En 1998 la economía chilena finalizó un extenso periodo de crecimiento que se inició con posterioridad a la crisis de la deuda externa de principios de los años ochenta. Con posterioridad se llevó a cabo, tempranamente para el contexto regional, una profunda reforma estructural de carácter neoliberal. Si bien, los primeros pasos en esa dirección se dieron incluso con anterioridad, en 1975 luego del Golpe de Estado; a principio de la década siguiente se terminó por delinear completamente el esquema de funcionamiento de la economía que conocemos actualmente.
La situación en la que actualmente se encuentra la economía chilena se vincula con la crisis de balanza de pagos que enfrentaron las economías asiáticas en 1997. Sin embargo, este hecho viene a gatillar a finales de los noventa, un proceso de crisis y contracción que se venía manifestando con anterioridad. La crisis encuentra a Chile en la peor situación de la década en cuanto al saldo de su cuenta corriente. Este resultado negativo se origina principalmente en un importante déficit comercial que se arrastra desde mediados de la década del noventa.
La política de ajuste seguida por la autoridad monetaria provocó una recesión que abarcó desde el cuarto trimestre de 1998 hasta el tercero de 1999, completando para el año 1999 una variación de –1,1% del Producto Interno Bruto. Este comportamiento de la cuenta corriente, cuyo déficit en 1998 representaba un 6,3% del PIB, estuvo compensado parcialmente, durante una buena parte de la década por un saldo positivo en la cuenta de capitales originado en abundantes inversiones en los sectores primarios, particularmente en la minería del cobre.
En las condiciones señaladas, la política de ajuste vía tasas de interés, llevó a la economía a una importante contracción, donde junto al producto, la demanda interna sufrió un impacto importante. A este cuadro también contribuye el incremento del desempleo y las expectativas negativas respecto al desempeño de la economía y posibilidad real de una recuperación sólida. Las características del período inmediatamente posterior a la crisis, determinan el escenario actual y las graves dificultades para salir del actual cuadro de contracción y estancamiento.
El producto de la economía chilena comienza a mostrar signos de recuperación a partir del cuarto trimestre del año 1999, hasta alcanzar su mayor nivel de crecimiento en el segundo trimestre del año 2000, con un 5% . El resultado final es que ese año la economía creció un 4,4%. Sin embargo de allí en adelante inició una notoria desaceleración, que se refleja principalmente en el comportamiento de la demanda interna y en general en el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMACEC).
Al igual que en el caso del producto, la demanda interna experimenta una recuperación durante el año 2000, llegando incluso en el segundo trimestre de ese año a mostrar una variación anual de un 9,7%. Sin embargo, acompañando la senda del producto, comienza desde ese trimestre a mostrar signos de desaceleración, hasta llegar en los últimos trimestres del año 2001 a mostrar variaciones anuales negativas.
En la explicación de este comportamiento se pueden mencionar dos aspectos del desempeño externo que se combinan en sus efectos: Primero, las características de la recuperación, fundada en una frágil expansión exportadora; y segundo, al escenario externo que comienza a manifestarse desde principios del año 2001 con la caída de la actividad económica en Estados Unidos y la histórica disminución en el precio del cobre.
El nivel de crecimiento de 4,1% que alcanzó la economía norteamericana durante el año 2000 y que permitió sostener la situación de la economía mundial hasta ese momento, crea un cuadro, que si bien resulta favorable para el comportamiento de los mercados en los que Chile interviene, es en extremo frágil dado los síntomas de agotamiento que se verificaban en dicha economía. En esas condiciones el crecimiento del producto en Chile alcanzó al 4,4%; sin embargo, esto no acarreó un comportamiento similar en otras variables macroeconómicas. Es el caso de la inversión y la ocupación principalmente.
En estas condiciones, el desempeño del sector externo durante el año 2000 es el principal responsable de la transitoria recuperación de ese año. La fragilidad de esta recuperación se explica en las bajas probabilidades que existían respecto a que esas condiciones se mantuvieran en los años venideros. Lejos de eso, la economía del mundo se mantiene al borde de una grave recesión, lo que inevitablemente incide de manera importante en el desempeño de la economía chilena.
El cuarto trimestre del año 2001 registró un descenso de las exportaciones de un 12,7% respecto al año 2000 al tiempo que las importaciones cayeron un 15,4% en igual periodo. Estas últimas muestran la gravedad de la contracción que enfrenta la demanda interna. Al cuarto trimestre del año 2001, la demanda interna acumulada se había mantenido invariable respecto al mismo periodo del año anterior. Sobre la misma base de comparación, el consumo había disminuido en 1,5%.