Antecedentes: Estudios del Sector Agropecuario y Probreza Rural

Antecedentes

Tanto a nivel internacional como nacional han sido varios los estudios que analizan los impactos que ha tenido este nuevo impulso agrícola, ya sea en lo económico, en lo social y sobre los recursos naturales.



Dado que los impactos sobre los recursos naturales escapan a los objetivos de este trabajo, los mismos no son abordados en la revisión de antecedentes; se deja constancia de la relevancia del tema y del papel que las políticas públicas tienen en la generación de incentivos. En cuanto a los impactos sociales, uno de los más destacados, sobre todo a nivel internacional, tiene que ver con procesos de migración rural. Dichos procesos tampoco serán revisados en los antecedentes dado que la población rural del país presenta particularidades que limitan la aplicabilidad de los estudios y la misma es de tamaño reducido en términos relativos y absolutos.

De la bibliografía internacional, resultan de especial interés los estudios realizados en Argentina debido a que el denominado boom sojero en dicho país (principal cultivo en la expansión agrícola reciente) data de los años 90 y existe consenso en cuanto a que el mismo ha generado cambios profundos en el sector agropecuario, con importantes efectos económicos y sociales Si bien el caso de Argentina se relaciona con el uruguayo, se debe tener en cuenta que se trata de un proceso de trasformación productiva más antiguo y profundo; que involucra a grandes poblaciones rurales; y que existían grandes plantaciones de soja de forma previa a la instalación del nuevo paquete tecnológico.

Uno de los impactos más estudiados es el que este proceso ha tenido sobre los productores. Se afirma que las ventajas económicas generadas por el dinamismo agrícola no son aprovechadas por los pequeños productores rurales dado que tienen muchas dificultades para acceder a la escala, al capital y a la tecnología requerida, generándose así un debilitamiento del tejido local en las sociedades rurales (INTA, 2004).



Más allá de lo sucedido con los productores, a nivel laboral, el cambio tecnológico también afecta a los trabajadores agrícolas dado que el sistema de siembra directa generalizado requiere 1 de cada 5 puestos de trabajo existentes en comparación con el sistema tradicional. De todos modos se afirma que el crecimiento de las Pymes agroindustriales (maquinaria) ha generado un aumento de puestos de trabajo (INTA, 2004). Además el impacto del cambio tecnológico sobre los trabajadores incrementa los requerimientos de calificación de los empleados para el manejo de la nueva maquinaria agrícola (Baigorria, 2006).

Asimismo, ha existido un proceso de concentración de la riqueza, dado que si bien el cambio técnico (particularmente el uso de semillas transgénicas) posibilitó un crecimiento de la riqueza, la misma no ha sido apropiada por los trabajadores que experimentan una reducción de la masa salarial (Rodríguez, 2009).

Más allá de los efectos sobre los pequeños productores y trabajadores, ha existido una gran rentabilidad económica la cual impulsó la adopción masiva del nuevo sistema. Este proceso ha sido liderado por nuevas empresas denominadas pool de siembra con gran capacidad financiera y productiva que mediante un proceso de concentración de la tierra se favorecen de los efectos de la escala, mejorando la cotización de los campos y el aporte de divisas debido al alto precio de los productos del agro (INTA, 2004).



En cuanto a los recursos generados, se destaca que los mismos se han trasladado a otras regiones, fuera de donde se generan, teniendo fuertes impactos distributivos lo cual tiene consecuencias directas sobre la estructura social del sector rural (Carrancio, 2008).

Con respecto a la pobreza rural, la misma sigue siendo importante a pesar del crecimiento agropecuario vía cambio técnico, eso sucede en todos los países de América Latina. Además se establece que es esperable una tendencia cada vez mayor a la desaparición de la agricultura de subsistencia con las implicancias que ello tendría para un gran número de personas que viven de ella, lo que empeorará la situación de la pobreza rural. Para superar lo anterior se destaca la importancia de un adecuado diseño de políticas públicas (más allá de las tradicionales políticas aplicadas para el desarrollo agrícola) para que la población rural absorba los efectos de la expansión agrícola, ya que esta última por sí sola no genera los efectos deseados sobre la pobreza rural (FAO, 2009).

Diversos estudios realizados en Uruguay también discuten los efectos del proceso de agriculturización.

Con respecto a lo sucedido con los productores, se destaca la aparición de nuevos productores y gerenciadores del negocio agrícola con gran relevancia de inversores extranjeros y empresas transnacionales que se enmarcan en un proceso de concentración del área agrícola y exclusión de pequeños productores, ya sea por falta de recursos o porque les es más conveniente arrendar la tierra que trabajarla (Arbeletche-Carballo, 2006 y 2009).

Este cambio en los productores se identifica con un proceso de desplazamiento de la burguesía terrateniente local el cual es causado tanto por el cambio técnico, como por un creciente proceso de extranjerización y concentración de la tierra (Piñeiro-Moraes, 2008).

En cuanto al destino de los productores desplazados, si bien algunos se retiraron del negocio y pasaron a vivir de rentas, radicándose en la ciudad o en zonas ganaderas, otros permanecieron en la actividad transformándose en oferentes de servicios agrícolas, o realizando medianería en tierras de menor calidad (SERAGRO, 2008).

A nivel social, y particularmente en lo que refiere a la distribución de la riqueza, se afirma que al interior del complejo agroindustrial sojero, aquellos actores que controlan la organización del proceso de producción (núcleo del complejo) son quienes concentran y acumulan la mayor riqueza, y dado que esos agentes son en general extranjeros, es factible que la riqueza generada no quede dentro de Uruguay (RAP-AL, 2008).

Respecto a los resultados económicos existe consenso en que el impacto ha sido positivo. Se destaca por un lado el impacto directo e indirecto de los cultivos transgénicos sobre el PIB (SERAGRO, 2008) y por otro lado, el incremento significativo de las exportaciones al impulso de los productos agrícolas (RAP-AL, 2008).

Referido al empleo existen diversas conclusiones dependiendo de la perspectiva desde la que se estudie el tema así como de la amplitud con la que se analice.

Por un lado, se plantea que la adopción de cultivos transgénicos generó una demanda de trabajo de casi 5.800 empleos concentrados en el sector agropecuario, industria, construcción y comercio, siendo casi un 85% generado de forma indirecta (SERAGRO, 2008). En la misma línea y en base a la estimación de coeficientes de empleo directo e indirecto de la actividad agrícola, incorporando al personal de la empresa y al personal de los servicios agrícolas, se concluye que el incremento de empleo agrícola fue de 1.760 trabajadores entre las zafras 2001/2002 y 2007/2008, mientras que se han perdido 1.151 empleos ganaderos, por lo que el incremento neto estimado fue de 609 trabajadores Extraído de la presentación “La expansión de la soja en Uruguay. Una aproximación a sus impactos socioeconómicos” En el primer encuentro uruguayo de soja, organizado por la Mesa Tecnológica de Oleaginosos. Arbeletche; Ferrari; Souto; (2008)

Por otro lado, se afirma que el cambio técnico tuvo consecuencias negativas sobre la fuerza de trabajo en el agro mediante la disminución de la demanda de trabajo, precarización de los trabajadores asalariados y disminución de la fuerza de trabajo familiar en la oferta de trabajo (Piñeiro-Moraes, 2008). En esta línea, se afirma que el cambio tecnológico generó un desfasaje entre la oferta y la demanda de trabajo dadas las necesidades de la producción agrícola (Tubío, 1998).

En cuanto a la residencia de los trabajadores se afirma que existe una fuerte interacción entre los centros poblados y el rural disperso siendo que la principal fuente de trabajo asalariada del sector agropecuario reside en las localidades de menos de 5000 habitantes; sin embargo el 86% de los desempleados del agro se localizan en el medio urbano, por lo que capta y expulsa gente a la vez. Se destaca también que en el medio rural disperso existió una contracción del sector agropecuario como empleador, al tiempo que se expanden los servicios relacionados con esta actividad (Domínguez, 2006).

Respecto a la pobreza, se han identificado diversos factores explicativos de los niveles de pobreza rural que se centran en el proceso de globalización que ha experimentado la agricultura y la fragmentación económica, social y cultural a nivel de los actores locales. Se considera que los cambios que se han gestado en el ámbito rural tienen su epicentro en la producción cerealera, particularmente en la producción de oleaginosas, relacionado con la expansión de los mercados internacionales, el incremento de las inversiones extranjeras, y la introducción de innovaciones tecnológicas y de gestión en la producción agropecuaria. Más allá de eso, a través de la construcción de un modelo probit se concluye por ejemplo que los trabajadores con mayor propensión a la pobreza no se relacionan directamente con actividades agrícolas (sí indirectamente como por ejemplo en el caso del transporte). Dentro de los trabajadores agrícolas son los no calificados los que tienen mayor propensión a ser pobres (Paolino-Perera, 2006).

Otra mirada con respecto a la pobreza rural afirma que la misma ha disminuido entre los años 1999 y 2008 debido tanto al crecimiento del sector agropecuario como al conjunto de políticas públicas implementadas, mejorando de este modo las condiciones de vida de la población rural. Sin embargo, estos fenómenos no han sido capaces de reducir las desigualdades entre regiones, por lo que los efectos del crecimiento del sector generan una mejora global pero no modifican la estructura asimétrica en la distribución de los beneficios sociales del crecimiento (Riella, 2009).

Autores: María Eugenia Cedrés y María Fernanda Maillot