Los investigadores en el área de la neuroeconomía realizan experimentos en los cuales se somete a personas a juegos en donde deben tomar decisiones similares a las decisiones económicas del mundo real. Durante el transcurso de los experimentos, se analizan diversas características físicas de los participantes, como la frecuencia cardíaca, la respiración y la actividad de las diferentes partes del cerebro.
Cerebro reflexivo, cerebro intuitivo y cerebro primitivo.
Con estos conceptos de clasifican las partes del cerebro, que funcionan como órganos separados, con estructura celular y funciones diferentes, y aunque están comunicadas entre sí, cada una tiene funciones específicas. El cerebro es un órgano que viene evolucionando desde hace millones de años, manteniendo estructuras creadas en las primeras etapas evolutivas junto con las partes externas, que se desarrollaron en las últimas etapas de la evolución. Evidentemente, cada una de las partes se “especializa” en cuestiones diferentes. El cerebro reflexivo (neocortex) es la parte “pensante”. Trata los temas racionales y comparte sus deducciones con los otros dos cerebros. El cerebro intuitivo es el que se encarga de los sentimientos. El cerebro primitivo es el que decide. Toma en cuenta los aportes de los otros dos cerebros y controla el proceso de decisión.
A veces, impulsos cerebrales lleva a realizar acciones que tienen mucho sentido desde el punto de vista emocional. Encajarían perfectamente con las estructuras cerebrales mas primitivas, y que se relacionan con la supervivencia y la seguridad. Para contrarrestar estos impulsos, el cerebro tiene su parte lógica o analítica, desarrollada durante las últimas etapas de evolución. Cada ves que se toman desiciones económicas, se experimentas diversas sensaciones
Circuito anticipatorio – Adicción a las predicciones
Un estudio realizado desde la década del 60 consiste en enviar cartas verdes o rojas y compensar a los participantes si adivinan cuál va a ser la siguiente carta. La ocurrencia de las verdes es del 80%, pero su distribución es aleatoria. Los individuos intentan encontrar patrones para predecir cuándo vendrá la siguiente carta roja. Ratas y palomas obtenían alimento cuando realizaban una elección correcta, de este modo, aprendieron a elegir el color verde casi todas las veces obteniendo mejores resultados que los humanos, que intentaban encontrar formas de predecir cuándo vendría la siguiente carta roja.
Este fenómeno es denominado por los investigadores como “adicción a las predicciones”, y puede jugar especialmente en contra de los inversores, dado que nos induce fuertemente a buscar patrones dentro de datos aleatorios, creer en estos patrones y aplicarlos en la toma de decisiones de inversión. Asimismo, es también muy fácil encontrar patrones que en el pasado hayan servido para explicar series de datos.
Amigdala o la emoción de invertir
La amígdala es una pequeña parte del cerebro, que está fuertemente asociada a las emociones.
Cambios bruscos contra cambios lentos
Aparentemente, cuando nos enfrentamos a un riesgo potencial, la amígdala es responsable de actuar como un sistema de alarma, mandando señales desde el cerebro intuitivo al cerebro reflexivo. La amígdala reacciona fuertemente ante la percepción de grandes cambios que pueden afectar la situación personal. Así, un brusco cambio del mercado genera mas molestias que una caída lenta, aunque esta última sea mayor que la primera.
Elecciones que activan emociones
Elecciones equivalentes desde el punto de vista matemático, pero presentadas de forma diferente, de modo que una puede inducir mas emociones que otra, pueden tener resultados diferentes. Por ejemplo, De Martino, Kumaran, Seymour y Dolan (2006) pusieron a 20 personas en dos situaciones de juego formalmente equivalentes, pero descritas de modo distinto. En la primera condición se daba el mensaje de haber recibido 50 libras, y luego se hacía elegir entre una opción segura (mantener 20), o participar en un juego de azar donde existía un 60% de probabilidad de perderlo todo, y un 40% de probabilidad de quedarse con las 50 libras (por lo tanto el valor esperado del juego también era 20 libras). La segunda condición era igual, con la única diferencia de que la opción segura ahora se presentaba como perder 30 libras (equivalente a mantener 20 en la primer opción).
Caso 1: 1-mantener 20 de 50 2-jugar.
Opción 2: 1-perder 30 de 50 2-jugar
Lo interesante es que en la condición 1, un 57% de las personas prefirió la opción segura, y un 43% ir al juego, mientras que en la condición 2 la relación se invirtió, con sólo 38% que prefirió la opción segura, y un 62% que prefirió el juego.
Monto contra probabilidad
Un efecto similar ocurre cuando se somete a los jugadores a situaciones similares desde el punto de vista matemático, pero no desde el punto de vista emocional. Brian Kuntson descubrió que mientras el cerebro reflexivo responde fuertemente al monto del premio, la respuesta es mucho menor con respecto a la probabilidad de recibir ese premio.
La “imagen mental” de una gran premio genera un impulso de anticipación en la parte de las emociones del cerebro. Luego, y en forma mas débil, el cerebro analítico intenta realizar una evaluación mas racional de las posibilidades.
Grupos e individuos
Se realizó un teste para que personas evalúen si ciertas figuras tridimensionales presentadas de forma diferente eran las mismas. Aislados , el porcentaje de respuestas correctas fue de 84%, mientras que cuando se dejó que las personas interactúen en grupos, las respuestas correctas fueron del 59%. Según escaneos del cerebro, cuando las personas interactúan en forma grupal, la activación del cortex frontal disminuía, indicando que la interacción social disminuye la actividad del cerebro analítico.
También se descubrió que cuando el individuo disentía del consenso grupal, la actividad de la amígdala aumentaba. Esto es denominado como “la carga emocional asociada al sostenimiento de una creencia individual”. Es aislamiento social activa ciertas áreas que también son activadas por el sufrimiento psicológico.
Llevado al mundo de las inversiones, cuando individuos forman parte de un grupo de inversores mayor, puede hacerlos sentir mas seguros que cuando operan individualmente, aunque las decisiones grupales sean peores que las tomadas en forma individual.
Autor: Federico Anzil
Diciembre de 2007
Bibligrafía
Neuroeconomía: el cerebro y sus decisiones de cada día
René San Martín
http://www.capire.info/2007/11/01/neuroeconomia-el-cerebro-y-sus-decisiones-de-cada-dia/