Crítica a Jean Baudrillard

El libro de Baudrillard Crítica a la economía política del signo es de arriba abajo una enorme especulación. No define previamente los conceptos guías de su discurso, inventa nuevas categorías que no elabora, carece del más mínimo rigor, y lo confunde y lo mezcla todo. Para demostrar que lo que digo es cierto, he seleccionado una parte de una de las secciones de su libro, Más allá del valor de uso , y la someteré a crítica. Las palabras de Baudrillard las escribiré en bastardilla y las entrecomillaré.



1. “Sabemos que la mercancía es a la vez valor de cambio y valor de uso ”.  Esto es literalmente falso. La mercancía es valor de uso y valor. El valor de cambio es la forma fenoménica del valor. Esta distinción, la existente entre el valor y la forma (fenoménica) del valor, es fundamental en El Capital de Karl Marx. Pero esta distinción, como tantas otras, la ignora Baudrillard y todos los detractores de Marx.

2. “El valor de uso es siempre concreto y particular, en tanto que el valor de cambio es abstracto y general” . Esta es una de las mañas especulativas predilectas de Baudrillard, toma afirmaciones que hace Marx sobre determinaciones del objeto del concepto y se las aplica al objeto considerado como totalidad. Lo que plantea Marx es lo siguiente: el trabajo tiene un carácter doble: por una parte, es una actividad productiva conforme a un fin, y por otra parte, es gasto de fuerza de trabajo humana. En tanto actividad  productiva conforme a un fin lo denomina trabajo concreto, y en cuanto gasto de fuerza de trabajo humana lo denomina trabajo humano abstracto. ¿Qué significa para Marx la expresión “trabajo humano abstracto”? Considerar el trabajo en tanto gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma en que se gasta. Es decir, que lo de abstracto y concreto se dice del trabajo, no del valor y del valor de uso. Por otro lado, el valor de cambio de una determinada mercancía, por ejemplo de 1 metro de tela, es otra mercancía determinada, 2 kilos de trigo. Y el trigo, en tanto valor de cambio de la tela, es totalmente concreto. Pero Baudrillard es así de espontáneo, hace afirmaciones sin haberlas reflexionado ni sopesado en lo más mínimo. La intuición y los significados generales de las palabras guían su pensamiento.

3. “Naturalmente, no podría haber valor de cambio sin que hubiera valor de uso ; los dos están emparejados, pero no existe implicación de los dos en sentido absoluto”. Esta es la segunda forma especulativa predilecta de Baudrillard y la de todos los filósofos especulativos: hablar siempre de forma general, no decir nunca nada en concreto. Subsanemos este defecto para saber en concreto de que estamos hablando. Una cosa puede ser valor de uso sin ser valor: el aire que respiramos, por ejemplo,  es una valor de uso pero no es un valor, puesto que no es producto del trabajo. Una cosa no puede ser valor si no es valor de uso: si hacemos una porquería, algo inútil, habremos gastado fuerza de trabajo pero no habremos creado valor. Puesto que sólo crea valor aquel trabajo que crea cosas útiles para otros. Y si su producto es inútil, también será inútil la fuerza de trabajo gastada en su producción. El valor sólo puede existir en un valor de uso: quien gasta fuerza de trabajo sólo puede hacerlo objetivándolo en un producto. Hay más aspectos concretos de la lógica o relación entre valor de uso y valor, pero con los mencionados basta.



4. “El valor de uso no se halla implicado en la lógica del valor de cambio, que es una lógica de la equivalencia”.  Esto no es cierto. La lógica del valor de cambio es una lógica fenoménica. Y en esta lógica fenoménica las dos mercancías enfrentadas no desempeñan el mismo papel: una de ellas, la que expresa su valor, está en forma relativa de valor, y la otra, la que sirve de material de expresión del valor, está en forma de equivalente. Por lo tanto, la forma equivalente de valor supone la forma relativa. Y viceversa.

5. “Aunque esté continuamente recobrado por el proceso de producción y de cambio, el valor de uso no se inscribe realmente en el campo de la economía mercantil: tiene su finalidad propia, incluso restringida”. ¡Que manera tan tortuosa, oscura y general     tiene Baudrillard de expresarse! Si el valor de uso constituye el contenido material de la riqueza, independientemente de su forma social, esto es,  de si se produce como mercancía o no, entonces el valor de uso se “inscribirá” realmente en la economía mercantil y en la economía no mercantil. Si la mercancía es tal mercancía porque se produce en vista del valor, y el valor sólo existe en el valor de uso, es evidente que una economía que produce en vista del valor debe “inscribir” el valor de uso como su condición básica. Baudrillard es víctima, como el marxismo de la época en que redactó su libro, de la confusión entre la forma mercantil de la riqueza y su forma de capital. En esa época la lucha por el socialismo se entendía como la lucha por acabar con la forma mercantil de la riqueza. En eso residió el error básico del modelo soviético del socialismo.

6. “Resulta, por lo tanto, que el “fetichismo de la mercancía” no actúa sobre la mercancía definida a la vez como valor de cambio y valor de uso, sino sobre el valor de cambio únicamente”. Baudrillard le atribuye a Marx ideas y formas de pensar que no son suyas. Cuando hablamos del valor de cambio, en su origen, hablamos de la proporción en que los valores de uso de un tipo se cambian por los de otro. Sabemos que en la relación de cambio entre dos mercancías, una de ellas se encuentra en forma relativa de valor y la otra en forma equivalente. Y también sabemos que uno de los contenidos de la forma equivalente de valor es el siguiente: que el valor de uso del trigo, por ejemplo, en su papel de equivalente frente a la tela, deviene forma fenoménica del valor. El fetichismo de las mercancías, en verdad, tampoco tiene nada que ver con las determinaciones del valor: porque es evidente que cualquier clase de trabajo es gasto de nervios, músculos, cerebro, etcétera, y porque es obvio igualmente que la cantidad de trabajo es distinta de la calidad. ¿De dónde proviene entonces el carácter fetichista de la mercancía? De la forma del valor, esto es, de que el valor de uso se presente como forma fenoménica del valor. Así que es totalmente disparatado y caprichoso lo que dice Baudrillard.



7. “El valor de uso, en este análisis restrictivo del fetichismo, no aparece como relación social, ni por lo tanto como lugar de fetichización”. Baudrillard no expone previamente qué entiende Marx por fetichismo de la mercancía en sus mínimos detalles, ni expone lo que entiende él mismo. Y sin saber con rigor y detalle lo que se entiende bajo determinada categoría, se puede especular con ella cuanto uno quiera, y así aparentar que se está diciendo algo con fundamento cuando en verdad todo carece de fundamento. No hay en el discurso de Baudrillard ni un lugar donde uno pueda decir que pisamos firme. No cabe duda que las pirámides de Egipto son unos gigantescos valores de uso, y que fueron creados por el trabajo y muerte de decenas de miles de esclavos. Es obvio que sin la relación social entre los propios esclavos, sin la colaboración y la división del trabajo entre ellos, las pirámides no existirían. También es obvio que su trabajo no era a favor de ellos mismos, sino a favor de los esclavistas. Y es obvio, por último, que la relación social entre los esclavistas y los esclavos no tiene nada de fetichista, pues está claro como la luz del sol que los primeros se apropiaban del trabajo de los segundos. Uno de los aspectos fetichistas de la mercancía estriba en que desde que los productos del trabajo y la propia fuerza de trabajo se convierten en mercancías, la apropiación de trabajo ajeno por parte de los capitalistas queda totalmente oscurecida. Y no porque los capitalistas sean malintencionados, sino porque la riqueza se produce como mercancía. Así que la idea de Baudrillard de que el valor de uso no es fruto de la relación social nada tiene que ver con las ideas de Marx.

8. “El valor de uso, la utilidad misma, es una relación social fetichizada –una abstracción, la del sistema de necesidades, que adopta la evidencia falsa de un destino concreto, de una finalidad propia de los bienes y servicios”. Esta frase no hay manera de entenderla, recuerda los sinsentidos y requiebros discursivos del enajenado Alonso Quijana.  Por valor de uso entendemos  una cosa que por sus propiedades puede satisfacer necesidades humanas. Por lo tanto, las necesidades son una de las determinaciones del valor de uso. Así que representarse las necesidades independientes del concepto de valor de uso, del que es uno de sus contenidos, y afirmar que el sistema de las necesidades es una abstracción, es un sinsentido, o tiene un sentido meramente especulativo.  Además, ¿desde cuándo el hambre y la sed, por señalar dos necesidades humanas básicas, son abstracciones? ¿Cómo puede pensarse que los doce niños que mueran cada minuto de hambre son abstracciones? Creo que Baudrillard, en su enajenación especulativa, hace un flaco favor a la ciencia y a los intereses de las capas pobres del mundo.

9. “La hipótesis es, en efecto, que las necesidades son el equivalente del trabajo social abstracto: sobre ellas se funda el sistema del valor de uso, como sobre el trabajo social abstracto se funda el sistema del valor de cambio”. Esta frase de Baudrillard es todo un disparate. Carece del más mínimo rigor. En primer lugar quisiera decirles que donde Baudrillard escribió “trabajo social abstracto”, en rigor debió escribir  “trabajo humano abstracto”. Puesto que no sabemos que quiere decir Baudrillard cuando afirma que el trabajo social es abstracto, mientras que sí sabemos que quiere decir Marx cuando habla del trabajo humano abstracto. ¿Por qué Marx llama abstracto al trabajo humano? Porque se trata de considerar el trabajo haciendo abstracción de la forma en que se gasta, de considerarlo solamente bajo la condición de que se ha gastado nervios, músculos, cerebro, etcétera. En toda abstracción hay que saber de dónde se abstrae, qué se abstrae, y cuál es el resto. Pero Baudrillard entiende por abstracción algo que no se ve, que es oscuro, que sólo se puede intuir. En segundo lugar diré lo siguiente: Baudrillard afirma que las necesidades son el equivalente del trabajo humano abstracto, esto es, que una de las determinaciones del valor de uso, las necesidades, es el equivalente de la determinación básica del valor: el trabajo humano abstracto. Así que al afirmar que las necesidades son el equivalente del trabajo humano abstracto, Baudrillard está afirmando que el valor de uso es el equivalente del valor. Todo un disparate. Todo este lenguaje de Baudrillard es resultado de los caprichos del pensamiento especulativo, que entre otros defectos no examina nunca las consecuencias de sus afirmaciones. Y en tercer lugar, quiero examinar la idea de Baudrillard  “ sobre las necesidades se funda el sistema del valor de uso”. Si en el lugar del nombre del objeto del concepto, esto es, el nombre ‘valor de uso', ponemos el sintagma con que expresamos el contenido del concepto de valor de uso, esto es, el sintagma ‘cosas que por sus propiedades satisfacen necesidades humanas', el juicio de Baudrillard quedaría como sigue: sobre las necesidades se funda el sistema de las cosas que por sus propiedades satisfacen necesidades humanas. Y esto, con toda evidencia, es un sinsentido, un enredo, una hablar sin pensar. Además, y siendo prácticos, que es donde todas las especulaciones se hacen añicos, sobre los doce niños que cada minuto se mueren de hambre, que representan la necesidad que se ha enajenado de la satisfacción, no se funda ningún valor de uso. Si se fundara algún valor de uso, no morirían de hambre.

10. “Marx definió la forma del valor de cambio y de la mercancía por el hecho de que todos los productos pueden equivalerse sobre la base del trabajo social abstracto. Y planteó a la inversa la “incompatibilidad” (más adelante dice “incomparabilidad”) de los valores de uso”. Otra frase endiabladamente especulativa. Sólo les diré lo que dijo Marx al respecto, y comprueben ustedes mismos hasta que punto Baudrillard adultera, tergiversa y enreda las ideas de Marx. La relación de cambio supone que las mercancías que se cambian sean valores de uso cualitativamente diferentes . A nadie se le ocurre cambiar tela por tela, trigo por trigo, el mismo valor de uso por el mismo valor de uso. Así que Marx no dice que los valores de uso sean incomparables o incompatibles, sino que en la relación de cambio deben ser cualitativamente diferentes. Esta es una de las peculiaridades del cambio entre las mercancías: como valores de uso son cualitativamente diferentes, y como valores son cualitativamente iguales y cuantitativamente comparables.

11. “Como valores útiles, todos los bienes son ya comparables entre sí, por estar asignados al mismo denominador común funcional/racional, a la misma determinación abstracta ”. Todas las cosas rojas son comparables entre sí  en tanto seres rojos, como todos los objetos físicos lo son en cuanto seres físicos, y a sí hasta el infinito. De manera que no hay nada de original en decir que los valores útiles son comparables entre sí en tanto seres útiles. Lo que no dice Baudrillard es cuál es la necesidad práctica de compararlos y cuál es la consecuencia práctica de compararlos.

12. “Únicamente los objetos o categorías de bienes invertidos en el intercambio simbólico son estrictamente incomparables. En cambio, como valor útil, el objeto alcanza la universalidad abstracta, “la objetividad”. ¡¡¿¿??!! Como dice Cervantes de los dichos y requiebros de Alonso Quijana: ni el mismísimo Aristóteles sería capaz de desentrañar semejantes enredos y sinsentidos. No es necesario comparar los valores de uso entre sí para hacerlos objetivos. Del valor de uso, en tanto unidad de propiedades naturales y utilidades, no hay duda de su objetividad. Nuestros sentidos dan testimonio de su existencia sensible y objetiva. Del valor si hay dudas acerca de su objetividad, si se considera a la mercancía aisladamente. Como dice Marx: se le pueden dar las vueltas que se quiera a una mercancía, mas como cosa de valor permanece inasequible. El valor sólo se hace objetivo mediante la relación de una mercancía con otra. Y esa objetividad se vuelve firme cuando el valor, tras experimentar una serie de metamorfosis, adopta la forma de dinero.

13. “El individuo es una estructura ideológica, una forma histórica correlativa de la forma/mercancía (valor de cambio) y de la forma objeto (valor de uso)”. Baudrillard nos habla de las siguientes formas: forma histórica, forma mercancía y forma objeto. Pero no nos habla del contenido de esas formas. Si alguien nos habla de que algo tiene una forma y no explica el contenido de esa forma, lo único que está aportando al debate   es la palabra ‘forma'. Con Marx sabemos cuál es el contenido de la forma relativa de valor, que es la mercancía que expresa su valor; cuál es el contenido de la forma de equivalente, que es la mercancía que sirve de material de expresión del valor y que el valor de uso que desempeña el papel de equivalente deviene forma fenoménica del valor. Pero en Baudrillard ocurre todo lo contrario: sus palabras son un puro vacío. No hay manera de coger lo que dice por ningún lado. 

Creo sinceramente que con esto basta. Baudrillard es un puro especulador. Su discurso carece de fundamento, rigor y claridad. No hay parte de su libro donde podamos pisar firme, encontrarnos en terreno seguro, avistar un camino teórico. Es un hablar sin pensar. Sus ideas no gravitan en torno a ningún objeto del conocimiento. Jamás nos lo presenta ni lo define. Lo supone, lo intuye, o nos lo da en  escorzos fugaces. Inventa categorías, mezclas determinaciones conceptuales, y enreda. No teje ni desteje, ni ovilla tan siquiera, sino enreda y enreda. Y creo una inutilidad desenredar sus múltiples enredos. Con los trece que he desenredado creo que son argumentos  suficientes para catalogarlo, sin género de dudas, como un puro especulador.