A.1.1 La economía del conocimiento

Las últimas décadas se vieron inmersas en una realidad signada por el fenómeno de la globalización y el crecimiento exponencial de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), en economías que evolucionan hacia “sociedades del conocimiento”. En una economía global con constantes innovaciones, la competitividad que brinda el capital humano innovador es lo que destaca a diversas empresas del resto o, como Porter manifestó, a países enteros.


En general, la ciencia económica clásica estudiaba el uso de los factores tierra, capital y trabajo en la producción para la generación de valor, mientras que los avances basados en innovaciones eran considerados como “mejoras de productividad” pero que tenían sus raíces en la experiencia del propio proceso de producción. Si bien el conocimiento estuvo siempre presente en dichos procesos, el vertiginoso crecimiento tecnológico ha modificado radicalmente el “grado” en que el conocimiento se destaca en la actividad económica actual. Para los países más desarrollados económicamente, el balance entre conocimientos y recursos materiales se ha movido a favor del primero transformándolo en el factor de la producción más importante.

Ya en las últimas décadas del siglo XX se comenzó a intentar analizar cuantitativamente el aporte del conocimiento aplicado a la producción de bienes y servicios como un elemento adicional (muchas veces vital) para la generación del “producto final”. Es decir, al capital tangible de una empresa como los activos físicos, maquinarias, instalaciones, edificios, junto con el capital financiero para desarrollar la actividad cotidiana y realizar nuevas inversiones, se le agrega como capítulo de análisis el capital intangible, conformado por el capital humano, el capital organizacional y el social. Respecto al primero, no sólo es la mera “contabilización” de la mano de obra, sino abarcarlos en su completa dimensión de trabajadores que por su formación, creatividad, experiencia y relacionamiento con un contexto competitivo, se transforman en verdaderos factores de competitividad de una organización. Por su parte, el capital organizacional y social está conformado por la forma de relacionarse de una empresa con su contexto socioeconómico, sus competidores, proveedores, entre otros agentes y los beneficios que saca de ello.

Sintetizando, en el modelo “tradicional” o “clásico” de la economía se consideraba como razón principal de expansión económica los factores productivos como el capital físico, el trabajo estandarizado, la disponibilidad de tierras, la infraestructura privada y pública, los sistemas de transportes, entre demás cosas vinculadas a un proceso tradicional de producción de bienes y servicios. Su principal factor de competitividad estaba determinado por el capital (maquinarias con mejoras) que eran la fuente de la productividad; o mejor dicho, un trabajador era más productivo por utilizar mejores herramientas. En cambio, el cambio de paradigma que se desprende en décadas más recientes se vuelca hacia la identificación de una economía del conocimiento, donde los “motores” de la evolución pasan a ser la innovación tecnológica, mano de obra calificada (es decir, con más y mejor formación, estimulada para brindar mayor aporte al proceso productivo), la difusión del conocimiento de vanguardia, la tecnología de las comunicaciones y la productividad que brinda ahora los trabajadores como factor de producción fundamental Robles Peiro,Héctor. La economía basada en el conocimiento. Monterrey: DACS/Campus Tecnológico Monterrey, 2004,1-4.. El valor primordial de una empresa no pasa ahora por los activos físicos, sino por el conocimiento acumulado en su capital humano aplicado en la producción de bienes y servicios. El input fundamental deja de pasar exclusivamente por las materias primas y la mano de obra barata, sino que pasa a ser el nivel de tecnología aplicado junto con la mejor cualificación de los trabajadores. Para resumir todo esto, hay una frase que dice: en la era del conocimiento, el principal factor de producción es de color gris, pesa aproximadamente 1,300 kg., se aloja en la cabeza y se llama cerebro humano (Santiago Malvicino).