Capitalismo

Ideologia Izquierda y Derecha

¿Existen hoy izquierdas y Derechas? ¿Se puede hablar, en el presente, de enfrentamientos ideológicos en los términos en los que se exponían en tiempos de marxistas y liberales y de un mundo polarizado?


En esta era de las comunicaciones la palabra esta devaluada. Vengo redundando el concepto porque me parece fuente interesante de debates que deben darse para comenzar a comprender que el lenguaje es dinámico, y su dinamismo debería acompañar los cambios que se dan en la historia de los seres humanos y sus sociedades, porque esencialmente son la consciencia de los seres humanos y las cosmovisiones de sus sociedades, las que de forma dinámica, modifican comprensiones y comportamientos. En medio de estos cambios, ciertos conceptos pierden significado y contenido. Es entonces importante debatir para resignificarlos. Es decir, intentar rescatar algo de lo original pero referido a las transformaciones y novedades del presente.

Un Poco de Historia



Replicando los resultados que, en las décadas que van del 70 hacia fines del siglo pasado, sostuvo el neoliberalismo en América Latina y el entonces llamado Tercer Mundo (Precisamente referido a la mayoritaria cantidad de naciones que quedaban fuera de los dos bloques hegemónicos que se disputan la primacía mundial: URSS y EEUU+Europa), hoy son precisamente las naciones que ganaron aquella batalla las que sufren las políticas emanadas del FMI y de la economía financiera transnacional. Tras la caída emblemática del muro de Berlín, la glasnost y la Perestroika en el bloque de la URSS, se definió un planeta único y supuso erróneamente el fin de la historia y de las ideologías bajo el imperio de una única realidad global, Occidental, democrática y fundamentalmente Capitalista. Pero este Capitalismo ya no era el mismo por el que se luchaba en sus comienzos. El liberalismo, como utopía resultante de los postulados de la revolución Francesa, la conformación de los Estados Nacionales, la caída de las monarquías y el imperio de la libertad, especialmente económica, como fin del colonialismo, había evolucionado a otras formas que la “euforia” de la victoria no permitió analizar, ni distinguir.


El capitalismo devenido en neoliberalismo generó, primero en los mas débiles y ahora en las supuestas potencias vencedoras, un acelerado proceso de desintegración política, de convergencia ideológica donde las derechas e izquierdas tradicionales se funden para dar lugar, dentro y fuera de cada una a expresiones radicalizadas, xenófobas y racistas, por un lado; Y un progresismo edulcorado, mas como soporte de mecanismos mas tolerantes, democráticos y respetuosos de la soberanía popular, como resultado de un progresismo social-democráta, que de los contenidos anticapitalistas que adquiría el carácter ideológico de antaño.

El neoliberalismo corroe y subvierte todo contenido ideológico, pues lo somete al imperio de lo posible en contextos globales donde los poderes mas fuertes de las dinámicas de producción y organización social en torno a estos, se desplazan de los estados a las transnacionales económicas y financieras. Las dificultades de los partidos tradicionales para reescribir marcos ideológicos conceptuales, alimentar contenidos programáticos de gobierno y estrategias de conducción social y gestión de políticas públicas consecuentes con los esquemas tradicionales de izquierdas y derechas clásicos en republicanos y demócratas o fieles a las social democracias o democracias cristianas, y conservadores europeas no encuentran adecuaciones a los tiempos nuevos. No se percibieron en medio de las profundas transformaciones que comenzaron a darse, no se actualizaron. Estas situaciones no provocaron tantos problemas nuevos, como la agudización y cronicidad de los conocidos, pero restando capacidad para influir en las direcciones y los sentidos de los cambios que pudieran evitar esto. Hoy, como ayer en nuestros territorios, la política Europea y de los EEUU, se encuentran débiles y dependientes de las fuerzas transnacionales que ellos mismos contribuyeron a alimentar y desarrollar.

Resultados de las mismas dinámicas globales, pero con experiencias y momentos históricos distintos, las realidades emergentes y las decadentes, como nueva forma de entender las realidades del otrora Tercer Mundo y Primer Mundo, configuran el anverso y reverso de una misma moneda global, de una misma realidad que procesa de modos diferentes sus experiencias y los resultados de las evoluciones que comienzan en los primeros años de la década del 70.

La Madre de la Inflación

América Latina y el Tercer Mundo soportaron durante algunos decenios los costos globales de la inflación norteamericana y los años de “estados de bienestar” europeos, en tiempos de creación del Euro. La primera por medio de las Deudas Externas, el pago de servicios por la deuda y el aumento unilateral de las tasas de interés por parte de los Bancos de EEUU, que encarecían el valor dólar, para palear los aumentos que imponía la OPEP (Organización de Estados Petroleros) al precio del barril de petróleo, aumentando los niveles de endeudamiento de las naciones deudoras. El segundo, por medio de los procesos de privatización que favorecieron a las empresas transnacionales de aquellas naciones.

Lo que los estados dominantes no percibieron fueron los cambios que se dieron al interior de sus propias naciones. La transnacionalización del Capital financiero y la generación de un mercado paralelo e independiente de divisas que no respondía a las dinámicas del capital productivo, La translocalización física y virtual de las empresas o partes de estas, en especial en las naciones del sureste Asiático, que comenzaron asi un excepcional ciclo expansivo que los puso a la vanguardia en tecnología y los convirtieron en los actores mas importantes de la economía global. La demanda de productos primarios, especialmente de alimentos, producto del crecimiento y la inclusión de grandes masas de personas que superaron sus niveles de pobreza e ingresaron al mercado de consumo en aquellas naciones, provoca la replica del fenómeno de inclusión y de crecimiento y demanda del mercado interno en América Latina y el caribe.

Estos nuevos escenarios globales y el aprovechamiento que de él hicieron nuestras naciones en términos de desendeudamiento externo y de integración regional y de cooperación Sur-Sur y con las naciones del Sureste Asiàtico, frenaron las intenciones nortemericanas en su reacción tardía a tales dinámicas, intentando imponer el tratado de libre comercio entre EEUU y Canada y nuestra naciones al sur del Río Bravo. Los procesos de acumulación de Capital (Reservas) y de desendeudamiento en la mayoría de las naciones de América Latina y la drástica reducción de estas en las naciones del Caribe, mas el crecimiento de los intercambios regionales, generó, para los estados de la región, posicionamientos globales importantes y capacidad para intervenir y controlar a los mercados de especulación financiera de modos mas o menos eficientes.

¿Izquierdas y Derechas?

En estos contextos, las izquierdas y derechas se deshilachan conceptualmente, pierden identidad ideológica y adquieren contenidos mas pragmáticos que, radicalizan unas y diluyen otras en términos de ruptura con el sistema. Surgen entonces los gobiernos progresistas que se identifican con un discurso democrático, que adquiere formas de un Capitalismo social inclusivo, que aspira a generar movilidad social ascendente interviniendo en los mercados de capitales, dando dirección estratégica a las producciones y desarrollos industriales, científicos y tecnológicos, controlando los mercados financieros especulativos y achicando los margenes de apropiación de excedentes por parte de las transnacionales, impidiendo así que financien las recuperación de las naciones decadentes de los mismos modos que lo hicieron con las dinámicas de deudas y privatizaciones.

El surgimiento de las TIC modifica las bases mismas de las concepciones capitalistas y comienzan a erosionar sus postulados básicos. Por primera ves desde la revolución industrial, las fuerzas del conocimiento superan en la generación de plus valor global a las fuerzas del trabajo y del empleo en sus formas tradicionales. Esto modifica el concepto de proletariado de la ideología marxista clásica, que ahora deviene, en estas nuevas dinámicas, en científicos, técnicos y emprendedores.

La característica cíclica de la economía y de la producción científica y técnica que la impulsa generando las dinámicas perfectamente explicadas en la teoría shumpeteriana, comienza a desdibujarse bajo un modelo nuevo, que al incorporar la innovación como proceso permanente en las dinámicas de producción, no puede actuar como impulsor de nuevos ciclos expansivos de la economía. Por lo que los procesos recesivos actuales, lejos de ser parte de esos ciclos tradicionales, deberían percibirse como procesos de modificación sistémica de las dinámicas de producción y generación de plus valía global. Por eso es pertinente hablar de economías decadentes y economías emergentes, porque en realidad se esta dando una reconversión de las formas de producción que, de no mediar transformaciones globales que equilibren las dinámicas de formas menos traumáticas, seguirán equilibrándose en los términos actuales. Pero los fenómenos actuales no pueden ser reducidos a economías que crecen y otras que se deterioran aceleradamente. En realidad los fenómenos que se están dando son mucho mas complejos que estos y las reconversiones operan en múltiples niveles, en especial el de las conciencias y las formas de comprendernos como humanos y sociedades en el mundo.

Mundo Viejo, Mundo Nuevo

El desplazamiento hacia el conocimiento como insumo básico de las innovaciones presupone una masificación y socialización en los mismos términos que para la fuerza física y del trabajo supuso el paso del feudalismo de súbditos y esclavos al obrero industrial y empleado, siempre bajo la fuerza del capital.

En estas nuevas realidades, el nuevo proletariado emergente es el científico y técnico precarizado y puesto a universalizar sus ámbitos de especificidad “privilegiada” para constituir nuevas masas de técnicos, científicos e inventores, enmarcados como emprendedores o innovadores.

La Derecha no cambia sino que se radicaliza en sus defensas a al propiedad privada, el lucro, y la competencia, agudizando xenofobias, reivindicaciones de clase y posiciones totalitarias. Como contrapartida, las izquierdas pierden su contenido anti-sistema y se refugian en los valores democráticos y la aceptación de representaciones de las mayorías para preservar el imperio del Capital pero bajo formas mas “sociales”, representados en conceptos como “Capitalismo social”, “Responsabilidad social”, “inclusión”, “equidad” y “movilidad social ascendente”. Las izquierdas y derechas se reconvierten, pero como ideologías enfrentadas entre sí, dentro del sistema y no como ruptura una de la otra.

Sin embargo, el conocimiento se esta transformando en el petroleo del siglo XXI. Este combustible tiene características especiales y propias y genera contradicciones imposibles de resolver dentro del sistema. La socialización masiva de las formas de creación, generación y divulgación de la producción científica y técnica para proletarizar a sus adquirentes, choca con la misma iluminación de tales intenciones, con el mismo conocimiento del proceso que se pretende de parte de las minorías que concentraron históricamente, capital y poder. Esto es, si el trabajo como capacidad física o tiempo-vida es inherente a la capacidad humana, de una u otra forma, la adquisición y generación de conocimientos y técnicas también debe serlos para adecuarse a replicar las dinámicas funcionales a los capitales transnacionales concentrados. La diferencia sustancial emerge en que no se puede escindir el conocimiento de sus formas de generarlo y transformarlo en técnicas e innovaciones para ser introducidas como productos o procesos capaces de generar plus valor en las dinámicas de producción global, por lo tanto, no se puede prescindir de la conciencia crítica universalizada para acceder a estos. La esencia crítica y cuestionadora de la creación de saber, pone en duda los postulados dados como ciertos para el sistema capitalista.

Las Tic no solo socializan los conocimientos y técnicas útiles al capital concentrado y a la evolución y continuidad de sus formas, sino que las somete al mismo análisis crítico propio de la generación de conocimientos científicos y técnicos y surgen entonces las antinomias:

Propiedad privada – Propiedad social; Lucro o excedentes comunitarios; competitividad o cooperación.

Esto sugiere la aparición de nuevas ideologías aún no sistematizadas, pero que no pueden corresponderse a las tradicionales derechas e izquierdas de las discusiones ideológicas tal cual se han venido sosteniendo, debido, además, a que surgen novedades en las concepciones y capacidades mentales de los humanos, sostenidos en los instrumentos informáticos para desarrollar pensamientos complejos y conceptualizaciones modulares y multidimensionales.-

Pensamiento Complejo Latinoamericano

En el presente, al sur del Río Bravo, y sin pretensiones de uniformar realidades históricas y actualidades diversas, pero atendiendo al origen común de nuestras nacionalidades y siguiendo el razonamiento que vengo desarrollando, es dable pensar que una nueva ideología irrumpirá, de algún modo, desde las llamadas Naciones emergentes, porque por esas paradojas de las existencias históricas vitales, son sus dinámicas sociales las que, superadas las visiones neoliberales, se encuentran en el ojo exacto del Huracán, al haber transitado parte del desastre que hoy sufren las naciones decadentes, pero al mismo tiempo, expuestos a los conflictos que surgen de esas contradicciones básicas con los postulados fundamentales del sistema capitalista.

Los conflictos territoriales por las megaproducciones (Megaminería y megaproducción agraria, con la tecnificación de ambas producciones), por la tenencia y administración de la Tierra, La construcción de democracia y ciudadanía, el rol de los estados en estas transiciones y en las formas nuevas que vendrán, son algunos de los debates que van surcando los devenires de los procesos políticos y sociales que se vienen observando y del que somos protagonistas en estos tiempos de transformaciones.

Los Estados de la región se encuentran en una encerrona de difícil solución toda ves que, dentro del sistema y para obtener cierto grado de poder que le permita intervenir con eficiencia en los mercados globales, necesita jugar el juego global impuesto por el Capital transnacional. Las oposiciones dispersas y fragmentadas, son mas útiles a las resistencias de estos sectores que a la construcción de alternativas nuevas que trasciendan las viejas formas y favorecen la radicalización de las derechas, dejando entonces, a una gran franja de disconformes sociales que solo atinan a aglutinarse en movimientos reivindicativos y sectoriales que, sin embargo, podrían ser germen de esas construcciones nuevas, en la medida que comiencen a verse y entenderse a sí mismos, como actores emergentes de estas nuevas realidades y comiencen a transitar en la práctica, formas no capitalistas de organización social.

De como los Estados nacionales y las ciudadanías vayan dando forma y conceptos a estas nuevas dinámicas sociales y globales y se responda a los conflictos que existen y que seguramente irán surgiendo en el andar, será el modo en que se produzcan la muerte final del Capitalismo histórico y la emergencia de una nueva forma de Organización Mundial. Esta nueva forma será inexorablemente global:

- Global y local en términos territoriales;

- Inteligente: en término de administraciones basadas en conocimiento;

- Compleja: de forma de equilibrar realidades y virtualidades a distintos niveles macro y micro;

- Inclusivas; En términos de formas participativas de las decisiones y de la distribución de sus producciones;

- Diversas: No se adoptará una forma única global y universal sino mas bien distintas, tolerantes entre sí y buscando equilibrios dinámicos que apunten a desarrollos mas generalizados y menos conflictivos.

Si de conocimiento real se trata no habrá forma de entender ningún desarrollo individual, social o nacional que se sostenga a expensas de desequilibrios, sometimientos y de postergar el desarrollo de otros grupos sociales o nacionales.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

"El proceso de Destrucción Creadora"

 

"El proceso de Destrucción Creadora"

La base para cualquier empresa Gacela.

Por: Víctor Valdivia Moreno.

 

Un elemento básico de cualquier empresa gacela como ya he dicho es la innovación, ya sea en procedimientos o en productos, pero aun así hay quienes creen que la innovación no es tan importante en la base de un buen negocio, podemos coincidir hasta cierto punto, mas no en todo, coincidimos plenamente con quienes me aseguran que transformar la receta de un conocido refresco de cola es y ha sido un error, lo que es cierto, pero las presentaciones de este refresco, así como las campañas publicitarias y la administración misma de la empresa tienen una carga innovadora muy fuerte, recordemos algunos elementos básicos para dejar esto claro no podemos esperar que cometiendo los mismos errores o siguiendo las mismas recetas logremos crecer rápidamente, ahora tampoco no se trata de improvisar ni de querer sacar un conejo del sombrero, es algo muy simple entender lo que hay en el mercado, y lo que el publico comprador, quiere o puede querer.

La innovación es "el proceso en el cual a partir de una idea, invención o reconocimiento de una necesidad se desarrolla un producto, técnica o servicio útil hasta que sea comercialmente aceptado"

De acuerdo a este concepto, innovar no es más que el proceso de desarrollar algo nuevo o que no se conoce a partir del estudio metódico de una necesidad, ya sea personal, grupal u organizacional, para lograr una meta económica. Esto quiere decir, que la innovación genera ideas que pueden venderse en un mercado específico.

Para innovar es necesario un amplio conocimiento de una necesidad, no todas las ideas innovadoras tienen éxito, por tanto, es necesario jugar con todas las herramientas necesarias para que la innovación no solo sorprenda sino que también funcione.

"La innovación es el elemento clave que explica la competitividad"

Innovación y competitividad van de la mano, pero no necesariamente una existe sin la otra. Además, la innovación está ligada a todos los niveles de competitividad Ahora bien, se puede ser competitivo sin ser innovador con sólo mantener ”sistemas” de mejora continua, pero los procesos de mejora no llegan a ser suficientes cuando el mercado se encuentra saturado, cuando lademandaes alta y cuando existen necesidades que los  productos servicios existentes no logran solventar. En este punto, la innovación se convierte en un proceso fundamental para alcanzar la competitividad, debido a que los esfuerzos por mejorar han alcanzado su límite y ya no son suficientes para seguir adelante.

Pero hay que entender que la innovación, por sí sola, no garantiza necesariamente, que se alcance la competitividad. Se deben establecer metodologías y estrategias definidas para poder innovar. Realizar un estudio frío de los factores que intervienen en el proceso para la innovación y de las oportunidades existentes en los diferentes escenarios, siempre serán herramientas elementales.

Ahora tengo que hacer un STOP urgente y regresar a un elemento básico desde el punto de vista teórico, ok.

Antes que nada tengo que recordarles un mega básico, vivimos en un sistema capitalista, en otras palabras somos quiéranlo o no capitalistas.

El capitalismo es el orden socialque resulta de la libertad económicaen la disposición y usufructode la propiedad privadasobre el capitalcomo herramienta de producción.

En el capitalismo los individuosy las empresasllevan a cabo la producción y el intercambio de bienes o de servicios en forma libredentro de la división del trabajo, con el propósito necesario del beneficio monetario para la obtención de recursos en función de cualquier orden de fines dentro del marco de una cooperación mediatizada por el ”mercado”, La distribución, la produccióny los “precios” de los bienesy serviciosson determinados por ellibre mercado, la ofertay la demandaentre productores y consumidores.

Ok esta forma tan breve de definir el capitalismo haría que mas uno de mis profesores de la facultad de economía pidieran mi asesinato, pero este medio no es para debatir sobre el sistema que todos vivimos, pero si para recordarles algo bien básico, el sistema en el que vivimos el mercado dentro de su crueldad natural (les prometo posteriormente hondar en esto) exige a todos los participantes a competir, esto es, que expulsa y genera elementos constantemente, no importa si son micros o macro, con años de tradición o completamente nuevos, (les recuerdo lo que paso con Kodak, en su defecto, les recomiendo mi trabajo, la caída del elefante) el mercado es cruel por naturaleza y es así porque es un reflejo de las personas, al final el mercado somos todos y todos queremos maximizar nuestros recursos, queremos más y mejor por menos y si un competidor nos ofrece lo mismo pero más barato… bueno pregúntele al Dr. símil.

Ahora veamos algo muy interesante, cuando el sistema se corrompe y empieza  mantener monopolios, el único que pierde es el consumidor, es simple si solo tenemos una compañía telefónica, esta puede vender el servicio al costo que quiera y con la calidad que quiera, conclusión: Bueno la banda ancha en México está muy lejos de lo que realmente necesitamos y la larga distancia impide los romances a distancia.

Ahora regresando al punto original, como les decía el capitalismo es un sistema altamente dinámico y en este punto me permito robar palabras de alguien mejor que yo Joseph Schumpetereste Economista Austriaco no solo echó por tierra las teorías del fin del capitalismo enarboladas por Marx, el señor en su libro en su libro Capitalismo, socialismo y democracia (1942). Describe el proceso de innovaciónque tiene lugar en una economía de mercado, en el  los nuevos productos destruyen viejas empresasy modelos de negocio.

Para Schumpeter, las innovaciones de los emprendedoresson la fuerza que hay detrás de uncrecimiento económicosostenido a largo plazo, pese a que puedan destruir en el camino el valor de compañías bien establecidas. Esto se denomina La destrucción creativa  este concepto primero lo dio el sociólogoalemánWerner Sombart, pero lo que realmente nos preocupa es:

"El proceso de Destrucción Creadora", descrito por  Schumpeter con mayúsculas, "es el hecho esencial del capitalismo", siendo su protagonista central el emprendedor innovador.

El emprendedor innovador, se trata de un individuo fuera de lo común por su vitalidad y por su energía, incluso ante fracasos temporales.

El innovador no es un inventor. Este último es generalmente un genio, un técnico/científico amateur o de profesión. El emprendedor creamercadosparalos inventos de los genios. El innovador se destaca además por su perseverancia y por su ambición, no por su genialidad. Su motivación no sería la mera riqueza, o el simple hedonismo: el emprendedor schumpeteriano —que proviene de cualquierclase social sueña con crear un imperio económico, una dinastía empresarial (un nombre, unamarca).

Para Schumpeter y aquí concuerdo con el al 100% la esencia del capitalismo es el dinamismo, así un capitalismo estático sería una contradicción. Schumpeter establece cinco casos de innovación:

1.     La introducción de un nuevo bien.

2.     La introducción de un nuevo método de producción o comercialización de bienes existentes.

3.     La apertura de nuevos mercados.

4.     La conquista de una nueva fuente de materias primas.

5.     La creación de un nuevo monopolio o la destrucción de uno existente.

 

Aquí me detengo y abro un paréntesis,  tiempo, ok emprendedor pequeño empresario señor pyme que me está leyendo le pregunto,

¿usted se siente identificado?,

¿tiene ideas, nuevas, aventuras comerciales, o quiere experimentar?

Felicidades usted tiene todo para ser millonario.

 

Un elemento esencial de la economía de la innovación es la creación de crédito, o expansión crediticia. El proceso de innovación en los mercados de bienes y servicios coincide con la puesta en marcha de la innovación financiera, lo que es en sí mismo un proceso sumamente arriesgado (ej. generar un ciclo económicode especulación>quiebra) pero un proceso necesario para la innovación. Sin innovación financiera, no hay emprendimientos innovadores, y por ende no hay creación de riquezay empleo. De esta forma, Schumpeteratribuye a los bancos, y la creación secundaria de dinero, un papel fundamental en el capitalismo.

Aquí me gusta hacer varias reflexiones simples, una ya entendemos por qué de repente grandes capitalistas giran a la izquierda tratando de generar un freno en  la dinámica misma del capitalismo, dos, podemos ver por que la actual crisis que vivimos destruye una gran cantidad de empresas viejas o de tradición como Kodak, pero al mismo tiempo naciones como Japón y Alemania redoblan esfuerzos para que en su territorio sus capitalistas, logren crear empresas nuevas empresas innovadoras en todo sentido, esta estrategia la copian nuestros amigos los BRICH`s, les aseguro que al final de esta crisis que se vive, veremos millonarios completamente nuevos y desconocidos, y los grandes de ayer Alves solo como pie de página en los libros de historia.

Tres, las crisis financieras burbujas especulativas y la destrucción de empresas así como la generación de nuevas es una parte normal de lo que es el sistema capitalismo, pese a lo que diga Marx, la fuerza del capitalismo es esa creación y destrucción de empresa la entrada y salida de crisis, ahora ojo el hecho de que sea un fenómeno recurrente, no significa que todas las crisis sean iguales claro que no, pero si sabemos que esta que vivimos actualmente, por suerte o por desgracia, no será la última.

Ahora amigo empresario que deja todo esto para usted:

1.- Innovación es la base para ganar dentro de este sistema.

2.- Atrévase, retese y rete a los demás el riesgo es algo básico.

3.- No trate de crear de 0 ya hay inventores que lo hacen por usted, usted, encuéntrele un uso.

4.- Si quiere crecer innove genere formas nuevas de trabajar, si su producto es bueno perfecto, felicidades, y su forma de colocarlo en el mercado?

5.- Cualquier sociedad Capitalista necesita de empresarios y de emprendedores.

 

Sea un soñador, la nación necesita de gente como usted.

 

Hasta este punto todo bien, y en América Latina que tenemos ¿? Ok no tenemos un golpe económico tan fuerte como en Europa, ni como en USA, pero sin liquides las empresas no podrán aprovechar la oportunidad de crecer, de innovar e impulsar a la región a mejores niveles de vida.

En este punto el empresario PYME, toma una importancia estratégica mayor a la imaginada, esperemos que los gobiernos latinoamericanos lo entiendan.

 

Para el caso de México no es mucho, pero les recomiendo ver:

FONDO DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA
SECRETARÍA DE ECONOMÍA – CONACYT

http://www.conacyt.mx/fondos/FondosSectoriales/ECONOMIA/Paginas/ECONOMIA_ConvocatoriaAbierta.aspx

 

Aquí me detengo, pero prometo continuar con el tema si ustedes lo quieren, les pido por favor dejen comentarios buenos malos como quieran, pero por favor opinen.

 

Gracias, por dedicarme 5 minutos, espero hayan sido provechosos.

Saludos y buen inicio de mes.

¿Alguna duda?

 





Sistema Capitalista

El capitalismo en crisis: una crisis ética consecuente con la lógica del sistema.



Octubre de 2011

Hace casi 150 años, en el libro primero de “El Capital”, describiendo el funcionamiento del sistema capitalista, sostenía su autor que "el capital tiene un solo impulso vital, el impulso de valorizarse, de crear plusvalor, de absorber, con su parte constante, los medios de producción, la mayor masa posible de plustrabajo. El capital es trabajo muerto que sólo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupa”. Con esta cruda imagen Marx señalaba la lógica interna del funcionamiento del sistema capitalista. Un sistema que tras su irrupción hace más de 200 años se ha extendido a la práctica totalidad de países. En los países occidentales, el continuo desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, la ciencia y la técnica aplicadas a la producción y la fuerza de trabajo, incrementó notablemente la riqueza material de la sociedad y, también, con oscilaciones varias, mejoró las condiciones de existencia de la mayoría de la población.



Esa mejora en las condiciones materiales de existencia de prácticamente todos los sectores de la población, incluidos los más desfavorecidos, sirvió para que El Capital y toda la obra de Marx fuese pasando al olvido. Su entierro parecía definitivo tras la desaparición del bloque del Este, hegemonizado por la URSS, donde oficialmente decían seguir la tradición marxista. Pero en general, hacía ya tiempo que la teoría marxista había sido abandonada, y el análisis, y justificación, del sistema capitalista estaba asumido desde aquel otro magno estudio, “La riqueza de las naciones”. En esta obra, A. Smith describía el sistema capitalista y la sociedad civil como un mercado en el que cada individuo perseguía su propio interés, pero que, contra lo que posteriormente iba a sostener Marx, más candorosamente, afirmaba que “al orientar esa actividad para producir un valor máximo, el (hombre) busca sólo su propio beneficio, pero en este caso, como en otros, una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos… Al perseguir su propio interés, frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase fomentarlo”. Y esa convicción, la de la legitimidad de la búsqueda del propio interés, de maximizar beneficios minimizando costes, ha funcionado como la ideología de los sectores dominantes de la población dando lugar al neoliberalismo como doctrina y que, en la actualidad, hegemoniza la llamada “ciencia” económica y está presente en las élites económicas y políticas orientando las políticas gubernamentales en la mayoría de los países.

Pero, decididamente, ese criterio no nos conducía al mejor de los mundos posibles. Ninguna mano invisible consiguió el deseado equilibrio y la satisfacción de necesidades e intereses de todas las partes: los 3.000 millones de seres humanos que se encuentran bajo el umbral de la pobreza podrían haberlo testificado desde hace tiempo en esa larga marcha del capitalismo. Pero también en el seno de los países industrializados y donde se producía la vertiginosa acumulación del capital se sucedieron las crisis. Marx había advertido que la competencia entre capitales llevaba aparejado inexorablemente el aumento de la composición orgánica del capital: cada vez se necesitaba un incremento mayor de capital, fundamentalmente en tecnologías, para mantener las mismas tasas de plusvalor y de beneficios. Y en este proceso, las consecuencias eran una necesidad menor de fuerza de trabajo y un aumento de la productividad que, como ha pasado desde los 80 del siglo pasado, ha incrementado la producción de bienes hasta la actual situación de saturación del mercado por agotamiento de la demanda. Asimismo, la tendencia a la concentración de empresas y centralización de capitales, tendencia inevitable del capitalismo ha coadyuvado a ese aumento de la productividad e incremento de bienes hasta situar en el horizonte el punto irreversible de la sobreproducción. En esas condiciones, la inversión real carece de estímulos, salvo que la reducción de costes sea brutal en la parte variable de capital, es decir en la fuerza de trabajo para el sector productivo instalado: prolongación de la jornada laboral, reducción de salarios, precariedad laboral (debilitando la capacidad de resistencia de la población trabajadora), exenciones fiscales, ahorro de transferencias en pensiones alargando la edad de jubilación y reduciendo cuantías. Al mismo tiempo, los cuantiosos beneficios que ya no encuentran la rentabilidad deseada en el sistema productivo, se vuelven al sector financiero donde las garantías de rentabilidades son superiores y más seguras, como lo fueron durante la especulación financiera en la burbuja inmobiliaria y ahora con la burbuja de la deuda pública. El espejismo de los años de bonanza y las continuas revalorizaciones que se producían en el sector inmobiliario, había provocado que empresas y familias acudieran a la abundante oferta financiera. Pero la crisis de sobreproducción, en el sector inmobiliario y en otros, también tras la masiva llegada de importaciones procedentes de los países emergentes, pronto derivó en una crisis de subconsumo por encarecimiento de la deuda de empresas y familias que, además, están viendo reducidas sus rentas. Al disminuir la actividad económica, los ingresos fiscales (si no se remedia con una reforma que grave las rentas altas) son menores y obligan al estado a endeudarse. Finalmente, las políticas neoliberales apuestan por el desmantelamiento del Estado del bienestar liberando recursos de sector público y abriendo nuevas posibilidades a la iniciativa privada con la educación, sanidad, pensiones y ayudas a la dependencia.

En resumen, lo que ha provocado la crisis en los países occidentales y en el Estado español, ha sido la profunda desigualdad social generada por el capitalismo. La concentración de las rentas en cada vez más reducidos sectores de población (en EE.UU el 1% recibe 40 % de las rentas del país) se produce a costa de la disminución de las rentas procedentes del trabajo y el endeudamiento de pequeñas empresas y familias. El beneficiario ha sido directamente el sector financiero. Y la pérdida de poder adquisitivo dificulta el acceso a los bienes que saturan el mercado. La actividad económica se ralentiza y los ingresos fiscales de los estados disminuyen. Ante la necesidad de acudir al mercado para obtener liquidez, la especulación financiera se ceba sobre dicha deuda, encareciéndola. Así, el capital financiero ejerce sus dominios imponiendo condiciones sobre gobiernos y estados ante la atónita mirada de una ciudadanía que ve cómo se degradan sus condiciones de vida y trabajo, cómo los supuestos representantes de la soberanía popular no son más que serviles lacayos del capital financiero.


La realidad no es aquella “de cielo azul”, con la que ironizaba Marx respecto a los economistas clásicos anglosajones, quienes creían que el interés propio, el egoísmo, presente en las actividades económicas daría como resultado el mutuo beneficio de todos. Frente a esa mano invisible que mantendría el equilibrio de todas las partes interesadas, la satisfacción social de las necesidades cuando el individuo persigue su propio interés, como Smith decía respecto de la actividad económica (“No nos dirigimos a su humanidad, sino a su propio interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas”. -La riqueza de las naciones-), se ha impuesto una realidad más cruel y dura.

Marx no ignoraba esa realidad, puesta de manifiesto por Smith, de que el interés propio era el móvil sobre el que se organizaba el sistema económico y, con él, las estructuras sociales políticas e ideológicas. Pero el resultado de esa competencia no era el que Smith creía; antes bien, el resultado era la explotación económica y la desigualdad social. Es cierto que Smith sostenía, además, que los sentimientos morales, el sentimiento de empatía, funcionaba también como motivación en las acciones humanas, y con ello atemperaba la hobbesiana noción egoísta de la naturaleza humana; pero no como fundamento necesario para la consecución del bienestar general en el sistema económico. Así ha sido interpretado y desarrollado por neoliberales como M. Friedman y la escuela de Chicago. Para Marx también el trabajo, la actividad práctico-productiva constituía la esencia de la naturaleza humana (es inmediatamente un ser natural), pero en la actividad práctico productiva, en la producción de su vida, natural y social, el ser humano es el conjunto de las relaciones sociales, resultado de un proceso histórico. La realidad bajo el capitalismo enfrenta intereses contrapuestos. Frente al interés del capital, la sociedad se estratifica en sectores y clases sociales explotadas, alienadas y sometidas. La conciencia indignada que puede surgir entre ellas puede hacer que germinen los vínculos solidarios y cooperativos que podrían alumbrar un nuevo ser humano capaz de inaugurar un nuevo modelo de sociedad. La respuesta mundial del movimiento de los indignados el 15 de octubre va en esa dirección.

Sabemos que las predicciones de Marx, según las cuales, tras la crisis del capitalismo ocasionada por la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones burguesas de producción, entraríamos en una fase de revolución social que daría lugar al socialismo, no se han cumplido en crisis anteriores. Probablemente tampoco ahora. Entre otras cosas porque el capitalismo tiene una gran capacidad de adaptación, y para su metamorfosis. La salida neoliberal, que propone reducir el valor de la fuerza de trabajo al mínimo socialmente necesario, que propone debilitar su capacidad de resistencia precarizando la contratación laboral y anulando aún más a los sindicatos, que plantea desmantelar el Estado del bienestar y extinguir en la práctica el gasto social público, no será suficiente para salir de la crisis. Al contrario, profundizará la recesión. Y puede ser que entonces, como alternativa al colapso, se abran paso otras políticas que se inclinen por el fortalecimiento de la demanda, al igual que sucediera tras la Gran Depresión. Entonces, con políticas de corte keynesiano, el capitalismo pueda adaptarse y sobrevivir un tiempo más. Si la naturaleza lo soporta y si los pueblos lo permiten.

Francisco Mª del Río Sánchez

Octubre de 2011

Profesor de Filosofía

http://perspectivaslibertarias.blogspot.com/

Rodrik y sus concepciones erróneas del capitalismo

Apareció en el económico del diario Clarín (Argentina)el domingo una nota del reconocido economista estadounidense Dani Rodrik titulado "Capitalismo versión 3.0".

En él, el autor intenta desifrar que deparará la crisis para la relación Estado-Mercado. Rodrik considera un escenario de cooperación global entre organismos que trasciendan los estados naciones.

Pero el quid de la cuestión reside en la mala concepción del sistema capitalista como modo de reproducción. Citando al propio Rodrik:

"... El capitalismo no tiene rival para desencadenar las energías colectivas de las sociedades. Es por eso que todas las sociedades prósperas son capitalistas en el sentido amplio: están estructuradas en torno a la propiedad privada y dejan que el mercado juegue un rol importante asignando recursos y determinando compensaciones económicas..."


En primer lugar cabe aclarar que si algo hace el sistema capitalista es generar rivales, el yugo del capital, la explotación, la apropiación de lo ageno, en sintesis: "el esclavismo asalariado". Es decir, el capitalismo no necesita rival para generar conciencia en las clases trabajadoras, es el mismo sistema el que genera las condiciones para "desencadenar las fuerzas colectivas". Como bien marca Lenin admitir la existencia de la lucha de clases (no inventado por Marx sino por autores Burguese previos) es también admitir que este proceso deviene en la dictadura proletaria. Tal vez Rodrik quiera decir que ya las sociedades no piensan en revoluciones o levantamientos, en ese caso podriamos concordar en que el espiritu de lucha social está en crisis hace tiempo pero el sistema de explotación capitalista integrado y los próximos periodos de "pobreza" internacional pueden reavivar el espiritu combativo que alguna vez mostraron tener las clases sometidas.

En segundo lugar el sistema capitalista es algo complejo de describir, sin embargo los autores que más analizaron estas cuestiones han llegado a "buen puerto" y han conciliado varias ideas (de índole marxista por lo general)a saber que la propiedad privada y el libre comercio no garantizan el capitalismo. De hecho en los periodos previos al capitalismo existía la propiedad privada y libre comercio, pero las condiciones objetivas del trabajo pertenecían a los porpios trabajadores. Con lo cual el modo de producción no era capitalista, con el devenir del proceso de la historia humana esas condiciones pasaron a manos de una clase que dominaba los medios de producción y garantizaba el "trabajo libre y asalariado" (otro factor determinante) y nos encontramos en una situación donde los trabajadores producen "por y para el capitalista". Ahora si es posible la apropiación del excedente generado por el trabajo, queda demostrado que la propiedad privada es importante en el proceso pero de ningún modo es determinante puesto que los derechos de propiedad pueden otorgar la tierra a los trabajadores y entonces no habria apropiación (las condiciones objetivas del trabajo pertenecerían al mismo trabajador). Si nos ponemos más prácticos este pasaje bien descripto por MArx en "Formaciones económicas pre-capitalistas" es lo que genera el abandono de la producción de valores de uso (para la conservación de las clases) para la producción de valores de cambio (para apropiar, acumular y valorizar).



Capitalismo y Valor Mercantil

El valor de toda mercancía producida en régimen de producción capitalista, M, se representa en la fórmula: Valor mercantil = capital constante + capital variable + plusvalía. En adelante, M = c + v + p. El valor de los coches, del alimento, de las viviendas y de todas las mercancías se representa mediante esta fórmula. Para los marxistas esta fórmula es fundamental, puesto que sirve para explicar cómo se conserva y se crea el valor. Los economistas convencionales carecen de alguna fórmula parecida. Demos una explicación sencilla de lo que representa esta fórmula. El capital constante es el valor de los medios de producción, maquinarias y materias primas, consumidos en la elaboración de las mercancías, el capital variable es el valor de la fuerza de trabajo empleada, y la plusvalía o ganancia es el valor excedente del que se apropia el capitalista. La tarea de los trabajadores es doble: conservar el valor del capital y multiplicarlo. Y la multiplicación del valor se llama valorización.


Para los marxistas la cuestión clave aquí, además de la conservación del capital, es el hecho de que la plusvalía o ganancia la producen los trabajadores y se la apropia el capitalista. Las crisis se deben justamente a que los salarios, el capital variable, se mantienen en unos límites muy estrechos, mientras que el plustrabajo o plusvalía crece sin cesar. Este hecho se verá más claro más adelante.

Infinidad de economistas, supuestamente progresistas y de izquierda, no le dan valor alguno a esta fórmula, pero hacen mal, muy mal. No ayudan a la causa del socialismo ni a la justicia social. No están siquiera a la altura del burgués Locke, quien en su lucha contra los representantes del feudalismo defendía que el derecho de propiedad debe basarse en el derecho al trabajo propio. Hoy esta esencia económica la han difuminado los economistas convencionales y hablan de capital humano, de inteligencia, de habilidades, en fin, de una suma de rasos subjetivos con el único fin de justificar los exorbitantes sueldos que ganan los altos ejecutivos y la imparable apropiación de trabajo ajeno por parte de los grandes capitalistas monetarios y de los accionistas mayoritarios.

En la época feudal los campesinos trabajaban la mitad de la semana en sus tierras y la otra mitad en las tierras del señor. Aquí queda claro como la luz del día que los señores feudales se adueñaban de la mitad del trabajo creado por los campesinos, y la extrema riqueza de aquellos no tenía otra explicación. Pues en el capitalismo pasa lo mismo: durante una parte de la jornada laboral, el llamado trabajo necesario, el trabajador produce el salario que después el capitalista le paga, y durante la otra parte, el llamado plustrabajo, el trabajador produce la plusvalía que se reparten los dueños de los factores de producción: el banquero se apropia de la parte de la plusvalía a la que se llama interés, el dueño del local se apropia de otra parte a la que se llama renta del suelo, y el industrial o comerciante se apropia de la última parte a la que se llama beneficio. Querer ocultar que el modo de producción capitalista es un modo de explotación del hombre por el hombre, como hacen muchos economistas progresistas, es un grave atraso teórico. Y la actual crisis ha puesto de manifiesto esta cruel y descarada explotación.


Es un error igualmente ser benevolentes en el terreno teórico con una buena parte de economistas convencionales, que siendo sin duda representantes de la burguesía de izquierda, no obstante, no critican de forma radical el gran fundamento del capitalismo y las consecuencias tan inhumanas que provoca. Trascribo una cita de Marx para todos aquellos economistas de izquierda que no creen en la actualidad en el genial pensador alemán y sí en el enorme formalismo de la economía convencional, que aunque muchos la presentan como muy científica no sirve para pronosticar nada ni para demandar un cambio radical del modo de producción capitalista: “La economía política anterior partía de la riqueza supuestamente engendrada para las naciones por el movimiento de la propiedad privada, para llegar a consideraciones apologéticas sobre este régimen de propiedad. Proudhon parte del lado inverso, que la economía política encubre sofísticamente, de la pobreza engendrada por el movimiento de la propiedad privada, para llegar a las consideraciones que niegan este tipo de propiedad”. Muy claro: los burgueses parten de la riqueza para hacer apología de la propiedad privada, mientras que los defensores del socialismo deberían partir de la pobreza para negar la propiedad privada. Esta conciencia y este paso radical les falta a los economistas convencionales de izquierda.

La ley de la acumulación capitalista mistificada como ley natural

Mientras la necesidad no acucia, los apologistas del capitalismo suelen despreciar las ideas de Marx, de las que afirman que están fuera de época y que, por tanto, han perdido su sentido histórico. Pero ahora, con la terrible crisis financiera que nos azota, estamos asistiendo a un reclamo del Estado y de los acuerdos colectivos por parte de los grandes mandatarios capitalistas que nadie podía imaginar, hasta el punto de que podamos escuchar declaraciones como la de Nicolas Sarkozy, “La idea de un mercado todopoderoso sin reglas y sin intervención política es una locura… La era de la autorregulación se acabó”, o la de Hank Paulson, secretario del Tesoro de EEUU: “El capitalismo crudo llegó a su final”, que sorprenden a todos.


En el capitalismo la fuerza de trabajo sólo es vendible a condición de que conserve los medios de producción como capital y proporcione plusvalía como fuente de capital adicional. Así que la ley de la acumulación capitalista mistificada como ley natural sólo expresa el hecho de que su naturaleza excluye todo aumento de los salarios que pueda amenazar seriamente la constante reproducción de la relación capitalista. Y no puede ser de otro modo en un modo de producción donde el obrero existe para las necesidades de revalorización del capital, para que el capital se multiplique sin cesar, en vez de que la riqueza material exista para las necesidades del desarrollo de la vida de la sociedad. Esta inversión y enajenación inhumana, que hoy día hay que tener más en cuenta que nunca, lo expresa Marx en los siguientes términos: “Igual que en la religión el hombre es dominado por el producto de su propia cabeza, en la producción capitalista lo es por el producto de su propia mano”.

Todo proceso de producción es un proceso de reproducción

Cualquiera que sea la forma social del proceso de producción, éste tiene que ser continuado o recorrer periódicamente los mismo estadios. Si hoy produces pan, mañana debes volver a producir pan. Si hoy consumiste harina para hacer pan, mañana debes volver a consumirla. Si hoy compras la harina que mañana consumirás, mañana debes volver a comprar la harina que consumirás pasado mañana. Por lo tanto, todo proceso de producción es un proceso de reproducción. Y si la producción es capitalista, la reproducción debe serlo igualmente. Esta noción elemental es importante porque las crisis se presentan como una parálisis en la reproducción.

Precio de costo y ganancia

Las relaciones de producción capitalista ocultan que el creador de la plusvalía o ganancia es el trabajador. Les recuerdo que el valor de toda mercancía producida en régimen capitalista se representa en la fórmula: M = c + v + p. Si descontamos la plusvalía al valor de la mercancía, nos quedará un valor que repone lo que le ha costado la mercancía al capitalita: c + v. De manera que para el capitalista el capital constante más el capital variable se le presenta como el precio de costo de la mercancía: pc = c + v. Y llama ganancia a la diferencia existente entre el precio a que ha vendido la mercancía y el precio que le ha costado. De manera que para el capitalista no existe capital constante, ni capital variable ni plusvalía. Sólo existe lo que le costado la mercancía, los medios de producción gastado y los salarios pagados, y la ganancia, que se le presenta no como un plusvalor creado por los trabajadores que ha contratado, sino como la diferencia entre el precio al que puede vender la mercancía y lo que le ha costado producirla. Por eso, para el capitalista la fórmula que representa el valor de las mercancías es el siguiente: M = pc + g. Esta fórmula no expresa cómo se genera el valor, sólo expresa cuánto le cuesta la mercancía al capitalista. Marx lo expresa así: “Ya se vio más arriba que aunque p, la plusvalía, sólo brota de un cambio de valor del capital variable, después de finalizar el proceso de producción representa asimismo un aumento de valor de c + v, el capital global gastado… Así presentada, como vástago del capital global desembolsado, la plusvalía revista la forma transfigurada de la ganancia”.

Cuota de plusvalía y cuota de ganancia

La cuota de plusvalía, P’, se representa mediante la fórmula: P’ = p/v. Esta fórmula expresa el grande de explotación de la fuerza de trabajo. Esta fórmula pone en relación porcentual la cantidad de valor nuevo con el que se queda el capitalista, la plusvalía, con el valor que se quedan los trabajadores, el salario. Por su parte, la cuota de ganancia, G’, se representa mediante la fórmula: G’ = p/pc. Esta fórmula expresa el grado de revalorización del capital total desembolsado. Pone en relación porcentual el valor nuevo con el que se queda el capitalista, p, con el valor del capital desembolsado, precio de costo de la mercancía. Así que dada una determinada masa de plusvalía, la cuota de ganancia siempre arrojará un porcentaje inferior a la cuota de plusvalía.

La ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia

A medida que se desarrolla el modo capitalista de producción, así ha sido desde su inicio y lo sigue siendo en la actualidad, se efectúa una disminución relativa del capital variable en relación con el capital constante. O dicho de otra forma: la inversión en capital constante aumenta proporcionalmente más que la inversión en capital variable. Gráficamente podemos decir que cada vez las naves son más grandes, hay mayor cantidad de maquinaria, se procesa mayor cantidad de materia prima, y proporcionalmente hay menos obreros. Este crecimiento gradual del capital constante, en proporción al variable, provoca inevitablemente un descenso gradual de la cuota de ganancia.

Una de las causas principales de la baja de la cuota de ganancia es el desarrollo incondicional de las fuerzas productivas. Todas las empresas buscan producir y vender lo más posible y hacerlo a los precios más baratos. Y esto sólo pueden lograrlo haciendo que sus empresas crezcan e instalen maquinarias de última tecnología. ¿Y por qué este afán por el desarrollo incondicional de las fuerzas productivas? Porque quieren quedarse con todo el mercado. Porque quieren acabar con la competencia. Todas las empresas, bajo el régimen de producción capitalista, abrigan en su seno el deseo de monopolio.

Pongamos un ejemplo para que se vean las graves consecuencias del desarrollo incondicional de las fuerzas productivas. Pensemos en un pequeño país que tiene un centenar de medianas empresas de alimentación con tecnología del año 2000. Supongamos ahora que unos inversores extranjeros instalan una macroempresa de alimentación con tecnología del año 2008. La diferencia tecnológica es tan grande que las macroempresa respecto de la mediana empresa tiene dos claras ventajas: una, necesita un 30 % menos de mano de obra, y dos, produce cinco veces más productos por unidad de tiempo. Esto provoca automáticamente dos cosas: una, el capital que representan las 100 medianas empresas se desvaloriza, y dos, una buena parte de ella, al ver disminuir su ganancia por debajo del costo, desaparece.

¿Debemos entonces permitir el desarrollo incondicional de las fuerzas productivas? Bajo el punto de vista de los intereses de la sociedad debemos responder con un rotundo no. ¿Quién debe determinar el grado de desarrollo de las fuerzas productivas? Bajo el punto de vista de los intereses de los trabajadores debe determinarlo no la competencia sino las necesidades sociales. Puesto que si algunas empresas aceleran en exceso el desarrollo de las fuerzas productivas, el daño que provoca es superior a los beneficios que reporta. ¿Estamos proponiendo acabar con la competencia? De ningún modo. Lo que estamos proponiendo es que se mantenga dentro de unos límites razonables y beneficiosos para los intereses del conjunto de la sociedad.

Las condiciones de la explotación y de la realización de la fuerza de trabajo

La obtención de plusvalía constituye el proceso directo de producción. Tan pronto como se ha objetivado en mercancías la cantidad de plustrabajo que puede exprimírsele al obrero, se ha producido la plusvalía. Pero con esta producción de plusvalía sólo ha terminado el primer acto del proceso de producción capitalista. Ahora viene el segundo acto del proceso: hay que vender las mercancías. Y hay que venderlas todas, tanto las que reponen el capital constante y el capital variable como las que representan la plusvalía. Si no ocurre así, si sólo se venden las mercancías que reponen el capital desembolsado y no las que representan la plusvalía, el obrero ha sido ciertamente explotado pero su valor de explotación no se ha realizado. (Realizar el valor de las mercancías significa vender las mercancías)

Las condiciones de explotación y su realización no son idénticas. Se diferencian en principio tanto espacial como temporalmente. Primero se explota al obrero en la empresa, cuando aquel produce las mercancías, y después se realiza la explotación en el mercado, cuando las mercancías son vendidas. Pero las condiciones de explotación también se diferencias conceptualmente de las condiciones de realización. Las condiciones de explotación están limitadas por las fuerzas productivas de las que dispone la sociedad, por el tamaño de las empresas por el nivel técnico de las máquinas y por el nivel profesional de los trabajadores, mientras que las condiciones de realización están limitadas por dos factores: uno, por la proporcionalidad entre las distintas ramas de producción, y dos, por la capacidad de consumo de la sociedad.

Con respecto al primer factor, a la proporcionalidad entre las ramas, todo el mundo lo venía cantando con respecto a la actual crisis: la rama de la construcción está teniendo un desarrollo desproporcionado con respecto a las otras ramas. Si el pago de las hipotecas absorbe la mayor parte de la capacidad de consumo de los trabajadores, necesariamente tiene que mermar la demanda del resto de los servicios y bienes de las otras ramas de la economía. Y esta desproporción más tarde o más temprano se tiene que manifestar como crisis.

Con respecto al segundo factor, a la capacidad de consumo de la sociedad, diremos que no viene determinada por la capacidad absoluta de consumo de la sociedad, sino por la capacidad de consumo a base de las condiciones antagónicas de distribución, que reduce el consumo de las grandes masas de la población a límites muy estrechos. Hoy día hay muchas viviendas que no se pueden vender porque no hay gente que pueda comprarlas. Aparentemente la situación es así. Pero no es cierto. Lo cierto es que las personas que tienen dinero no tienen necesidad de esas viviendas, y quienes la necesitan no tienen dinero para comprarlas. El hecho cierto es que en la producción de viviendas no se ha tenido en cuenta la capacidad de consumo, o mejor la capacidad adquisitiva, de las personas que las necesitan. Y por eso se ha producido en exceso: hay crisis de superproducción. Pero esto no es un rasgo accidental del capitalismo, es un rasgo periódico.

Autor: Francisco Umpierrez Sanchez

Octubre de 2008

El Capitalismo Invisible

Desenmascaremos a los capitalistas invisibles y hagámoslos visibles


Lo inmediato y lo oculto

Los científicos sociales de inspiración marxista andan siempre buscando las causas ocultas que expliquen el mundo inmediato. Es cierto que la naturaleza del valor así como el modo mediante el cual el capitalista se apropia de trabajo ajeno encierran causas ocultas. Pero hay hechos que están presentes ahí, en la superficie de las cosas, donde puede percibirse con claridad que hay personas que se apropian de trabajo ajeno. Lo que sucede es que estamos tan acomodados a esos hechos, tan en sintonía con ellos, que no nos indignan y, en consecuencia, no nos hacen reaccionar.

El derecho a ser rico



Pensemos que la injusticia más grande de este mundo es que hay personas que se apropian de tanta riqueza que es imposible explicarla como obra de su propio trabajo. Lo que sucede es que se admite como un hecho natural el enriquecimiento desmesurado. Se piensa que esa situación le puede tocar en suerte a cualquiera, que no debemos envidiar a nadie, pues todo el mundo desea ser lo más rico posible, aunque unos lo logran y otros no. Al menos, se concluye, esa es la posibilidad que nos brinda el capitalismo y no así el socialismo. Esta es la ideología dominante entorno al enriquecimiento.

El derecho de propiedad basado en el trabajo

Escuchemos a Locke en su Ensayo sobre el gobierno civil a propósito del derecho de propiedad basado en el trabajo: “Dios ha dado el mundo a los hombres en común; pero puesto que se lo dio para beneficio suyo y para que sacasen del mismo la mayor cantidad posible de ventajas para su vida, no es posible suponer que Dios se propusiese que ese mundo permaneciera siempre como una propiedad común y sin cultivar. Dios lo dio para que el hombre trabajador y racional se sirviese del mismo (y su trabajo habría de ser su título de posesión”. Sólo quiero incidir sobre esto último que dice Locke: el título de propiedad sobre la riqueza debe estar basado en el trabajo. No estamos recurriendo a Marx para defendernos de los economistas convencionales, de los neoliberales y de toda suerte de lacayos del capitalismo del siglo XXI, sino a uno de los primeros y más revolucionarios representantes de la burguesía, un hombre de la última mitad del siglo XVIII y reconocido como el padre del liberalismo: John Locke. Y lo único que reclamamos de él es la idea de que el derecho de propiedad sobre la riqueza esté basado en el trabajo. Y esta idea es la que hay que popularizar entre las más amplias masas. No debe permitirse que nadie se enriquezca más allá de lo razonable, esto es, más allá de que resulte inexplicable su riqueza en base al trabajo propio.


Propiedad y uso del capital

En los inicios del capitalismo el capitalista era el dueño del dinero invertido en la empresa, incluso era el dueño del local donde desarrollaba su actividad. De manera que toda la ganancia era suya. Pero conforme la escala de la producción aumentó y se abrió paso el sistema de crédito, se creó una división del trabajo entre el propietario del dinero, el banquero, y quien usaba ese dinero como capital, el capitalista comercial o industrial. Como toda suma de dinero empleada como capital arroja una ganancia, el propietario del dinero exige al capitalista en funciones, a quien le ha cedido el dinero en calidad de préstamo, que le entregue una parte de la ganancia: el interés. De esta manera queda en evidencia que el enriquecimiento experimentado por el propietario del dinero no se debe a su trabajo sino a su condición de propietario. De todos modos, dentro de las relaciones capitalistas de producción, todo el mundo considera normal que quien cede una suma de dinero en forma de préstamo tiene derecho a cobrar un interés. Dicho de otro modo: está estatuido como derecho natural el derecho a apropiarse de trabajo ajeno.

La generalización del capital productor de interés

Parece natural que quien usa el dinero como capital y obtiene una ganancia, debe darle una parte de ella al propietario del dinero en concepto de interés. Pero lo cierto es que tanto el dinero que se queda el capitalista en funciones, el beneficio, como el que se queda el propietario del dinero, el interés, son plusvalía, esto es, trabajo ajeno. Lo que sucede es que todo esto permanece oculto. Pero la cosa no queda ahí, sino que llega más lejos aún. Una persona que solicita un préstamo para comprar una casa o un coche, no está utilizando el dinero como capital, no obstante, tiene que pagar un interés. Así que en estos casos el dinero pagado como interés no es una parte de la ganancia, sino una parte del salario. Por lo tanto, todo dinero cedido en forma de préstamo, empleado como capital o no, arroja un interés.

Salario y beneficio

Hay una diferencia cualitativa entre salario y beneficio. El salario lo percibe una persona como contrapartida de su trabajo, mientras que el beneficio lo percibe una persona como contrapartida de su condición de propietario de un negocio. En el ámbito de la pequeña empresa el beneficio siempre suele ser notablemente superior al mayor de los salarios. Pero en las grandes empresas el salario de un ejecutivo o directivo puede ser notablemente superior al beneficio percibido por un pequeño capitalista. Así que aquella superioridad cuantitativa del beneficio sobre el salario queda rota o desvirtuada en este caso. Este hecho parece desdibujar las diferencias cualitativas entre capital y trabajo y nos hace pensar que el capitalismo decimonónico está más que superado y que el advenimiento del socialismo ha dejado de ser necesario. Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias, sino ir un poco más al fondo. Debemos observar dos cosas: por un lado, una parte de los desorbitados salarios que ganan los directivos de las grandes empresas no es más que beneficio. Figura como salario y se percibe como salario, pero sustancialmente es beneficio. Y por otro lado, cuando una persona percibe ingresos desorbitados, la capacidad de ahorro es altísima. Y estos ahorros son invertidos después como capital. Así que no sólo es que los beneficios se disfrazan como salarios, sino también que los altos salarios se transforman en capital.

Capitalistas visibles y capitalistas invisibles

Pensemos en un capitalista que ha abierto un negocio y contrata a 50 trabajadores. Al cabo de 25 años el empresario tiene un patrimonio personal de 6 millones de euros, mientras que cada uno de los 50 trabajadores dispone de un patrimonio personal de sólo 60. 000 euros. Pero no sólo es que el capitalista tiene un enorme patrimonio respecto de los 50 trabajadores, sino que además el capitalista percibe en su condición de empresario un salario de 12.000 euros y los trabajadores un salario de 1.200 euros. Esto es un caso de capitalismo visible, donde se percibe claramente que los trabajadores son explotados, que el dueño del negocio ha acumulado un gran patrimonio personal y que día tras día disfruta de una gran riqueza, mientras que los trabajadores todavía no han podido pagar su vivienda y se ven apurados para llegar a final de mes. Estos son los capitalistas sobre los que la izquierda radical tiene centrada y afilada su crítica.

Al lado de estos capitalistas visibles hay otros capitalistas que están ahí delante de nosotros, pero no los vemos ni los reconocemos como capitalistas. Son a estos capitalistas a los que llamo capitalistas invisibles. A esta clase pertenecen futbolistas como Beckham, que cobra 25 millones de euros por cuatro temporadas en el Madrid e ingresa anualmente por publicidad 24 millones de euros, y músicos como Sting, que tiene unos ingresos anuales de 321 millones de dólares. ¿Por qué no reconocemos a estas personas como capitalistas? Por el modo peculiar en que se hacen ricos. Se reconoce que ganan mucho dinero, pero no lo ganan aparentemente explotando a los trabajadores. De ahí que la izquierda radical no centre su crítica en esta clase de capitalistas invisibles.

El disfraz de las formas económicas

Vimos antes, para el caso de las retribuciones de los altos ejecutivos, que una parte de esas retribuciones no era más que beneficio disfrazado de salario. Lo mismo ocurre con las retribuciones que percibe Beckham en concepto de publicidad: no es más que beneficio disfrazado como costo de publicidad. Este hecho, que una forma económica se disfrace bajo otra forma, ya lo puso de manifiesto Marx en El Capital: los intereses y los impuestos pagados por las empresas, que en la contabilidad figuran como costos, no son más que plustrabajo. Pero lo que nos interesa aquí remarcar es que lo que percibe Beckham, Nadal o cualquier otro deportista en concepto de publicidad no es más que plustrabajo.

Si antes vimos que un capitalista explotando la fuerza de trabajo de 50 personas, se apropiaba al cabo de veinticinco años de un plusvalor de 6 millones de euros, ahora vemos que Beckham se apropia en un solo año y sólo en concepto de publicidad de un plusvalor de 24 millones de dólares. De ahí que Beckham sea mucho más explotador, notablemente más explotador, que aquel capitalista. Lo que sucede es que aquella persona es un capitalista visible y Beckham es un capitalista invisible. En aquel capitalista observamos la relación directa que mantiene con los trabajadores que explota, mientras que en el caso de Beckham las relaciones con los trabajadores que explota son muy indirectas y están mediadas por muchos procesos y formas económicas.

El papel ideológico del capitalismo invisible

En el capitalismo hay muchas formas de hacerse rico. Convertirse en una estrella de fútbol es una de ellas. El otro día vi en la televisión un documental donde en un lugar muy pobre todos los padres estaban empeñados en que sus hijos jugaran al fútbol. Es una de las formas, argumentaban dichos padres, de salir de la pobreza. Y esa es la ilusión de muchos niños pobres: convertirse en una estrella de fútbol para sacar de la pobreza a su familia. Lo primero que observamos, por la predominio de la mentalidad capitalista, es que la solución al problema de la pobreza se ve como un asunto individual. Aquí impera el principio del hombre burgués, del hombre egoísta, que sólo piensa en salvarse a sí mismo. Y lo segundo que observamos es la inconciencia acerca del origen de la riqueza, como si la riqueza extrema de unos no tuviera nada que ver con la pobreza lamentable de otros. Ese niño que se quiere convertir en estrella de fútbol para salir de la pobreza, convirtiéndose en un rico, no es consciente de que su futuro enriquecimiento se fundamentará en el empobrecimiento de los otros.

El primer plano y el desenmascaramiento

La izquierda radical debe atacar con dureza el primer plano del capitalismo, constituido en parte por las grandes estrellas del fútbol, quienes en concepto de sueldo, primas y publicidad perciben una media anual de 8 millones de euros. Ronaldinho, por poner un ejemplo, ingresó en el último año 9 millones de euros en concepto de sueldo y 14 millones en concepto de publicidad. Tanto su sueldo como lo que ingresa en concepto de publicidad son formas disfrazadas de plustrabajo. El sistema capitalista le hace cree que lo que él gana se debe a su propio esfuerzo, pero lo cierto es que su riqueza sólo es explicable como apropiación de trabajo ajeno. Debemos saber que todos contribuimos a crear la riqueza nacional, pero el sistema capitalista tiene un sinfín de mecanismos que permite a unos pocos meterse en su sus bolsillos muchísimo dinero, mientras que la inmensa mayoría no llega a final de mes. Lo absurdo, lo irracional, lo que ya clama al cielo, es que Ronaldinho, que es un capitalista invisible, estos es, un capitalista que se apropia de gran cantidad de trabajo ajeno bajo la apariencia de que es trabajo propio, ha sido nombrado Embajador contra el Hambre del Programa Mundial de Alimentos. Por lo tanto, la izquierda radical debe someter a crítica al capitalismo de primer plano, el constituido por las grandes estrellas de fútbol y de otras modalidades deportivas, que bajo la apariencia de neutralidad y bondad se esconden los aliados de los capitalistas de segundo plano, con quienes se reparten el plustrabajo y se hacen ricos de forma desmesurada.

Francisco Umpiérrez Sánchez

En Las Palmas de Gran Canaria. 17 de junio de 2006.

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