Noviembre de 2007
Jean Charles Sismonde de Sismondi
Este trabajo se centra en describir la obra económica de Sismondi. Luego de una reseña biográfica se discute la influencia del Liberalismo y Romanticismo en su pensamiento. Luego se exponen razones de sus ataques al capitalismo y a las ideas y metodología de los autores económicos clásicos. Se presentan los fundamentos y una formalización de su teoría del subconsumo. Se examinan sus ideas como fuente de autores posteriores y se reseñan sus propuestas de reformas para corregir los males que denuncia. Se concluye que su crítica teórica a los clásicos fue internamente consistente, y sus planteos, originales y heurísticamente generosos.
INTRODUCCIÓN
El medio siglo que transcurre entre 1775 y 1825 es considerado como un período de inflexión en la historia europea y de la humanidad. Se trata de un período pleno de revoluciones políticas, económicas y sociales. Acontecimientos como las guerras de independencia americanas, la revolución francesa, el ascenso y caída del imperio napoleónico y la consolidación de la hegemonía mundial de Gran Bretaña transcurren en ese lapso y modifican definitivamente la estructura política internacional.
Estrechamente interrelacionada con aquellos acontecimientos se desarrolla la Revolución Industrial que transforma de raíz la estructura económica y social europea y posteriormente mundial. En ese contexto las artes y las ciencias reciben y entregan al vendaval de cambios, miríadas de materiales novedosos y heterogéneos.
Jean Charles Leonard Sismonde de Sismondi es un contemporáneo de dicho período y está dotado de una amplísima formación intelectual, principalmente en historia, literatura y economía, disciplinas con las que participa en los movimientos intelectuales de la época siendo probablemente sus aportes al pensamiento económico y social los más originales y polémicos de toda su producción.
Su obra más ambiciosa (y voluminosa) tiene que ver con la crítica literaria y la historia, sin embargo su nombre se asocia generalmente con la economía y en especial con las obras económicas de su edad madura. Por ser estas obras contradictoras del pensamiento económico dominante, no recibe en vida el reconocimiento de sus colegas.
Será a partir de su “redescubrimiento” por parte de Karl Marx, que el pensamiento de Sismondi comienza a adquirir vigencia.
Poco más o menos después de un siglo de su muerte, virtualmente cualquier tratado, manual o reseña de la historia del pensamiento económico tiene en Sismondi una parada obligatoria, y de esta suerte, es que ha sido incorporado a la “galería” de los grandes economistas.
OBJETIVOS
Son los objetivos fundamentales de este trabajo los que a continuación se exponen:
Destacar la formación de Sismondi en la tradición de la economía smithiana, así como marcar sus rupturas con dicha tradición y mencionar sus aportes a la teoría económica y social.
Relacionar al Liberalismo y al Romanticismo de principios del siglo XIX con la evolución de su pensamiento económico y con su visión del método de la Economía Política y la dependencia de ésta de las ciencias políticas.
Centrar el análisis en la obra económica de su madurez, fundamentalmente a partir de la publicación en 1817 de Nouveaux Pricipes du Economie Politque.
Señalar su crítica teórica a los clásicos en el ataque, principalmente a Say y a Ricardo, y exponer algunos de los fundamentos teóricos y metodológicos de dicha crítica, con particular hincapié en su desacuerdo con la “ley de Say” y en su teoría del subconsumo y las crisis
Examinar la consistencia interna de dicha crítica dados los supuestos de los que parte, reseñar las diferencias con sus contemporáneos respecto del ahorro y exponer una formalización matemática de su teoría del subconsumo.
Exponer la visión desgarrada de la sociedad de su tiempo, desde su óptica de liberal atravesado por las ideas románticas, ideas que se reflejan en sus concepciones del método y fines de la economía, en la percepción de la miseria de los trabajadores y en su estilo literario, y comentar su crítica a la organización industrial de su época y las propuestas de regulación estatal sobre el trabajo y la propiedad como soluciones a los males que denunciaba.
Destacar su erudita plasticidad (historiador, literato y economista) y la agudeza de sus visiones que influyen o anticipan a otros pensadores (historicistas, socialistas de cátedra, marxistas y liberales modernos).
Considerar la originalidad de su pensamiento, la capacidad de sustraerse a los dictados del pensamiento económico dominante y, en razón de ello, el potencial heurístico de sus planteos.
RESEÑA BIOGRÁFICA
(13) (16) (23) (25) (28) (29)Nació en Ginebra en 1773. Hijo de un clérigo calvinista, su familia (austriaca de origen italiano) pertenecía a la alta burguesía ginebrina. Sus primeros años transcurrieron en Francia y recibió una esmerada educación acorde a su posición social y a las tradiciones familiares.
Numerosos viajes formaron su juventud. Su primer empleo fue de banquero en Lyon. Vuelve a Ginebra en 1793 a causa de los desórdenes de la Revolución Francesa, y poco después viaja a Inglaterra, donde estuvo dieciocho meses asimilando la lengua, la historia y las costumbres del país. Tras un breve retorno a Ginebra en 1794, debe expatriarse nuevamente amenazado por el terror jacobino. Partió hacia la Toscana, tierra de sus abuelos (los Sismondi eran una antigua y noble familia de Pisa y los recuerda Dante Alighieri en su Divina Comedia) donde adquirió la Villa de Valchiusa, en Pescia, con su factoría anexa sobre una colina, y se dedicó a la agricultura.
En la Toscana se enternece a la vista del viejo espíritu de autonomía de las comunas medievales que todavía subsistía. Fue nombrado secretario del Consejo del Comercio, de las Artes y de la Agricultura del departamento del Leman, y después secretario de la Cámara de Comercio.
Al aparecer Napoleón en el escenario europeo, se declaró contrario y fue en la lucha contra él como conoció a Madame de Staël. Frecuentó su salón en el castillo de Coppet, no lejos de Ginebra, un círculo de intelectuales liberales en el que se elaboró la nueva ideología del romanticismo ginebrino.
En el año 1813 visitó por vez primera París y estuvo durante cinco meses mezclándose con la sociedad literaria de su tiempo, lo suficiente para ganar su corazón a la cultura francesa.
Sin dejar de ser liberal, si en su juventud fue anglófilo, no saludó la caída del Imperio. Estaba convencido de las bondades del gobierno napoleónico y tuvo un encuentro con el mismo Emperador que alcanzó cierta relevancia en su ya intensa vida.
La reacción absolutista que siguió a la caída del Imperio lo hace regresar a Suiza, pero, aunque el clima político en Ginebra le era favorable, a principios de 1816 decidió regresar a su villa de Valchiusa, donde vivían su hermana Sara y su madre.
Vuelve a visitar Inglaterra en 1818 en donde observa el despliegue de la civilización industrial lo que lo estimula para retomar sus escritos sobre Economía.
En 1819 contrae enlace con Jessie Allen, Condesa de Stafford, con la cual no tuvo descendientes.
Fallece en 1842 habiendo dedicado sus últimos años a trabajar en obras y opúsculos fundamentalmente históricos y políticos.
SU OBRA ECONÓMICA, HISTÓRICA Y LITERARIA
Desde su juventud fue un hombre de negocios y de finanzas, y en el campo académico, crítico literario, economista, historiador y novelista.
En 1801 publica Tableau de l’Agriculture Toscane. En 1803 presenta su tratado De la Richesse Comerciale, su primer trabajo en el campo económico; el tema le interesó siempre a lo largo de su vida. Se le ofrecieron cátedras en las universidades de Vilna y la Sorbona, las que rechazó. En 1807 apareció el primer volumen de la Historie des Republiques Italiennes du Moyen Âge que lo hizo famoso entre los hombres de letras de toda Europa. Completó esta obra en dieciséis volúmenes en los ratos libres a lo largo de once años. Por sus méritos como experto en Economia Política le ofrecieron un puesto de profesor en Rusia que tampoco aceptó.
En 1819 publica Nouveaux Pricipes du Economie Politque y poco después Etudes sur l’Economie Politique en los que revisa completamente sus ideas económicas de juventud. Finalizada esta obra, se encomendó otra aún más ambiciosa, la monumental Histoire des Français, de la que publicó veintinueve volúmenes en los siguientes veintitrés años.
Entre sus obras menores figuran Literatura del sur de Europa (1813), una novela histórica titulada Julia Severa (1822), Historia del renacimiento de la libertad en Italia (1832), Historia de la caída del Imperio Romano (1822), Estudios sobre las constituciones de los pueblos libres (1836), Estudios de Ciencias Sociales (1836-38), Precisiones sobre la historia de los franceses (1839) (una edición reducida de su monumental historia francesa) y otros diversos opúsculos, principalmente políticos.
A ello deben sumarse sus diarios y su correspondencia con William Ellery Channing y con la Condesa de Albany, entre otros.
LAS RAÍCES LIBERALES
Joven, mundano, aristócrata, adinerado y con una erudición fuera de lo común, es testigo e intérprete de una época de cambios revolucionarios. Su pensamiento económico es moldeado por la obra de Adam Smith integrando de esta manera su liberalismo político francés con el liberalismo económico británico. A los treinta años de edad publica su principal obra económica de juventud De la Richesse Comerciale lo que le vale ser considerado como uno de los más importantes divulgadores de las ideas de Smith en el continente y le otorga enorme prestigio como economista.
Es un pensador liberal que pertenece al círculo de Coppet (27), círculo que se considera como la cuna del liberalismo y romanticismo francés y suizo, nexo entre librepensadores antes y después de la Revolución Francesa. Se trata de un liberalismo de salón. Sus integrantes se comportan como observadores superiores y críticos infalibles y tiene relación con el protestantismo ginebrino (6), (28).
El círculo había sido formado por Madame de Staël, baronesa de Staël-Holstein (1766 - 1817) escritora francesa hija del director del tesoro real bajo Luis XVI, que al estallar la revolución de 1789, convirtió su salón de la rue du Bac en uno de los principales centros literarios y políticos de París y lo abrió a personalidades de distintas tendencias. A la caída de la monarquía abandonó la capital (1792) y viajó a Gran Bretaña (1793) y a Suiza. Tras su regreso a Francia (1795) y un nuevo exilio, se instaló en París en 1797. Intentó ser la inspiradora de la política de Napoleón, pero éste desconfiaba de sus ideas liberales y nuevamente volvió al destierro. Durante diez años alternó sus estancias en el castillo de Coppet con numerosos viajes. Tras la caída de Napoleón, regresó a París, donde abrió de nuevo su salón (2), (4).
Sismondi llegó a ser un ferviente y fiel admirador de la Staël y la siguió a Italia (1804 - 1805), a Austria y a Alemania (1808-1810) (29).
Luego de la caída del Imperio, el pensamiento económico de Sismondi manifiesta profundas rupturas con sus ideas de juventud y se expresa en sus nuevos escritos económicos, transformándolo en uno de los críticos más acérrimos del capitalismo de su época como modo de organización social y de la teoría económica dominante por su método “abstracto e irreal”. Sin embargo no puede afirmarse que abandonara sus preferencias liberales.
Por otra parte, a pesar de marcar sus diferencias con el pensamiento de Adam Smith, conservó muchos de los postulados fundamentales de la obra de éste; decirse discípulo o adversario, son dos lenguajes para reconocer a un maestro
(27).
Según Ekelund y Hebert (5), Sismondi se interesaba por mejorar las condiciones de vida del proletariado e inauguró la línea de la economía social. Pretendía un término medio que conservara las libertades individuales tanto como fuera posible.
Reclamaba legislación protectora para los trabajadores pero reconocía el conflicto con la libertad económica: esta tarea es difícil... debe combinarse con el mayor respeto por la libertad individual, pero no hay que olvidar que entre los derechos que integran esta libertad, hay varios que son concesiones sociales...” (Noveaux Principes... 1827) (9).
En Rusia a fines del siglo, los populistas liberales, hicieron suyo por completo el sistema de concepciones de este economista. Las ideas de Sismondi figuraban en la base de su programa. Lenin realizó una crítica a los argumentos morales esgrimidos por los populistas rusos contra el mercado y muy particularmente contra Sismondi (3). Es para destacar que, entre las filas de los populistas participara Alejandro Ulianov (el hermano mayor de Vladimir I. Lenin) que fuera condenado y ahorcado en 1887 por su implicación en un atentado contra el Zar Alejandro III.
LA INFLUENCIA DEL ROMANTICISMO
La expresión romanticismo político es ambigua, ya que los autores calificados de románticos adoptaron las posiciones políticas más diversas. En Italia la mayor parte fueron liberales (tal el caso de Sismondi), mientras que en Alemania e Inglaterra era sinónimo de conservadurismo y en Francia sentimental y nostálgico del régimen monárquico. Era sociológicamente incoherente. El origen de sus ideólogos es diverso: grande o pequeña nobleza, pequeña burguesía o artesanado próximo al proletariado. La única clase que se mantiene impermeable y rechaza las audacias románticas es la burguesía, aunque el romanticismo se aburguesa poco a poco y el liberalismo se cubre de un idealismo que la burguesía confunde con el romanticismo (27).
Es un movimiento europeo, en su comienzo típico de una época revolucionaria (el espíritu de la revolución liberal) que postuló la libre expresión de la sensibilidad y afirmó los derechos del individuo, pero que se encontraba en conflicto con una época de predominio de valores utilitarios. Se rebela contra las reglas clásicas y el racionalismo filosófico. Encarna más una razón moral que una razón positiva (22), (4).
A la generación romántica se la ha llamado “la escuela del desencanto”. Su culto al yo nace de una toma de conciencia crítica y no de un egotismo complaciente. De ahí su interés por la historia y por la existencia concreta de los seres y la importancia que concede a la estética como medio de reconquistar la unidad perdida con el mundo y con el prójimo. También de ahí la misión que asigna a la poesía como medio de conocimiento e instrumento social de acción (4).
Es en el ambiente intelectual del círculo de Mme. Stäel en el que Sismondi queda seducido por el ideal romántico, compatible con sus raíces liberales.
Para la primera reedición de Noveaux Principes... (1825), a la vista de la gran crisis económica europea, declara triunfalmente que los sucesos le dan la razón. Pero no sucede lo mismo con la opinión del pensamiento clásico, encarnado en Say y Ricardo. Tampoco encuentra claramente los remedios de los males que denuncia. “Cesa entonces de predicar para quejarse. Se refugia en el pasado y escribe su Historie des Francais” (28).
La Ilustración había pretendido dominar sentimientos y emociones; los románticos desean liberarlos y el romanticismo político junto con el historicismo se apoyarán mutuamente en su rechazo a una economía política abstracta y autónoma. Sismondi, el más duro crítico del capitalismo de su época, estaba bajo el hechizo de la idea romántica (25).
Marx y Lenin lo calificaron como "socialista romántico" (29): “Los románticos pertenecen a nuestra época, en que la miseria se engendra en abundancia (...) como la riqueza. (...) Se presentan (...) como fatalistas desilusionados, que desde lo alto de su posición dirigen una mirada orgullosa de desdén a los hombres locomotoras que fabrican las riquezas” (19).
Visto en clave marxista (12), los clásicos como Smith y Ricardo representaban a la burguesía en ascenso, mostrando que el capitalismo es un modo de producción superior al feudalismo, al que debía suceder inevitablemente. Por el contrario, los románticos, uno de cuyos máximos exponentes fue Sismondi, destacaban los flancos negativos del sistema. Estas corrientes tenían un punto en común: consideraban que la producción se regía por leyes "naturales", eternas, independientes de la voluntad, mientras que el consumo y la distribución eran “artificiales", modificables, ya que en ellas intervenían los hombres. La pauperización del proletariado está en la base de las tesis románticas y utopistas: hay que mejorar la distribución, elevar el nivel de vida de la clase obrera para ampliar el mercado y evitar las crisis. Los románticos describen el capitalismo no como un sistema económico destinado a acumular, sino a satisfacer las necesidades sociales por medio de la fabricación de mercancías, su distribución y su venta.
Sismondi apela a un principio de justicia económica, pero se muestra impotente para ofrecer soluciones. Se advierte, en su obra madura, un tono de resignación. (¿Conciencia de utopismo?). Poco antes de su muerte, en 1842 escribe “abandono este mundo sin haber dejado la más ligera huella y nada puedo hacer ya” (25).
SU CRÍTICA AL CAPITALISMO
En su época distintas doctrinas convergen en algunos puntos de crítica al sistema: monárquicos, católicos, anglicanos, iluministas y socialistas (26), con distintos argumentos y motivaciones.
Sismondi desde su particular punto de vista, expuso vivazmente en sus obras los defectos del capitalismo, teniendo gran influencia entre los utopistas, como Proudhon en Francia y Rodbertus en Alemania (12).
Destacaba que en la sociedad medieval primaba la cooperación en el trabajo por sobre la competencia (“rivalidad universal”) en la que encontraba las causas, en la sociedad de su época, de los conflictos entre trabajo y capital (a los que consideraba abstracciones representativas de dos clases sociales). Cuando Sismondi escribe sus obras económicas maduras, a cuarenta años de la “Riqueza de Las Naciones” observa la existencia de la pequeña propiedad smithiana, pero a su lado ve a las grandes, y las posibilidades de estas últimas de desplazar a las pequeñas (10).
Esto no significa que considerara a la sociedad feudal libre de inhumanidad y barbarie; por el contrario, la calificaba de “organización social (...) odiosa” (16).
Ni tampoco que propusiera su superioridad, lo que evidencia en reflexiones como las siguientes: “Se cree responderme ad absurdem oponiéndome los vicios de los sistemas precedentes. ( ...). Por el hecho de que nadie siente su desaparición (...) ¿puede deducirse que hayamos entrado hoy en el verdadero?”
(9).
“De ninguna manera pretendemos que se restablezca la organización estrafalaria y opresiva de los gremios; las lecciones de la experiencia (...) (no tendrían) ventaja (...) si no supiéramos hacer otra cosa que volver a caminar ciegamente por el sendero de nuestros padres (...)"
(16).
Sostenía que en épocas anteriores lo fundamental era el valor de uso. En la época de la "Riqueza Comercial" lo que interesa es el valor de cambio: “(...) a la oposición entre el valor usual y el valor de cambio se ha reducido el comercio de todas las cosas (...)” (citado por Marx) (19).
Afirma que a los empresarios capitalistas les interesa el beneficio neto y no la producción de bienes materiales. Un propietario de tierras no dudaría en arrendar su hacienda para un coto de caza si sus ingresos son así superiores, que cuando la arrienda para el cultivo y manutención de un numeroso grupo de trabajadores agrícolas. En la “Sociedad de la Riqueza Comercial” interesa el crecimiento del producto neto a expensas del producto bruto. El producto bruto está relacionado con la cantidad de bienes producidos y su utilidad social; el producto neto es el beneficio que se recibe como ingreso individual. La competencia lanza a los empresarios a producir desplazando a los obreros por máquinas y reduciendo así su capacidad adquisitiva. Cada día se polariza más la contradicción entre la propiedad y el trabajo, los que antes se encontraban unidos en la misma persona, con la concentración resultante del capital y el empobrecimiento de la clase obrera (21).
En 1835 escribe que durante la época feudal (...) se han visto sin duda, actos de ferocidad que hacen estremecer a la humanidad
, pero existía una relación de hombre a hombre
mientras que en la opresión fría y abstracta (...) no hay injuria ni cólera ni ejecutor conocido (...) el tirano y la víctima no se conocen (...) no viven en el mismo país ni hablan la misma lengua (...).Puede ocurrir que el opresor (...) sea generoso y sensible (...)” y “(...) cede a una especie de fatalidad que parece gobernar hoy al mundo industrial.” (9).
EL ATAQUE AL MAQUINISMO
Las primeras reacciones al maquinismo se inspiran en la Inglaterra de fines del siglo XVIII (26) y se expresan a través de la denuncia y de la destrucción física y violenta de las máquinas como parte de un movimiento de los obreros industriales que fue conocido como “Luddismo” y que posteriormente se extendió al continente.
Sismondi es uno de los primeros en atacar teóricamente al maquinismo. Si bien reconocía la reducción de los costos que producían las máquinas, a diferencia de los clásicos consideraba que tal reducción no compensaba el desempleo tecnológico y desplazaba a los pequeños productores (5).
Siendo un heredero del Iluminismo, y que como tal creía en el progreso científico, ¿es paradójico que fuese un crítico de la introducción de maquinaria? (10).
En rigor de verdad, no critica a la máquina sino a la organización social. En sus palabras: !no es culpa del progreso de la ciencia (...) sino del orden social (...) (que) el trabajador esté haciendo (...) (varias) veces más trabajo del necesario”. La introducción de capital debía tener un propósito social, pero al no ver la forma de controlar el incremento de capital fijo concluyó que el sistema provocaba una guerra entre máquinas y hombres (20).
LAS CRISIS Y SU CRÍTICA A LA LEY DE LOS MERCADOS
Simondi revisa su posición luego de su vuelta a Inglaterra habiendo sido testigo de las miserias y los desequilibrios acumulados por la expansión sin frenos del Capitalismo Industrial. Su crítica apunta a que la producción no es un fin en sí mismo. Ésta no interesa si no asegura la satisfacción de las necesidades humanas, pero la organización de la economía lleva a resultados opuestos Observa que el sistema consiste en la explotación de los asalariados que no reciben el equivalente del valor que producen. A partir de allí desarrolla su teoría de las crisis de subconsumo (17).
En el campo de las ciencias económicas su mayor contribución fue probablemente el descubrimiento de los ciclos económicos (29).Fue uno de los primeros en observar el problema dinámico del equilibrio y la importancia de la demanda agregada (25).
Sismondi queda impresionado por la pobreza y la crisis económica y observa también la relativa inamovilidad del trabajo y el capital (en especial la del primero). El tránsito de una sociedad agrícola-comercial a una industrial llevaba en su seno el germen de las crisis.
Afirma que la sobreoferta, producto de la acumulación, reduce los salarios (por reducción del precio o prolongación de la jornada laboral) condición que no puede ser más que aceptada por los trabajadores y que redunda en reducción sus ingresos y por ende de su nivel de vida. Los propietarios reaccionan en forma similar ya que no es fácil cambiar de actividad y por lo tanto continúan hasta la ruina.
La oferta igualaría a la demanda sólo a largo plazo y a costa de grandes sufrimientos, pero a corto plazo un aumento de la oferta no generado por la demanda llevaría a una competencia despiadada con caída de los precios y aumento de la explotación del trabajo con consecuencias humanas calamitosas.
El énfasis no está puesto en la producción (como en Smith) sino en la circulación. Si los propietarios gastaban sus ingresos o si acumulaban en exceso, la oferta no equilibraría la demanda. La distribución desigual era generadora de exceso de oferta para los productos básicos y lo contrario para los de lujo. Esto no favorecía en absoluto a los trabajadores ya que dada la premisa de que los ingresos de un año serían intercambiados por los productos del siguiente se deriva su teoría del subconsumo y de las crisis (20).
Compara al industrialismo con la leyenda de Gandalín, el aprendiz de brujo que libera a los genios maléficos sin acertar luego a detenerlos (9).
En su tratado Nouveaux Principes d'économie politique (publicado en 1819) insistió principalmente sobre el hecho de que las ciencias económicas se preocupan de hacer crecer el bienestar, pero demasiado poco de hacer crecer la felicidad. Al contrario que otros pensadores de su tiempo su análisis se basa en las deficiencias del sistema de competencia. Éste no genera el bienestar general sino más bien una concentración de riquezas que polariza a la población. Esta consecuencia provoca además sobreproducción y crisis debido al desequilibrio entre la cantidad de asalariados y capitalistas. No existe una demanda adecuada que pueda absorber la oferta. Además teoriza la imposibilidad de los productores de medir las necesidades del mercado (29).
Por lo tanto para Sismondi era un error la afirmación de Ricardo y de Say sobre la realización de un equilibrio permanente (13).
Lenin, en "Para una caracterización del romanticismo económico" (12) señala: "Sería difícil expresar con más relieve y nitidez la tesis fundamental del romanticismo y de la concepción pequeñoburguesa acerca del capitalismo. Cuanto más rápidamente aumenta la acumulación, es decir, el excedente de la producción sobre el consumo, tanto mejor, enseñaban los clásicos (...) Los románticos sostienen precisamente lo contrario, cifran todas sus esperanzas en el débil desarrollo del capitalismo y claman porque este desarrollo sea detenido”.
La mayoría de los economistas contemporáneos de Sismondi descartaron de plano la posibilidad de desequilibrio y por ende de crisis endógenas al sistema en virtud de su adhesión sin crítica a la ley de Say.
La descollante figura de Ricardo domina el pensamiento económico y en su teoría, los ciclos, la demanda global o la determinación del producto nacional no constituyen temas importantes (25).
Marx afirmará que es una tautología sostener que las crisis tienen su causa en la escasez de consumidores solventes ya que argumentaba que aquellas siempre eran precedidas por un período momentáneo en que los salarios se elevaban, período que auguraba la crisis subsiguiente. La causa debía buscarse en las razones que producían una caída en la tasa de ganancia y en la ganancia absoluta (26).
SU POSTURA CONTRA EL AHORRO
A diferencia de Smith y de casi todos los autores clásicos, Sismondi es uno de los críticos de una acumulación acelerada e indiscriminada fundamentando su posición en la posibilidad de desequilibrio entre oferta y demanda. Esta postura reconoce antecedentes en los escritos mercantilistas y en la Fisiocracia. Con diferentes argumentos y conclusiones, autores contemporáneos de Sismondi (de los que cabe destacar a Lauderdale, Spence y Malthus), hacen observaciones en el mismo sentido (1).
En una extrema simplificación se trata de sostener si es la producción la que genera el consumo o la inversa. En otras palabras, si la oferta crea su demanda o si esta última debe preceder a la oferta. Sismondi sostiene su postura con su propia teoría del subconsumo.
LA TEORIA DEL SUBCONSUMO DE SISMONDI
Los utopistas se centraban en que la plusvalía no era más que trabajo no retribuido, pero sólo alcanzaban a reclamar una mejor distribución, un reparto igualitario. Ese es también el punto de partida de las teorías del subconsumo, que Sismondi adoptó de los fisiócratas: como los capitalistas no consumen toda la plusvalía y acumulan una parte, la oferta supera a la demanda. Sismondi se caracterizó por la defensa de la pequeña producción y por poner en primer plano la distribución, en lugar de la producción. De aquí a afirmar que la producción está determinada por el consumo no había más que un paso, que Sismondi no vaciló en dar, tomando de los fisiócratas el subconsumo y de los mercantilistas la preocupación central por los mercados.
Las posiciones de Sismondi sobre el subconsumo eran simétricas a las de Malthus que justifica la existencia de sectores sociales intermedios o improductivos, que con su despilfarro absorben la superproducción capitalista. La causa de la miseria es que no alcanza para todos porque existe superpoblación. Donde Sismondi veía un desfase entre la producción y el consumo, Malthus vio un desfase entre la producción y la población (12).
¿Es el subconsumo causa de la crisis o es resultado? Para Sismondi, es causa, pues el consumo debe regir la producción. Pero en la sociedad de "la riqueza comercial" la producción tiende a crecer más rápidamente que el consumo. Frente al subconsumo de la clase obrera, a los empresarios les queda el recurso de acudir al comercio exterior, pero cuando éste se haya saturado, será imposible la realización de todas las mercancías y la sociedad de la riqueza comercial vivirá en una perenne crisis. Si la causa fuera la contradicción entre la producción y el consumo, habría que acumular lentamente; solución que propone Sismondi.. No quiere que la producción crezca más rápidamente que el consumo. Smith, al plantear su dogma, se había percatado de la contradicción entre el producto individual y el producto social. Sismondi acepta el dogma sin reservas:"Toda la producción anual es consumida anualmente, en parte por los obreros que entregando a cambio su trabajo, lo transforman en capital y lo reproducen; y en parte por los capitalistas, quienes entregando a cambio sus rentas, la.destruyen”.(Adam.Smith).(21).
Compartiendo el “dogma de Smith”, infirió de él la conclusión de que era imposible realizar la plusvalía sin los mercados exteriores (3).
Sismondi parte de cuatro supuestos (20): 1- información de mercado imperfecta (incógnita para el productor). Los precios elevados fomentan la sobreproducción en todos los mercados. 2- La desigualdad en la distribución estimula la demanda de bienes de lujo, especialmente importados (aduce razones psicológicas). No existe movilidad perfecta de capitales que se dirijan a la producción suntuaria. 3- El ingreso por salarios corresponde al período anterior y el producto al actual., y 4- la producción actual depende del capital acrecentado en el período anterior y por lo tanto es mayor (fundamentalmente en el mercado de bienes de consumo básicos) a la que pueden absorber los salarios. Esto genera las crisis.
Este modelo lo comienza a desarrollar en De la Richesse Comerciale (publicado en 1803) en el que hace referencia a un flujo circular de bienes y de dinero que no son una identidad (o sea, no necesariamente el flujo de bienes iguala al de dinero). Por otro lado en su obra posterior distingue ahorro e inversión considerando al primero como improductivo.
Empleando terminología actual, las ecuaciones que nos propone Sismondi en su modelo son las siguientes (1).
1. La producción del período (Yt) es igual a consumo más inversión Yt = Ct + It
2. El gasto agregado de la clase no trabajadora (Dt) Dt = (Ct + It) – Wt (W = salarios)
3. En un modelo simplificado el ahorro (St) proviene de la diferencia del fondo de salarios entre el período actual y el anterior: St = Wt –Wt-1 y es la única fuente de inversión neta (It)
4. De lo cual, en condiciones de equilibrio: St = It
5. El producto del período t es una proporción del fondo salarial anterior: Yt = k (Wt-1)
6. De donde la variación en el producto entre períodos es : Yt-Yt-1 = k ( Wt – Wt-1)
7. Y como: (Wt-Wt-1) = St = It entonces : ?Y = k It
En definitiva, este modelo concluye que a través de la inversión se puede generar crecimiento, pero teniendo en cuenta que Sismondi no acepta la ley de Say, nos encontramos en una situación de desequilibrio donde S > I debido a que la capacidad de consumo popular (Wt) no equipara al producto (Yt) y, a que las necesidades de los ricos son superadas por sus ingresos. De allí que estuviera en contra de propiciar la frugalidad ya que esto favorecería la sobreproducción.
POSICIÓN METODOLÓGICA
En De la Richesse Comerciale (1803) Sismondi se revela como un fiel discípulo de Adam Smith y constituye una de las primeras manifestaciones del smithianismo en el continente (27). Sin embargo ya se advierten en esta obra, en germen, sus ideas sobre el método y finalidad de la ciencia económica, su indisociabilidad con la ciencia del gobierno y el rol interventor de este último.
“Economía política” es el nombre dado a una parte importante de la ciencia política. El objetivo del Estado es o debería ser, la felicidad de los hombres, unidos en sociedad (...). La felicidad moral del hombre (...), está íntimamente ligada a la perfección de ese Gobierno y constituye el objetivo de la política, que debería difundir por todas las clases sociales la benéfica influencia de la libertad, la cultura, la virtud y la esperanza (...); una educación que forme sus corazones en la virtud y abra sus mentes al conocimiento; una religión que pueda darles a conocer la esperanza de otra vida (...). Debe buscar, no lo que conviene a un individuo o a una clase, sino (...), a todos los hombres que viven bajo sus leyes (...).
La mejora del orden social es generalmente ventajosa tanto para los pobres como para los ricos, y la Economía indica los medios de conservar este orden corrigiéndolo políticamente pero no de trastocarlo” (24).
La Economía Política es una ciencia moral que persigue el bienestar material de los hombres en cuanto depende del Estado. A diferencia de las Ciencias Naturales, de simple cálculo, "las Ciencias Sociales se dirigen al corazón del hombre". El método de su crítica consistía en condenar los procesos objetivos en lugar de analizarlos. Criticaba las contradicciones reales, sin contribuir al desarrollo de las mismas. "¡El capitalismo es un error!" parecía proclamar en todos sus escritos. Le interesaba más la moral que condena los procesos que la investigación de los procesos mismos. Opinaba desde el punto de vista del régimen que el capitalismo destruía: la pequeña economía campesina y artesanal (21).
Decía que si se consideraba a la riqueza de manera abstracta, quizá se tendría razón en concluir que la competencia haría que aumentaran las rentas y disminuyeran los gastos de la sociedad, pero cuando se consideraba a la Economía como una ciencia cuyo objeto es la riqueza, pero también la población aduce que el que así reflexiona ha tenido que espantarse de la cosa misma que (...) tenía por deseable (...). Trabajar lo más posible y vender al precio más bajo (...) es multiplicar las fatigas y mermar el disfrute
(16), y propone la humanización del análisis económico (20).
Criticaba el cosmopolitismo de Ricardo apuntando a que éste tendía a suponer que las condiciones peculiares inglesas que observaba, eran las mismas en toda Europa (10).
A diferencia de los clásicos que intentaban despojar a la economía de elementos normativos, considera a la Economía un subconjunto de la ciencia del gobierno. Es una ciencia moral cuya finalidad es el bienestar humano. Caso contrario es una “falsa ciencia”. Se observa un sutil ataque al individualismo y al egoísmo en el argumento de que le que las dotaciones individuales no son iguales y, que el ejercicio del egoísmo no siempre coincide con el interés general (10), (13).
Sismondi y poco después Richard Jones tuvieron el valor de atacar la estructura completa de los economistas clásicos y de lanzar dudas sobre la permanencia del sistema capitalista. Su crítica al sistema y su énfasis sobre su carácter histórico y transitorio, fueron una herejía para el pensamiento dominante. Como teóricos fueron dejados en el olvido durante casi un siglo (11).
Ataca al método abstracto-deductivo de Ricardo al que antepone el histórico-comparativo: propone estudiar a los hombres (...) y la vida de las sociedades en diferentes épocas y lugares (...), debe consultarse al historiador, a los viajeros (...) .Estudiar las leyes (...) observar y comparar incesantemente la ciencia con la práctica de la vida diaria (...) juzgar la comodidad o sufrimientos de la masa del pueblo
(5). Atisba la complejidad . Se opone a reducir hábitos y costumbres a cálculos y a analizar al hombre aislado de su entorno (5), (10), y sostiene que el optimismo de Jean B. Say ha sido desmentido por los hechos (27).
Fernández López (7), afirma que con los escritos mercantilistas la Economía se desprende de la moral. Su búsqueda es la de soluciones concretas para la conservación y acrecentamiento de la riqueza del Estado (el monarca) y de la burguesía comercial. La pretensión de librarse de los elementos de carácter normativo y a la vez otorgar a la Economía un marco teórico sistemático es la tarea de los clásicos. El neoclasicismo tiende a despojarla del dato empírico para construir un sistema puro, matemático, abstracto y universal.
O sea que para el Profesor Fernández López, primero la disciplina gana en autonomía pero a costa del desprendimiento de un orden axiológico, y posteriormente gana en solidez analítica al precio de despojarse de los datos de la economía real. Cita al Profesor Valsechhi (de una conferencia de 1952) en sus reflexiones de cómo será la economía nueva: “Un sistema de verdades teóricas que sirva para orientar una política económica dirigida a la conservación, desarrollo y perfeccionamiento de la persona humana” Recuperar el sentido axiológico y la dimensión empírica sin por ello pretender la vuelta al pasado es una tarea de la Ciencia Económica. Para Valsecchi la nueva economía será más realista, más humana, más social y más normativa (7).
Esta digresión permite ilustrar sobre la vigencia de la discusión respecto del estatus epistémico y metodológico de la Ciencia Económica desde la época de Sismondi hasta nuestros días.
INFLUENCIAS Y ANTICIPACIONES DE SU PENSAMIENTO
EL “PRIMER LIBERAL MODERNO”
Spiegel (25) lo considera como el primer liberal moderno en la medida en que insiste en defender las libertades que deben limitar al gobierno, pero a la vez confía en el sistema político para resolver los problemas que no resuelve el mercado. En él se puede encontrar la pista donde se bifurca el liberalismo. Plantea una clara defensa de la intervención estatal, lo que sería totalmente moderno, aunque para su época se trata de un pensamiento nuevo y radical.
Consideraba a la legislación reguladora como un coste de producción y no una carga social. Si por las consecuencias sobre el bienestar de los trabajadores ... es onerosa su industria es por ello mismo una industria insostenible; más vale que renuncie a ella, y no haga soportar a la sociedad las pérdidas...” (Nouveaux principes...).
Ve a la política fiscal como instrumento de estabilización a diferencia de Malthus y Lauderdale. Se anticipa al moderno estado de Bienestar.
Siempre según Spiegel, la economía europea y de USA en el Siglo XX se organizó más a la manera que proponía Sismondi que a la de los socialistas. Su pensamiento estaba demasiado adelantado a su época. Fue considerado un excéntrico y sus ideas tuvieron un débil eco.
PRECURSOR DEL HISTORICISMO
Echó las bases de la escuela historicista alemana. Con ojos de historiador observó los conflictos entre capital y trabajo del régimen industrial frente a la cooperación del sistema gremial.
Constató los formidables aumentos de riqueza asociados al malestar social y planteó los riesgos de crisis de la “rivalidad universal” (competencia). Adjudicaba a las instituciones existentes el enfrentamiento entre las clases sociales (5).
Atacó la idea de que el equilibrio económico conducía al pleno empleo y a la felicidad. No fue un socialista, sino un crítico del laissez faire y un prescriptor de la necesidad de la intervención gubernativa para regular el progreso del bienestar
, y en ese sentido fue un precursor de los "socialistas de cátedra" alemanes.
Fue el primero en criticar duramente a la economía liberal en lo que respecta a la justicia social y a las crisis y tuvo el mérito de inventar muchos de los términos económicos usados hoy en día tales como: acumulación capitalista, sobreproducción o salario mínimo (29).
Analizaba el despliegue de la civilización industrial con la perspectiva de un observador extranjero en Inglaterra, con el sentido histórico producto de su formación intelectual (25) y con la experiencia recogida en sus numerosos viajes por Europa.
FUNDADOR DEL INTERVENCIONISMO
Lajugie (17) define como Intervencionismo a una corriente de pensamiento desencadenada por las miserias de la Revolución Industrial y origen de la moderna legislación de protección de los trabajadores y coloca a Sismondi como el fundador de dicha corriente. Como continuadores enlazan Dupont-Withe, el Socialismo de Cátedra alemán, el Socialismo Municipal británico, el Solidarismo representado por L. Burgeois y por último el Radicalismo Social de Bourgin y Aftalion. (17).
La gran diferencia con Adam Smith, según el propio Sismondi (...) consiste en que (...) (Smith) ha rechazado constantemente la intervención del gobierno mientras nosotros hemos invocado a menudo esa intervención.
(16). Reclamaba el control, la regulación y la planificación, centrados en la distribución (12).
La justicia, (el mayor bien de todos) se opone al interés privado, ya que éste enseñaría a usurpar los bienes del vecino (...) La tarea del gobierno es reunir el trabajo con la propiedad (...) en interés de la clase obrera (...) de la nación (...) y de los mismos grandes propietarios que se encontrarán arruinados cuando hayan acabado de destruir a esa población a la que acosan. En esa línea advierte que los salarios reales son pagados por los capitalistas pero también por el resto de la sociedad como limosna, caridad pública y hospitales (16).
En los Nouveaux principes... de1927 invoca la intervención del gobierno en lugar de reducir la Economía Política a la más sencilla y llamativa máxima liberal del laissez faire
(25).
Se podría decir que es el primero en hablar de la necesidad de seguridad para el trabajador por enfermedad, vejez y accidentes así como de protección contra el desempleo (29). (...) el obrero tiene derecho a la garantía de quien lo emplea” (16).
SOCIALISTA
Según McConell (20) no era socialista aunque por sus denuncias lo pareciera. Sus alternativas tenían poco en común con los programas socialistas de su época, aunque justificara la intervención estatal con miras al bienestar social.
El carácter no socialista del pensamiento maduro de Sismondi es compartido por numerosos historiadores, sin embargo la heterogeneidad del pensamiento socialista de su época no haría aventurado el considerarlo como tal.
De hecho, Marx (18) y otros lo calificaron o clasificaron como socialista y, a propósito, el trabajo presente forma parte de un programa de la cátedra orientado al estudio de autores precursores, teóricos, inspiradores o activistas de los socialismos.
FUENTE DEL MARXISMO
Ataca el pensamiento “abstracto e irreal” de sus contemporáneos. Sostiene que existen dos clases antagónicas y que la clase media se encuentra en vías de desaparición. Para Sismondi, las causas de la explotación comienzan en un régimen de libertad contractual en donde los asalariados podrían aceptar su propia explotación ya que ...libertad de derecho no implica automáticamente la libertad de hecho
, pues al concertarse un contrato de trabajo las partes no están en la misma situación; el empresario percibe una ganancia; el trabajador un medio de vida, de modo que sufre una presión mucho mas fuerte que aquel (13).
En su visión, el asalariado depende absolutamente de la venta de su trabajo. No puede controlar sus variables, no tiene incentivo para prever. Esto provoca un exceso de oferta de trabajo. La consecuencia: incertidumbre y miseria. Además los propietarios al enfatizar las ganancias sobre el producto bruto pueden limitar la producción en desmedro más aún del trabajo (20).
Anticipó el concepto de “lucha de clases” lucha a la que veía como resultado de las instituciones existentes (5). Al respecto escribe: Hay (...) dos clases de ciudadanos cuya cooperación es necesaria (...) y cuyos intereses (...) están constantemente en conflicto (...) la separación de las dos clases, su oposición de intereses, es consecuencia de la organización artificial que (...) hemos dado a la sociedad (...)” (16). “(...) ya sólo queda lugar en la sociedad para el gran capitalista y para el asalariado y puede verse cómo ha crecido de un modo aterrador la clase, (...) de los hombres que no tienen absolutamente ninguna propiedad
(9).
Previó la proletarización de la población y la miseria de la clase obrera del Siglo XIX (29) y destacó la separación entre trabajo y propiedad. Términos como proletariado y lucha de clases son de su cuño. Marx observó que hablaba del trabajador como productor de plusvalía (25).
Anticipó el concepto de alienación la población trabajadora es libre; pero no se le presta ninguna garantía para su subsistencia; debe vivir de su trabajo, pero sin conocer, sin saber quién consumirá los productos de dicho trabajo.” Noveaux principes... 1827 (9).
Para Sismondi el ingreso anual nacional se componía de renta + beneficio + salario (el concepto clásico) pero derivando todos ellos del trabajo (20).
Él y Richard Jones fueron los primeros en llegar a la idea de sucesión histórica de etapas económicas. Los economistas clásicos habían investigado el pasado. Smith distinguió entre condiciones progresivas o declinantes de la sociedad y Ricardo habló del “avance natural de la sociedad”, pero no supieron de fases de desarrollo sino de condiciones, en épocas determinadas de una y la misma sociedad. Las épocas pretéritas fueron condenadas como erróneas pero no discutidas en base a sus limitaciones y condiciones históricas (11).
Sismondi hizo un análisis de la evolución económica, dividiendo a la historia en tres etapas (esclavitud, feudalismo y capitalismo) y, según lo que creen algunos autores esto fue el germen de la interpretación económica de la historia propuesta por Marx (13).
Es reconocido por este último y sus seguidores como una de las fuentes de su ideología, pero a la par de que destacan sus méritos ejercen una crítica negativa centrada en el carácter pequeñoburgués, reaccionario y utópico de su pensamiento y de sus propuestas de reforma.
Marx escribe: “demostró los efectos destructores del maquinismo y de la división del trabajo, la concentración (...) (de la propiedad) (...) la superproducción, la crisis, la (...) ruina de los pequeños burgueses y campesinos, la miseria del proletariado, la anarquía en la producción, la escandalosa desigualdad en la distribución (...)” pero sostiene que el anhelo de reestablecer los antiguos modos de producción es a la vez reaccionario y utópico (18). “Sismondi es el jefe del socialismo de los pequeñoburgueses” (17), y hace una distinción entre distintos socialismos: feudal, alemán, conservador, utópico y pequeñoburgués. En esta ultima categoría a coloca a Sismondi: “en países como Francia donde los campesinos (...) (son mayoría) es natural que los escritores que defendían la causa del proletariado (...) aplicasen (...) el rasero del pequeño burgués y pequeño campesino. (...) Sismondi es el más alto exponente de esta literatura (...)” (18).
Hernández Arregui (14) ofrece una lectura marxista del comportamiento del intelectual de la pequeña burguesía: “en todo pensamiento de clase hay una raíz económica. Por eso la ideología del intelectual de la clase media es solidaria con la clase que paga sus servicios y de la que, en el orden cultural, es un mero agregado económico. Diversos en su composición económica (...) por su misma inestabilidad económica, son elementos pasivos e intermediarios de la clase gobernante (...) en las épocas de rápidos cambios sociales, (...) amenazada en su relativa seguridad material (...) se fragmenta ideológicamente según sus diversas capas componentes (...) y experimenta el sentido temeroso de su aislamiento entre la clase alta a cuyo ideal aspira y la clase baja a la que teme descender. ( ..). Duda entonces de las tradiciones culturales (...) en las que ha sido educado (...) percibe que las instituciones sociales (...) no responden a sus representaciones (...) ni a sus intereses. Incapaz de definirse, (...) es el colchón amortiguador entre las dos clases verdaderamente revolucionarias. (...) Se convierte entonces en (...) la llorona de un mundo perturbado (...) y un sordo descontento lo obliga a refugiarse en un idealismo ético”.
En lo que se refiere a la calificación de “reaccionario” los argumentos esgrimidos pueden resumirse en unas pocas citas del propio Marx: “...los que a semejanza de Sismondi quieren volver a la justa proporcionalidad de la producción, conservando al mismo tiempo las bases actuales de la sociedad son reaccionarios, puesto que para ser consecuentes, deberían también aspirar a restablecer todas las demás condiciones de...los tiempos pasados” (19. Spiegel (25), cita a Marx “se proponía reconstruir lo que los socialistas deseaban abolir (...)”.
Criticaba a su tiempo (época de la riqueza comercial capitalista) comparándolo con el pasado, no con el futuro; en este sentido es que Lenin lo consideraba reaccionario. Era también utópico porque basaba sus planes en ideas abstractas y no en intereses reales (21).
Sus preferencias se dirigen a una sociedad de pequeños campesinos que cultiven intensivamente la tierra, con el concurso del gobierno que garantice el orden y bienestar (27).
Por otra parte, se mostró hostil al sufragio universal y, son para nuestros cánones actuales, chocantes sus recomendaciones de condicionar la libertad de matrimonio de los obreros.
LAS PROPUESTAS DE SOLUCIONES DE SISMONDI
Observaba el enfrentamiento entre clases pero no creía que fuera intrínseco a la organización industrial. En términos marxistas ubicaba a la lucha a de clases en la superestructura y no en la estructura y por lo tanto suponía que podía eliminarse con cambios institucionales (10). Detestaba la concentración económica y alentaba la difusión de la propiedad (25). Fomentaba la unión de propiedad y trabajo favoreciendo a los artesanos, comerciantes y pequeños productores (17). Exigía poner freno a las fuerzas económicas espontáneas y limitar el crecimiento de la técnica; era partidario de la reglamentación gremial de la producción y defendía el proteccionismo (3). La solución a las crisis se obtendría con legislación positiva que estimulara el regreso al artesanado independiente con la intención de reunir el trabajo con la propiedad (20).
Era defensor de una mayor intervención estatal que atenuara la competencia y legislara en protección de los trabajadores: derecho de huelga, seguros de desempleo, enfermedad, vejez (16), y limitación del trabajo de los niños y las mujeres.
En la producción agrícola proponía favorecer la pequeña propiedad campesina. En la manufactura dar al obrero participación (en base a su buena conducta) en las utilidades de la empresa. Sugiere mitad para el empresario y mitad para los obreros, los cuales debían posponer el matrimonio: “y si los obreros no se casaran hasta que fueran asociados”, aunque lo reconoce utópico (16). Sus soluciones no eran muy aplicables ya que preconizaba un regreso a la producción a pequeña escala (29).
Se observan en sus escritos, rasgos de paternalismo y cierto acuerdo con el principio de población malthusiano: “todos los empresarios trabajan por el interés de su clase y contra el interés social (...) y cada uno de ellos olvida que tendrá que contribuir a su vez (...), al sostenimiento de esos mismos miserables que él se ha dedicado a crear”. “(...) si los jefes de industrias quedaran sujetos a (...) (socorrer) a los pobres de su oficio (...) se remediarían de golpe los sufrimientos (...) de la clase obrera,...como ese exceso de producción(...) y ese excedente de población...”. Se debe “(...) situar convenientemente el derecho de prohibir a los obreros el matrimonio (...). Los patrones desempeñan con respecto a los trabajadores (...) las funciones de padres de familia.”. Ellos o las corporaciones de obreros permitirán el matrimonio cuando aquel haya asegurado la existencia de su familia (a través de un “estado” que consiste en alguna forma de propiedad).
En lo que respecta al trabajador agrícola toma una posición análoga y sentencia:“yo no vacilaría en prohibir el matrimonio al obrero rural que no tuviera diez acres en propiedad, o veinte en arrendamiento.” (16).
ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO DE SISMONDI
En las últimas décadas asistimos a la implementación de políticas “neoliberales” a escala internacional. Legos, economistas, cientistas políticos y sociólogos entre otros polemizan y señalan (o no) las consecuencias nefastas de los modelos aplicados. El material por supuesto es casi inagotable. A modo de ilustración resumo un artículo breve publicado en 1999 por el Profesor Fernández López (8) en el que se refiere a los rasgos indeseables que presentaba la economía argentina al momento de la publicación y que tituló “...Sismondi 1999”.
El autor destaca la desaparición de una franja considerable de pequeños productores rurales, industriales y comerciales, la profundización de la brecha entre ricos y pobres, el aumento de la indigencia, el crecimiento de la violencia e inseguridad y las precarias e inciertas condiciones de labor de los trabajadores. Señala que desde el punto de vista global ello representa una capacidad de consumo inferior a la productiva (que no podía subsanarse exportando la diferencia, dado el tipo de cambio sobrevaluado que regía en esos años).
Su pregunta es: si son hechos singulares de los que la ciencia no tiene nada que decir o, si por el contrario, hubo experiencias parecidas. Su respuesta remite a la depresión europea que siguió a la caída de Napoleón y de la que tomaron nota “dos agudos observadores”: Malthus y Sismondi.
Apoyándose en Roll, Fernández López dice que Sismondi fue uno de los primeros economistas que pintaron una sociedad dividida y en conflicto permanente, que señaló la desaparición del pequeño productor víctima de la concentración del capital y en la que los trabajadores quedaban sujetos a la discrecionalidad en sus condiciones de trabajo, a salarios ínfimos y a su incapacidad de absorber una producción cada vez mayor.
CONCLUSIONES
De todo lo expuesto podemos concluir que los mayores méritos en lo que respecta a originalidad y audacia de su pensamiento económico aparecen en la obra posterior a la caída del régimen napoleónico.
Resulta convincente suponer que además de su visión como historiador y viajero, el contacto con el Emperador y con los círculos intelectuales de la época, en especial el círculo de Coppet, jugaron un papel en la revisión de su pensamiento económico de juventud y que el movimiento romántico haya matizado sus posturas liberales. También pudo haber tenido un rol en sus ideas maduras su calidad de terrateniente en Italia.
El despliegue del industrialismo había cambiado definitivamente el panorama social europeo comparándolo con el del año de publicación de “La Riqueza de las Naciones” de Smith. Esta obra modeló la visión global de la economía de Sismondi, pero no le impidió marcar sus diferencias con el maestro, fundamentalmente con respecto a la necesidad de la intervención estatal y a la crítica a la libre competencia.
En teoría económica, sus blancos de ataque fueron principalmente J.B. Say y D.Ricardo, tanto en el plano metodológico (crítica al método abstracto-deductivo, positivo y cosmopolita de éstos) como en el teórico, siendo algunos de los tópicos principales el análisis de las crisis, la mención de los ciclos económicos y el rechazo al laissez faire. En este plano teórico, su visión del método de la Economía Política como fundamentalmente normativo e histórico-comparativo, no implicó que no hiciera uso de la abstracción y deducción para el análisis, siendo una prueba de ello su teoría de las crisis de subconsumo. Es mi opinión que, dados los supuestos de los que partía, su crítica a los clásicos fue internamente consistente.
Por otro lado, es profunda la impresión que deja su dramática descripción y denuncia de los males del capitalismo que llevaban a la ruina a los pequeños productores y a la miseria a los trabajadores.
Esto último y sus predicciones pesimistas con respecto a la capacidad del sistema liberado de la injerencia estatal de mejorar el bienestar social, así como su visión evolucionista, genética y dinámica de las conformaciones sociales y económicas, influyeron o coincidieron con otros pensadores (siendo de destacar algunos socialistas de su siglo, historicistas, marxistas e intervencionistas), y lo colocan como uno de los profetas de los liberalismos y socialismos contemporáneos.
Las razones mencionadas pueden explicar por qué, vista en perspectiva histórica, la obra de Jean Charles Sismonde de Sismondi se mantiene vigente y en qué medida su estudio resulta indispensable para la comprensión de la historia del desarrollo del pensamiento económico universal.
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