La región del Noroeste Argentino (NOA) está compuesta por las provincias de Catamarca, Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero e históricamente La Rioja (aunque como se informó, desde fines de los ´80 y por razones políticas ésta se “incorporó” a la región cuyana). El Censo 2010 contabilizó para estas cinco provincias un total de 4.559.948 de habitantes, el 11,5% del país. Existe alta densidad poblacional cercana a los grandes centros urbanos de la región (San Miguel de Tucumás, Salta, San Salvador de Jujuy) donde pueden llegar a vivir 4.000 personas por km²; en las afueras de estas ciudades rápidamente disminuye la concentración y se llega a zonas de las provincias donde la densidad es de apenas un habitante por km², situación que puede explicarse por la diferencia en el desarrollo económico que ofrecen las ciudades respecto al interior más pobre.
Las actividades económicas son relativamente las más retrasadas de la Argentina, con un gran peso de la agricultura y dependencia del sector primario; el más difundido es el cultivo de la caña de azúcar, donde el NOA aporta el 90% de la producción nacional. Cítricos, tabaco, algodón, hortalizas y, en los últimos años, soja son los demás productos primarios en los que se basa gran parte de la economía de estas provincias. A su vez, la actividad turística también representa una importante fuente de ingresos, aunque no se vislumbre un desarrollo de infraestructura al respecto por tratarse de un turismo que busca conocer la vida tradicional de la región. Las industrias en general se encuentran limitadas al procesamiento de productos primarios, como por ejemplo la industria azucarera o la de cítricos. Por otra parte, también hay explotaciones mineras, con diferentes tipos de minerales así como la extracción de petróleo y gas.
La ciudad de San Miguel de Tucumán es actualmente el principal centro de servicios de la región, que funciona como una gran metrópoli de referencia no solo para su territorio sino para las provincias vecinas. Lo que hay que destacar es que a medida que han pasado las décadas, las facilidades para trasladarse entre ciudades han mejorado y eso ha ayudado a la integración de una de las regiones más retrasadas del país.
Con este panorama socioeconómico un tanto escéptico respecto a la posibilidad de ver un desarrollo interesante de actividades de base tecnológica se abocará aquí a detallar dos casos, que se encuentran entre los más recientes del país, pero es una demostración de que la coordinación público-privada y la iniciativa de fomentar emprendimientos de bajo costo de inicio (se necesitan computadoras y trabajadores calificados, pero no mucha mayor infraestructura) pueden llevarse a cabo en cualquier región más allá de la estructura económica que la configure.
Autor: Juan Ignacio Zaballa