Uno de los aspectos en el que coinciden todas las corrientes que estudian el fenómeno de la informalidad es el problema de su heterogeneidad. Para Tokman, cuando se estudia el sector informal o se pretende plantear algún tipo de política orientado al mismo, se debe distinguir, en primer lugar, las actividades que poseen un mayor dinamismo dentro de la economía y que absorben a una mayor cantidad de personas de aquellas de tipo estacionario que no aportan ni en absorción laboral ni en productividad. En segundo lugar, debe distinguirse entre las actividades informales que emplean mano de obra remunerada en sus negocios y las de carácter individual (Tokman, 1991).
Portes et.al. (Portes, Castells y Benton, 1989), por su parte, proponen una tipología más depurada de tres tipos de informalidad: la primera integrada por aquellas actividades cuyo fin principal es la supervivencia de una persona u hogar a través de la producción o venta directa de bienes y servicios; la segunda más enfocada a la flexibilización y reducción de los costos de producción en el sector formal vía mecanismos de subcontratación por medios informales; y la tercera, integrada por las empresas cuyo objetivo es acumular capital, aprovechando los nexos de solidaridad existentes entre los individuos informales.
Lo anterior apoyaría la idea de que para estudiar la informalidad es necesario analizar primero la extensa heterogeneidad que existe en ella, y aclarar qué se entiende por informalidad de susbsistencia y qué por informalidad empresarial, para así poder establecer los principios bajo los cuales se asignara a cada individuo ocupado en el sector informal a una u otra categoría.
Kirzner(1998), exponente de la escuela austriaca, trata de resolver el problema de la empresarialidad desde la función esencial del empresario en el proceso económico y su relación con situaciones de información imperfecta. El autor retoma la tesis elaborada por Mises en 1986, la cual define al empresario como “un hombre que actúa de acuerdo con los cambios que tienen lugar en los datos del mercado" (Mises, 1986: 46). Siguiendo esta lógica, la empresarialidad se encuentra intrínsicamente relacionada con la incertidumbre en el mercado; si existiera información perfecta los individuos ejecutarían sus acciones de manera mecánica a partir de una relación fines y medios. Sin embargo, como ello no se da, el ser humano se ve en la necesidad de prever elementos futuros a partir de su perspicacia para obtener nuevos recursos disponibles (Kirzner, 1998). Este elemento es el que hace, según el autor, que la acción humana deje de ser mecánica y se convierta en algo creador, activo e innovador, por lo que en esencia “en una economía real y activa todo actor es siempre un empresario” (Ibíd., P. 36).
Por su parte, Cortes y Cuellar (1990) haciendo uso de los planteamientos de Chayanov indican que la idea de empresa no necesariamente implica que la motivación de los individuos siempre este orientada a la acumulación de capital. Para los autores, en el caso de las empresas familiares se hace uso de la riqueza demográfica con la que se cuenta para satisfacer las necesidades de los miembros que integran la familia, sin que ello necesariamente vaya orientado a la generación de excedente. No obstante, en esta lógica de producción y o comercialización se encontraría, al igual que en el planteamiento de Mises y Kizner, la racionalidad del individuo para hacer frente a los cambios que ocurren en el mercado, ya no desde la perspectiva de maximizar su tasa ganancia monetaria sino la de reducir los costos o el esfuerzo invertido en una labor determinada.
Ambas perspectivas dejarían en claro que la empresarialidad no necesariamente está atada a un proceso de generación de excedente de capital o a una tasa de rendimiento esperada, sino a un comportamiento enfocado a aprovechar los recursos disponibles en el presente para dar respuesta a sucesos futuros. De esta manera, una buena parte de los individuos empleados en el sector informal bien podrían ser catalogados como empresarios, no obstante, sería necesario acotar esta definición para no caer en el error de asignar dicho atributo a todos aquellos que optarían por un empleo en el sector informal como una estrategia de subsistencia11. La cuestión es saber qué unidades productivas han trascendido dicha condición y se encuentran en una situación de acumulación de capital y/o previsión de factores futuros utilizando sus recursos disponibles, para separarlas de aquellas que no lo han hecho, y poder tipologizar a la informalidad de acuerdo con situaciones de subsistencia vs. empresarialidad.
La presente investigación, más que tratar de conceptualizar en torno a qué se debe entender por lo uno o por lo otro, propone una forma de tipologizar a los informales, introduciendo algunas matices: En primer lugar, se asume como postulado que las personas que laboran de manera individual, sea como asalariadas o por cuenta propia, y no emplean mano de obra en su negocio, bien podrían estar actuando bajo una lógica de satisfacción de sus necesidades básicas primarias – es decir, de subsistencia - sin pretender obtener una tasa de rendimiento o contemplar acontecimientos futuros.
Por otra parte, al considerar dos tipos de empresarialidad dentro de la informalidad, tomando la variable tipo de mano de obra utilizada – remunerada o no – para diferenciar a los individuos, se esta asumiendo el supuesto de que si un trabajador por cuenta propia emplea a sus familiares o amigos en su negocio, aunque no los remunere, podría tener el elemento emprendedor del que habla Kirzner (1998) o considerarse como empresa familiar al estilo de Cortés y Cuellar (1990), dado que tiene que modificar su estrategia de sobrevivencia individual hacia una colectiva que maximicé la tasa de ganancia presente para cubrir las necesidades de los individuos que trabajan con él, y así poder mantener su negocio a futuro. No obstante, los datos serán los que corroboren qué tanto de empresarialidad existe en el sector informal para el caso de la Ciudad de México, o si es un mecanismo de salida para suplir las necesidades básicas de subsistencia en un contexto de precarización del mercado laboral formal.
11 Ello implicaría definir lo qué se entiende por subsistencia, para evitar que dicho atributo se aplique mecánicamente a todos los seres vivos que deben suplir sus necesidades básicas de alimentación, cobijo y vivienda, es decir, esta característica seria propia de todos las agentes del mercado, y se haría casi de manera mecánica mediante efectos de acción – reacción