Colombia, un país de ricos
DESDE LA BARRERA
Carta que un estadounidense le mandó a un amigo colombiano, en la cual se queja de lo inconforme que es el colombiano medio:
«¿Por qué los colombianos se creen tan pobres? ¿Será que por ver los árboles no se fijan en el bosque? ¿Cómo puede llamarse pobre un país, que es capaz de pagar por un galón de gasolina más del triple de lo que pagamos en EE. UU.? Si se dan el lujo de pagar tarifas de electricidad, de teléfono y celular un 80% más caro de lo que valen acá; si pagan comisiones bancarias y tarjetas de crédito al triple de lo que aquí nos cuestan; cuando por un automóvil que aquí vale 2,000 dólares, ustedes pueden pagar por el mismo el equivalente a 20,000 dólares. Y todavía, ¿dicen ser pobres? Porque si pueden darse el gusto de regalarle $18,000 dólares al gobierno y nosotros no, entonces no entiendo dónde está la pobreza?.
Los habitantes de EE. UU., seremos pobres, porque el gobierno estatal, teniendo en cuenta nuestra precaria situación financiera, nos cobra sólo el 2% de IVA, más otro 4% que es federal, para un total del 6% y no el 16% como a ustedes los ricos que viven en Colombia. Además, son ustedes los que tienen impuestos de lujo, como son los gravámenes por gasolina, gas, alcohol, cigarrillos, cerveza, licores, etc., que alcanza cada uno hasta el 320% del valor original, y otros tributos, como los impuestos sobre utilidades y sueldos, sobre automóviles nuevos, a los bienes personales, a los bienes de las empresas, por uso del automóvil y, dichosos que así y todo, se dan el lujo de pagar un 16% de IVA por los bienes que compran, además de todos los trámites y pagos nacionales y municipales. Porque si ustedes no fueran ricos, ¿qué sentido tendría tener unos impuestos de ese calibre? ¿Pobres?, de dónde…
Un país como Colombia, que es capaz de cobrar el impuesto a las ganancias y a los bienes personales por adelantado, necesariamente tiene que nadar en la abundancia, porque considera que los negocios de todos sus habitantes siempre tendrán utilidades, a pesar de la corrupción, de los continuos saqueos y de las comisiones, de los asaltos, de los terremotos, de la sequía, del invierno y de las inundaciones y, entonces si es así, todos los habitantes del país deben ganar muchísimo.
Los pobres somos nosotros, los que vivimos en EE. UU., que no pagamos impuesto sobre la renta si ganamos menos de $3,000 dólares al mes por persona, es decir, más o menos $ 6.000.000 colombianos.
Además, allá, ustedes pagan guardias privados en bancos, condominios, edificios, colegios, universidades, hospitales, clínicas, etc., mientras que nosotros nos conformamos con la guardia pública. Y hasta envían a los hijos a colegios privados y mira, si seremos pobres, aquí en EE. UU., que las escuelas públicas prestan los libros de estudio, previendo que no tenemos con qué comprarlos.
A veces me asombra la riqueza de los colombianos que piden un préstamo cualquiera, y son capaces de pagar 26% y hasta 34% anual de intereses, como mínimo. ¡Eso sí es ser ricos! No como aquí, que apenas llegamos al 8% (generalmente 7.8%); justamente porque no estamos en condiciones de pagar intereses más caros.
Supongo que, como todo rico, tienes un auto nuevo y estás pagando un 8% ó 10% anual de seguro; si te sirve de información, yo pago sólo $345 dólares por año. Y como te sobra el dinero, tú si puedes efectuar pagos anuales de más de $300.000 colombianos por concepto de eso que allá llaman impuesto al rodamiento, mientras que acá nosotros no podemos darnos esos lujos y cuando mucho pagamos $15 dólares anuales por el adhesivo, sin importar qué modelo de auto se tenga; pero claro, eso es para gente escasa de recursos que no puede erogar los enormes flujos de dinero que ustedes los colombianos manejan. Saca entonces la cuenta y dime, ¿quién es el rico y quién es el pobre?
Por último, más del 20% de la población económicamente activa en Colombia no trabaja, aunque el DANE diga otra cosa porque llaman empleados a los vendedores ambulantes y a los que ‘ensucian’ los vidrios en los semáforos y a los que arreglan zapatos en la calle, mientras que a los embajadores, ministros, generales y demás altos funcionarios, el pueblo les paga millones en sueldo, sin contar gabelas ni prebendas. Qué envidia. ¡Eso sí es nadar en la riqueza!
Bueno, viejo amigo, te mando un abrazo y después me cuentas cómo les va con el nuevo presupuesto y las elecciones que se avecinan, en donde habrá nuevo derroche de dinero. Ahora bien, si aumentaran más los impuestos, no te preocupes, que la inflación te los va a diluir. Pero bueno, eso es lo de menos cuando se tiene plata para pagarlos. Ten por seguro que en el discurso del 20 de julio le van a dar un tremendo aplauso al gobierno, y los legisladores sacarán pecho.
Además, ese es el precio que hay que pagar por vivir en el mejor lugar del mundo y en donde la gente se siente la más feliz del planeta. No importa que vendan Ecopetrol al grupo Aval y se la cobren a los colombianos: la gente más rica y feliz del mundo.
Atentamente, tu pobre amigo gringo.»
P. S. Sin palabras. Como la carta no tiene fecha, el lector puede ponérsela a voluntad.