Marx en la sección de El Capital titulada La transformación de la ganancia en ganancia media dice lo siguiente: “En esta investigación se parte siempre del supuesto de que las condiciones reales corresponden a su concepto o, lo que es lo mismo, las condiciones reales sólo se exponen en la medida en que corresponden a su propio tipo general y lo expresan”. Los investigadores de las ciencias naturales no investigan los fenómenos tales y como estos se dan en la realidad en toda su plenitud, sino que lo hacen en un laboratorio, esto es, en condiciones ideales. Hay que aislar los factores esenciales del fenómeno que se va a investigar de un sinfín de otros factores que están presentes en el mismo y no son esenciales. El laboratorio supone, por lo tanto, el medio por el cual el investigador hace abstracción de los factores que estando presentes en la realidad no son esenciales en el fenómeno que se investiga. De este modo, y recordando lo que decía Marx, las condiciones reales corresponden al concepto. Por lo tanto, la acomodación de la realidad al concepto supone la abstracción de una parte de los factores presentes en la realidad. Y esto es práctica habitual y necesaria en las ciencias naturales. No debería ocurrir de otro modo en el ámbito de la investigación de los fenómenos sociales. Pero como en este caso no se puede usar un laboratorio, el mecanismo que se emplea es la fuerza de abstracción. Aquello que se hace por medio del laboratorio en el ámbito de las ciencias naturales, abstraer los factores no esenciales para aislar los esenciales, debe hacerse en el ámbito de los fenómenos sociales por medio de la fuerza de abstracción. El fin que se persigue en las ciencias naturales es el mismo que en las ciencias sociales, abstraer los factores no esenciales para quedarse con los factores esenciales, la diferencia estriba solamente en el mecanismo de abstracción que se emplea: en las ciencias naturales se emplea el laboratorio y en las ciencias sociales la mente.
No debe olvidarse que la principal crítica que se le hace a la teoría del valor de Marx gira en torno a esta contradicción: la existente entre, por una parte, la necesidad científica de aislar los rasgos esenciales del fenómeno de los que no lo son, y por otra parte, la necesidad de emplear la fuerza de abstracción para aquel fin. Para determinar la naturaleza del valor como trabajo humano abstracto, Marx tuvo que llevar a cabo un proceso lógico de abstracción bastante complejo. Y a este respecto escuchen la crítica tan superficial que formula Michio Morishima: “...la teoría del valor trabajo podría aun ser criticada porque los valores, a diferencia de los precios, no son observables ni existe ninguna institución que los determine, y parece razonable que la ciencia ignore un concepto tan metafísico”. Michio Morishima no somete a crítica el proceso de abstracción realizado por Marx para determinar la sustancia del valor, sino sencillamente se limita a catalogar de no científico su resultado. Su crítica se reduce a catalogar el concepto de valor de Marx de metafísico, por la sola razón de que no puede verse. Y le ocurre a Morishima lo que a los críticos de Marx: por ignorancia se niegan a reconocer que en el ámbito de las ciencias sociales la fuerza de la abstracción sustituye el papel que desempeña el laboratorio en el ámbito de los fenómenos naturales. Se autoproclaman como científicos y catalogan a Marx de metafísico, cuando ignoran por completo esa determinación esencial metodológica en el estudio de los fenómenos sociales. Esta falta de cultura lógico filosófica, esta falta de conocimiento sobre los procesos de abstracción y en especial su uso en al ámbito de la fenomenología, es la que impide comprender a estos “críticos” la profundidad y alcance científico de la teoría del valor de Marx.
Francisco Umpiérrez Sánchez
Director del Centro de Estudios Karl Marx
En Las Palmas de Gran Canaria, 19 de enero de 2006.I