Antecedentes de la Economía Peruana

Situación a Inicios de la década de los noventa

El inicio de la última década del siglo XX encontró al Perú en una situación por demás precaria, y en apariencia sin esperanza. El Perú atravesaba su tercer año de hiperinflación e hiperrecesión . Durante los años de su gobierno, Alan García había puesto en marcha una serie de políticas populistas que dejaron al país sumido en una crisis total, extendida a todos los sectores de la economía. Todo periodo del gobierno de García vio la dilapidación de las reservas internacionales que el país había acumulado hasta 1985 con el propósito de expandir artificialmente la demanda interna . Estas medidas se extendieron por toda la economía, afectando a todos los sectores sociales de un modo u otro. En palabras de Abusada, Du Bois, Morón y Valderrama:



El aparato estatal comenzó a crecer desmedidamente; se multiplicó el número de servidores públicos, quienes se incorporaban sobre la base de los antiguos sistemas de clientelismo o prebenda política. Los sueldos públicos se incrementaron sin guardar relación alguna con criterios normales de carrera pública o productividad, al tiempo que se decretaban sistemáticamente aumentos generales de sueldos y salarios aplicables al sector privado. Este último, por su parte, vio aumentar sus utilidades de manera vertiginosa durante dos años consecutivos, fundamentalmente sobre la base de controles de precios, subsidios cambiarios, protección arancelaria, y aumento artificial de la demanda. Los que menos se favorecieron fueron los sectores rurales empobrecidos, quienes no vieron un aumento concomitante de los programas sociales o la inversión pública productiva. No menos importante fue, por último, el flujo de ingresos derivados hacia la burocracia estatal que manejaba el frondoso esquema de autorizaciones, licencias y favores que se dispensaban con amplio margen de discrecionalidad.

No debe sorprender a nadie que una serie de políticas de esta naturaleza eventualmente tuvieron un efecto desastroso sobre la economía nacional. Sin embargo, los primeros indicios de esto no fueron evidentes hasta que las reservas internacionales se agotaron dos años más tarde, lo cual unido a las severas distorsiones artificiales creadas por las medidas del gobierno dio inicio a una severa crisis económica. Para fines de 1987 la situación se había deteriorado considerablemente, y en un intento por mantener las políticas que habían llevado al país al estado en que se encontraba, el gobierno de García ejecutó una serie de paquetes de ajuste, evitando a toda costa un ajuste drástico para estabilizar la economía (debido a consideraciones políticas) y que a la larga desencadenó la terrible hiperinflación así como también una terrible caída en la recaudación fiscal. El país inició la última década del siglo XX en total aislamiento de la comunidad financiera internacional, con una contracción de las remuneraciones reales en 50% con respecto a 1985, una reducción en términos reales de los gastos de salud y educación en 15%, un nivel de reservas internacionales netas negativo, un crecimiento de la deuda externa pública de US$ 13,000 millones a US$ 20,000 millones, y un malestar social generalizado que socavaba las bases de la democracia.

Durante este periodo el tipo de cambio nominal de la moneda nacional en relación al dólar estuvo sujeto a una amplia manipulación por parte del gobierno. Existían diversos tipos de cambio distintos, entre los que se encontraba el tipo de cambio MUC (mercado único de cambios), y un tipo de cambio financiero. La idea era proporcionar dólares baratos a los industriales para comprar insumos para que pudieran bajar sus costos. Al mismo tiempo, para mantener contentos a los exportadores se introdujo un tipo de cambio múltiple (bajo para los importadores de insumos, alto para los exportadores e importadores de bienes de consumo prescindibles). Este sistema se prestaba desde luego a la corrupción y generaba un déficit cuasi-fiscal. Por supuesto, todo este ambiente de intervención y crisis económica ocasionaron un prolongado periodo de distorsiones que harían extremadamente complicado el determinar cualquier relación entre la volatilidad cambiaria y el nivel de exportaciones.



Reformas económicas realizadas durante la década de los noventa

Durante el primer gobierno de Alberto Fujimori se trabajó arduamente para remediar esta situación. Tal como lo indican Carranza, Cayo y Galdón-Sánchez (2003) una combinación de políticas macroeconómicas prudentes y un agresivo programa de reforma estructural fueron claves para una impresionante mejora. El crecimiento del PBI per capita alcanzó un promedio del 7% anual durante el periodo de 1993 a 1997; al mismo tiempo que se obtenían tasas de inflación de un sólo digito; la inversión y los ahorros aumentaron del 16.5% y 11.8% del PBI en 1990 a 24.6% y 19.4% respectivamente. Pero lo más impresionante tuvo lugar en el aspecto fiscal: por primera vez en más de 20 años se obtuvo un superávit. Sin embargo, hubo áreas de la economía a las que no se le prestó suficiente atención, por lo cual el país quedo en cierto modo vulnerable a las crisis externas que se dieron a partir de 1997.

Crisis internacionales y su efecto en la economía del Perú

Después de un periodo de alto crecimiento económico durante la parte central de la década, el Perú se vio afectado por una serie de crisis internacionales que afectaron negativamente su desempeño.

Impacto de la Crisis Asiática

En 1997 los países del Sudeste Asiático entraron en crisis tras varias décadas de amplio crecimiento económico y mejoras sociales, que hacían que muchos lo calificaran como un milagro. Esta crisis afectó al Perú por dos caminos. Primero, las devaluaciones de los países asiáticos y su continua crisis provocaron una caída en el precio de las materias primas, afectando así a nuestras exportaciones. Por otro lado, a partir de octubre de 1997 se empezó a apreciar una salida de capitales.



Impacto de la Crisis Rusa

La crisis Rusa fue originada en parte por la crisis asiática. A pesar de los numerosos indicios de una economía débil, Rusia recibió una gran cantidad de préstamos de la comunidad internacional; por lo cual cuando estalló la crisis asiática los acreedores temieron lo peor para Rusia. Para agosto de 1998 la salida masiva de capitales llevó a una situación extrema en la que el gobierno ruso se vio obligado a declarar una moratoria de su deuda externa. Esto afectó a la economía peruana a través de un recorte de las líneas de crédito de corto plazo que los bancos tenían con entidades financieras internacionales, lo cual a su vez produjo una contracción del crédito de los bancos privados, además de una salida de capitales del país.

Impacto de la Crisis Brasilera

Hacia fines de 1998, Brasil mostraba indicadores macroeconómicos muy preocupantes, ya que tenia problemas fiscales que su ancla monetaria no le permitía solucionar. Esto, unido a las crisis asiática y rusa determinó una salida masiva de capitales. A pesar de los esfuerzos de las autoridades brasileras por controlar la situación, se desencadenó una crisis que no encuentra solución hasta que Brasil acepta devaluar el real. Esto afectó al Perú a través de la percepción de los inversionistas extranjeros, que empezaron a temer una crisis en cadena en toda la región, lo cual disminuyó todavía más la entrada de capitales a nuestro país.

El Fenómeno del Niño

El efecto del Fenómeno del Niño que tuvo lugar en el primer trimestre de 1998 puede apreciarse en varios niveles. Tuvo un efecto directo sobre la actividad productiva, particularmente en la pesca y en la agricultura. Por otro lado, ocasionó un severo daño a la infraestructura, lo cual implicó aumentar la inversión pública para asumir los costos de reconstrucción, generando una presión adicional sobre las cuentas fiscales en un momento cuando la coyuntura externa es particularmente adversa al país.

Situación Actual

Tras los efectos negativos de las crisis internacionales sobre la economía el Perú entró en un periodo recesivo marcado por una disminución del ritmo del crecimiento y una severa contracción de las inversiones. La depreciación del tipo de cambio nominal ocasionada por la coyuntura internacional disparó una severa caída en la demanda interna, debido a que el mayor nivel de tipo de cambio nominal fue compensado por una caída en el precio de los bienes no transables, resultando en una reducción en los márgenes de utilidad y salarios nominales, que su vez tuvo un efecto negativo en los balances de los bancos y a través de ellos en el crédito. Además de los problemas macroeconómicos, la inestabilidad política que se inició con las elecciones del año 2000 no concluyó hasta la elección de Alejandro Toledo en el 2001.