La capacidad adquisitiva del consumidor se puede medir sabiendo cuantos bienes y servicios puede adquirir para satisfacer sus necesidades. Para que las personas puedan adquirir los bienes y servicios tienen que contar con dinero que ha sido recibido (asumimos) como producto de ofrecer sus servicios laborales, es decir, un salario o un sueldo.
Las familias normalmente tienen un patrón de consumo que definitivamente no es fijo en el muy corto plazo pero que en el tiempo tiende a volverse muy poco variable, dependiendo del ingreso de las familias, de las costumbres, nivel social y cultural, etc.
La teoría microeconómica nos explica que la capacidad adquisitiva pueden tener dos enfoques: el primero consiste en que el consumidor puede consumir la misma canasta (bienes y servicios) aún cuando el precio de los bienes han sido modificados; y el segundo enfoque relaciona la capacidad adquisitiva con mantener el mismo nivel de satisfacción de las necesidades, es decir, cuando se mantiene constante el nivel de utilidad.
Para explicar estos dos conceptos, utilizamos un modelo que incluye dos bienes, el “X” y el “Y”, un ingreso nominal del consumidor, “I”, y los precios de los bienes mencionados, “Px” y “Py”.
También utilizamos la función de utilidad conformada por los mismos bienes,
U = U (X,Y) (2.1)
Esta función de utilidad se representa gráficamente por medio de las curvas de indiferencia, las mismas que tienen pendiente negativa y cóncavas hacia arriba, tal como se explicó en el capítulo.
El consumidor contará con un presupuesto, que se define de la siguiente manera:
I = X.Px+Y.Py (2.2)
Esta ecuación cuando la llevamos al gráfico la denominamos la restricción presupuestal.
En este modelo no se asume el ahorro ni la deuda.
Entonces el consumidor maximiza la utilidad sujeto a una restricción presupuestal. Esto se convierte en un ejercicio de maximización de una función objetivo con una restricción.
La solución del ejercicio consiste en hallar las combinaciones de bienes que nos den la máxima utilidad, dado el ingreso del consumidor y los precios de los bienes.
Ahora bien, cuando existen variaciones en los precios de los bienes, ¿Cómo podríamos definir si las personas ven disminuida su capacidad adquisitiva?
Empecemos explicando la capacidad adquisitiva utilizando el primer enfoque visto anteriormente.
La Capacidad Adquisitiva manteniendo constante el mismo consumo de bienes
*Este enfoque es conocido en la literatura macroeconómica como el enfoque Slutsky y se caracteriza por considerar que el consumidor mantiene su capacidad adquisitiva siempre y cuando pueda consumir la misma canasta cada vez que se presente una variación en el precio relativo.
La Capacidad Adquisitiva según este enfoque considera que una persona mantiene su capacidad adquisitiva cuando puede consumir la misma canasta aún cuando algunos de los precios de la canasta de consumo aumenten en su valor nominal.
Si observamos la Figura Nº 2.1, el consumidor consume la canasta “A” con la restricción presupuestal Nº1.1. La canasta “A” o la combinación de bienes que se refleja en la canasta “A” le brinda al consumidor la máxima utilidad. Este punto vendría a ser el óptimo del consumo, dadas ciertas condiciones.
Considerando solamente la restricción presupuestal Nº 1, un punto por arriba de la canasta A, hubiera significado un exceso en el consumo del bien “Y” con la consecuente utilización no óptima del ingreso de la persona.
Un consumo por debajo de la canasta “A” reflejaría un exceso del consumo del bien “X” y un deficiente consumo del bien “Y”, con la consecuente utilización no óptima de recursos del consumidor.
Así, el consumidor se irá acomodando a una canasta donde obtenga la máxima utilidad.
Recordando la teoría del consumidor, este óptimo se caracteriza por una situación donde se iguala el precio relativo de ambos bienes con el ratio de las utilidades marginales de ambos bienes.
Si asumimos que el precio del bien “X” disminuye y el precio del bien “Y” aumenta, entonces, el consumidor tendrá que enfrentar un precio relativo diferente, lo que lo incentivaría a elegir otra combinación de bienes u otra canasta de consumo de tal manera que no exista ni un exceso ni déficit en el consumo de cualquiera de los bienes.
Asumiendo que el precio del bien “X” disminuye y el precio del “Y” aumenta de tal manera que la restricción presupuestal nueva, la Nº 2, pasa por el punto que representa a la canasta “A”., observamos que el consumidor mantiene el consumo exactamente igual que el que tenía con la restricción presupuestal Nº 1, aún cuando el precio del bien “Y” aumentó y el precio del bien “X” disminuyó.
En este caso, el consumidor ha mantenido la misma capacidad adquisitiva si la comparamos a la primera (con el primer presupuesto). Sin embargo se presenta una pregunta muy importante, que es la siguiente: ¿Por qué el consumidor no puede consumir más del bien X si se ha hecho más barato no solamente en términos absolutos sino en términos relativos? La respuesta es la siguiente: el consumidor se verá incentivado a cambiar el consumo porque unos de los bienes se ha hecho más barato en términos relativos.
La lógica del modelo nos explica que el consumidor se ubicará en otra canasta, denominada la canasta “B” de la Figura Nº 2.
La canasta “B” es preferible a la canasta “A”, dado que el bien “X” es más barato que el bien “Y” en términos relativos.
Este cambio en el consumo del bien “X” se sustenta en la conocida ley de la demanda, que establece que cuando el precio de un bien disminuye, y el resto de factores se mantiene constante, la cantidad demandada aumenta. En este caso, no solamente el precio nominal del bien “X” disminuye sino que el precio relativo del bien X respecto al bien “Y” también disminuye.
Ahora bien, la pregunta es la siguiente. ¿Aumenta la capacidad adquisitiva o se mantiene cuando el consumidor cambia la canasta de la “A” a la “B”? Según el enfoque de Slutsky, la capacidad adquisitiva se mantiene porque el consumidor puede consumir la misma canasta si es que desea, aunque no lo haga. Pues en este caso, pudiendo consumir la canasta “A”, prefiere consumir la canasta “B” en vista que el precio de “X” ha disminuido. Este es un principio muy importante del modelo y que se considera, inclusive como una verdad a priori sobre el comportamiento del consumidor.
Si analizamos más detenidamente la Figura Nº 2, la restricción presupuestal Nº 3 no pasa por el punto que representa la canasta “A”, y la restricción presupuestal Nº 4 si pasa por el punto mencionado de la Figura Nº 2.
Si consideramos la restricción presupuestal Nº 3, la capacidad adquisitiva ha disminuido porque el consumidor no puede consumir la canasta “A”. En cambio si consideramos la restricción presupuestal Nº 4, el consumidor verá aumentado su capacidad adquisitiva*.
*Cabe destacar que si ambos precios aumentan, el nuevo presupuesto quedará por debajo del antiguo por lo que la capacidad adquisitiva disminuye sin duda alguna, y si ambos precios disminuyen, el nuevo presupuesto quedará completamente por encima del antiguo presupuesto por lo que la capacidad adquisitiva aumentará.
En la figura Nº 2 hemos hecho coincidir la restricción presupuestal Nº2 con la canasta “A”, situación que dejaremos de lado para analizar otros casos.
En la Figura Nº 3 tenemos una restricción presupuestal debajo de la canasta “A”, lo que significa que el cambio en los precios ha reducido la capacidad adquisitiva del consumidor.
El consumidor compensará esta pérdida de capacidad adquisitiva consumiendo más del bien que se ha vuelto más barato pero aún consumiendo más, no podrá consumir la canasta “A”.
Una forma de lograr que el consumidor pueda consumir la antigua canasta, es decir, la canasta “A”, es que su ingreso nominal aumenta hasta que la restricción presupuestal pase por el punto que representa a la canasta “A”.
El consumidor si tuviese la oportunidad de tener un mayor ingreso lo haría de tal manera de compensar esta pérdida de capacidad adquisitiva. De no poder conseguir los recursos necesarios para poder consumir la canasta “A”, deberá compensar la disminución de el ingreso real (capacidad adquisitiva) consumiendo más del bien X.
Surge así una nueva pregunta; ¿puede el consumidor mantener el nivel de bienestar o utilidad cuando pasa de la canasta “A” a la canasta “B”? La respuesta es si.
El enfoque Slutsky, si bien es cierto, se caracteriza por ser concreto, no considera la variable “utilidad”, la misma que no se puede medir al no ser tangible, sin embargo, no deja de ser real, toda vez que las personas tienen como objetivo satisfacer sus necesidades y esto se logra con niveles aceptables de bienestar.
A continuación veremos el enfoque Hicks, que considera, a diferencia del enfoque visto anteriormente, el nivel de utilidad o bienestar para poder saber si las personas mantienen o no su capacidad adquisitiva.
La Capacidad Adquisitiva manteniendo constante el nivel de utilidad
* Este enfoque es conocido en la literatura macroeconómica como el enfoque Hicks
El enfoque visto anteriormente considera una canasta como referencia para saber si una persona mantiene la capacidad adquisitiva cuando se presentan variaciones en los precios de la canasta que consume.
Este enfoque considera el nivel de la utilidad o el bienestar, dándole la salida al consumidor de poder “sustituir” los bienes de tal manera de compensar y mantener la capacidad adquisitiva.
Si analizamos la Figura Nº 4, tenemos un caso parecido al primero que vimos con el enfoque Slutsky. Con la restricción Nº 1 el consumidor elige la canasta “A”, donde maximiza la utilidad. El ejercicio consiste en que el precio del bien “X” disminuye y el precio del bien “Y” aumenta, lo que ocasiona que la restricción presupuestal gire en sentido anti –horario.
Como se puede apreciar, y a diferencia del caso del enfoque Slutsky, la nueva restricción presupuestal no pasa por el punto que representa a la canasta “A”. Siguiendo el enfoque Slutsky, el consumidor perdió capacidad adquisitiva, sin embargo, según el enfoque Hicks, mantiene su capacidad adquisitiva porque con la restricción presupuestal Nº1 y Nº2, el consumidor se mantiene en la misma curva de indiferencia.
Si analizamos la Figura Nº 5, contamos con cuatro presupuestos. El primer y segundo presupuesto los analizamos inicialmente. La restricción presupuestal Nº 3 está por debajo de la canasta “A” y también de la curva de indiferencia original, por lo que se desprende que el consumidor pierde capacidad adquisitiva a la Hicks y a la Slutsky.
En el caso de la restricción presupuestal Nº 4, ésta está por encima de la canasta “A” y se relaciona con una mayor curva de indiferencia, por lo que el consumidor gana capacidad adquisitiva en los dos enfoques antes mencionado.
La ventaja del enfoque Hicks es que se puede mezclar con el enfoque Slutsky. Por ejemplo, asumiendo la variación de precios antes señalada, se pueden dar los siguientes casos
1) el consumidor no pueda consumir la canasta “A” pero mantiene su capacidad adquisitiva original a la Hicks, lo que sucede con la restricción presupuestal Nº 2 de la Figura Nº 5.
2)el consumidor no puede consumir la canasta “A” y disminuye su capacidad adquisitiva a lo Hicks.
3)el consumidor no pueda consumir la canasta “A” pero aumenta su capacidad adquisitiva a lo Hicks.
El segundo y tercer caso lo vemos en la Figura Nº 6 y Nº 7, respectivamente
En el caso Nº 2, el nuevo presupuesto está por debajo de la canasta “A”, y no alcanza la curva de indiferencia original, lo que ocasiona que el consumidor tenga un menor nivel de utilidad o una menor capacidad adquisitiva a lo Hicks; en el caso Nº 3, el consumidor, no puede consumir la canasta “A” y la nueva canasta, la “B”, está en una mayor curva de indiferencia, ganando capacidad adquisitiva a lo Hicks y perdiéndola, a lo Slutsky.
Limitaciones en el consumo de bienes con cierto grado de sustitución
El modelo visto hasta el momento asume que el consumidor puede elegir libremente una canasta cada vez que se presentan cambios en los precios relativos. Sin embargo se puede dar el caso en que el consumidor no pueda elegir una canasta, o mejor dicho, no pueda consumir en el óptimo porque tendría una limitación en el consumo en uno de los bienes.
Mantenemos el mismo modelo de dos bienes, el bien “X” y el bien “Y”, el ingreso del consumidor, “I”, y los precios de los bienes “X”, e “Y”.
Si el consumidor no tendría un límite en el consumo del bien “Y”, entonces el consumidor consumiría la canasta “B” sin interferencia alguna.
Si vemos la Figura Nº 8, tenemos una línea punteada horizontal que nos da la información de la mínima cantidad del bien “Y” que debe consumir el consumidor. Esta cantidad mínima de consumo del bien “Y” limita la restricción presupuestal del consumidor la misma que se convierte en una línea quebrada como de la Figura Nº 9
En la figura mencionada vemos una solución de esquina para una restricción presupuestal quebrada por la limitación en el consumo del bien “Y”. Sin embargo, la limitación en este bien, también limita el consumo del bien “X”.
Si no existiera la limitación en el consumo del bien “Y”, la canasta óptima sería la “B”, pero como el consumidor no puede consumir una cantidad menor del bien “Y” que el límite impuesto por el mismo consumidor, entonces, el presupuesto se vuelve una recta vertical, tal como se muestra en la Figura Nº 9.
La solución de esquina arroja una utilidad menor si la comparamos con la solución de la canasta “B”, es decir, si no existiera la limitación en el consumo del bien “Y”.
Este caso se daría cuando los sueldos o salarios son reducidos. Supongamos que el bien limitado es un servicio público que no puede disminuirse su consumo, digamos el agua o la energía eléctrica. Si el presupuesto del consumidor presenta mínimos de consumo del servicio público, entonces esta limitación afectará al resto de los bienes de la canasta del consumidor.
La demanda de resto de bienes se vería limitada por más que los precios disminuyan.
Si analizamos la Figura Nº 10, vemos que la curva de precio consumo nos da los puntos óptimos del consumo del consumidor. Sin embargo como existe el límite en el consumo del bien “Y”, la curva de precio consumo variaría. Esta curva sería inicialmente la misma hasta que se cruza con el límite del consumo del bien “Y”; luego la curva precio consumo coincidiría con el límite señalado.
Se puede observar que los consumos óptimos son dos sin considerar el límite del consumo en el bien “Y”, y si consideramos el límite en el consumo del bien “Y”, los consumos no óptimos también son dos.
Esta situación ocasionaría que la demanda del bien “X” sea más rígida si la comparamos con una demanda que no presente límites en el consumo.
Este es el caso en que el bien “X” y el bien “Y” se relacionan por la sustitución en el consumo. Si el precio del bien “X” disminuye, entonces se consume más de este bien y en adición disminuye el consumo del bien “Y”. En este caso la curva precio consumo tiene pendiente negativa. Al disminuir el precio del bien “X”, se orienta el gasto a éste bien, y como disminuye el consumo del bien “Y” (el precio se mantiene), entonces, el gasto del bien “X” aumenta, y el gasto del bien “Y” disminuye hasta el límite de su consumo.
Esto significa que aún disminuyendo el precio del bien “X”, las familias con escasos recursos no podrán gastar más en el bien “X” que desearían.
Vemos así que los límites en el consumo de determinados bienes pueden ocasionar demandas más rígidas de otros bienes.
Autor: O. Jack Ocrospoma Huerta