Definitivamente, la inflación se ha consolidado también como un fenómeno global que, de acuerdo a datos del reciente informe sobre las perspectivas de la economía mundial publicado por el FMI en 2007, no habría alcanzado todavía su máximo, sino que recién lo hará en 2008, con las 2/3 partes del planeta incrementando precios en más del 10%.
Las explicaciones, relacionadas estrechamente entre sí, en un contexto de bonanza económica experimentada en los últimos años, se concentran en lo siguiente:
- Por un lado, el crecimiento del precio del petróleo que está bordeando los U$.140/Barril, habiendo dicho la OPEP que, por el momento, no incrementará más su producción, argumentando que no es un problema de oferta(o demanda real insatisfecha), dado que si lo hiciera aumentarían sus inventarios con el consecuente costo, lo cual haría ésta iniciativa económicamente inviable, ratificando que también existen elementos de especulación por parte de inversionistas, en la búsqueda de utilizar como reserva de valor al petróleo y apostar a la suba, considerando la caída del dólar.
- Pero principalmente, se explica en el incremento del precio de los alimentos que, según la organización humanitaria Oxfam, habrían creciendo en un 83% en los últimos tres años. Este tema estaría altamente influenciado también, en cierta medida por un afán especulativo en el caso de commodities como la soya e indiscutiblemente por una mayor demanda: biocombustibles y fundamentalmente el consumo mundial, con China e India, como líderes.
Al respecto, conviene mencionar que, de acuerdo al Instituto Worldwatch, el consumo per cápita Chino se ha duplicado en los últimos 20 años, con una pronunciada aceleración en los últimos años, e India que mantiene una tendencia relativamente similar.
Lo anterior, ha sido resultado de las mejores condiciones económicas que han permitido a gran parte de su población salir de la pobreza o mejorar sus niveles de vida y por tanto incrementar su demanda de alimento, principalmente carne. Conviene mencionar que para producir un kg. de carne se requieren entre dos a tres kg. de cereal, ni hablar del resto de los recursos naturales o la contaminación.
De aquí han surgido nuevos conceptos como el del Agua Virtual1 , que corresponde a un nuevo enfoque de valoración de los recursos hidrológicos que se estima han sido empleados en la generación de algún producto. Por ejemplo, se calcula que para producir 1 tonelada de trigo se requieren 1,000 toneladas (ó m3) de agua.
Sin embargo, pese a que los niveles de consumo de éstos países, obviamente se encuentran aún lejos de los de países desarrollados, si los comparásemos, en extremo, con el de EE.UU., se requerirían dos planetas tierra para safisfacerlos.
Por anterior, según la ONU, la producción tiene que crecer en un 50%, antes de 2030 para cubrir la demanda, existiendo actualmente 850 millones de personas hambrientas, cifra que puede incrementar a casi 1,000 millones, de no tomarse medidas radicales, que de acuerdo a la FAO, para mitigar lo más posible, se requerirían invertir al menos USD. 30,000 millones.
Dentro de todo ésto, vuelve a la mente de muchos economistas el nombre de Thomas Malthus y sus “Ensayos sobre la Población”, escritos hacia finales del siglo XXVIII.
En su obra, que se constituyó en un best-seller de la época y ha influido en el pensamiento y conciencia de muchos, el Reverendo Thomas R. Malthus, señalaba que, considerando los rendimientos decrecientes2 y que el factor tierra es fijo (no infinito) las tendencias mostraban que la producción de alimentos crecería en proporción aritmética(1,2,3,4,…), en tanto que la población lo haría en proporción geométrica(1,2,4,8,…).
Entonces, llegó a la pesimista conclusión de que, dado que la población se duplica una y otra vez, es como si el mundo fuera dividiéndose por la mitad también una y otra vez, siendo cada vez menos la cantidad de alimentos para satisfacer las necesidades, hasta acabar en un nivel inferior al necesario para vivir, con lo cual incrementaría la mortalidad o los salarios encontrarse a un nivel mínimo de subsistencia.
Fue por ésto que tales afirmaciones llevaron a Tomas Carlyle3 a denominar a la Economía como la “Ciencia Lúgubre”.
En nuestra historia reciente, generalmente asociados a momentos con cambios de tendencia en el ciclo económico, han vuelto a aparecer los seguidores del Malthusianismo y su visión catastrófica, en diferentes oportunidades.
- En los ´70s, con la última ola de incrementos en los precios del petróleo y los alimentos, como también en algunos casos de alarmantes incrementos demográficos.
- Incluso en 1992, con las simulaciones realizadas por computadora, en The Limits of Growth y Beyond the Limits, se daban predicciones aún más sombrías que el evangelio original, llegando a estimar el agotamiento de recursos en 100 años, teniendo como consecuencia una disminución bastante repentina e incontrolable, tanto de la población, como de la capacidad industrial.
Sin embargo, algunos han catalogado las profesías de Malthus y sus seguidores como demasiado simplistas, puesto que no consideraron en el análisis el efecto de los avances tecnológicos que han incrementado la frontera de posibilidades de producción.
El caso más representativo habría sido la Revolución Industrial que a través de la especialización del trabajo, economías de escala y otras innovaciones, generaron incrementos significativos en la productividad. Luego, las comunicaciones, el comercio, la electrónica y la globalización.
Incluso, podríamos mencionar como otros avances tecnológicos y de conciencia, los descubrimientos en medicina y el cuidado por el medioambiente, con toda la “revolución verde”.
De todos modos, en nuestros tiempos, si bien, podemos decir que teóricamente y por la demostraciones anteriores, existen formas de generar un desarrollo sostenible, éste requiere de costosas investigaciones, cuidadosas aplicaciones de política y en la mayoría de los casos de resultados no inmediatos.
Podemos observar como ejemplo que el caso de los biocombustibles, que ha venido a constituirse en un desarrollo, tecnología y alternativa más limpia que los combustibles fósiles, ha sido excluyente y parte del problema de la escasez de alimentos y escalada de precios.
Lo mismo podríamos decir de los cultivos y alimentos transgénicos, con opiniones en contra y a favor para el consumo humano.
En el siglo XIX se creía que en el futuro nos desplazaríamos por el mundo en globos de aire caliente y que -como pensaba George Bernard Shaw4 - no tendríamos que trabajar más de dos horas diarias. Más tarde, temimos ser dominados por una tecnología fuera de control.
Por tanto, resulta importante pensar que ni lo uno ni lo otro, ni Malthus(peor escenario) ni Tecnología Perfecta(mejor de los mundos), la clave viene a ser la habilidad humana para buscar un equilibrio y, en forma crítica y ejecutora, la Ciencia Económica.
En éste sentido, se debe evitar que los errores políticos sean los que progresen geométrica o exponencialmente, por ponerlo en términos gráficos.
Nuestras naciones latinoamericanas tienen la potencialidad en cuanto a los principales factores de producción: tierra (recursos naturales) y trabajo; derivando de éste último precisamente la capacidad de atraer el tercero, el capital, para generar progreso y bienestar y que el actual momento no sea el principio del fin, sino más bien otra coyuntura -y tal vez oportunidad- más vivida en nuestra historia.
Walter Morales Carrasco, Junio de 2008.
(1) Desarrollado por J. Allan (1993), profesor de la Universidad de Londres.
(2) Relacionado a un aumento marginal de la productividad creciente hasta ser cada vez menor, pudiendo ser cero o incluso negativo.
(3) Influyente filósofo y ensayista inglés de mediados del siglo 19.
(4) Escritor inglés y premio Nóbel de Literatura