p. Roberto F. Bertossi1
El primer sábado de julio, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Cooperación.
Su origen lo encontramos en Rochdale población cercana a Manchester. En ella, en 1844, se reunió un grupo de obreros, muchos de ellos tejedores de franela para encauzar con buen sentido práctico y solidario los ideales cooperativos de un grupo de 28 trabajadores textiles que a raíz de las huelgas de 1841, estaban amenazados de miseria descubriendo y encontrando una solución en la cooperación pasando a constituir lo que se puede considerar, por su dilatada permanencia, como la primera cooperativa sólida del mundo.
Los ideales y principios cooperativos fueron reformulados por última vez precisamente en Manchester en el año 1995.
El tiempo transcurrido como la acentuación de los procesos de globalización-concentración irreversibles, tornan necesario su reformulación atento enormes desafíos –muchas veces insuperables- que plantea una economía de mercado plena, dinámica y competitiva al marco axiológico cooperativo actual.
La reorientación del mismo deberá resultar un acicate lacónico potenciador de actitudes y predisposiciones socialmente deseables, económicamente productivas y competitivas que nos permita superar definitivamente cierta languidez cooperativa para recuperar, enriquecer y proyectar toda su lozanía, todo su valor social universal.
La consigna 2008´ se enmarca en la conjunción de dos ejes temáticos de actualidad: “Responsabilidad Social Cooperativa y Vida Democrática”.
La meta cooperativa es la construcción de opciones y alternativas solidarias para una mejor calidad de vida de toda la sociedad.
En esa perspectiva resulta imprescindible que todos los protagonistas sociales, singularmente en nuestro caso, las cooperativas, como organizaciones socioeconómicas secularmente relevantes rescaten y enriquezcan grados de conciencia respecto a la responsabilidad que implica la organización y el funcionamiento de una autentica cooperativa como las consecuencias que esto supone e implica de cada uno de sus actos, para todos sus miembros y los terceros en general.
Luce clave entender la importancia y singularidad de la cooperación en tanto rescata y enriquece el valor de la dignidad e influencia personal de sus adherentes considerándolos efectivamente en la redistribución de los excedentes cooperativos para una genuina promoción del bienestar general en términos de inclusión y paulatina movilidad ascendente de sus segmentos asociados más vulnerables.
Cómo lo hace?
La incidencia de este accionar fundamentado ante todo en una concepción ética, supone un efecto que universaliza y contribuye en la construcción de la vida democrática, en tanto fortalece derechos humanos esenciales como lo es el derecho al trabajo digno –urbano y rural- y a la participación democrática directa con `precio justo´ de los logros económicos, sociales y culturales que desde las organizaciones cooperativas se generan vg.: educación; frutos del campo, del mar, minerales, etc.; usos y consumos, crédito, vivienda, medios gráficos, servicios, etcétera.
Por ejemplo y sólo en materia de servicios esenciales, Córdoba cuenta con cientos de cooperativas para servicios públicos: agua potable y servicios sanitarios: 100; energía eléctrica: 204; telefonías: 79; Santa Fe: telefonías: 81; agua potable: 107; energía eléctrica: 61; Buenos Aires: agua potable: 125; telefonías: 117; energía eléctrica: 215; Entre Ríos: agua potable:32; telefonías: 5; energía eléctrica: 18; Mendoza: agua potable: 9; energía eléctrica: 9; Río Negro: agua potable: 8; telefonías: 12; energía eléctrica: 2; Chaco: agua potable: 7; telefonías: 5; energía eléctrica: 15; La Pampa: agua potable:25; telefonías: 11; energía eléctrica:29; Chubut: agua potable: 14; telefonías: 7; energía eléctrica: 30; Misiones: agua potable: 37; telefonías: 5; energía eléctrica: 8.
Por estos días, para la cooperación, el desafío mayor que plantea el reto actual de la tecnociencia es educativo. La educación cooperativa es desde siempre principio básico y regla de oro del cooperativismo.
La formación y profesionalización cooperativas constituyen el auténtico talón de Aquiles de nuestro futuro.
La profesionalización y recapacitación con innovación continua en la gestión, las artes, destrezas y oficios se ha convertido en un insumo cooperativo prioritario para la construcción y reconstrucción de capital social.
La cooperación e ínter-cooperación puede vincular solidariamente personas, oportunidades, bienes, servicios y posibilidades como lo acreditan la cantidad y calidad del protagonismo de clases de cooperativas en toda nuestra geografía nacional a punto tal de ser valoradas constitucionalmente en todas las provincias argentinas vg.: Córdoba, Arts. 7, 35, 36 y 75; Catamarca, Art. 58 inc. 3°; Corrientes, Art. 163 –las municipalidades patrocinaran la creación de vecinos para fines de interés general, o las integraran-; Chubut, Art. 87; Formosa, Arts. 40 y 41; Jujuy, Art. 72; La Rioja, Art. 58; Neuquén, Art. 216 –con especial referencia a la exención impositiva de la que gozaran las entidades cooperativas-; Río Negro, Art. 100; Santa Cruz, Art. 50; Santa Fe, Art. 26; San Luis, Art. 85; Santiago del Estero, Art. 98 y, Tierra del Fuego, Art. 30, etcétera.
Finalmente ya en pleno 2008, para el escándalo ético y equitativo de millones de personas amenazados de miseria y la `impotencia del número´ de otras con `su áfrica´ de `casi nada´ virtualmente ante `casi todo´, esta economía civil de la cooperación con su resiliencia `siempre ofrecerá una herramienta concreta y proactiva para combatir duradera y creíblemente la pobreza, estructural y coyuntural; para generar genuinos puestos de trabajo, satisfacer necesidades físicas básicas, incorporando y reincorporando a los excluidos con autonomía, independencia y responsabilidad al sistema social, educativo, laboral, productivo y cultural e, incrementando nuestros activos de bandera tangibles e intangibles todo lo posible, con progreso, amistad y paz social.
La historia económica secular argentina así lo acredita documentadamente.