Al momento de establecer los principios de la función social de la ciudad y del papel del individuo en ésta se hace hincapié en las reglas de juego que guían el comportamiento de los agentes en una sociedad, las cuales son fundamentales para explicar su desempeño económico. Es así que se debe destacar el papel de las instituciones, sin ellas no se tendría un marco o contexto de escenario que garantice la función de los agentes económicos que permitirían el progreso de la ciudad.
En ese marco, los preceptos de la función social del la ciudad deben ser absolutamente compatibles con los esbozados por la corriente Neo Institucionalista cuyo principal representante es el economista Douglass North.
North esboza una teoría de las instituciones y el cambio institucional, explica qué son las instituciones; cómo se diferencian las instituciones de las organizaciones; y cómo influyen las instituciones en los costos de transacción y producción. La discusión en torno a la cooperación humana ocupa un lugar sobresaliente en el análisis, puesto que está convencido de que el funcionamiento social óptimo de una ciudad sólo puede lograrse en un ambiente institucional propicio para que surjan soluciones cooperativas y socialmente productivas.
La tesis de North es que las instituciones forman la estructura de incentivos de los individuos que interactúan en sociedad y que, por consiguiente, las instituciones políticas y económicas son los determinantes fundamentales del desempeño económico en el largo plazo. Las elecciones que hacen los individuos dependen de sus creencias; éstas son una consecuencia del aprendizaje acumulativo que se transmite culturalmente de generación en generación. El tiempo es la dimensión en la cual el proceso de aprendizaje de los seres humanos moldea la evolución de las instituciones.
Las instituciones son restricciones diseñadas por el hombre para reducir la incertidumbre que supone la interacción humana. La incertidumbre surge debido a la información incompleta que se tiene con relación al comportamiento de la gente y a las limitaciones computacionales del individuo para procesar, organizar, y utilizar información. Al estructurar la interacción humana, el marco institucional limita el conjunto de elecciones de los actores y reduce la incertidumbre. Las instituciones están conformadas por restricciones informales, que son normas de comportamiento, convenciones y códigos de conducta autoimpuestos; por restricciones formales como reglas, leyes, constituciones; y las características de aplicación de estas restricciones, se refiere a la policía, sistema judicial.
Las restricciones informales son reglas que nunca han sido diseñadas conscientemente y que todos se interesan en mantener, sostiene que en todas las sociedades, desde la más primitiva hasta la más avanzada, los seres humanos se imponen restricciones para estructurar sus relaciones. Bajo condiciones de información y capacidad computacional limitadas, las restricciones reducen los costos de la interacción humana en comparación a una situación donde no existen las instituciones.
La estructura que gobierna la interacción social cotidiana, tanto en el ámbito familiar como en el campo del trabajo y los negocios, está definida, en gran medida, por restricciones informales, códigos de conducta, normas de comportamiento y convenciones.
Las reglas formales subyacen a las restricciones informales, pero no es común que aquéllas se utilicen como pauta inmediata en la interacción cotidiana.
Las restricciones informales provienen de la información socialmente transmitida y son parte de la herencia cultural. El filtro cultural proporciona continuidad, de modo que la solución informal a los problemas de intercambio del pasado se transfiere al presente y convierte a las restricciones informales en fuentes importantes de continuidad en el cambio social a largo plazo. Las restricciones informales, que surgen para coordinar la interacción humana repetida, son de tres tipos: a) las extensiones, elaboraciones y modificaciones de las reglas formales; b) las normas de comportamiento sancionadas socialmente; y c) los patrones de conducta aplicados internamente.
Las reglas formales, que también constituyen parte importante de las instituciones, incluyen reglas políticas o judiciales, reglas económicas, y contratos. Las reglas políticas establecen la estructura jerárquica de la forma de gobierno, su estructura básica de decisión, y las características explícitas del control del programa de gobierno. Las reglas económicas definen los derechos de propiedad, el conjunto de derechos sobre el uso y el ingreso a ser derivado de la propiedad y la capacidad de enajenar un activo o recurso. Los contratos contienen las estipulaciones específicas de un acuerdo particular de intercambio.
La diferencia entre restricciones formales e informales es de grado. La larga y desigual evolución de las restricciones, desde las tradiciones y costumbres no escritas hasta las leyes escritas, está relacionada a la creciente especialización y división del trabajo que caracteriza a sociedades cada vez más complejas.
Las reglas formales pueden aumentar la eficacia de las restricciones informales al disminuir los costos de información, monitoreo y aplicación. Con esto se logra que las restricciones informales se conviertan en soluciones posibles a intercambios más complejos. Las reglas formales pueden ser establecidas también para modificar, revisar y substituir restricciones informales.
La aplicación de las restricciones formales e informales es clave, puesto que la incapacidad de las sociedades de desarrollar aplicaciones efectivas y baratas de los contratos es la fuente más importante del estancamiento económico en la historia y del subdesarrollo contemporáneo de los países en vías de desarrollo como Bolivia.
En los países desarrollados, los sistemas judiciales incluyen cuerpos legales bien especificados y agentes idóneos como abogados, jueces, jurados, y fiscales que ofrecen alguna confianza de que los méritos del caso, en lugar de las recompensas individuales, influirán en los resultados. En contraste, la aplicación de la ley en las economías del Tercer Mundo es incierta, no sólo por causa de la ambigüedad de la doctrina legal, un costo de medición, sino también por la incertidumbre con relación al comportamiento de los agentes.
El cambio institucional es un proceso ubicuo, continuo y acumulativo que se origina en la interacción entre instituciones y organizaciones. Las instituciones son las reglas del juego, y las organizaciones y sus empresarios son los jugadores.
Las organizaciones están conformadas por grupos de individuos aglutinados con el propósito de alcanzar ciertos objetivos. Las organizaciones incluyen: a) cuerpos políticos (partidos políticos, senado, concejo municipal, cuerpos reguladores); b) cuerpos económicos (empresas, sindicatos, granjas familiares, cooperativas); c) cuerpos sociales (Iglesias, clubes, asociaciones deportivas); y d) cuerpos educativos (colegios, universidades, centros de adiestramiento vocacional). Son estas instituciones que se deben fortalecer en el marco de la función social del derecho a la ciudad.
Al intentar alcanzar sus objetivos, las organizaciones alteran la estructura institucional en forma gradual. Las organizaciones no tienen que ser necesariamente productivas desde el punto de vista social, ya que el marco institucional suele contener incentivos perversos.
Los conocimientos y destrezas que las organizaciones demandarán para alcanzar sus objetivos condicionan la forma como el conjunto de conocimientos evoluciona y es usado.
Los incentivos para adquirir conocimiento puro, elemento crucial para impulsar el crecimiento sostenido a largo plazo, son afectados tanto por la estructura de recompensas y castigos monetarios, como por la tolerancia de la sociedad a su desarrollo.
Las modificaciones se producen porque los individuos perciben que les convendría reestructurar los intercambios tanto políticos o económicos. La fuente fundamental de cambio a largo plazo es el aprendizaje de individuos y empresarios de las organizaciones. La tasa de aprendizaje reflejará la intensidad de la competencia entre organizaciones: cuanto mayor el grado de monopolio, menor el incentivo de aprender y cambiar.
La velocidad del cambio económico es una función de la tasa de aprendizaje, pero la dirección de ese cambio lo es de las recompensas esperadas al adquirir diferentes tipos de conocimiento. Los modelos mentales que los jugadores desarrollan configuran las percepciones sobre las recompensas.
El marco de la eficiencia asignativa no es el más adecuado para explicar las transformaciones económicas que se producen en el tiempo. Para ello, es mucho más pertinente pensar en términos de eficiencia adaptativa, ya que así se puede considerar las reglas que moldean la evolución de las economías, e incorporar como elemento de análisis la voluntad que la sociedad tiene para aprender, innovar y asumir riesgos.
Una ciudad caracterizada por la incertidumbre nadie conoce la respuesta correcta a los problemas que confrontamos; por tanto, nadie es capaz de maximizar las ganancias efectivamente. De todo esto se deduce que la sociedad que permita la realización del mayor número de ensayos será la que tenga mayores probabilidades de resolver problemas a través del tiempo.
Los cambios institucionales deben tender a ser graduales porque las restricciones informales confieren estabilidad a las instituciones. No obstante, las instituciones, al reducir el precio que la gente paga por defender sus convicciones, hace que los dogmas, las ideologías y las modas pasajeras sean fuentes importantes de cambio institucional.
Las ciudades y los ciudadanos deben avanzar hacia la formulación de una teoría del cambio social donde el marco analítico para entender la toma de decisiones bajo condiciones de incertidumbre debe basarse en una teoría del proceso de aprendizaje humano. El aprendizaje requiere desarrollar una estructura para interpretar las diferentes señales recibidas por medio de los sentidos.
Las creencias se transforman en estructuras sociales y económicas a través de las instituciones, tanto a través de reglas formales como de normas informales de comportamiento.
La relación entre modelos mentales e instituciones es estrecha. Los modelos mentales son las representaciones internas que los sistemas cognoscitivos individuales crean para interpretar el medio ambiente de la ciudad; las instituciones son los mecanismos externos a la mente que los individuos crean para estructurar y ordenar el medio ambiente de la ciudad.
Al diseñar políticas de desarrollo bajo el precepto del derecho a la ciudad se cebe tener en mente que la simple transferencia de reglas formales de economías de mercado exitosas a economías atrasadas o en transición no es condición suficiente para lograr un buen desempeño económico, ya que los resultados económicos dependen también de las reglas informales, que cambian gradualmente y de la aplicación de las reglas, cuyo costo está determinado, en buena medida, por las reglas informales. También es preciso fortalecer al Estado para que sea capaz de establecer y aplicar reglas económicas eficientes en las ciudades. Entre otras condiciones, para diseñar espacios urbanos proclives al crecimiento se requiere que las instituciones políticas consoliden regímenes democráticos que respeten la ley. Aspecto a ser desarrollado, seguramente, en otro principio del derecho a la ciudad.
Conclusiones
Cuenta la historia que en una gran selva de Urbe, en la India, vivían muchos animales. Entre todos ellos había un pajarito que era muy apreciado por todos sus compañeros.
Cierta vez se produjo en la selva un violento incendio, los habitantes de Urbe quedaron horrorizados ante tan inesperada calamidad. El fuego amanzanaba con devorar los árboles seculares y los acogedores bosques.
¿Qué hacer?, las llamas eran terribles. Bajo el calor de las llamas enrojecía el cielo, la madera crepitaba. Los troncos inmensos rodaban reducidos a negros pedazos de carbón.
Ante semejante catástrofe, el pajarito estaba muy triste. De repente corrió hacía el río, se metió dentro y luego se puso a volar sobre las llamas. Las gotas de agua que conservaba en las plumas las esparcía sobre el fuego intentando apagarlo. Iba y venía del río incesantemente, repitiendo continuamente aquella fatigosa maniobra sin desfallecer.
Un chacal indolente, le hizo entonces, irónicamente, esta observación:
Amigo mío, ¿qué tontería estás haciendo?, ¿crees acaso que con esas gotitas de agua que te quedan en las plumas conseguirás apagar ese incendio que lo devora todo?
El pajarito replicó:
Ya sé que mi ayuda es insignificante ante esa columna de fuego y humo que está aniquilando el bosque. Pero no puedo hacer más de lo que hago, así, por lo menos, sé que estoy cumpliendo con mi deber. Si todos hubiéramos procurado atajar el fuego en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades, las llamas que destruyen nuestro bosque ya se habrían extinguido.
Y de nuevo volvió orgulloso y sin el menor asombro de desaliento a su trabajo.
En lo expuesto en el Desarrollo del Tema, observamos que la función social de la ciudad demanda diferentes conceptos que deben ser aplicados para la concreción de la misma; sin embargo, un punto poco mencionado es que se debe destacar que en cada ciudad existen miles de individuos y es a ellos a quienes se debe dirigir el mensaje. Es decir volver al derecho a la ciudad de Henri Lefebvre que se oponía a la deshumanización de las ciudades, y trataba de rescatar al hombre como elemento real y principal, como eje de una ciudad que él mismo había construido durante su historia y que en las manos de aquel ser humano esta el futuro de su ciudad. Sea cual fuese nuestra posición, todos y cada uno de nosotros debemos hacer como el pajarito de la historia, cumplir nuestro deber para el beneficio de nuestra ciudad.
Autor: Vladimir Barriga Cuenta