La sensación es siempre la misma: mientras para los funcionarios todo parece marchar sobre rieles, las preocupaciones y las señales de alarma parecen indicar otra cosa.
Nadie pone en duda que el crecimiento de la economía durante más de 30 meses consecutivos es un dato de la realidad. Sí hay quienes parecen olvidar que el país viene de una crisis y una recesión de dimensiones notables de manera que solamente ahora estamos alcanzando los niveles de 1998. Es decir, que en verdad más que crecer, estamos retornando a la superficie luego de una profunda inmersión.
Esta cuestión, que tal vez pueda resultar la visión de un aguafiestas, no deja de contener la sustancia esencial para analizar el terreno recorrido.
La expansión monetaria en un mercado altamente deprimido, con tipo de cambio alto, capacidad ociosa y varios años de estabilidad que terminaron arrojando cierta confianza en al moneda local, encajan perfectamente en el modelo keynesiano de los años 30. La población no se deshace imperiosamente de la moneda, pese a la altísima emisión, las empresas no recurren a nuevas inversiones para poner en marcha capacitada ociosa, la mano de obra es barata en dólares, y el mercado exportador se torna altamente potable, debido precisamente a los bajos costos locales en moneda dura. La fórmula perfecta. Hasta que se termina, obviamente.
Una y otra vez hemos señalado esto, de diversas maneras y con datos concretos y precisos. Hoy es evidente la preocupación del ministro de economía por lograr atraer inversiones, a tal punto que a los distintos regímenes de promoción que día a día implementa, le agregó esta semana el relanzamiento de la Agencia para el Desarrollo de Inversiones, una conformación preexistente, pero prácticamente inactiva, retomada ahora como base para alcanzar los niveles del orden del 23% del PBI requeridos para mantener un crecimiento superior al 4% anual, necesario para afrontar los compromisos asumidos luego del canje de la deuda.
El viaje a Nueva York del presidente Kirchner y las intenciones de conversar con el canciller francés Villepin (que viajó en lugar de Jacques Chirac, afectado de un problema de salud) y del presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero ante el anunciado retiro del país de Suez y de Aguas de Barcelona de Aguas Argentinas, ponen de relieve el marco de preocupación de un gobierno que hasta el momento pretende que las cosas funcionen en un esquema de imposición de condiciones no sujetas a discusión, como el que concierne al viejo tema de los contratos con las concesionarias de los servicios públicos, mal llamadas "privatizadas". De paso, Kirchner también se trenza con Rodrigo de Rato por el apoyo del FMI al gobierno de De la Rúa, siendo que el actual gobierno argentino ha mostrado muchas veces su hostilidad con el organismo y su voluntad de "desendeudarse" aún a costa de triplicar las tasas de interés en dólares que debe pactar para "salir" del Fondo y no estar sujeto a sus consabidas estrategias.
Felisa Miceli, titular del Banco Nación, ha salido a confirmar que se otorgarán préstamos hipotecarios con tasa subsidiada a tomadores necesitados de vivienda, algo que recuerda otras épocas, como cuando Aníbal Reynaldo regenteaba el Hipotecario en los 80 y tales "préstamos" terminaban en hijos y entenados, más que en necesitados. Esto sin dejar de observar que el criterio del subsidio implica que quienes no pagan las altas tasas de interés, delegan en el resto de la gente tales pagos, cuando la sana economía indica, aquí y en donde sea, que las tasas de interés pueden bajar si se garantizan condiciones y seguridad jurídica suficientes, simplemente.
Cabe recordar, que tales tasas de interés para créditos hipotecarios están en estos momentos en torno al 12%, brutas, es decir sin contar los gastos necesarios para "entrar", más los seguros de vida, de incendio y otras menudencias. Para agregar que son en dólares, dado que la divisa está sujeta a una converbilidad de hecho, como sostienen no pocos economistas de diversas extracciones.
El problema energético, traducido en falta de inversiones en el sector, también es encarado por el presidente en su viaje a la ONU, dado que tiene previstas reuniones con Chávez y tambén con Rodríguez, presidente transitorio de Bolivia, todo con vistas lograr una provisión razonable de fuel oil y de gas en los años por venir. Iniciativas vinculadas con la generación de "biodiesel" y hasta de utilización de la energía eólica, no dejan de ser recordatorias de aquellos proyectos de "alconafta" de los años 70. Plausibles, por supuesto, pero relegadas a un riguroso segundo plano futurista, cuando de lo quese trata es de cocinar la salsa del próximo trienio, entrampado hasta el momento en retrasos tarifarios evidentes, con cargas tributarias galopantes, derechjos de exportación exorbitantes y falta de renegociación de contratos que conducen a los choques con el Fondo más destacables. A ello se suma en las últimas semanas, una demanda creciente de parte de consumidores de países limítrofes que cruzan la frontera para adquirir combustibles a precio de pichincha del lado argentino, amenazando incluso con provocar desabastecimiento, como siempre ocurre cuando los gobiernos pretenden que llueva para arriba, para usar una metáfora suficientemente clara.
En materia de deuda pública, digamos que la misma asciende a algo más de 125.000 millones de dólares sin contar en ellos los 20.000 millones que no ingresaron en el canje. Esto según cifras oficiales. Del monto citado en primer término, unos 46.000 millones están en bonos indexados en pesos, es decir sujetos a tasas que hoy por hoy superan largamente el 10 u 11% anual en dólares, mientras faltan renegociar unos 5.000 millones con el llamado Club de París, y no se puede emitir nueva deuda dentro de la legislación internacional debido al riesgo de embargos por parte de los llamados fondos buitre, precisamente por la falta de una definición en lo referente a los bonos defaulteados que no ingresaron en el canje.
El sostenimiento de esquemas de controles de precios, acuerdos impuestos y otras variantes para evitar las consecuencias de la emisión de moneda resultante de la devaluación es otro de los aspectos relevantes para seguir mostrando. La política monetaria continúa en la misma línea en cuanto a retraer la emisión monetaria exigida para comprar dólares y endeudarse al mismo tiempo vía Lebacs.
Las reservas del Banco Central están cercanas a los 26.000 millones de dólares y la divisa se mantiene en torno de los $ 2,90, siempre con la intervención de la banca oficial y del Tesoro en cuanto a la compra de los excedentes de la moneda norteamericana.
El aumento del gasto público, que está en torno al 11% con relación al año anterior, está llevando al ahorro primario del 5,4 al 4,5% del PBI. Es decir, que hay una marcada baja del ahorro lo cual indica que la situación tiende a ser menos holgada, si bien sigue siéndolo.
Un punto a comentar también es el de los llamados superpoderes. Básicamente se trata de una autorización al Poder Ejecutivo a no cumplir las leyes básicas de contabilidad (administración financiera y responsabilidad fiscal) que se ha otorgado mediante la ley de presupuesto y que no se incluye en el nuevo proyecto. El asunto ha sido tapa de los diarios en estos días, ya que supone una reducción del margen de discrecionalidad con que se manejan los fondos del erario. Sin embargo, la cuestión no es tan así, porque lo que en verdad ha venido ocurriendo es que el jefe de gabinete ha venido modificando los destintos de las partidas o asignado el destino de los excedentes superavitarios, ello merced a ciertos artículos de la ley presupuestaria que lo autorizan, lo cual vuelve a figurar en el citado proyecto para 2006. Al mismo tiempo hay que decir que el artículo que en principio se suprime sobre la administración financiera y la responsabilidad fiscal no ha sido utilizado al menos hasta donde sabemos.
Y terminamos este comentario repitiendo una vez más que la base para la atracción de las inversiones es la seguridad jurídica, la estabilidad fiscal y monetaria, la permanencia y el respeto de las leyes, y fundamentalmente la absoluta abolición de la arbitrariedad, por más razones que puedan asistirla, si es que hubiera alguna.
Es preciso, es indispensable, terminar con el discurso agresivo contra empresas y empresarios en general acusándolos de provocar inflación cuando ésta es un fenómeno monetario provocado por el propio Estado y su política económica, y no por "formadores" de precios ni fantasmas por el estilo. Es suficiente con imaginar una sociedad de trueque, sin moneda, para comprender dónde está el problema de cualquier inflación en cualquier lugar del planeta.
Es importante luchar para que los países centrales eliminen los subsidios agrícolas y el proteccionismo, pero para ello hay que terminar con la contradicción de pedir a tales países que hagan eso y al mismo tiempo nuestro país tenga el triste papel de desalentador de sus propias exportaciones mediante la aplicación de retenciones con supuestas finalidades "sociales" que en verdad no son otra cosa que la insaciable necesidad de recursos obtenidos fácilmente mediante el recurso de mantener artificialmente elevado el tipo de cambio, causa precisa y concreta del empobrecimiento y los bajos ingresos de toda la población.
Buenos Aires, 15 de setiembre de 2005
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