Nicaragua

El modelo económico del mendigo en Nicaragua

Si queremos que subsista lo político, pensemos, como corresponde, en lo económico. Tener derechos, y vivir desnudos, sería muy triste

José Cecilio del Valle

Prócer de la Independencia de Centroamérica



Raúl Isaac Suárez *


El termino “modelo económico” de un país hace referencia a la organización, configuración y orientación específica de las fuerzas productivas de su economía con el propósito de producir los bienes y servicios que los ciudadanos necesitan para su subsistencia. La elección de uno u otro modelo se reduce a escoger la opción que maximice la producción y minimice los costos de la misma para la economía. Esto tomando en cuenta las ventajas comparativas del país y la calidad y cantidad de recursos que éste posea.

A este respecto, se vienen a mi memoria los recuerdos de los acalorados debates de las elecciones presidenciales de 2006 en Nicaragua, en dónde los candidatos se contradecían unos con otros sobre la viabilidad de un modelo económico específico para implementar en el país. Unos candidatos abogaban por la empresa privada y el mercado, otros fustigaban contra dicho modelo y proponían a un estado protector en su lugar. Y unos terceros simplemente, pedían “más y mejor mercado y más y mejor estado”. Este debate, tan vigente y válido en los países desarrollados, carece por completo de relevancia en los países como Nicaragua.

La razón es simple. Desde los años 70 Nicaragua no ha producido nunca los recursos para ser un país autosuficiente. Siempre se ha necesitado de la cooperación internacional para poder sufragar los déficits del país y poder completar el gasto corriente mínimo que nuestro país necesita para subsistir. Nuestro modelo económico es el del Mendigo. Un país que siempre está estirando la mano en busca de la caridad de la comunidad internacional y los países desarrollados.


En la década de los 80 se implementó una economía altamente estatizada en la que el grueso de la producción nacional era controlado por el estado. Sin embargo siempre se necesito de flujos externos. Prueba de esto fue la enorme deuda externa heredada por el gobierno siguiente. Luego, en los noventa y hasta principios de los dos mil, se privatizaron varias empresas estatales y se responsabilizó al sector privado de la producción nacional. Pero siempre necesitamos del FMI y la cooperación europea para sobrevivir. Y hoy en día, nuevamente el país depende de la buena voluntad de la República Bolivariana de Venezuela.

Lo que ha cambiado en la historia de Nicaragua es como se ha administrado esa cooperación y de parte de quién ha venido. Pero el principio ha sido el mismo. Siempre hemos necesitado de flujos externos. Ya sea que llamemos a esta cooperación FMI ó ALBA, ya sea que la ayuda venga de Estados Unidos o de Venezuela, y ya sea que sea administrada directamente por el estado o por las empresas privadas, siempre tiene los mismos vicios. Esta orientada a solventar nuestro gasto corriente. Y su administración está llena de tanta burocracia que es difícil que tenga un impacto significativo en la reducción de la pobreza y el desempleo.

En nuestro modelo actual, la economía de Nicaragua produce bienes primarios de escaso valor agregado. Esta producción está a cargo del sector privado en la forma de cooperativas, sociedades mercantiles y productores individuales. Sin embargo, dado el bajo valor agregado, estos productos se venden a precios muy bajos en los mercados internacionales ó no se venden en la cantidad suficiente. Las utilidades de estas ventas no compensan los costos de importación de todos los productos de industrias secundarias y terciarias que Nicaragua consume. Esta diferencia de valor siempre debe ser financiada a través de las donaciones internacionales, los préstamos concesionales y las remesas familiares. Ni los préstamos ni las donaciones vienen gratis. Siempre vienen acompañadas de condicionalidades.

Nicaragua por tanto, nunca ha sido una nación independiente. Puesto que nuestra soberanía siempre ha sido doblegada ante la necesidad de recibir la cooperación de donantes internacionales. Donantes que siempre la condicionan a aplicar medidas de política económica dictada por ellos. La mayoría de las veces con más beneficios para ellos mismos que para Nicaragua como país. La nación Nicaragüense nunca tendrá verdadera independencia política si no tiene primero independencia económica.

Por esta razón, el debate entre el estado y el mercado es superfluo en Nicaragua. Los países que pueden tener este debate son aquellos con la solvencia económica necesaria para tomar sus propias decisiones. Lo que el país debería estar debatiendo es la manera de incrementar la productividad para que la producción supere a los costos. Y eliminar con esto la nefasta dependencia económica que siempre ha tenido de la comunidad internacional. Mientras el país tenga el modelo económico del mendigo, y no sea independiente económicamente, no tiene sentido discutir entre estado y mercado.

Irónico es que todos los años en septiembre, Nicaragua celebra su independencia y transformación en un país libre y soberano. Esta soberanía nunca la ha ejercido. Al menos no en lo que respecta a su política económica. Pues a cambio de unos milloncitos para cubrir su necesidad, siempre ha cedido a intereses extranjeros. Tal y como hace el mendigo a cambio de una moneda para comprar un pedazo de pan.

* http://raulisaacsuarez@blogspot.com

Nicaragua: La reforma del Sistema de Seguridad Social.

*Oguer Reyes Guido


La Reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) es la más ardua tarea que enfrenta el gobierno de este país en el año 2012. Una institución agobiada por los malos manejos que los diferentes gobiernos han hecho a lo largo de su historia urge de una reforma que la proteja de los políticos.

La modernización de esta vetusta institución nicaragüense es de gran prioridad para devolverle su papel central en el sistema de bienestar social de nuestro país. La reforma del INSS deberá ponerle fin a la influencia política que tanto perjuicio le ha causado a lo largo del tiempo y habrá de dotarla de nuevos pilares institucionales que se sostengan en criterios más técnicos y, consecuentemente, cada vez menos políticos.

El INSS ha sido víctima de todo tipo de abusos que lo han despojado de los recursos con los que debería, en teoría, sustentar todo el sistema de seguridad social nicaragüense. Ante la crítica situación financiera que atraviesa la institución el gobierno ahora ha emprendido la difícil tarea de llevar a cabo las reformas que son algo más que indispensables.


¿Qué puede ser transformado en el INSS para asegurarle viabilidad en el lago plazo? Muchos aspectos, ciertamente. Sin embargo, no hay solución milagrosa. Los tecnócratas internacionales, que en los roles de asesores contratará el gobierno nicaragüense para llevar a cabo la reforma, no habrán de inventar un nuevo y revolucionario modelo de seguridad social que no se haya visto ya aplicado en América Latina. A lo mucho nos recetarán un refrito de los sistemas que están en vigor en los principales países de la región.

Un tema fundamental de esta reforma será la administración de los fondos para el retiro o también conocidos como fondos de pensiones. En este componente se dará seguramente un giro de la actual gestión de los fondos de pensión centralizada por el gobierno hacia la creación de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).

Esto implicaría un cambio radical en la ley de seguridad social nicaragüense. Se pasaría de un sistema basado en el conteo de semanas cotizadas, el que incluye un promedio final de salida para el cálculo de la pensión sobre la base del salario promedio de las últimas 250 semanas trabajadas para dar paso a la creación de una Cuenta Individual para el Retiro (CIR) para los trabajadores.


La CIR tomaría en cuenta los fondos tripartitos aportados en diferentes proporciones porcentuales tanto por el empleador, el trabajador y el gobierno para capitalizar dicha cuenta.

Se reformaría del mismo modo el número de semanas cotizadas requeridas para obtener el derecho de pensión. Se pasaría de las actuales 750 (15 años de cotización) a algo más de 1,250 (unos 25 años de cotización) que sería un promedio bastante razonable para la óptima capitalización del INSS.

Adicionalmente, se tendría que aumentar la edad para la jubilación pasando de los 60 años en la actualidad a los 65 años, luego de la reforma. En Alemania, por ejemplo, la edad de jubilación se irá alargando progresivamente hasta establecerse en los 67 años en el futuro cercano.

La definición de los Montos Constitutivos de Pensión sería el elemento crucial para que el sistema pueda funcionar con cierta holgura. Para ello habría que definir un porcentaje máximo para la pensión con base en el salario promedio del trabajador a lo largo de su vida laboral. Este porcentaje, de ninguna manera podría exceder el 50% del salario promedio de la vida laboral. De otro modo, el Monto Constitutivo de Pensión excedería el saldo acumulado en la CIR, razón por la cual no se podría contratar los seguros respectivos por parte de las AFP.

¿Cómo se definiría el Monto Constitutivo de Pensión? Se tomaría como base el porcentaje del salario promedio del trabajador que sea establecido por la ley y se multiplicaría por los años que le queden de vida al trabajador según establezca la Comisión Médica Especializada del INSS. Esto con base en las estadísticas de Esperanza de Vida en el país.

El resultado sería el monto de dinero que sería necesario para pensionar al trabajador, el cual debería ser cubierto, en teoría, por la CIR.

Sin embargo, para aquellos casos en los que CIR no alcance a cubrir la totalidad del Monto Constitutivo de Pensión, el gobierno tendría que establecer una Pensión Mínima Garantizada que equivaldría a un salario mínimo.

Para dar mayor viabilidad al sistema, el gobierno tendría que establecer incentivos fiscales para alentar las Aportaciones Voluntarias que los trabajadores deseen hacer a su CIR.

El otro componente esencial del Sistema de Seguridad Social; el relativo a la Salud Previsional, no se transformaría sustancialmente ya que el gobierno no tiene la capacidad de crear una red hospitalaria para brindar servicios de salud a los asegurados.

El negocio sería muy bueno para las AFP. Los bancos nacionales serían los primeros en constituir sus AFP ya que este nuevo giro financiero vendría a dar una valiosa liquidez a estas instituciones. Luego, estas mismas AFP serían las responsables de invertir y rentabilizar estos fondos. Esta operación les dejaría a las AFP una muy buena comisión sobre el rendimiento obtenido.

Otras variantes menores podría integrarse al sistema, sin embargo, los aspectos centrales de cualquier reforma girarían seguramente, en torno a estos principios generales.

* El autor es especialista en Economía Gubernamental y Administración Financiera Pública.

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