Piero Sraffa nació 1898, en Turín, uno de los principales centros industriales de Italia, ubicado en el noroeste de la República. Hijo de Ángelo Sraffa, profesor de derecho comercial, y de Irma. Estudió en su ciudad y se graduó en la universidad local con un trabajo sobre la inflación italiana durante y luego de la primera guerra mundial. Trabajo que realizó bajo la dirección y tutela de Luigi Einaudi[1].
Estudió desde 1921 a 1922 en la London School of Economics. A fines de 1922 estaba de regreso en su país natal como director del Departamento Provincial de Trabajo, en Milán. Durante el desarrollo de su temprana carrera como académico y profesor en las Universidades de Perugia y Cagliari, conoció a Antonio Gramsci (suerte de marxista no ortodoxo antifascista, líder y fundador del partido comunista italiano (PCI)) y posteriormente, a Filippo Turati (líder del partido socialista italiano), con quienes estrechó una comprometida amistad. El ceñido vínculo que forjó con Gramsci se evidencia en las recurrentes visitas que Sraffa realizó a Antonio luego de que éste resultara apresado por las fuerzas fascistas en 1926, bajo ordenamiento de Mussolini, y enviado a la prisión de la remota isla de Ustica[2].
Probablemente hayan sido estas riesgosas ideas marxistas y sus comprometidas amistades, conjuntamente al hecho de que aún se mantenía fuera de discusión académica su teoría del valor, originada en su famoso trabajo de 1926, “The Laws of Returns Under Competitive Conditions” (revisión de su paper italiano de 1925, “Sulle Relazione fra Costo e Quantita Perdotta”), lo que llevó a John Maynard Keynes a invitar a Sraffa a la Universidad de Cambridge, la que pasaría a convertirse en su segundo hogar, y en donde llevaría a cabo una vida tranquila, dedicada al estudio y a su gran afición, la colección de libros antiguos[3]. Una vez allí, no tardó en convertirse en una de las figuras más destacadas del impetuoso Cambridge de la primera mitad del siglo XX junto con el resto de los sobresalientes miembros, entre los que se encontraban N. Kaldor, J. Robinson, M. Kalecki, M. Dobb y, como no, J. M. Keynes. También allí se uniría al conocido como el ‘cafeteria group’, suerte de club informal de discusión, del que formaban parte también el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein y Frank Ramsey, en donde estudió y debatió la teoría de probabilidad de Keynes y la teoría de los ciclos económicos de Friedrich Hayek.
En cuanto a sus actividades académicas en la Universidad, su timidez en frente de los estudiantes hizo de los seminarios una experiencia tan horrorosa que pocas veces llegó a practicarla. Keynes daba cuenta de ello en una carta que enviara en 1929 a su esposa, donde escribía: “Se suponía que Piero iba a dar una clase mañana... se sentó a mi lado muy animado... y de pronto se levantó de la mesa, vomitó todo lo que había cenado y cayó al suelo sin pulso. Lo reanimamos con brandy... y no habrá finalmente clase mañana. Una vez más tendré que anunciar la suspensión”[4]. Ello llevó a que se lo asignara al desarrollo de otras actividades. Así fue que se lo designó como bibliotecario del King’s College y, para mantenerlo ocupado, el propio Keynes le consiguió el encargo de editar las obras de Ricardo en la Royal Economic Society. Dicha tarea de recolección y reedición de las obras comenzó en 1931, y demoró 20 años en ser concluida y publicada. Si bien ya para el año 1943 una versión previa de la obra final estaba ya en la imprenta, el descubrimiento a último momento de un paper de Ricardo en Irlanda, retrasó la edición hasta 1951 (“Introduction to the Works and Correspondence of David Ricardo”). Sraffa consagró a este trabajo una dedicación ejemplar, por lo que dicha publicación finalmente fue el resultado de un estudio realizado con un extraordinario grado de seriedad y conciencia, hecho que llevó al premio Nobel George Stigler a decir, años más tarde, que “Ricardo fue un hombre afortunado... Y ahora, 130 años después de su muerte, es más afortunado que nunca: él ha sido patrocinado por Sraffa”.
Otro ejemplo de la tranquilidad y calma con la que Sraffa se tomaba las cosas se observa en su ya mencionada obra “Producción de Mercancías por Medio de Mercancías”, que se subtitula “preludio a una crítica a la teoría económica”. Este libro tiene su origen en un manuscrito fechado en 1928, pero fue publicado finalmente en 1960. Si bien la demora en la edición del libro quitó parte de la originalidad de algunos temas tratados en él, el carácter polémico de la obra desató en los años 60 un intenso debate sobre la consistencia lógica de la teoría de los precios neoclásica (dominante por ese entonces y hoy en día) entre los dos Cambridge, el inglés y el norteamericano. Polémica de la que no participó el propio Sraffa, ya que después de 1960 prácticamente no volvió a escribir. Este punto se tratará en detalle en el ápice IV.c.
Alejado ya de las actividades académicas de análisis teórico y producción intelectual, en 1972 es galardonado como Doctor de Honor por la Universidad de la Sorbona (París) y luego, en 1976, recibe igual condecoración en Madrid.
Muere finalmente en 1983, con posterioridad a haber reunido una considerable fortuna. Sraffa se volvió rico luego de realizar una inversión en bonos de largo plazo del gobierno japonés, luego de que estallaran las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, anticipando correctamente que Japón no permanecería mucho tiempo sumido en la pobreza.
En lo que respecta a su legado bibliográfico, sus obras completas podrían reunirse en un volumen de apenas unas 300 páginas. De hecho hay editados unos ensayos en italiano por su discípulo Garegnani. Estos ensayos incluían sus dos famosos artículos de 1925 y 1926, una polémica con Hayek de 1932, el Prefacio a las Obras Completas de David Ricardo y la Introducción a sus Principios, un comentario a una recensión de Producción de Mercancías de Harrod, un breve intercambio epistolar con von Newman sobre temas tratados en el libro y poco más. A ello habría que sumar su Tesis Doctoral de 1920 y, por supuesto, la propia Producción de Mercancías. Todo de altísima calidad, muy trabajado y sumamente refinado pero, al lado de la obra de muchos otros pensadores y economistas no deja de ser escasa. No obstante ello, su influencia e importancia distan ampliamente de ser insignificantes.
[1] Uno de los economistas italianos más importantes; llegó a ocupar la presidencia de la república italiana durante los años 1948 y 1955.
[2] Considero interesente y oportuno presentar aquí fragmentos de una carta de Gramsci a Sraffa, en la que se clarifica su estrecha amistad y el marcado interés intelectual que los unía (ya se mencionará más adelante la gran pasión de Sraffa hacia los libros y la lectura):
“Querido amigo,
he llegado a Ustica el 7 de diciembre, tras un viaje algo incómodo (como comprenderás), pero muy interesante (...) Algo me preocupa el problema del tedio, que no podrá resolverse sólo con los paseos y el contacto con los amigos (...) Me dirijo a ti para que tengas la bondad de mandarme algún libro. Querría tener un buen tratado de economía y hacienda para el estudio, un libro básico que elijas tú según tu criterio. Cuando te sea posible, mándame también algún libro y alguna revista de cultura general que consideres de interés para mí. Querido amigo, tú conoces mis condiciones familiares y sabes lo difícil que me va a ser recibir libros como no sea de algún amigo personal. Créeme que no me habría atrevido a causarte esta molestia si no fuera por la necesidad de resolver este problema del embrutecimiento intelectual, que me preocupa especialmente.
Te abrazo con afecto,
A. Gramsci.”
[3] Su biblioteca personal llegó a poseer más de 8,000 volúmenes; hoy en día es parte de la Biblioteca del Trinity College.
[4] “El miedo escénico de Piero Sraffa”; Francisco Cabrillo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid; artículo de opinión publicado en el portal web Libertad Digital.