El crédito y la desaparición de las justificaciones del capitalismo
El crédito brinda al capitalista individual un poder absoluto de disposición sobre capital ajeno. La globalización ha hecho que este poder absoluto llegue a extremos alarmantes y enormemente peligrosos para la salud incluso del propio sistema capitalista. Y quien puede disponer de modo absoluto de enormes cantidades de capital ajeno, le permite disponer de trabajo social y, con ello, la posibilidad de apropiarse de ingentes cantidades de plustrabajo. Desaparecen con esto todas las explicaciones y las justificaciones del sistema capitalista. Lo que arriesga el comerciante o el industrial, el emprendedor en general, es la propiedad social, no la propiedad suya. Se ha acabado la idea de que el capitalista merece ganar lo que gana porque arriesga su capital. Esa época acabó. Ahora lo que arriesga es el capital social. También será un absurdo presentar el capital como naciendo del ahorro, cuando lo cierto es que los otros ahorran para él. No sólo estriba la ganancia en la apropiación de trabajo ajeno por parte de capitalista, sino que el capital que se pone en movimiento para producir esa ganancia es ajeno. Así que si el dinero que se les presta a los capitalistas es social, social debe ser la propiedad de las empresas y social deben ser los beneficios generados por la misma.
Insistiendo en la naturaleza social del crédito
La contradicción general del capitalismo, la existente entre el carácter social de los procesos y la apropiación privada de sus resultados, se manifiesta en multitud de procesos y hechos económicos. Esta contradicción la observamos, por ejemplo, en la apropiación de la ganancia media por parte del capitalista. Todo capitalista individual extrae a los trabajadores que explota una determinada cantidad de plustrabajo. Pero el plustrabajo del que se apropia cada capitalista individual depende, no de ese plustrabajo individual, sino de la cantidad de plustrabajo total que extrae el capital global. De manera que cada capital individual se apropia de una parte de ese plustrabajo total, que puede estar por encima o por debajo del que produce de forma individual. Se impone lo social y lo social determina lo individual.
Pero este carácter social de la ganancia sólo se hace realidad de modo íntegro mediante el desarrollo pleno del sistema de crédito y bancario. Este sistema pone a disposición de los capitalistas todo el capital disponible de la sociedad. Pero con una peculiaridad sociológica muy importante: ni quien presta el capital, el banquero, ni quien lo emplea, el emprendedor, es su propietario. Se anula así el carácter privado de el capital y contiene en sí, como advierte inteligentemente Marx, la supresión del propio capital. Vemos de continuo cómo del propio capitalismo nace y se desarrolla su propia negación.
Autor: Francisco Umpierrez Sanchez
Octubre de 2008