, a pesar de que el proceso de conocimiento auspiciado por la dialéctica materialista en su versión de lógica-dialéctica, ha puesto al concreto inicial a disposición del análisis mental, nunca podrá reproducir el árbol, cualquiera que éste sea, pues si bien la palabra “árbol” es un símbolo para expresar algo que existe y que tiene ciertas características que lo singularizan de los demás, el mismo árbol, cualquier árbol concreto, es un símbolo de sí mismo. Lo es, debido a que si podemos llegar a conocer sus rasgos más esenciales, nunca podremos conocerlo en toda su integridad; v.g, no podremos conocerlo en su estructura molecular, en el movimiento de sus átomos, en la circulación de la savia, en la disposición de sus hojas…. y sobre todo, por el hecho que Heráclito ya lo ha planteado hace dos mil quinientos años, es decir, porque el árbol de este momento ya no es el árbol que analizamos hace un segundo. “La cosa en sí” nunca aparece ni a los sentidos ni a la mente. Es aquí donde encuentro en Kant la base fundamental para postular con él, que sólo podemos conocer el fenómeno, transformado, a su vez, por las categorías de la intuición y del entendimiento. Si esto es así con el árbol, imaginemos lo que habrá de ser el intento de conocer al individuo.

Autor: Mario Blacutt Mendoza

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