Cooperación Agrícola

Cooperación agrícola!


p. Roberto F. Bertossi1

El origen de la cooperación no es producto de la invención de legisladores ni funcionarios. La misma apareció como estrategia solidaria y mancomunada para afrontar las dificultades propias de la vida y convivencia económica-social, rural y urbana, como justa y legitima reacción contra situaciones injustas y abusivas que debían enfrentar los primeros inmigrantes ante la imposición de –sólo un ejemplo- leoninos contratos rurales de arrendamientos, siembra y cosecha, aparcería, etcétera.

Tradicionalmente nuestra región expresó especial consideración a las características del campo como medio y forma de vida social de ese sector, así como su notable incidencia en los problemas de carácter demográfico, económico, técnico, social y de desarrollo humano duradero que tales características nos plantean, incidencia de la mayor trascendencia si tenemos en cuenta una propia y natural repercusión en el ámbito general, ya que resulta indudable que el campo es, además de la base geográfica imprescindible sobre la que se asientan los pequeños y medianos productores agrícolas en la Región Centro de nuestro país, un recurso, un valor y “un actor” de profunda influencia en la organización económica, social y cultural de los mismos.


Problemas más importantes del campo:

Además de la crisis que viene soportando el campo en estos últimos quince meses, al empresario agrícola regional nunca le fue fácil acceder al crédito agrario ni a ninguna certeza (clima, costos, selección de semillas, empleo de los abonos más adecuados, combate de múltiples y diversas plagas que azotan los sembradíos, modernas técnicas de cultivo, nuevas maquinarias, escala, precios internacionales, rentabilidad, etc.), circunstancias que escapan a las metodologías agrícolas individuales, aisladas de las organizaciones cooperativas pertinentes para asumir con más probabilidades de certeza y/o éxito, estos problemas y problemática de la ruralidad.

En el orden humano, fuimos encontrando y superando -por tal carácter- los desafíos de mayor trascendencia que afectaban y afectan a las condiciones y calidad de vida de nuestra vasta región campesina.

En efecto, comparativamente, entre el sector agrícola en relación con los otros sectores de la producción, incidían e inciden diversos factores pudiendo poner de relieve algunos de los más importantes :


1)El singular modo laboral, los riesgos del trabajo y la producción son más duros y graves que los de la ciudad, propio de la industria, los servicios y la intermediación;

2)La insuficiencia de infraestructura, oportunidades y condiciones que tornan - comparativamente- poca atractiva la vida rural.

3)Los intermediarios parasitarios. Sí, esos que se quedan con la `enormes & obscenas- ´ diferencias ente lo que percibe el productor (que todo lo invirtió: dignidad y tradición familiar, albedrío, capital, ardor, aplicación, paciencia, trabajo a destajo, ascuas, mansedumbre etc.; que corrió además y por cierto, con todos los riesgos: granizo, sequías, abigeato, caída de precios, competencias desleales, nefastas políticas agrarias, `súbitas, destempladas y extemporáneas retenciones inconstitucionales´, etc.) y, lo que finalmente pagamos `en góndola´ nosotros, todos los consumidores; anomalía ésta de grave y activa preocupación actual de la FAO que, paradójicamente, la esta corrigiendo introduciendo la presencia cooperativa en la inmensa cadena de intermediarios, exhibiendo ya brillantes resultados como lograr la recuperación para productores y consumidores de porcentajes de entre el 60% y el 80% que antes se llevaban extraños y ajenos a los esquemas productivos agrícolas encareciendo además, ilegitima y abusivamente los precios de nuestros `frutos del campo´.

Sólo esto alcanza para explicar y predecir `éxodos rurales´ que frecuente y recurrentemente pauperizan más y más periferias de grandes metrópolis, éxodos que son verdaderas `estampidas de la desesperanza´ ya que no pocas veces `huimos de las brasas para desplomarnos en el fuego´, ni más ni menos.

Soluciones de dichos problemas a través del cooperativismo:

Los problemas enunciados encontraron y pueden encontrar soluciones satisfactorias a través de genuinos y auténticos cooperativismos. Cada cooperativa agraria como fórmula adecuada para superar la insuficiencia económica, técnica, social, etc. que se puede verificar especialmente en ambientes territoriales como el nuestro que agrupa mayoritariamente, pequeños y medianos productores.

Efectivamente, y sólo en cuanto a la insuficiencia económica-financiera –u otras- del agricultor – aisladamente considerado-, no puede ofrecer la duda menor que la opción asociativa del cooperativismo y de la intercooperación favorece y facilita una mayor base personal –representada por la suma y multiplicación de los asociados a una cooperativa agropecuaria-, lo que supone tanto un incremento del capital de la empresa cooperativa como igual y proporcionalmente de la responsabilidad patrimonial de la misma, allanando así el camino para la obtención de créditos, semillas, abonos, funguicidas, modernas técnicas de cultivo, nuevas maquinarias e incluso hoy, asesoramiento profesional, información satelital de climatología, mercados, etcéteras.

La noble y libre cooperación ha permitido también recuperar para los agricultores mejores mercados, al propugnar el perfeccionamiento para la elaboración y venta de sus productos primarios, garantizando su calidad `con alto valor agregado cooperativo local´.

A modo de conclusión, han sido por tanto mujeres, hombres y jóvenes rurales los que, para vivir y convivir decorosamente, ante la imperiosa necesidad de defenderse y reposicionarse ante problemas y atropellos que cotidianamente les acosaban -y acosan-, crearon, expandieron y consolidaron los servicios y beneficios de estos asociativismos solidarios y de estas mancomunidades en nuestra región; cooperaciones, intercooperaciones y supracooperaciones que serán imprescindibles en la marcha y complementación de la nueva economía en general y en el de las economías regionales en particular.