Introducción: Las Percepciones y La Verdad Objetica

Este forma parte de uno de los capítulos de mi libro, en preparación, La Acción Recíproca, en el que postulo la incongruencia de considerar a la sociedad como un simple conjunto de individuos, cada uno tratando de ser más que el otro y, en el proceso, deviniendo antagónicos entre sí. Por otro lado, se basa en la premisa fundamental de que la “verdad objetiva”, ajena por completo a la subjetividad del hombre, no es asequible ni a los sentidos ni a la razón per se. No es asequible a los sentidos debido a que éstos son instrumentos de conocimiento y como tales, como instrumentos, deben transformar lo que perciben. No es asequible a la Razón per se, debido a que la Razón sin ayuda de la Intuición es un instrumento cognoscitivo incompleto y está, a su vez, influido por la Ideología. Postulo que no existe un solo ser humano que sea completamente puro; independientemente de que sea  filósofo, cientista u hombre de cotidianeidad, nunca estará libre de la contaminación ideológica y de las preferencias personales. Sobre este particular, no creo que nadie pueda decir “que ni un rayo de luna filtrado me ha”.



Por último, tomo al poema como un medio cognoscitivo porque permite encuentros intuitivos con Estados Puros del Ser, a los que los filósofos llaman “esencia” y, además, porque tiene la capacidad de develar las relaciones del ser con el Ser. Expresa en muy pocas palabras lo que no cabe en cientos de tratados “racionales”.

Las percepciones

Empiezo citando a dos grandes poetas de habla hispana. El primero nos define en tres pequeños versos su rechazo implícito a la subjetividad y su identificación plena con la percepción objetiva, con una autoridad que nunca he encontrado en ningún filósofo ni hombre de ciencia:

“El ojo que ves no es/ojo por que tú lo veas/

es ojo por que te ve”(1)



El principio de la Acción Recíproca se basa en estos versos, aunque los modifica en algo para que reflejen adecuadamente mi percepción, en el tema del objetivismo y del subjetivismo epistemológico (con el permiso del gran Antonio Machado, por supuesto)

El ojo que ves, es ojo

primero, por que te ve

y luego, por que lo ves

Mi percepción de la verdad es objetiva y subjetiva al mismo tiempo, en una síntesis que, a diferencia de la negación de alguno de sus términos, resulta de la complementariedad de ambos. Es sobre esa percepción que modulo la materia prima para esculpir mi filosofía: La Dialéctica de Complementos, la que complementa, a su vez, a la Dialéctica de Opuestos Antagónicos. Con la Dialéctica de Complementos percibo también la posibilidad de una lógica que tome en cuenta el Tercero Incluido a diferencia de la lógica formal actual.



He aquí dos percepciones de dos grandes poetas; la primera, también de Antonio Machado:

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar (2)

Comparemos esta visión con la de Jorge Luis Borges, extractada de su relato El Inmortal:

No hay cosa que no esté perdida en innumerables espejos.

Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario (3)

¿De dónde surge esta gran diferencia de percepciones de dos in dividuos que abarcan el infinito con la misma facilidad con que pueden detectar una motita de emoción que transfigura el defecto del ser amado en pequeña virtud? Pues de las percepciones. Nunca son las mismas entre los seres humanos; a veces, ni siquiera son las mismas en uno solo de ellos cuando el tiempo-espacio cambia y, con él, las circunstancias. Para ampliar esta apreciación, imaginemos un partido de fútbol entre el Strongest y el Bolívar. El réferi cobra un penal a favor del primero. Todos los de la barra bolivarista jurarán que no hubo tal penal. Todos los de la barra stronguista dirán que a sus ojos el penal fue tan claro como un día de primavera en la cima de una montaña. ¿Quién tendrá razón? Nunca lo sabremos.

Por supuesto que, una vez que cada uno vea la jugada repetida en cámara lenta en la TV, la mayor parte de los bolivaristas y de los stronguistas por igual, se darán cuenta que deformaron la realidad sin tener conciencia de que la deformaron. Lo habrán hecho así, inconscientemente, impelidos por la fuerza que les da el cariño que sienten por sus respectivos equipos, es decir, lo habrán hecho guiados por sus respectivas ideologías. Esos serán los seres normales; los que deforman la realidad sin saberlo, sin quererlo. Sin embargo, también estarán los que deforman la realidad conscientemente, en virtud de sus intereses; ese será el Ser político; el Ser empresario y, desgraciadamente, el Ser deportista, es decir, los que basan sus existencias en la competencia, en la necesidad de eliminar al rival: el primero, de la arena política; el segundo, del mercado y el tercero, de la tabla de posiciones.

Tal como trataré de demostrarlo en La Acción Recíproca, el liberalismo, en su versión neoliberal, trata de convertir al individuo normal, el que deforma la realidad inconscientemente, en el homo economicus, es decir, en el que la deforma conscientemente para maximizar sus beneficios como empresario o para maximizar su utilidad como consumidor. En este intento, el neoliberalismo transforma al hombre en un sujeto aislado, receloso de todos los demás, a quienes considera como enemigos naturales y sociales a la par, debido al miedo que siente de ser vencido en la competencia cotidiana en que ha convertido su vida, maratón titánico de intercompetencia diaria, en la que percibe que el mismo aire que respira, el de “su propiedad”, le es arrebatado por el prójimo.

            ¿Cuál de las dos percepciones, la de Machado o la de Borges, acerca de la unicidad de la experiencia, es mi favorita? Pues, de acuerdo con mi filosofía, la que permite complementarlas. La expreso con un pequeño extracto de mi poema: “Hay un ritmo emocional….”

……cuando os siento en mí

Soy todos vosotros

Os llevo como un sentimiento

Sólo siendo en vosotros soy yo

pero sé que vosotros no necesitáis de mí para ser

excepto, para ser en mí

¡No os vayáis, os lo pido!

Encontrad en mí el disolvente de las antinomias fatales

 

Lo que es, existe independientemente de la conciencia humana. Pero, una vez que empieza el proceso de conocimiento de lo que es y qué es siendo lo que es, no puede sustraerse de la influencia que la conciencia tiene sobre él y la deformación que sufre en el acto de conocer. Ningún acto de conocimiento está libre de la subjetividad del que conoce, por lo tanto, jamás está libre de la ideología con que se conoce. Por otro lado, debemos tener en cuenta la declaración de Protágoras, en el sentido de que “El hombre es el centro de las cosas”, de donde proviene la principal debilidad de los “racionales” cuando pretenden separar como entes independientes, uno del otro, al supuesto “sujeto-que-conoce” (“al centro del universo”) con relación al supuesto “objeto-que-es-conocido”. Ya es hora de entender que el ser es una parte de la naturaleza, como lo es un río, una piedra o un cocodrilo; que la parte no puede ser separada del Todo; que la relación hombre-naturaleza es una relación de la parte con relación al todo y a las otras partes, respectivamente.

Autor: Mario Blacutt Mendoza