Microeconomia

Elasticidad de Demanda

En una economía de mercado, los individuos deciden de acuerdo a sus preferencias qué bienes y servicios desean consumir en un determinado período de tiempo. Decimos entonces que los individuos demandan bienes y servicios. Si examinamos el mercado de un bien o servicio en particular, observaremos que existen un grupo de agentes económicos que demandan ese bien en un determinado período de tiempo, ésta es la demanda del mercado. Sobre la base de ciertos supuestos en las preferencias de los individuos, decimos que éstas pueden ser representadas mediante funciones matemáticas continuas que llamamos funciones de utilidad, de las cuales es posible derivar una función de demanda para un individuo en particular y, conociendo el grupo de individuos de indeterminado mercado, si las sumamos podemos obtener la demanda del mercado.


Ahora bien, esta función de demanda, tanto la demanda de los individuos como la del mercado de un bien o servicio particular (X), bajo los supuestos de la Teoría del Consumidor estudiada en los cursos de microeconomía, dependen del precio del bien en cuestión (Px), del precio de otros bienes relacionados sustitutos (Py) y complementarios (Pz) al consumo del bien bajo análisis, del ingreso monetario de los consumidores (M) y de otra gama de variables donde suelen incluirse los gustos de los consumidores. Nos queda entonces la función de demanda:

X = f (Px,Py,Pz,M) (1)

Donde se ha considerado como variables independientes por razones de simplicidad en la medición, sólo a los precios del propio bien y de los relacionados, junto con el nivel de presupuesto que el individuo cuenta para gastar. Nótese que sólo se ha considerado la existencia de un bien sustituto y uno complementario, pero el número de los mismos podría ser nulo o mayor que uno, depende de cuántos bienes relacionados posea el bien X.


Es de gran utilidad, para la microeconomía, el estudio de la sensibilidad de la demanda ante las variaciones que pueden producirse en cualquiera de las variables independientes. A ésta sensibilidad se le llama elasticidad de la demanda. Se debe tener en cuenta que bajo este análisis rige la cláusula ceteris paribus, así por ejemplo si hacemos variar Px, los demás precios, el ingreso, los gustos y las demás variables independientes permanecen constantes; y lo mismo sucede si hacemos variar cualquier otra variable independiente.

Elasticidad precio de la demanda

Mide la sensibilidad de la demanda de un bien (X) ante las variaciones en su precio (Px), es decir, es una medida de la respuesta relativa de la cantidad demandada ante cambios en el precio. Esta sensibilidad se calcula en porcentaje, con lo cual nos preguntamos en qué porcentaje varía la cantidad demandada del bien ante una variación en un punto porcentual del precio, resultando:


EDxPx = Δ%X / Δ%Px (2)

Que puede escribirse como:

EDxPx = (ΔX/X) / (ΔPx/Px)

= (ΔX/ΔPx).(Px/X) (3)

Debido a la “ley de la demanda”, que enuncia la existencia de una relación inversa entre la cantidad demandada de un bien y su propio precio, el cociente anterior resultará siempre negativo, por lo que es común expresar la elasticidad en valor absoluto e ignorando su signo.

Esta definición de la elasticidad nos conduce a una medida que es completamente independiente de las unidades en las cuales se expresen las cantidades y los precios, al ser un “número puro” ( Nótese que las unidades físicas y las monetarias se encuentran expresadas tanto en el numerador como en el denominador, por lo que en la ecuación estas unidades se simplifican.) facilita la comparación entre diversos bienes o del mismo bien en diferentes períodos y lugares.

Determinantes de la elasticidad precio

a)La existencia de bienes sustitutos: en la medida que exista un mayor número de bienes sustitutos, mayor será el valor del coeficiente de elasticidad, pues es de esperar que, por ejemplo, ante un aumento en el precio de un bien que presenta buenos sustitutos se produzca una importante disminución en su cantidad demandada dado que los individuos pueden fácilmente suplantar su consumo por otro u otros bienes que satisfacen una misma necesidad.

b)La importancia del bien en el presupuesto del consumidor: mientras mayor sea el porcentaje de gastos totales que un individuo dedica a un bien en particular, mayor será la elasticidad precio de la demanda de esa persona por ese bien. Pongamos por caso que si ocurre un aumento en el precio de un bien muy poco importante el individuo puede no sentir la necesidad de iniciar un proceso de búsqueda de precios, pues el encarecimiento de este bien no tiene impacto significativo en su canasta de consumo. Por el contrario, si el incremento de precio se da en un bien importante en el presupuesto, éste puede lapidar el remanente para la compra de los demás bienes, por lo que será necesario disminuir su consumo buscando sustitutos con precios menores.

c)El tiempo para realizar ajustes: cuanto más tiempo persista cualquier cambio en el precio de un bien, mayor será la elasticidad precio de su demanda. Pues más tiempo tendrán los consumidores para enterarse del cambio en el precio y será más viable para los individuos ajustar sus patrones de consumo.

Cálculo de la elasticidad precio

Elasticidad puntual: si la demanda es una función continua el cálculo se da en la ecuación (3), y asumiendo que las variaciones son infinitesimales, nos encontramos midiendo el cociente en el entorno cercano de un punto de la función de demanda, con lo que resulta el primer factor del segundo miembro igual a la derivada de la función de demanda con respecto su precio:

EDxPx = ðX/ðPx . Px/X

Esta derivada es parcial ya que hemos definido a la demanda del bien X como una función de su precio, del precio de los bienes relacionados y del ingreso. Y, obviamente, estamos suponiendo una función diferenciable.

Elasticidad arco: si en lugar de medir la elasticidad en un punto de la demanda, lo hacemos sobre un rango específico de precios, es decir sobre un arco, obtenemos una definición de elasticidad precio que nos permite hacer una aproximación numérica. En este caso no basta medir el cociente de las variaciones porcentuales en cantidades y precios como en la ecuación (3), pues el resultado dependerá de si medimos incrementos o disminuciones en el precio. Es decir, si queremos medir la elasticidad entre los precios Px1 y Px2 , los cuales determinan cantidades demandadas X1 y X2 , el resultado dependerá si en el lugar del segundo factor del segundo miembro utilizamos el cociente Px1/X1 o Px2/X2. Por lo que el problema se resuelve tomando un promedio de los precios y de las cantidades:

Donde el resultado final se obtiene simplificando el término ½ del numerador y el denominador.

Gráficamente podemos observar que esta forma particular de medir el cociente significa tomar un punto medio entre los cuales deseamos medir la elasticidad (A y B).

Cálculo geométrico: es posible obtener una derivación geométrica equivalente de la elasticidad precio de la demanda en un punto a través de la fórmula del eje horizontal o a través de la fórmula del eje vertical.

Si observamos la primera parte de la ecuación (3) ésta es igual a la inversa de la pendiente de una curva de demanda ΔX/ΔPx (Recordemos que al graficar una curva de demanda, normalmente en economía ubicamos el precio del bien en el eje vertical en el lugar de la variable dependiente y la cantidad en el lugar de la variable independiente, es decir, en el eje horizontal.) mientras que la segunda parte está formada por los valores de P y X que son valores conocidos ubicados en el punto E de la gráfica siguiente en el cual intentamos medir la elasticidad.

Geométricamente la pendiente de la curva lineal AB en el punto E es igual al cociente:

ΔP/ΔX = CE/CB (6)

El precio es igual a la distancia vertical CE y la cantidad igual a la distancia 0C, con lo cual:

εDxPx = (ΔX/ΔPx) . (Px/X) = CB/CE . CE/0C = CB/0C (7)

Es la fórmula de la elasticidad calculada para el eje horizontal. Una fórmula similar para calcular el coeficiente puede derivarse relacionando la razón de las dos distancias desde el eje vertical. La razón ΔX/ΔPx es equivalente al cociente DA/DE , además el precio es igual a 0D y la cantidad se expresa por la distancia DE, por consiguiente la fórmula (3) se convierte en:

εDxPx = ΔX/ΔPx) . (Px/X) = DE/DA 0D/DE = 0D/DA (8)

La elasticidad precio en las curvas de demanda lineales

Esta última forma de cálculo es posible utilizar para demostrar que la elasticidad precio varía a lo largo de una curva de demanda rectilínea, si graficamos esta demanda que va desde el punto A hasta el B y suponemos que existe un precio Px1 que se encuentra a mitad de camino en el segmento OA, el cociente de elasticidad medido por el eje vertical a partir de la ecuación (8), resultaría:

εDxPx = (ΔX/ΔPx) . (Px/X) = 0Px1 / Px1A

En el cual el numerador es exactamente igual al denominador, por lo tanto le elasticidad resulta unitaria en valor absoluto en el punto medio de la curva de demanda.

Para cualquier precio mayor a Px1, el numerador del cociente sería mayor al denominador, obteniendo como resultado una elasticidad mayor a la unidad, por lo que el tramo superior de la demanda que va desde A hasta el punto E es el tramo elástico de la misma. Por el contrario, para precios menores a Px1, el cociente se mostrará menor a la unidad determinando el tramo inelástico en la parte inferior de la demanda que se extiende desde el punto medio E hasta el extremo B.

Los límites para la elasticidad se dan en el punto A (ordenada al origen) donde la cantidad es nula, por lo que reemplazando en la ecuación (3) el resultado será en términos absolutos. Del otro extremo, en el punto B (abscisa al origen), como el precio es nulo, de la ecuación (3) se extrae que el resultado para el cociente de elasticidad es cero.

Es posible también con este método comparar las elasticidades de dos demandas lineales, para ello a continuación se grafican dos de éstas, y si se preguntara cuál es más elástica, la intuición de la mayoría se inclinaría a decir que A’B’, porque esta curva es “más horizontal” entonces luce más sensible ante las variaciones en los precios, sin embargo esta respuesta es equivocada.

Consideremos un precio particular indicado por el punto D, siguiendo la ecuación (8) para el cálculo de la elasticidad a través del eje vertical, la elasticidad de la demanda AB es igual a OD/DA y el cociente para la demanda A’B’ es OD/DA' cuyo denominador es mayor al anterior entonces el cociente es menor. Este resultado obtendríamos cualquiera sea el precio que tomemos para el rango 0A. Conclusión: la demanda AB es más elástica. Y siempre la demanda con menor ordenada al origen, resultará más elástica sin importar cuál es la pendiente de dicha función. Nótese incluso que si tomáramos dos funciones con pendientes disímiles pero con la misma ordenada al origen, cualquiera sea el precio que analicemos, siguiendo el método anterior los cocientes de elasticidad precio ascenderán a un mismo nivel.

Elasticidad cruzada de la demanda

Mide la sensibilidad de la demanda de un bien (X) ante las variaciones en el precio de otro bien relacionado (Py). Como en toda elasticidad la sensibilidad se calcula en porcentaje, es decir en qué porcentaje varía la cantidad demandada del bien ante una variación en un punto porcentual del precio del bien relacionado, nos queda:

εDxPy = (Δ%X/Δ%Py) (9)

Que puede escribirse como:

εDxPy = (ΔX/X) / (ΔPy/Py) = (ΔX/ΔPy).(Py/X) (10)

En este caso también es posible diferenciar entre la elasticidad puntual donde la demanda es una función continua el cálculo se da en la ecuación (10), y asumiendo que las variaciones son infinitesimales, nos encontramos midiendo el cociente en el entorno cercano de un punto de la función de demanda, con lo que resulta el primer factor del segundo miembro igual a la derivada de la función de demanda con respecto al precio del bien relacionado:

εDxPy = ρX/ρPy . Py/X (11)

Y la elasticidad arco donde se mide la elasticidad sobre un rango específico de precios del bien relacionado, que nos permite hacer una aproximación numérica. En este caso el cociente se resuelve tomando un promedio de los precios y de las cantidades:

La elasticidad cruzada de la demanda permite analizar la relación que existe entre distintos bienes. De este modo, tenemos que los bienes pueden ser:

  1. Sustitutos: son aquellos bienes que tienen un grado de capacidad para satisfacer la misma necesidad, como el té y el café o dos marcas de dentífricos. La elasticidad cruzada de los bienes sustitutos es positiva, porque cuando sube el precio de uno (signo +) , el consumidor va a reemplazar el mismo con un sustituto (signo +).
  2. Sustitutos Perfectos: son aquellos bienes que son percibidos como capaces de satisfacer la misma necesidad del mismo modo, como dos billetes de Euro de la misma denominación, o la electricidad proveniente de una central o de otra. El consumidor comprará el bien sustituto perfecto que tenga el precio mas bajo. La elasticidad cruzada de los bienes sustitutos perfectos puede ser cero o tender a infinito:

    • Si aumenta el precio del bien mas caro, o la disminución en su precio es pequeña, la elasticidad cruzada es cero.
    • Si aumenta el precio del bien mas barato, pero su aumento es pequeño, la elasticidad cruzada también es cero.
    • Si el cambio en el precio relativo es tal que el consumidor deja de consumir un bien para asignar todo su presupuesto al otro bien, la elasticidad cruzada tiende a infinito.

  3. Complementarios: la elasticidad cruzada es negativa: Los bienes complementarios son aquellos que se suelen consumir en conjunto. Cuando aumenta el precio de un bien complementario (signo +), la demanda del mismo disminuye, como así también lo hace la demanda del bien complementario (signo -)
  4. No relacionados directamente: cuando los bienes no están relacionados y la proporción del gasto en términos del gasto total es pequeña, la elasticidad cruzada es cero.

Elasticidad ingreso de la demanda

Mide la sensibilidad de la demanda de un bien (X) ante las variaciones en el ingreso del consumidor (M). En este caso se calcula en qué porcentaje varía la cantidad demandada del bien ante una variación en un punto porcentual del presupuesto del consumidor:

εDxM = (Δ%X/Δ%M) (13)

Que puede escribirse como:

εDxM = (ΔX/X)/(ΔM/M) = (ΔX/ΔM).(M/X) (14)

Nuevamente podemos diferenciar entre la elasticidad puntual donde la demanda es una función continua el cálculo se da en la ecuación (14), y suponiendo variaciones infinitesimales, nos encontramos midiendo el cociente en el entorno cercano de un punto de la función de demanda, con lo que resulta el primer factor del segundo miembro igual a la derivada de la función de demanda con respecto al ingreso monetario:

εDxM = ρX/ρM . M/X (15)

Y la elasticidad arco donde se mide la elasticidad sobre un rango específico de los niveles de ingreso del consumidor, lo cual es una aproximación numérica. Ahora tomando un promedio de los niveles de ingreso y de las cantidades:

Es posible clasificar los bienes de acuerdo a su elasticidad ingreso en bienes inferiores, que muestra una relación inversa entre las variaciones en el ingreso del consumidor y la cantidad demandada del bien, con lo que el cociente de elasticidad ingreso resulta negativo. Similarmente, sabemos que en el caso de un bien normal la relación entre ingreso y cantidad demandada es positiva, por lo que es claro que la elasticidad ingreso será mayor a cero.

Dentro de los bienes normales existe la distinción entre los que son básicos o de primera necesidad donde, si bien la cantidad comprada se incrementa juntamente cuando lo hace el ingreso, dicho aumento en la cantidad se realiza a tasas decrecientes, lo que significa que el aumento porcentual resultante en la cantidad demandada es menor al aumento porcentual ocurrido en el ingreso, por tanto el cociente de elasticidad expresado por la ecuación (13) resultará inferior a la unidad, pues el numerador es menor que el denominador; y los que son de lujo donde el aumento en la cantidad se realiza a tasas decrecientes, es decir el aumento porcentual resultante en la cantidad demandada es mayor al aumento porcentual ocurrido en el ingreso, en este caso el cociente de elasticidad expresado por la ecuación (13) resulta superior a la unidad porque el numerador es mayor que el denominador.

Referencias

Miller, R; Meyners, R (1997) “Microeconomía.” 3º Edición. Mc Graw Hill. México.

©www.zonaeconomica.com

Autor: Pablo Díaz Almada - 2009

Economías de Escala

Autor: Lic. Pablo Díaz Almada - Junio 2009


Una firma, al aumentar su producción (Q) en el largo plazo, debe incrementar la contratación de factores los cuales son todos variables (recordemos que en corto plazo hay factores que son variables y otros fijos). Decimos que la firma incrementa el tamaño de su planta y, al hacerlo se hace necesario incurrir en un presupuesto más elevado. Esto es, el costo total en el largo plazo (CTLP) se incrementa. Cuando se producen las economías de escala los incrementos necesarios en los CTLP se producen en un porcentaje inferior al aumento dado a la producción del bien o servicio final (Q). Tenemos entonces:

Δ%Q > Δ%CTLP

Los incrementos porcentuales pueden ser expresados de la forma:


ΔQ/Q > ΔCTLP/CTLP

Operando convenientemente:

CTLP /Q > ΔCTLP/ ΔQ


Con lo que nos queda de un lado de la desigualdad el costo medio o unitario de largo plazo (CMeLP) y el costo marginal de largo plazo (CMgLP) en el segundo miembro:

CMeLP > CMgLP

Graficando una situación típica para los costos unitarios en el largo plazo y llamando Q* al nivel de planta óptimo (es decir, aquel que minimiza el CMeLP, situación en la cual CMeLP = CMgLP):

El comportamiento del CMe es en forma decreciente cuando el CMg es menor, por lo que podemos decir que las economías de escala se corresponden con un CMeLP decreciente. Podemos definir de esta manera que:

“Las economías de escala representan una disminución en los costos unitarios a medida que se expande la producción en el largo plazo.”

Es decir que las economías de escala están presentes para todos los niveles de planta inferiores a la óptima (Q*) y, de forma inversa podríamos definir las llamadas deseconomías de escala: éstas representan un aumento en los costos unitarios a medida que se expande la producción en el largo plazo y se encuentran comprendidas para los niveles de planta superiores a la óptima.

Cabe mencionar que las economías de escala no deben confundirse con los rendimientos a escala, éstos definen una relación únicamente tecnológica entre el crecimiento en la contratación de factores y la variación correspondiente en el nivel de producto en el largo plazo, claramente influyen en las economías de escala pero éstas definen una relación económica entre la variación en la producción y su correspondiente variación en el presupuesto de largo plazo. Si los precios de los factores los suponemos fijos, rendimientos a escala crecientes determinarán economías de escala y rendimientos a escala decrecientes, deseconomías de escala; pero si los precios de factores pueden variar, las economías de escala podrían surgir por rendimientos a escala crecientes o bien como consecuencia de una caída en los precios de factores.

Autor: Lic. Pablo Díaz Almada - Junio 2009


Economías de Escala

Economías de Escala Internas y Economías de Escala Externas

Las economías de escala se pueden clasificar en economías de escala internas y economías de escala externas.

Economías de Escala Internas

(Economías de escala propiamente dichas). Las economías de escala tienen su origen en el interior de la firma y se producen cuando aumenta la utilización de todos los factores de producción.

Economías de Escala Externas

Se producen fuera de la firma, en la industria. Las economías de escala externas también se conocen como externalidades positivas. Desde el punto de vista gráfico consisten en un desplazamiento de la curva de costes hacia abajo.

Los ejemplos de economías de escala externas se dan cuando la mayor cantidad de producción del mercado tiene un efecto positivo en todas las firmas que participan en esa industria. Por ejemplo, si al aumentar el número de fabricas de automotores en una ciudad disminuyen los costos de fabricación de automotores para cada una de las firmas, debido a que logran una mejora en la infraestructura de la ciudad y en la educación de los trabajadores. También se puede presentar el caso de que los proveedores de autopartes logren economías de escala (internas) debido a la mayor producción de automotores de la ciudad.

Ejemplos de economías externas de escala son la industria de semiconductores en Sillicon Valley o la banca de inversión en Nueva York.

Las economías de escala internas tienden a configuraciones de mercado menos competitivas (un gran productor monopólico o pocos productores grandes) y las economías de escala externas tienden a configuraciones de mercado mas competitivas (muchos productores pequeños)

Autor: Federico Anzil

Costo Marginal

El costo marginal es la variación en el costo total, ante el aumento de una unidad en la cantidad producida, es decir, es el costo de producir una unidad adicional.


Matemáticamente se expresa como la derivada parcial del costo total respecto a la cantidad:

Costo Marginal = ∂Costo Total / ∂Cantidad

CMg = ∂CT / ∂Q



El costo marginal es un concepto fundamental en la teoría microeconómica, debido a que se utiliza para determinar la cantidad de producción de las empresas y los precios de los productos.

El costo marginal depende de la tecnología utilizada en la producción y de los precios de los insumos y los factores de producción.


Siguiendo la teoría neoclásica, el gráfico del costo marginal en el corto plazo tiene forma de U debido a que para pocas unidades producidas se tiene mucho capital (insumos fijos) y pocos trabajadores (insumos variables), por lo que los primeros trabajadores aumentan mucho la producción debido a que tienen mucho capital disponible. A medida que se van agregando trabajadores, la producción sigue aumentando pero cada vez menos, porque el capital se mantiene fijo. Llegará un punto en que el aumento de la cantidad producida por los trabajadores adicionales sea tan bajo que el costo total aumentará proporcionalmente mas que la cantidad producida, por lo que el costo marginal comenzará a elevarse. A partir de este punto, el costo medio de producción aumentará a medida que se agreguen trabajadores a la empresa, por ejemplo debido a que los insumos fijos por trabajador serán menores, por ejemplo maquinaria, herramientas, espacio físico, computadoras, etc.. Este es el principio de los rendimientos físicos marginales decrecientes. En un extremo puede suceder que trabajadores adicionales no añadan nada al producto, por ejemplo porque no tienen ninguna herramienta para trabajar.

En términos matemáticos, la función de producción relaciona el output con los inputs o factores de producción. En el corto plazo hay ciertos factores fijos. Introduciendo el precio de los factores se puede obtener el costo total en función de la cantidad producida. Derivando el costo total respecto a la cantidad se obtiene el costo marginal.

Ejemplo numérico y gráfico: En este ejemplo vamos a ver como se relaciona el costo total con el costo medio y el costo marginal.

q K L costo fijo costo variable costo total costo marginal costo medio PmgL
0 100 0 100 0 100
10 100 17 100 170 270 17.00 27.00 0.59
20 100 28 100 280 380 11.00 19.00 0.91
30 100 35 100 350 450 7.00 15.00 1.43
40 100 40 100 400 500 5.00 12.50 2.00
50 100 45 100 450 550 5.00 11.00 2.00
60 100 52 100 520 620 7.00 10.33 1.43
70 100 63 100 630 730 11.00 10.43 0.91
80 100 80 100 800 900 17.00 11.25 0.59
90 100 105 100 1050 1150 25.00 12.78 0.40
100 100 140 100 1400 1500 35.00 15.00 0.29

En las columnas vemos (por orden):

- la cantidad total producida Q

- la cantidad de capital K

- la cantidad de trabajadores L

- el costo fijo: se supone que el capital representa el costo fijo CF=K*r (r=1)

- el costo variable: CV=L*w se utiliza un nivel de salario de 10

- el costo total: es igual al costo fijo mas el costo variable CT=CF+CV

- el costo marginal Cmg = ΔCT / ΔQ

- el costo medio: es el costo total divido la cantidad total producida Cme = CT/Q

- el producto marginal de cada trabajador PmgL = ΔQ / ΔL)

Gráfico 1

Costo Marginal y Costo Medio



Gráfico 2

Costos Fijos, Costos Variables y Costos Totales

En el gráfico 1 vemos que el costo marginal es decreciente hasta cierto punto para luego comenzar a elevarse, mientras que el costo medio sucede lo mismo pero el costo medio es mas elevado que el costo marginal para las primeras unidades, interceptando a este en su punto mínimo para luego ascender pero por debajo del costo marginal.

En el gráfico 2 se observa que la diferencia entre el costo total y el costo variables es el costo fijo, que es constante e igual a 100. El costo total y el variable son siempre crecientes, pero para las primeras unidades crecen a tasas cada vez menores para luego llegar a un punto de inflexión, a partir del cual crecen a tasas cada vez mayores.

Veamos ahora el Gráfico 3. La pendiente de cualquier función es igual a la variación vertical dividido la variación horizontal. En el caso de la curva de costo total, en el eje vertical se representa el costo total y en el eje horizontal la cantidad producida, por lo que la pendiente del costo total es el costo margina. Si vemos conjuntamente ambos gráficos, nos damos cuenta que a medida que el costo total (abajo) se hace menos "empinado", el costo marginal arriba va disminuyendo. Cuando llegamos a cierta cantidad vemos que la pendiente del costo total comienza a aumentar, lo que se ve reflejado en el gráfico de arriba por un aumento del costo marginal.

Si dividimos la altura del costo total, por su distancia hasta el eje y, obtendremos el costo total dividido la cantidad, es decir, el costo medio. Si dibujamos un rayo desde el origen (punto 0,0) hasta algún punto del costo total, la pendiente de ese rayo es la altura del punto divida la distancia al eje y, es decir, la pendiente del rayo es el costo medio. Como vimos antes, el costo marginal es la pendiente de la curva de costo total, es decir, la tangente de la curva en ese punto. Entonces tenemos que la pendiente del rayo es el costo medio, y la pendiente de la tangente es el costo marginal.

Vemos que en el punto B, la pendiente del rayo es la mínima, y en este punto la pendiente del rayo es igual a la pendiente de la tangente. Es decir, es el mínimo del costo medio, y en ese punto el costo medio es igual al costo marginal. En el ejemplo de arriba, esto se da alrededor de las 65 unidades (ver gráfico 1).

Adicionalmente, podemos ver que cuando el costo medio está decreciendo, el costo marginal es inferior al costo medio, mientras que cuando el costo medio está aumentando, el costo marginal es mayor al costo medio.

Autor:

Federico Anzil - Economista

Función de Producción

En microeconomía, la función de producción es la relación existente entre los factores o insumos utilizados en un proceso productivo (inputs), y el producto obtenido (outputs), dada una cierta tecnología. La función de producción asocia a cada conjunto de insumos (servicios de los factores por período) el máximo nivel de producción por período alcanzable de acuerdo a las posibilidades técnicas.


¿Qué significa producción?

La producción se puede definir como cualquier utilización de recursos que permita transformar uno o mas bienes en otro(s) diferente(s). Los bienes pueden ser diferentes en términos de ciertas características físicas de los mismos, de su ubicación geográfica o de su ubicación temporal. Por ejemplo, es producción trasformar leche en queso (distintas características físicas), pero también es producción transportar queso desde Francia hasta Estados Unidos (distinta ubicación geográfica), y también es producción en el sentido amplio que le estamos dando en este artículo, mantener ese queso francés desde el mes de enero hasta el mes de marzo (distinta ubicación temporal).

La producción incluye tanto a bienes como servicios, el término "bien" se refiere a ambos.


La producción es una variable flujo, que está medida en relación a un período de tiempo determinado. Así, se debe referir a la producción haciendo referencia a una medida del periodo; por ejemplo, la producción de kilos de queso por año. También, al analizar la función de producción del lado de los insumos, se habla en términos de flujo. Por ejemplo si nos referimos al trabajo, se hace referencia a cierta cantidad de horas de trabajo (no a la cantidad de hombres), el capital se puede medir en horas de servicio de la maquinaria (no en cantidad de máquinas) y la tierra puede medir en hectáreas por año (no en cantidad de hectáreas).

Insumos en la Función de Producción

Usualmente se agrupa a los insumos en capital y trabajo. Estos son sólo categorías creadas para simplificar en análisis, pueden agrupar a un gran número de insumos con características diferentes, por ejemplo, el trabajo puede agrupar a mano de obra calificada junto con mano de obra no calificada. Sin embargo, para ciertos análisis puede ser conveniente disgregar entre otras categorías de insumos: el trabajo se puede dividir en mano de obra calificada, no calificada, personal contable, personal administrativo, etc.; y el capital se puede dividir en distinto tipo de maquinaria, construcciones, mobiliario, capital humano, activos intangibles, etc..


Adicionalmente, se pueden utilizar otros criterios para agrupar los insumos de producción; por ejemplo se pueden dividir entre insumos fijos e insumos variables: los insumos fijos no pueden ser modificados en el corto plazo, los variables sí. ¿Qué es el corto y el largo plazo? En el largo plazo todos los insumos de la función de producción son variables, mientras que en el corto plazo hay insumos que no se pueden modificar, por ejemplo, una fábrica de autopartes no puede cambiar su maquinaria entre un mes y otro, o una petrolera no puede instalar un nuevo pozo sino luego de un cierto período de tiempo.

Función de Producción

La función de producción es la relación entre el producto físico y los insumos físicos. Esta relación establece la máxima cantidad de producto que puede obtenerse con cada combinación posible de insumos, dada una tecnología o técnicas de producción. Esta relación es usualmente expresada mediante una fórmula matemática.

Mas formalmente, la función de producción se define como la envolvente del conjunto posible de combinaciones de insumos técnicamente eficientes.

Si se agrupan los insumos en capital y trabajo, la función de producción se describe por la ecuación:

Q = f (K,L)

donde:

  • Q es la cantidad de producción por período de tiempo
  • K es el flujo de servicios del stock capital por período de tiempo
  • L es el flujo de servicios de los trabajadores por período de tiempo

Es importante darse cuenta que la función de producción expresa sólo relaciones físicas entre los insumos y el producto, no indica sobre los precios de los insumos o productos.

Varios productos

Aunque usualmente se supone que el producto es uno solo, y esta situación se presenta usualmente en la realidad, nada impide que pueda existir una situación con varios productos (outputs).

Expresado en fórmula matemática:

Q1, Q2, Q3, ... , Qn = f (I1, I2, I3, ... , In )

Donde P1...Pn son los productos obtenidos por un proceso productivo, e I1...In son los insumos utilizados en la producción. La relación entre el vector de insumos y el vector de productos estará determinada por la función de producción.

Usualmente se supone que el producto obtenido es uno solo, en este caso la relación se puede expresar como:

Q = f (I1, I2, ... , In)

Bibliografía:

Fernández de Castro, F. y Tugores, J. (1997) "Microeconomía"

Miller, R. y Meiners, R. (1990) "Microeconomía"

Elasticidad Precio

La demanda de un bien determinado es explicada normalmente por una función que incluye una serie de variables escogidas por el investigador. Entre las variables más resaltantes tenemos el precio del bien en estudio, el precio de un bien relacionado pudiendo ser un bien complementario o sustituto, el ingreso real de los consumidores, la cantidad de consumidores y otras variables dependiendo de la información disponible.


Si se cuenta con una función de demanda del siguiente tipo:

Qx = -a.Px + b.Py - cPz + dI





que es una ecuación lineal, podemos observar que los coeficientes nos dan la información de la sensibilidad de variaciones del consumo cuando varía la variable independiente, asumiendo que el resto de variables se mantienen constantes, supuesto conocido como el “ceteris paribus”.

En el caso del precio del bien “X”, un aumento en una unidad monetaria del precio de este bien ocasionaría una caída en el consumo del bien “X” en una cantidad igual al valor del coeficiente “a”. El esquema de análisis es el siguiente:

Variación en el precio de X (unidades monetarias) ⇒ Variación en el consumo de X (cantidades)



En el esquema anterior se observa que la variación de las variables son en diferentes unidades de medida. El precio estará en nuevos soles y el consumo estará en cantidades físicas del bien “X”. Es importante resaltar que esta relación de variaciones se daría siempre y cuando el resto de variables no sufran variaciones, de acuerdo al supuesto del ceteris paribus.

Supongamos que el precio del bien “X” disminuye en S/. 2.00 de un precio promedio de S/. 20.00; y como resultado de esta disminución, el consumo aumentaría en 100 unidades, en un periodo de tiempo, y el resto de variables se mantengan constantes. ¿Qué información nos darían estos cambios? Vemos que estamos comparando nuevos soles con cantidades del bien “X”, lo que realmente resulta poco ventajoso, pues no se puede interpretar por las diferencias de las unidades de medida, pues surgen las siguientes preguntas: ¿en que medida han disminuido el precio y ha aumentado el consumo?, ¿cómo sabemos si 100 unidades es considerable respecto a la caída del precio?

En tal sentido se hace necesario efectuar la comparación entre cambios relativos, es decir, entre cambios porcentuales, así tendríamos el siguiente esquema:

Variación en el precio de X ⇒ Variación en el consumo de X

Este esquema se representa por un ratio al que denominamos “el coeficiente de la elasticidad precio de la demanda”, porque relaciona variaciones porcentuales del precio y del consumo. Cabe destacar que este ratio será de signo negativo porque los cambios en los valores porcentuales de las variables en estudio están en sentido opuesto debido a la ley de la demanda.

Definimos este coeficiente con la letra "η"

de la siguiente manera:

η = variación_%_consumo / variación_%_precio = (ΔQ/Q) / (ΔP/P) = ΔQ/ΔP . P/Q

Este ratio nos da la información de los cambios relativos de ambas variables asumiendo que la variable dependiente es la variación porcentual del consumo y la variable independiente es la variación porcentual del precio y teniendo en cuenta que el resto de variables de la función de la demanda se mantienen constantes (ceteris paribus).

Si los cambios en el precio son infinitamente pequeños, en lugar de incrementos tendríamos diferenciales parciales:

η = (∂Q/Q) / (∂P/P) = ∂Q/∂P . P/Q

Esta última forma de la elasticidad precio la podemos relacionar con una función lineal de la demanda.

Si tenemos la misma ecuación planteada anteriormente:

Qx = -aPx + bPy - cPz + dI

Si derivamos respecto al precio del bien “X”, tenemos que:

∂Q/∂Px = -a

asumiendo que el resto de variables se mantienen constantes. El coeficiente “a” tiene un signo negativo por la ley de la demanda, y nos da la sensibilidad de cambios en el consumo ante variaciones del precio del bien “X” ceteris paribus.

Reemplazando en la ecuación de la elasticidad precio, tenemos:

η = -a (P/Q)

Luego, para estimar la elasticidad precio se requerirá el valor del precio y el consumo, los mismo que sería datos del mercado.

Conociendo la función lineal de la demanda, es posible estimar la elasticidad precio. Si observamos esta ecuación, para diferentes valores del precio, existirá un consumo determinado, lo que ocasiona que para cada valor de precio y consumo de una función de demanda, tendremos diferentes valores del coeficiente de la elasticidad precio. En otras palabras, a lo largo de la curva de la demanda, ceteris paribus, tendremos diferentes valores del coeficiente de la elasticidad precio. Entonces, la pregunta que podemos efectuarnos es ¿cómo sabremos la elasticidad si ésta varía para diferentes precios?. La respuesta es la siguiente: “Si bien es cierto que teóricamente una función de la demanda lineal tendrá diferentes valores del coeficiente de la elasticidad precio de la demanda, el precio del bien lo define el mercado, y por tanto también la elasticidad precio. En una economía estable, los precios no tienen cambios bruscos, pero si se da el caso que el precio varía de manera considerable, entonces la elasticidad precio también sufrirá una modificación en su coeficiente”

En el caso que no se tenga la función lineal de la demanda y solamente se tengan datos de variaciones en el precio y en el consumo, y asumiendo que el resto de variables se mantienen constantes, entonces, el coeficiente de la elasticidad precio será calculado con la siguiente fórmula, que es denominada “la elasticidad arco de la demanda respecto al precio”:

/

Esta ecuación, a diferencia de la ecuación anterior, utiliza la semisuma de los valores del precio y del consumo. Asimismo es utilizada si no se cuenta con la función de la demanda y si las variaciones del precio no son pequeñas. Es importante resaltar que si se estima la elasticidad precio habiendo efectuado la variación del precio del punto “1” al punto “2” de la figura Nº 1, el valor del coeficiente de la elasticidad precio será diferente a si se considera que el cambio se ha dado desde el punto “2” al punto “1”. Esta diferencia en el valor del coeficiente de la elasticidad precio se da porque los valores que se toman en la ecuación serán diferentes dependiendo que si el precio aumenta o disminuye, porque si el precio aumenta, entonces se toma como punto de partida el precio inferior, y si el precio disminuye, se tomará el mayor. Por esta razón, y con la idea de eliminar esta distorsión, en vez de utilizar un valor del precio y del consumo, se utiliza el valor medio del precio y del consumo. La elasticidad precio que se obtiene sería así un promedio en un arco de la recta de la demanda. En otras palabras, la elasticidad precio que se obtiene es para todo el arco conformado entre el precio inicial y el final.

Tipos de elasticidad precio de la demanda

El coeficiente de la elasticidad precio de la demanda varía en los diferentes puntos de la curva de la demanda tal como se señalara anteriormente.

Existen tres tipo de elasticidad precio de la demanda: la primera cuando el coeficiente, sin considerar el signo o en valor absoluto, es mayor que la unidad; en este caso se dice que la demanda es elástica; el segundo tipo de coeficiente, en valor absoluto, es cuando es menor que la unidad; en este caso, la demanda es inelástica, y el tercer caso es cuando el coeficiente en valor absoluto es igual a la unidad, y se dice que la demanda tiene una elasticidad precio unitaria.

Dependiendo del valor de este coeficiente, cualquier variación del valor del precio del bien en estudio, causará variaciones en el ingreso total1 (ingreso por ventas) toda vez que la variación en el precio creará un efecto al que denominaremos de aquí en adelante “el efecto precio”, que en el caso de una disminución, sería una pérdida unitaria (de cada uno de los bienes que se venían vendiendo al precio inicial); y el segundo efecto sería, “el efecto consumo”, que consiste en que el consumo aumenta o disminuye y representa un aumento o disminución del ingreso total dado el nuevo precio.

Si analizamos la figura Nº 1, existen dos zonas, la I y la II. En la zona I la demanda es elástica y en la zona II, la demanda es inelástica. La demanda es elástica porque el coeficiente de la elasticidad precio es mayor que la unidad en valor absoluto; cuando la demanda es inelástica el coeficiente es menor que la unidad, en valor absoluto, y cuando el coeficiente es igual que la unidad, en valor absoluto, según la figura, es el caso del punto que divide a la curva de la demanda en dos partes de igual longitud. En la zona I la demanda es elástica y en la zona II, la demanda es inelástica.

Es importante analizar la relación que existe entre las variaciones en el precio y como influye en el valor del ingreso total dependiendo si el cambio del precio corresponde a la zona I o a la zona II. En tal sentido es importante conocer si el coeficiente de la elasticidad precio de la demanda es igual, mayor o menor que la unidad, en valor absoluto.

A continuación veamos porque la demanda es elástica o inelástica dependiendo de la zona.

Autor: O. Jack Ocrospoma Huerta

La Función de Utilidad

La teoría del consumidor define la función de utilidad de la siguiente manera:

U = f (X1, X2, X3 , ... , Xn) (1.1)



Donde “U” es el nivel de la utilidad y “Xi” son los bienes y/o servicios que consume una determinada persona.

En la figura Nº 1.1, donde el eje vertical es la utilidad total y el eje horizontal, las cantidades del bien “X”, se analiza como evoluciona la utilidad a medida que aumenta el consumo del bien “X”.



Las características más resaltantes de esta curva son las siguientes:

a) La utilidad se incrementa pero de manera decreciente, lo que significa que es cóncava hacia abajo, por tanto tendrá un valor máximo y a partir de éste la utilidad disminuirá.

b) Si aumenta el consumo de “X”, la satisfacción total crece; sin embargo las variaciones pequeñas en la utilidad cada vez son menores.

c) Si se divide el eje horizontal en cantidades iguales y las proyectamos verticalmente, los cambios en la utilidad (U), cada vez se harán menores hasta hacerse cero.

d) Si hacemos que los cambios en el consumo del bien “X” sean infinitamente pequeños, tendremos una curva continua que aumenta de manera decreciente, lo que significa que la utilidad marginal disminuye a medida que aumenta el consumo de “X”.

Autor: O. Jack Ocrospoma Huerta

La Teoría de la Utilidad y de la Demanda del Consumidor

La utilidad es el nivel de la satisfacción de las necesidades cuando se consumen bienes y servicios. Todas las personas cuando consumen bienes y servicios satisfacen sus necesidades. La teoría del consumidor define el nivel de la satisfacción de las necesidades como la “utilidad”. Esta palabra tiene realmente muchos significado como por ejemplo la utilidad que obtiene una empresa en su gestión propia. En la teoría del consumidor la utilidad es una medida abstracta para medir de manera cualitativa el nivel de la satisfacción de las necesidades. Sin embargo, no es posible tener una medida exacta de la utilidad así como se mide la distancia, o el calor.


La teoría del consumidor nos brinda muchas alternativas de cómo se comportaría un consumidor representativo y como variaría su utilidad cuando se presentan variaciones en los precios relativos, ingreso real, gustos y preferencias, entre muchas variables que serán desarrolladas en el presente documento. Esta teoría no nos da respuestas exactas del comportamiento de las personas antes variaciones en los precios, pero si es una guía para la comprensión de cómo reaccionaría un grupo de consumidores y sobretodo como se vería afectada su utilidad. En tal sentido, la teoría del consumidor nos dará respuestas tales como: “el consumidor estará mejor o peor”, “aumentará o disminuirá el consumo ante cambios en los precios relativos o el ingreso real”, “el consumidor valora más un bien que el otro”

Autor: O. Jack Ocrospoma Huerta



Esparta y Macondo

Jaime Barcón

Universidad Central de Venezuela

jbarcon@gmail.com


El legislador Licurgo, según nos relata Plutarco, repartió tierras entre los ciudadanos de Esparta de forma tal, que la calidad compensaba con la superficie, quedando todos igualmente satisfechos. Aureliano Buendía, según nos cuenta Gabriel García Márquez en sus “Cien Años de Soledad”, diseñó el legendario Macondo de tal forma que todas las casas, en “calles trazadas con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor”, quedasen a la misma distancia del río. Pero, ¿cómo se puede determinar la calidad y cómo se compensa con la superficie de los terrenos?, ¿cómo hacer si la calle es perpendicular al río?

De la histórica Esparta al legendario Macondo mucha agua ha pasado por los ríos, sean éstos perpendiculares a las calles o no. Los estoicos griegos, las revoluciones agrarias acaudilladas por los hermanos Graco en la Roma imperial, los gladiadores de Espartaco, innumerables movimientos igualitarios de índole religioso, tanto cristianos como de otras religiones, Babeuf y sus compañeros de la “conspiración de los iguales” enviados a la guillotina por el Directorio a los pocos años de la Revolución Francesa, son apenas una muestra. Las curiosas analogías entre el teólogo Calvino, igualdad en el pecado, y el filósofo Hobbes, igualdad bajo el tirano; la interesante polémica entre Marx y Bakunin en la Primera Internacional sobre el tema de la igualdad ... todo confirma el indudable atractivo de las propuestas de reparto equitativo, por un lado, y de lo elusivo del concepto y la dificultad de implementarlo, por el otro.

¿Por qué tan elusivo? Todos estaríamos de acuerdo que antibióticos, aparatos de aire acondicionado, botas de montaña, juguetes, sillas de ruedas, no tiene sentido repartirlos a partes iguales entre niños, ancianos, enfermos, esquimales, y excursionistas. Y no tiene sentido porque sencillamente no considera una serie de características individuales y ambientales que hay que tener en cuenta en cualquier situación de asignación o reparto.

Si todos fuésemos exactamente iguales el reparto seria fácil. A partes iguales o mediante loterías que asignasen las mismas probabilidades a cada uno. Es casualmente por la desigualdad que podemos hablar del problema de repartir equitativamente entre individuos diferentes y no seriamos individuos sino hubiese diferencias.


Pero, ¿quién va a tener en cuenta las características individuales relevantes? Aunque admitiéramos que Licurgo y Aureliano pudieran haber repartido razonablemente bien, lo cual en comunidades pequeñas puede hasta suceder, en las complejas sociedades modernas procedimientos informales basados en una figura paternal están descartados. Habría que organizar todo un aparato burocrático en el que sería muy difícil evitar favoritismos de los funcionarios que acabarían corrompiendo todo mecanismo de reparto equitativo que se pretenda. Obsérvese que esto puede ocurrir aunque los funcionarios no hiciesen las asignaciones directamente (éstas podrían hacerse en forma automática) sino que simplemente se limitasen a informar sobre las características (necesidades, habilidades, etc.) de los individuos que se consideren relevantes para efectos del reparto. Si son los mismos individuos los que suministran la información, estos tendrán un incentivo estratégico para sobreestimar sus necesidades y subestimar ciertas habilidades que se requieren para trabajos considerados no placenteros. Lo que estamos buscando es un criterio de reparto que sea equitativo y que elimine en lo posible la discrecionalidad de funcionarios públicos potencialmente corrompibles, al tiempo que incentive a los individuos a no manipular la información revelante. Para lo cual hay que ponerse de acuerdo en que entendemos por un reparto equitativo y diseñar un mecanismo, que sin la ambigüedad de apreciaciones personales no cuantificables, nos determine una solución de reparto en cada situación que pueda presentarse dentro de un conjunto lo más amplio posible con respecto al número de participantes y de los bienes servicios y tareas a repartir o asignar.

Analicemos por ejemplo el criterio: “A cada uno, según sus necesidades”. La pregunta que surge de inmediato es: ¿Cómo se determina lo que necesita cada uno? Para eso hace falta saber “cuanto se necesita”, y si el objeto o artículo se puede dividir o separar, hay que establecer la correspondencia entre las distintas cantidades en las unidades físicas apropiadas y el grado en que las necesidades son satisfechas, que en general variarán con cada individuo. El satisfacer una necesidad proporciona bienestar, o según el caso, evita malestar. Naturalmente que las necesidades pueden ser satisfechas parcialmente originando distintos grados de bienestar. Ahora bien, ¿puede éste ser medido? Sí, se puede.

Para comprender como algo tan subjetivo, como es el nivel de bienestar personal, puede ser medido, es conveniente utilizar una analogía con la interpretación personal-subjetiva de la probabilidad. Esta interpretación, cuyos abanderados en los últimos años han sido Savage (1962) y De Finetti (1972), pero cuyos orígenes pueden trazarse a Jacobo Bernoulli (1713) en su Arte de las Conjeturas, considera a la probabilidad como una medida del grado de convencimiento personal de que un evento vaya a ocurrir. A la imposibilidad de que ocurra se le asigna el número cero y a la certeza el número uno. Si alguien considera que es casi seguro que algo va a ocurrir le asignará un numero cercano a la unidad, y si lo considera casi imposible el numero asignado será cercano al cero. Los distintos grados de convencimiento siempre encontraran representación en algún número real del intervalo cero-uno que medirá la intensidad del convencimiento. Naturalmente que estas asignaciones deben cumplir con los supuestos de la Teoría de la Probabilidad.


La medida del grado de bienestar, o felicidad, que alguien estima alcanzará en una situación dada puede hacerse mediante la Teoría de la Utilidad. Esta teoría fue desarrollada por von Neumann y Morgenstern (1944) para su Teoría de Juegos con el objeto de evaluar la deseabilidad de posibles escenarios, y puede aplicarse a cualquier situación que requiera de la evaluación que un individuo haga de un objeto, consecuencia, escenario, etc.

Para efectuar la evaluación se proponen al evaluador dos opciones. La primera es la obtención cierta de lo evaluado. La segunda es una lotería en la cual hay una cierta probabilidad de obtener un objeto más valioso (“ganar”) y la probabilidad complementaria de obtener uno menos valioso (“perder”). Los objetos más y menos valiosos, con respecto al objeto evaluado son de referencia y tendrán que ser determinados en cada caso. Se les asigna arbitrariamente los valores de uno y cero respectivamente. Dado que la deseabilidad del objeto evaluado está entre las dos de referencia tendrá un valor entre cero y uno. La probabilidad de “ganar” en la lotería que haga indiferente las dos opciones es la evaluación buscada. Naturalmente que cuanto mayor sea la deseabilidad de lo evaluado, más cercano a la unidad será su evaluación.

Los axiomas que permiten el desarrollo de la Teoría de la Utilidad están basados en la relación de “preferencia”, entre opciones que incluyen loterías. La interpretación de los índices de utilidad, que la teoría permite determinar, es controversial, habiendo sostenido algunos autores, en contra de lo explícitamente afirmado por los mismos von Neumann y Morgenstern (vN-M), que reflejan una supuesta actitud frente a los “riesgos”. Otros autores, como Harsanyi (1955) y Vickrey (1960) sostienen que los índices de utilidad de vN-M también pueden ser interpretados como una medida del grado de preferencia, o deseabilidad, por las posibles consecuencias. Al término ”preferencia” no es necesario asignarle ninguna connotación hedonística del tipo “velada en la opera”. En efecto: si alguien en un momento dado manifiesta que prefiere un vaso de agua a un emparedado, y no existe motivación estratégica para ocultar preferencias, no parece un atentado contra el sentido común el concluir que ese alguien, en ese momento, está mas sediento que hambriento, esto es, que necesita más un vaso de agua.

Si algo sirve para satisfacer una necesidad humana, ese algo tiene valor de uso y es la Teoría de la Utilidad la que nos permite cuantificar ese valor. La importancia de lo anterior no puede ser subestimada pues fue la carencia de un procedimiento para medir el valor de uso lo que lleva a un callejón sin salida todos los esfuerzos por encontrar el precio justo. Y quien habla de precios, habla de sueldos, impuestos, transferencias, servicios sociales y de políticas económicas en general.

Tampoco las teorías derivadas de igualar el precio con el valor de cambio o teorías del valor-trabajo pueden avanzar en la solución del problema del reparto equitativo. En primer lugar porque no era su intención; en todo caso lo que pretendían era proponer una teoría para el análisis económico y en algunos casos poner de manifiesto la injusta distribución de la riqueza. En segundo lugar porque el valor nunca es igual al precio si hay intercambio (Cínico: “El que conoce el precio de todo y el valor de nada”). Si alguien compra algo por un cierto precio es que lo prefiere al dinero que paga por él, es decir para él tiene más valor y mutatis mutandi en el caso del vendedor. Se ha generado una plusvalía y el problema del justiprecio seria el de repartir equitativamente la plusvalía generada.

Los economistas de la última parte del siglo XIX vuelven a poner en el tapete la importancia de disponer de una teoría de la utilidad para analizar los problemas de economía política. Pocos años más tarde surge la controversia sobre si la medida de la utilidad que se necesita es ordinal o cardinal. Una medida ordinal (de orden) solo nos proporciona información acerca de si una magnitud es mayor o menor que otra pero no nos dice por cuanto, lo que sí hace una medida cardinal. El tipo de medida adecuado lo determina el problema que se quiere resolver. Gracias al ingenio desplegado por los economistas matemáticos de las ultimas décadas es posible demostrar la existencia de un conjunto de precios de equilibrio suponiendo únicamente la medida ordinal de la utilidad. Pero es imposible resolver problemas de reparto equitativo, como los que nos ocupan aquí, sin apelar a la utilidad cardinal. Con la Teoría de Juegos, no sólo tenemos una teoría que nos especifica los supuestos necesarios para la existencia de funciones de utilidad (de ahora en adelante la utilidad será cardinal en este trabajo) sino que la misma teoría permite instrumentar su obtención abriendo el camino para las aplicaciones.

Naturalmente que al obtener funciones de utilidad basándose en información suministrada por individuos, sobre sus preferencias personales, se presentan situaciones aparentemente paradójicas. Las preferencias deben ser coherentes, cumpliendo con los axiomas de la Teoría de la Utilidad, y bien informadas. Hay que eliminar las hetero-orientadas, tanto benevo como malevolentes y otras condiciones que pueden verse en Harsanyi (1993).

Otro escollo que necesita salvarse es el de las “comparaciones interpersonales de utilidad”. Naturalmente que para repartir de acuerdo a las necesidades vamos a necesitar un procedimiento que nos permita comparar las necesidades, o si se quiere la urgencia e intensidad de las mismas, sentidas por diferentes individuos. Utilizando funciones de utilidad calibramos estas necesidades relativas a un solo individuo. Pero recordemos que se fijaban los escenarios de referencia, evaluados en uno y cero, para proceder. En situaciones de decisión individual bajo incertidumbre, para lo cual también se aplica la Teoría de la Utilidad, estos escenarios de referencia son arbitrarios. En situaciones de reparto tendremos que fijarlos en forma adecuada, que en general ya no será arbitraria, para cada caso particular. Con respecto a este problema, que pueda resultar difícil de resolver por los juicios de valor que envuelve, véase a Harsanyi (1955 y 1977-Sección 4.10) en el contexto de funciones de Bienestar Social y a Rapoport (1974).

Supongamos ahora que ya estamos en condiciones de evaluar y comparar las necesidades y que queremos repartir de acuerdo a las mismas. Pero, ¿qué entendemos por “de acuerdo a”? Vamos a necesitar un criterio de reparto equitativo o lo que es prácticamente lo mismo un criterio de justicia que nos permita seleccionar una asignación o reparto que sea el mejor de entre todos los posibles. Como ya se dijo antes el criterio debe ser preciso, transparente, factible de ejecutar y sobre todo que reduzca en lo posible la discrecionalidad de funcionarios potencialmente corrompibles y las manipulaciones individuales del mecanismo. Entre los que han recibido atención últimamente, y que cumplen los requisitos, tenemos:

i) La moderna versión utilitaria de Harsanyi (1988) que propone maximizar la suma de las “utilidades” individuales (multiplicadas, quizás, por coeficientes de ponderación). Esa suma vendría a constituir una función de bienestar social.

ii) El Maximín de Rawls (1971) en su Teoría de Justicia que maximiza el bienestar, medido en “útiles”, del individuo con bienestar mínimo.

iii) La solución propuesta por Nash (1950) para juegos cooperativos que consiste en maximizar el producto de las utilidades individuales.

Otra solución interesante que se ha propuesto es la de Gauthier (1986) que él llama el Principio de la Concesión Relativa Mínimax, esto es, la que minimiza la concesión relativa máxima. La demostración de que existe y es única se basa en un teorema demostrado por Kalay y Smorodinsky (1975).

Los casos de reparto que se analizan a continuación permitirán fijar ideas acerca del alcance de los criterios enunciados en situaciones límites. Además nos servirán para comparar sus méritos relativos y sacar algunas conclusiones.

El juguete y los mellizos

Supongamos que dos mellizos idénticos quieren un juguete que no puede ser compartido. Supongamos también que no hay elementos de juicio que nos permitan establecer si alguno de los mellizos lo “necesita” o lo “merece” más que el otro. Tampoco hay otros juguetes o transaciones disponibles que permitan algún tipo de compensación. En estas circunstancias la situación de “máxima felicidad” a la que asignaremos un índice de utilidad de 1.00, corresponde a “poseer el juguete”. A no poseerlo le corresponderá la utilidad de 0.00, de forma que la utilidad de cualquier lotería será la de la probabilidad que asigne a poseer el juguete. Las “estrategias puras de reparto” son tres: Asignarlo al mellizo 1, al mellizo 2, o no asignarlo. Las aleatorias o mixtas son todas las loterías posibles entre las estrategias mixtas.

A esta altura es conveniente recurrir al llamado óptimo de Pareto que descarta alternativas en las que se puede mejorar la situación de algún individuo sin disminuir las de los demás. En nuestro caso esto nos permite descartar la alternativa “no asignar el juguete”. Pero Pareto no puede llegar más lejos pues no sirve para seleccionar una alternativa entre las que quedan factibles, que en general son muy numerosas, y por eso su utilidad es muy limitada para el problema de reparto que aquí nos ocupa. Obsérvese que lo que aquí sí necesitamos es la suposición de Harsanyi de no malevolencia o envidia de los mellizos. En la práctica esto se logra si se explica bien el criterio de reparto, hay consenso previo de los mellizos tanto del criterio, como del mecanismo de aleatorización o instrumentación de la lotería.

Pues bien, los criterios de Rawls y de Nash no tienen dificultad en concluir que la lotería equiprobable, echarlo a cara o cruz, es la solución, lo que en este caso podría haberse anticipado sin necesidad de tantas consideraciones. El de Rawls porque maximiza el mínimo, que es de 0,5 útiles para cada mellizo. El de Nash porque maximiza el producto de las utilidades que es de 0,25 (0,5 por 0,5) útiles. El criterio de Harsanyi no resuelve el problema, pues cualquier lotería o asignación arbitraria a cualquier mellizo (no hace falta mucha imaginación para anticipar como se sentirá el otro mellizo) resulta un máximo de la suma que siempre será igual a la unidad.

Un caso de vida o muerte

Podría alegarse que la “extrema simetría”, valga la expresión, del caso anterior conspira contra el criterio utilitario a favor del Maximín produciendo la indeterminación que encontramos. Para compensar vamos a plantear un caso “radicalmente asimétrico” que ha sido propuesto por el mismo Harsanyi (1975) en su crítica a la Teoría de Justicia de Rawls:

“Consideremos una sociedad compuesta por un medico y dos pacientes, ambos críticamente enfermos con neumonía. Su única posibilidad de recuperación es mediante el tratamiento con un antibiótico, pero la cantidad disponible solo alcanza para el tratamiento de uno de los pacientes. De éstos, el individuo A es básicamente una persona saludable, aparte de su presente ataque de neumonía. El individuo B padece de un cáncer terminal, pero aún así, el antibiótico podría prolongar su vida varios meses. ¿A qué paciente debería ser suministrado el antibiótico?”.

Naturalmente que en este caso, el criterio utilitario no tiene dificultades en asignar el antibiótico al individuo A, ya que la utilidad “marginal” del antibiótico para el B es razonable suponerla mucho menor que para A, reconociendo que el médico está haciendo una comparación interpersonal de utilidad.

Para analizar este ejemplo a la luz del criterio Maximín, vamos a distinguir entre la posición ”anterior” al reparo y la “posterior”. Es claro que cualquier repartición debe tener en cuenta, no sólo la posición anterior sino también la posterior de los individuos, puesto que el objeto del reparto puede tener una gran utilidad relativa a la posición anterior. En el ejemplo vemos que si la dosis de antibiótico es asignada a B, entonces es A el que queda en peores condiciones. Por lo tanto la solución no es estrictamente Maximín.

Tenemos entonces que recurrir a un reparto aleatorio, es decir, a una lotería en donde la utilidad que asignen los pacientes a los distintos escenarios va a tener que tomarse en cuenta. La solución que puede obtenerse por Programación Lineal, véase Barcón (1993), asigna a cada paciente la misma utilidad esperada. Pero hay algo perverso en esta solución, que es lo que estaba buscando Harsanyi al proponer el ejemplo, que consiste en que da una probabilidad mucho mayor de obtener el antibiótico al enfermo de cáncer terminal. Más aún, de ser conocido a priori que el médico se propone aplicar el criterio Maximín entonces el paciente con cáncer, el B, tiene un incentivo estratégico de subestimar la utilidad para él del antibiótico, lo que incrementaría la probabilidad de obtenerlo.

Sería difícil defender la bondad de este reparto ante críticas como la Harsanyi. Pero este enfoque no considera todos los elementos que propone Rawls en su Teoría de Justicia. En particular la posición “original” amerita ser considerada.

La posición original

En el ejemplo propuesto por Harsanyi, ¿Cuál podría considerarse como la posición original? Para Rawls es aquella en que ninguno de los integrantes de una sociedad sabe que posición le tocará ocupar en definitiva. Esta condición puede interpretarse como la existencia de equiprobabilidad con respecto a las posiciones definitivas a ocupar. Otros autores se refieren a ella como posiciones “ bajo el velo de la ignorancia”. En el ejemplo esto equivale a suponer que cada paciente tiene el 50% de probabilidades de ser el que padece de cáncer y estar en condiciones similares con respecto a edad, etc.

Pasemos ahora a comparar la solución utilitaria, asignar el antibiótico al paciente que no padece de cáncer, con el criterio Maximín, incorporando las consideraciones de Rawls sobre la posición original, es decir, suponiendo que no se conoce cual de los pacientes padece de cáncer, pero que en otros aspectos (edad, responsabilidades familiares, etc) están en condiciones similares. En este caso los escenarios posibles para ambos pacientes son tres:

1) Vida saludable superando la neumonía mediante el antibiótico.

2) Unos meses de vida y muerte por cáncer.

3) Muerte por neumonía en pocos días.

Si asignamos al mejor escenario --el 1)-- la utilidad de 1,00 y al peor –el 3)— la utilidad de 0,00 quedaría por determinar la utilidad del 2) que puede variar con cada individuo. Sin embargo, es de suponer que el fuerte atractivo de una vida saludable, por un lado, y el muy escaso del escenario 2), ocasionaría una evaluación muy baja de éste último, mucho menor que 0,5 útiles en cualquier caso, si exceptuamos suicidas potenciales.

Aceptando el análisis anterior resulta que la estrategia Maximín del médico es la de asignar el antibiótico al paciente que no padece de cáncer que resulta en una utilidad de 0,5 para cada paciente y que coincide con el criterio utilitario. Obsérvese que la utilidad de 0,5 se corresponde a la probabilidad de padecer de cáncer, en la posición original. Lo que sucede en este caso es que la lotería, una que nadie quiere ganar, la ha jugado la naturaleza en lugar del médico. Si ambos pacientes padecieran de neumonía, pero no de cáncer, sería el médico el que tendría que echarlo a suertes pues estaríamos en una situación similar, aunque mucha más dramática, a la de El juguete y los mellizos, estudiada anteriormente. Obsérvese también que las soluciones de Harsanyi y Rawls coinciden con la de Nash que requiere maximizar el producto de las utilidades.

De lo anterior se desprende, que en este tipo de problema es necesario prever las distintas situaciones (o “posiciones” en la terminología de Rawls) que pueden presentarse. Estas posiciones, corresponderán generalmente a distintos niveles de información; será necesario asignar probabilidades, de acuerdo con la información disponible, a los posibles eventos. Luego habrá que acordar, que posición puede tomarse como la posición original y cuando es razonable aplicar el criterio Maximín. Para Rawls los criterios de justicia deben acordarse “bajo el velo de la ignorancia” es decir, que los integrantes de una sociedad no deben saber (“ignorancia”) que puesto les tocará ocupar en definitiva.

Por otra parte, la solución Maximín encontrada, resulta ser Pareto superior (beneficia a ambos individuos en este caso) con respecto a la que sugiere la interpretación de Harsanyi del criterio Maximin. El hecho de que este reparto sea “mejor” simultáneamente para ambos individuos, no es paradójico si se enfoca bajo el siguiente punto de vista: el “precio” que paga por el antibiótico el paciente que no padece de cáncer, es el del antibiótico del que no va a disponer si lo padece. Dado que el valor de uso de ese antibiótico asignado es de 1.0 útiles y el valor de uso del no asignado es mucho menor debido al cáncer terminal, el precio pagado es menor que el valor recibido en ambos casos, es decir la plusvalía, diferencia entre el valor de uso y el precio (valor de cambio), ha sido repartida equitativamente, aunque no es necesariamente igual para ambos pacientes porque dependerá de sus características personales.

¿Y si la calle es perpendicular al río?

En los dos casos estudiados los objetos a repartir eran indivisibles lo que obligaba a recurrir a loterías. Pasemos ahora a analizar un caso en que el objeto del reparto esté compuesto por una “cesta de bienes” perfectamente divisibles (¿pan y agua?, ¿carne y vegetales?) o de algo con características que puedan variar en forma continua. Este sería el caso si quisiéramos repartir lotes de terreno que únicamente se diferenciaran en “superficie” y “distancia al río”.

Entonces supongamos que tenemos dos individuos, “1” y “2”, entre los que queremos repartir una cantidad limitada de dos bienes, “X” e “Y”, perfectamente divisibles. Sin perdida de generalidad asumimos 10 unidades de X y 10 de Y. Supongamos también que no hay posibilidad de intercambio con terceros (no hay “mercado”); que sus preferencias con respecto a la cantidad de cada bien son monótono crecientes (cuanto más mejor, es decir, son “bienes” y no “males”) y que no resultan saciados con las cantidades disponibles. Si un atributo relevante fuese “distancia al río”, habría que modificarlo a “cercanía al río” y medirlo como el complemento a una longitud de referencia – equivalente a 10 unidades- que no fuera menor a la máxima distancia posible. Para esto, determinamos las funciones de utilidad vN-M por el procedimiento usual de obtener puntos de indiferencia entre loterías y opciones de referencia, ajustando los resultados por el método de los mínimos cuadrados, usual en estadística, suponiendo aquí, U(0,0)=0 y U(10,10)=10, donde U es la función de utilidad de las variables X e Y.

Como ilustración vamos a dar algunos resultados obtenidos asumiendo funciones de utilidad del tipo

siendo Xi(Yi) la cantidad de “X”(“Y”) que se asigna a “i”.

Este tipo de función, similar a la Cobb-Douglas que se asume frecuentemente como función de producción, se ha elegido porque además de satisfacer los supuestos enunciados anteriormente, tiene derivadas parciales en X e Y que son monótono decrecientes, lo que corresponde a la suposición usual en economía de “utilidades marginales decrecientes” y a la de “concavidad” en la Teoría de la Utilidad (se supone que U(5,5) es mayor que la utilidad de una lotería equiprobable entre todo o nada – a lo que algunos llamarían – pero no nosotros, vade retro, “actitud riesgo evadiente”).

Obsérvese también que si ai > bi esto se puede interpretar como que “i” es X-buscante con respecto a Y. Si estamos en Macondo y X es “cercanía al río” puede ser que “i” cojea y por lo tanto necesita tener el río cerca. Si ai=bi, esto podría interpretarse como “neutralidad” con respecto a X e Y. Los valores de la tabla han sido obtenidos por los métodos usuales del cálculo. Cada fila representa un reparto de los bienes X y Y para distintos valores de a y b y criterios de reparto. En la función de utilidad considerada suponemos c=0,6.

La columna # es el numero de identificación del caso considerado. Las columnas a1 y b1, indican los valores de los parámetros de la función de utilidad del individuo “1”; lo mismo las columnas a2 y b2 para el individuo “2”. X1 es la cantidad del bien X que le toca a “1”. A “2” siempre le tocara X2=10-X y por falta de espacio no se indica en la tabla. Lo mismo ocurre con Y1. U1 y U2 son las evaluaciones en útiles del resultado del reparto que obtienen los individuos. La ultima columna es el criterio aplicado: U por utilitario, M por Maximín y N por Nash. El de Gauthier daría igual que el Maximín en todos estos casos.

Tabla de Comparación de Resultados

# a1 b1 a2 b2 X1 Y1 U1 U2 Criterio Aplicado

1. .20 .20 .20 .20 5.000 5.000 7.5786 7.5786 U,M,N

2. .30 .10 .30 .10 5.000 5.000 7.5786 7.5786 U,M,N

3. .30 .10 .10 .30 7.500 2.500 7.9857 7.9857 U,M,N

4. .30 .10 .20 .20 6.005 3.338 7.6896 7.6741 U

5. .30 .10 .20 .20 5.992 3.326 7.6818 7.6818 M

6. .30 .10 .20 .20 6.000 3.333 7.6866 7.6770 N

7. .30 .10 .10* .30* 6.005 3.338 7.6896 8.0769 U*

8. .30 .10 .10* .30* 5.992 3.326 7.6818 8.0837 M*

9. .30 .10 .10* .30* 6.000 3.333 7.6866 8.0794 N*

*significa preferencias estratégicamente encubiertas.

En la tabla podemos observar (#1 y #2) que si ambos individuos tienen la misma función de utilidad el reparto es a partes iguales, como era de esperar, independientemente del criterio aplicado. Si las necesidades difieren, pero son simétricas (#3), “1” es X-buscante y “2” Y-buscante, todos los criterios están de acuerdo en asignar en concierto con las preferencias o necesidades. Obsérvese que a1/b1=b2/a2=X1/Y1=Y2/X2. en #4, 5 y 6 no tenemos ni gustos iguales ni simétricos; los criterios estudiados obtienen distintos repartos aunque notablemente próximos. Otra vez la solución Nash nos aparece entre la Maximín y la Utilitaria. Los #7, 8 y 9 ponen de relieve un problema que puede ser mucho más importante que las pequeñas, o inexistentes, diferencias en los resultados obtenidos por los criterios estudiados: Motivaciones estratégicas para ocultar las “verdaderas” preferencias (o necesidades, habilidades,…). En efecto, los resultados de la tabla han sido calculados como si el individuo “2” hubiese revelado a=b=20, en lugar de a=10, b=30. obsérvese la perdida de eficiencia (U1+U2) y equidad ( ) con respecto a#3 para los tres criterios. El individuo “2” gana 0,0912 útiles a costa del “1” que pierde 0,2961 útiles. Esto a su vez motiva a “1” a manipular sus preferencias, y así ad infinitum. Caemos en las situaciones planteadas por vN-M en su Teoría de Juegos, no suma cero en este caso, por una parte, y en el conocido Dilema del Prisionero pues ambos individuos acabarán en peor situación que si hubiesen revelado sus verdaderas preferencias. Sobre el bien conocido Dilema del Prisionero, ver por ejemplo Luce y Raiffa (1957). Por lo tanto en el diseño de mecanismos de asignación o reparto estas consideraciones habrá que tenerlas en cuenta. Incentivos para revelar verdaderas preferencias, que pueden requerir de loterías, pueden verse en Green y Laffont (1979).

Volvamos a la tabla: ¿Qué es lo que nos están diciendo estos números? Que para efectos prácticos los criterios Utilitario, Maximín, y Nash son equivalentes. Comparemos por ejemplo las filas #4 y #5 de la tabla. En notación de punto flotante (el punto decimal a la izquierda del primer digito significativo) las diferencias son del orden de milésimas. Si son raciones de pan lo que se reparte, serian 600 gramos contra 599, la diferencia entre los criterios Utilitario y Maximín. Si es la asignación de una casa o un costoso procedimiento médico, por ejemplo un transplante para individuos en condiciones similares, la diferencia sería de 769 fichas ganadoras, versus 768 en una urna con mil fichas. Si son impuestos para un cierto nivel de ingreso o de patrimonio, serian 3.34 % versus 3.33 %.

Conclusiones

¿Hacia dónde “apuntan” los resultados obtenidos? Desde luego que no contradicen a los “utilitarios que al final del siglo XIX ya habían percibido que su doctrina conduciría a una distribución igualitaria de utilidades individuales” (Phelps, 1973, p. 22). Pero no hay que sorprenderse porque las ideas utilitarias habían comenzado con fuertes raíces igualitarias. Los argumentos de Hobbes (1651, 1971 p.183), “las diferencias entre los hombres no son tan grandes y siempre pueden ser compensadas mediante triquiñuelas de los más débiles o coaliciones contra los más fuertes”, y de Adam Smith (1776, 1970, p. 120), “las diferencias son más la consecuencia que la causa de la división del trabajo”, son significativas en ese sentido.

La similitud de los resultados obtenidos para los criterios Maximin y Utilitario nos permite también sospechar que la normativa “De cada cual de acuerdo a sus aptitudes, a cada cual de acuerdo con sus necesidades” no está tan lejos del lema “From each as they choose, to each as they are chosen”, Nozick, 1974, p.160, (“De cada cual como los demás escojan, a cada cual como ellos sean escogidos”) como en un principio pudiera parecer. Y así como es difícil traducir al español “choice”, también lo es traducir al inglés “reparto”.

Para los economistas liberales el problema de la distribución del ingreso y de las actividades entre la población había que analizarlo bajo la perspectiva de la contribución de los individuos en factores de producción, siendo los importantes el capital y el trabajo, pues la contribución del recurso natural era permanentemente subestimada. La “mano invisible del mercado”, de capitales, de trabajo, de bienes y servicios, se encarga de lo demás, minimizando las intervenciones del estado, y sus funcionarios, en la vida privada de los ciudadanos, lo cual, es indudable que tiene gran atractivo. Hay que reconocer que en el denominado Primer Mundo, la economía de mercado funciona bastante bien, siempre con correcciones ineludibles que se logran a base de impuestos, transferencias a los más necesitados, etc. Además ha ocurrido algo, que nunca hubiesen sospechado los socialistas del siglo XIX: la coalición entre los propietarios del capital y grandes sectores de los trabajadores como quedó de manifiesto en el apoyo de los sindicatos norteamericanos a la guerra de Vietnam.

Pero la situación es muy diferente en el Tercer Mundo, y curiosamente no por culpa del tan satanizado mercado, sino por la falta del mismo en el mercado más importante de todos, el del trabajo. En este mercado no existe demanda del trabajo de grandes sectores de la población, es decir que quedan marginados o excluidos del mecanismo del mercado y por lo tanto de los demás. Se pueden buscar causas en una muy injusta división histórica del trabajo, y de las actividades, a nivel internacional; en que las formas de producción son cada más capital intensivas necesitando por lo tanto menos mano de obra y en muchas otras.

Si al conflicto entre el mundo desarrollado y el Tercer Mundo, que se ha puesto de relieve con gran intensidad al comenzar el s. XXI, agregamos la escasez cada vez mayor de recursos naturales, que se habían supuesto prácticamente inagotables en el s. XIX, la búsqueda de mecanismos alternativos al del mercado, sin excluirlo en situaciones en que funcione relativamente bien, se hace ineludible.

Siendo cada vez más evidente que los problemas actuales no son tanto debidos a la relativa abundancia o escasez del producto social sino a su reparto entre la población, los resultados de los casos analizados en este trabajo apuntan a que el problema no está tanto en los criterios sino en su instrumentación. En este sentido parece que el criterio Maximín sería más fácil de instrumentar que el utilitario o el de Nash, pues no requeriría de la obtención siempre engorrosa de las funciones de utilidad, aunque estas podrían inferirse, al menos aproximadamente de los comportamientos individuales.

Para efectos operacionales tendríamos que ponernos de acuerdo en como interpretar los términos de “aptitudes” y “necesidades”. Si tiene sentido conectarlos por la vía de las “preferencias” individuales con los índices de “utilidad” entonces se puede abrir el camino para el empleo de procedimientos que son lugar común en lo que entendemos por Investigación de Operaciones (“o si uno prefiere, sin cambio de significado, Ingeniería Social”, Bruno de Finetti, 1974, p. 338) en problemas hasta hace poco reservados al campo de la Filosofía y de la Economía Política.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

El lector interesado en los temas tratados en este artículo puede consultar a Lakoff (1964), “Equality in Political Philosophy”. Las diferencias entre Marx y Bakunin a que se hacen referencia pueden documentarse en Padover (1973), “On the firt International” (Vol. 3 de “The Karl Marx Library”). Un interesante análisis de la posición de Marx sobre el tema de la igualdad se puede encontrar en Arun Bose (1980), “Marx on Explotion and Inequality” especialmente en las paginas 153 a 173. Véase también en la “Crítica del Programa de Gotha” sus comentarios, críticos por supuesto, sobre “el derecho igual”.El lector interesado en los principios que sustentan la Teoría de la Utilidad y la forma, de obtener índices y funciones de utilidad puede consultar a Harsanyi (1955,1988), Raiffa (1968), Lindley (1971) Luce y Raiffa (1957), Keeney y Raiffa (1976), Shubik (1984) y Barcón (1981). Una versión previa de este trabajo fue publicado en Ética y Política en la Decisión Pública, Angria Ediciones, Caracas, 1993.

Bibliografía

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2. Barcón, J., “Maximín como Criterio de Reparto”, Acta Científica Venezolana, Vol. 30, pp. 446-50, Caracas, 1979.

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7. Bose, A., Marx on exploitation and Inequality, Oxford University Press, Nueva Delhi, 1980.

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11. Gauthier, D., Morals by Agreement, Oxford University Press, 1986.

12. Green, J. y J. J. Laffont, Incentives in Public Decision Making, Studies in Public Economics, North Holland, 1979.

13. Hobbes, T., Leviathan, 1951, Pelican Books, 1971.

14. Hammond, P., editor, “Symposium on Incentive Compatibility”, Review of Economic Studies, 46 (2), Abril 1979.

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16. --------, “Can the Maximin Principle serve as a Basis for Morality? A Critique of John Rawls Theory”, American Pol. Science Review, 69, 594-606, 1975.

17. --------, Rational Behavior and Bargaining Equilibrium in Games and Social Situations, Cambridge univ. Press, 1977.

18. --------, Decision and Game Theoretic Models in Utilitarian Ethics, en Ética y Política en la Decisión Pública, Ediciones Angria, Caracas, 1993.

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20. Keeney, R. y H. Raiffa, Decision with Multiple Objetives, Wiley, 1976.

21. Laffont, J. J. Aggregation and Revelation of Preferences, Studies in Public Economic, North Holland, 1979.

22. Lakoff, S. A., Equality in Political Philosophy, Harvard Univ. Press, 1964.

23. Lindley, D. V., Making Decisions, Wiley, 1971. Traducido al español como Principios de la Teoría de la Decisión, Vicens Vives, Barcelona, 1977.

24. Luce, R. D. y H. Raiffa, Games and Decisions, Wiley, 1957

25. Mirkin, B. G., Group Choice, Wiley, 1979

26. Nash, J. F., The Bargaining Problem, Econometrica, 18, 155-62, 1950.

27. Nozick, R., Anarchy, State, and Utopia, Basic Books, 1974.

28. Padover, S. K., editor, The Karl Marx Library, Vol. 3 “On the First International”, McGraw, 1973.

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31. Ramsey, F. P., “A Contribution to the Theory of Taxation”, The Economic Journal, 37, 47-61, 1927.

32. Rapoport, A., “Interpersonal Comparison of Utilities”, mimeo presentado en el XXII International meeting TIMS, 1974.

33. Rawls, J., A Theory of Justice, Harvard Univ. Press, 1971.

34. Savage, L. J., The Foundations of Statistics, Wiley, 1954.

35. -------, The Foundations of Statistical Inference, Barnard y Cox, Londres, 1962.

36. Shubik, M., Game Theory in the Social Sciences, MIT Press, 1982.

37. -------, A Game-Theory Approach to Political Economy, MIT Press, 1984.

38. Smith, A., The Wealth of Nations, 1776, Pelican, 1970.

39. Vickrey, W. S., “Utility, Strategy and Social Decision Rules”, Quarterly Journal of Economics, 74, 507-35, 1960.

40. von Neumann, J. y O. Morgenstern, Theory of Games and Economic Behavior, Princeton Univ. Press, 1944.

Modelo de la Telaraña

A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta surgieron dos escuelas de pensamiento divergentes en lo que a los criterios económicos se refieren, una de ellas enfatizaba la limitada capacidad de cálculo del hombre a la hora de tomar decisiones, y la otra (liderada por los trabajos de John F. Muth) desarrollaba el concepto de las expectativas racionales. Ambas corrientes trataban de explicar, a su manera, la racional o no de los agentes económicos a la hora de formar sus expectativas con respecto a posibles eventos económicos, o ante futuros cambios en variables macroeconómicas que pudieran afectar sus beneficios y por lo tanto su bienestar.


Autor: Daniel Diaz

Universidad de Carabobo - Venezuela

  1. INTRODUCCION
  2. MODELO DE LA TELARAÑA
    1. SUPUESTOS BÁSICOS DEL MODELO DE LA TELARAÑA
    2. DEMOSTRACIÓN MATEMÁTICA DEL MODELO DE LA TELARAÑA
    3. TIPOS DE MODELOS

  3. RELACION PRECIO-CANTIDADES
  4. RELACION OFERTA – DEMANDA
  5. DESPLAZAMIENTOS EN LA CURVA DE DEMANDA
  6. DESPLAZAMIENTOS EN LA CURVA DE OFERTA
  7. CASOS DE ESTUDIO
  8. CONCLUSION
  9. BIBLIOGRAFIA

Introducción

A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta surgieron dos escuelas de pensamiento divergentes en lo que a los criterios económicos se refieren, una de ellas enfatizaba la limitada capacidad de cálculo del hombre a la hora de tomar decisiones, y la otra (liderada por los trabajos de John F. Muth) desarrollaba el concepto de las expectativas racionales. Ambas corrientes trataban de explicar, a su manera, la racional o no de los agentes económicos a la hora de formar sus expectativas con respecto a posibles eventos económicos, o ante futuros cambios en variables macroeconómicas que pudieran afectar sus beneficios y por lo tanto su bienestar.




Las variaciones en el nivel de precios de la economía era una de los principales factores que podían afectar el normal funcionamiento de la economía en su conjunto, esto aunado a las expectativas que los agentes económicos se formaban con respecto al futuro comportamiento de esta variable, podían alterar radicalmente la dinámica de los precios del mercado. Éste era un tipo de problema que podía denominarse como la interacción entre las expectativas y la realidad. Esto generaba que en el largo plazo - luego de un proceso de ensayo y error entre las expectativas generadas en la economía y el real comportamiento de los precios - los agentes económicos se fueran ajustando continuamente a las desviaciones existentes entre la realidad económica y dichas expectativas. Por lo tanto si los agentes económicos basan sus expectativas de precios en el comportamiento pasado de dicha variable, o mejor aun, basan sus expectativas de precios en el periodo inmediatamente anterior surgirá la posibilidad de una fuerte inestabilidad de la producción y de los precios, que luego se podría ir disipando con el tiempo cuando la información pueda fluir corrientemente entre la mayoría de los agentes económicos.





Este proceso de interacción entre las expectativas y la realidad, es lo que se conoce hoy en día como “EL TEOREMA DE LA TELARAÑA”. Debido a la gran importancia que tiene el conocimiento de dicha teoría, para la aplicación teórica en modelos de agricultura con economía cerrada, se hará en el presente documento un análisis teórico-practico del mismo, abordando su definición como modelo económico y macroeconométrico, la relación entre el precio y las cantidades, la demanda y la oferta, entre toros temas relacionados con el teorema.



Modelo de la Telaraña

Este modelo debe su nombre a que la senda seguida por el precio y la cantidad adopta la forma de una telaraña. Es considerado como un modelo dinámico simple donde las cantidades del producto que se van a ofrecer en el mercado, están en función del precio del mismo en el periodo inmediatamente anterior.

Supuestos básicos del Modelo de la telaraña

Supuesto 1 :Se debe estar en un mercado de competencia perfecta, es decir, un  mercado donde existan muchos productores y demandantes, los productos ofrecidos son homogéneos, información perfecta, maximización de beneficios, libre movilidad de factores y costos de transacción nulos.

Supuesto 2 :Las cantidades demandadas están en función del precio (supuesto implícito del modelo), es decir;

Q demandadas = F ( Pt)

Supuesto 3 : Las cantidades ofrecidas están en función del precio del periodo inmediatamente anterior (supuesto implícito), es decir;

Q Ofrecidas = F ( Pt-1)

Supuesto 4: Economía cerrada, por lo tanto, no se podrá importar ni exportar productos. (Supuesto Explicito)

Supuesto 5: Existe poca capacidad de almacenamiento. (Supuesto explicito).

Demostración Matemática del Modelo de la Telaraña

Q demandadas:   a  -  b.Pt

Q ofrecidas:        -y  +  w.Pt-1

Donde b.Pt representa la pendiente de la función de demanda y w.Pt-1 la pendiente de la función de oferta. Ahora se procede a igualar la función de oferte con la de demanda y se obtiene lo siguiente;

                      a  -  b.Pt  =   -y  +  w.Pt-1       …………………..    (1)

Sumándoles un periodo a ambas pendientes y agrupando términos semejantes obtenemos;

           a  +  y  =  b.Pt+1   +  w.Pt     ……………………    (2)

Luego de aplicar operaciones matemáticas básicas obtenemos la siguiente ecuación;

Pt+1 =   a  +  y    -   w.Pt             …………………………  (3)

                  b              b

C = (a + y)/b

A= - (w/b)

                                    

Sustituyendo las expresiones anteriores por las nuevas variables obtenemos la Ecuación 3 en forma reducida;

Pt+1 =    A . Pt    +    C                   ………………………… (4)

Por lo tanto para obtener los precios para periodos futuros podemos hacerlo de la siguiente forma;

P1 = A . Po  +   C                            ………………………………… (5)

P2 = A . P1  +   C

P2= A .(A . Po  +   C)    +   C

P2 = A2.Po   +  A.C     +      C         …………………………………..  (6)

P3= A . P2    +    C

P3= A .( A^2.Po   +  A.C     +      C)    +    C

P3= A^3.Po   +  A^2.C    +    A . C     +    C

P3= A^3.Po   + C. (A^2   +  A   +   1)       ……………………………....    (7)

De una manera genérica e infinita podemos visualizar la Formula general del modelo de la telaraña;

Pt = A^t . Po + C . ( A^t- 1) / ( A - 1) ..................(8)

Restituyendo las expresiones iniciales (las vistas hasta la ecuación 3), se puede observar lo siguiente;



Operacionalizando la ecuación anterior obtenemos lo siguiente;

Donde;

Pe = (a + y) / (w + b) Pe representa el precio de equilibrio en un mercado

Cambiando Pe por la expresión correspondiente en la ecuación 10, se obtiene la fórmula reducida del modelo de la telaraña;



Tipos de Modelos

  • Modelo de la telaraña Amortiguado o Convergente: en este caso el nivel de precios y las cantidades tienden al equilibrio, partiendo de una situación en la cual la demanda del producto en su periodo inicial es mucho mayor a la cantidad ofrecida, que luego por presiones de demanda y de oferta, tiende en el mediano o largo plazo al equilibrio, ver las siguientes graficas;

    En esta grafico se puede observar mas fácilmente como el precio del producto tiende el largo plazo a estabilizarse e igualarse con el precio de equilibrio.

  • Modelo de telaraña Explosivo o Divergente: Es llamado de esa manera porque existen fuertes y grandes fluctuaciones en el nivel de precios, lo que va generando la no existencia de un punto de equilibrio, es decir, no va a ver coincidencia entre los productores y los demandantes, gráficamente se puede visualizar lo anterior;

    Al contrario del Grafico 2, en este se puede evidenciar como conforme pasa el tiempo el nivel de precio del producto tiende a retirarse paulatinamente del precio de equilibrio

  • Modelo de Telaraña Constante: en este caso, debido a que las inversas de las pendientes de las curvas de oferta y demanda son iguales, se presenta una forma de telaraña que se mantiene fuera del equilibrio, pero no se va alejando del mismo, se mantiene en un movimiento constante en el mismo sitio, observe la siguiente grafica:

    Obsérvese como en este caso la evolución del precio del producto se mantiene alrededor del precio de equilibrio y nunca de aleja lo suficiente como para asemejarse al modelo explosivo o nunca se aleja lo demasiado para parecerse al modelo amortiguado.



Relación Precio - Cantidades

En el modelo de la telaraña las decisiones sobre la oferta se toman con un periodo de anticipación, por ejemplo un año, 6 meses, 3 meses, etc. Este supuesto es relativamente razonable en el caso de muchos productos que se oferten en el sector agrícola. Por ejemplo, supongamos que los agricultores toman su decisión de sembrar en función del precio del ultimo periodo, una vez que se ha sembrado los agricultores tienen que vender al precio que rija en el mercado. A su vez si los productores observan que el precio de mercado esta muy bajo, ellos no tendrán muchos incentivos de llevar una gran producción al mercado, por el contrario los demandantes estarían dispuestos a comprar mucho por un precio bajo, lo cual evidencia que para los demandantes existe una relación inversa entre precio y cantidades ( mientras mas alto precio, la demanda será menor) y para los oferentes existirá una relación directa y positiva ( mientras mas alto el precio, la oferta será mayor).

Las consecuencias sobre el ajuste del precio y las cantidades a lo largo del tiempo pueden analizarse gráficamente (VER GRAFICO 1). El proceso se inicia Con Precio = Po en el momento cero, donde los productores están dispuestos a ofrecer Q1  en el periodo 1, pero el mercado absorbe Q1,  pero al precio P1. Este nivel de precio – considerado alto para tanto para productores como para demandantes -- conduce a una oferta de Q2 en el periodo 2, pero el mercado esta dispuesto a consumir Q2 al precio P2. En esta grafica este proceso se repite en el tiempo hasta que se llega a un equilibrio, donde se iguala la oferta y la demanda, igualmente puede visualizarse en el grafico 2, como el precio promedio del producto tiende en largo plazo a igualar al precio de equilibrio.

Resulta, sin embargo, que en el proceso de ajuste a largo plazo del modelo de la telaraña, no esta garantizado que el mercado sea estable y pueda equilibrarse. Como lo ilustra el grafico 3 y 4, el primero caracterizado por un proceso explosivo donde la relación de equilibrio entre precio y cantidades se va alejando cada vez más del equilibrio de mercado, y el segundo caracterizado por un proceso estacionario alrededor del precio de equilibrio, o lo que es lo mismo el equilibrio de mercado.

Relación Oferta - Demanda

Desplazamientos en la Curva de Demanda

Como ya es conocido en la teoría económica básica la curva de demanda refleja la cantidad de producto que los agentes económicos están dispuestos a demandar  a un precio determinado y la curva de oferta la cantidad de producto que los oferentes están dispuestos a llevar al mercado. Conocido esto se procede a analizar el efecto de los cambios de la demanda y la oferta en un mercado determinado. En el grafico 7 se presenta un caso donde hay un desplazamiento en la demanda arriba y la derecha ( DD 1 a DD 2). Esto genera, dado la oferta rígida o constante, que los demandantes estén dispuestos a consumir Q’ al precio Pe 1, pero debido a la actitud maximizadora de los productores y la presión de demanda, ocurre un movimiento hacia arriba en el nivel de precios hasta Pe 2, donde los demandantes estarían dispuestos a consumir Qe 2, generando un nuevo equilibrio en el mercado. Por lo tanto, se concluye que desplazamiento hacia arriba de la función de demanda ocasiona incrementos en el nivel de precios, y por el lado de las cantidades ocasiona un primer incremento y luego una caída por el ajuste del precio. Un desplazamiento hacia debajo de la curva de demanda generaría un efecto contrario al anteriormente presentado.

Desplazamientos en la curva de Oferta

Los efectos ocasionados por un desplazamiento en la curva de oferta se pueden visualizar en la grafica 8. En este caso puede visualizar un desplazamiento hacia arriba y la izquierda de la función de oferta (lo que denota una caída en la capacidad productiva o la salida de  empresas en la industria), esto ocasiona un alza en los precios del producto hasta P’, pero por restricciones de oferta y presiones de demanda ( por el alto precio) el precio y las cantidades de equilibrio pasan de Pe1 a P’ y luego a Pe 2 y las cantidades pasan de Qe1 hasta Qe 2, llegando a un nuevo equilibrio. Por lo tanto podemos afirmar que una caída en la capacidad productiva de la industria  ocasiona caídas en producción y precio, caso contrario ocurre con un incremento en la oferta de las empresas, el cual tiene el mismo efecto que un desplazamiento positivo y hacia arriba de la función de demanda.

Casos de Estudio

Supongamos que estamos en estudio del mercado agrícola (específicamente de la siembra de maíz), y deseamos conocer como ha sido el comportamiento del mismo, para lo cual poseemos los siguiente datos;

 

DD:  1200 -  p                                         SS:  -300   +   p

               0,3                                                         0,25

El precio del periodo 3 es de 456 Unidades monetarias, se pide determinar la tendencia del mercado en cuando a precios y cantidades ofrecidas. Por lo cual es necesario primero conocer, como se comporto el mercado en los primeros periodos, procedemos de la siguiente forma;

Para conseguir las Q demandas en el tercer periodo se debe sustituir el valor de P3 en la función de demanda;

Qd: 1200 – 456                                     Q3: 2480 Unid

             0.3

Para obtener el precio del segundo periodo sustituimos las Q3 en la función de oferta y obtenemos lo siguiente;

2.480: -300   +  P                                    P2: 920 Unid monetarias

                  0.25

Recuérdese que los supuestos básicos del modelo afirman que las cantidades de un periodo están en función del precio del producto en su periodo inmediatamente anterior, por lo cual el análisis se realiza de esta manera.

Repitiendo el análisis anterior obtenemos lo siguiente;

Q2: 933,33

P1: 533,33 Unid Monet

Q1: 2222,22 Unid

Po: 855,56 Unid Monet

Pe= ( a   +   y ) / ( w + b )         


Pe: 1200 + 300                          Pe: 750 Unid moneta

          1  + 1

Observando el comportamiento del nivel de precios y el valor del precio de equilibrio se puede afirmar que el modelo tiene tendencias explosivas, es decir, se asemeja al modelo explosivo de la telaraña, ya que no tiende al equilibrio, esto puede visualizarse en la siguiente grafica:

Conclusión

El teorema de la telaraña ha demostrado ser un modelo económico que puede predecir de una forma algo eficientes problemas económicos en cuento a expectativas de precios y cantidades ofrecidas y demandadas se refiere en un mercado agrícola( en los otros sectores es desechada su aplicabilidad). Pero los supuestos explícitos que posee dicho modelo incapacitan al mismo, para poder explicar la coyuntura existente hoy en día en los mercadote agrícolas, ya que, en la actualidad la mayoría de estos mercados existen nuevas variables que afectan directamente el precio de los productos agrícolas en el mercado además los mismos también se manejan bajo la figura de protecciones arancelarias, mercados abiertos a la competencia internacional, tipo de cambio, problemas socioeconómicos, políticos, entre otros, que hacen al modelo obsoleto para poder explicar el comportamiento de los mismos.



A pesar de lo anteriormente planteado el teorema de la telaraña posee una amplia gama de material teórica y practico necesario para comprender un poco como se manejan los mercados bajo ciertas condiciones (Supuestos), lo cual se pudo demostrar en la investigación reseñada. La forma en que el teorema – mediante un modelo dinámico simple- explica el comportamiento de mercados específicos atados a supuestos básicos del mismo, evidencia el aporte del mismo a las ciencias económicas y sociales.



Bibliografía

MADDALA, G. S. y MILLER, E. (1989): Microeconomía. Teoría y Aplicaciones. McGraw-Hill.

MOCHON, F. y PAJUELO, A. (1990): Microeconomía. McGraw-Hill Interamericana. España.

PINDYCK, R. S. y RUBINFELD, D. L. (1998): Microeconomía. Prentice Hall Iberia. 4ta edición. Madrid, España.

Autor: Daniel Diaz

Universidad de Carabobo - Venezuela

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