No digan Vds. devaluar o revaluar, porque esos ajustes sólo son practicables, si nos atenemos a la terminología correcta y no caemos en los confusionismos habituales, cuando funciona un sistema monetario determinado de aplicación a dos o más monedas; con reglas concretas para cambiar el valor de una de ellas respecto a la que sirve de ancla. Tal como sucedió con el SMI, sistema monetario internacional, en el FMI hasta 1971. Y como ulteriormente ocurrió con el SME, sistema monetario europeo, hasta 1998 cuando entró en funcionamiento el euro y dejó de existir su predecesor el ecu.
Ahora, lo adecuado es hablar o escribir apreciación, o depreciación, según que el valor de una moneda no incluida en un sistema regulado de cambios, suba de valor respecto a otra, o baje. Y esto es lo que acontece actualmente entre el dólar y el euro, divisas que juntas generan, más o menos, al 80 por 100 de las operaciones cambiarias.
Recordarán Vds. que desde la entrada en circulación del euro, el primero de enero de 2002, inicialmente hubo un cambio muy favorable al dólar, situándose la relación en sólo ochenta centavos de la moneda estadounidense por un euro. Después, en función de los avatares de la coyuntura, los tipos de cambio fluctuaron, y en estos días, por un euro los mercados dan 132 centavos de la moneda norteamericana.
¿A qué se debe esa fuerte depreciación del dólar, y visto desde nuestro lado, la apreciación del euro? Las interpretaciones pueden ser muchas, pero lo cierto y seguro, es que algo tiene que ver el tema con el célebre triple déficit comercial, fiscal, y de ahorro, de EE.UU.; que origina una fuerte desconfianza entre los potenciales compradores de dólares y quiénes los tienen en stock, en reservas patrimoniales, societarias o de bancos centrales. Y en esa dirección, es público y notorio que las autoridades monetarias de los principales países asiáticos (India, Japón, China y Corea del Sur), que juntos mantienen unas reservas de dos billones de dólares (billones de doce ceros), están recomponiendo sus carteras; para desprenderse de dólares, y adquirir euros, y no verse cogidos por el proceso de minusvalías de los activos internacionales, a causa de la depreciación en curso.
Las consecuencias de la apreciación de nuestra moneda común se traducen, ante todo, en que los hidrocarburos, que todavía se cotizan en la moneda de EE.UU., nos resultan más baratos. Pero también tendremos crecientes dificultades para exportar a los países del área dólar (incluida China por su tipo de cambio prácticamente fijo aún con el billete verde). Aparte de que esos y otros efectos combinados pueden influir, como está ocurriendo, en las cotizaciones bursátiles.
En resumen, puede ser el momento de comprar futuros de dólares, ahora que la moneda está baja, pensando en venderlos a seis o doce meses. Como también puede hacerse algo similar en los mercados de hedging, con commodities, y especialmente la energía. Seguiremos atentamente la evolución euro/dólar en el inmediato futuro.
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